Memoria e ingenio para el futuro de nuestros pueblos

Memoria e ingenio para el futuro de nuestros pueblos

Mejora, recuperación y rehabilitación del patrimonio rural desde Prodese

Los pueblos de la Serranía de Cuenca son pequeñas hogueras que agonizan. Lumbres centenarias que desprenden el calor profundo de la tierra y el color irisado de la memoria. Sin rastro del quemar de antaño, en su cuna de leña los caminos se van desfigurando, las fuentes marchitando, las ermitas sucumbiendo y sus gentes olvidando. 

El invierno, silencioso y desdentado, se acentúa y sólo las intermitentes llamas de un estival sol parecen, por un instante, reavivar este cúmulo de cenizas. Cenizas que envuelven calles, caminos y campos. Cenizas que resultan de un fuego pasado que, aparentemente eterno, calentaba de vida corrales, molinos, fuentes, hornos, acequias o senderos. Motas de polvo ceniciento con nombres como Poyatos, Uña, San Martín de Boniches, Masegosa, Algarra, Huélamo, Fuertescusa, Sotorribas, Arguisuelas, Mariana, Pajarón y una enfermiza hilera de pueblos de la Serranía. Hoy, siniestra y artificialmente, la vida arde en la ciudad y apaga estos pequeños rincones de calles desalmadas, mudas conversaciones, estrelladas noches de silencio, cenizas de otros tiempos…

Figura 1. Fuente de la plaza en Huélamo. Fuente: Autor

Si hay, – ¿hay? -, un futuro en estos pueblos, este pende en saber unir el pasado con los retos que propone el futuro. El reto demográfico no puede combatirse sin la defensa del patrimonio cultural y natural de estos pueblos serranos. Son sus gentes y sus rincones los anfitriones. Las leyes grabadas en lejanos despachos son comensales. Porque, ¿quién sino va a enseñar a los nuevos pobladores los rincones de este nuevo hogar? ¿Quién contar los secretos de su historia? ¿Quién hacer sentir lo que siente su paisaje? ¿Quién despertar a la memoria de la vieja juventud y de la soñada infancia? 

Por ello, la recuperación, rehabilitación, mantenimiento y mejora del patrimonio cultural y natural de los pueblos de la Serranía de Cuenca significa defender la identidad de la tierra. Significa conocer nuestro pasado para conservarlo y abrazarlo. Significa preservar la memoria de nuestros antepasados como hilo que nos conecta. Significa reinventar el futuro con el objetivo de mejorar la calidad de vida de sus gentes, así como fundar unos sólidos cimientos para los nuevos pobladores.  

En palabras formales y directas se trata de establecer investigaciones y cartas arqueológicas que establezcan un sentido histórico al territorio; cuidar y mantener los caminos existentes, así como fomentar sus paseos a través de proyectos de señalización; recuperar y acondicionar históricos puntos de encuentro como las fuentes o abrevaderos; rehabilitar elementos culturales como molinos, ermitas o corrales; y, por último, desarrollar nuevos espacios como áreas recreativas, paseos botánicos, museos etnográficos o centros de interpretación donde reconectar al ser humano con la naturaleza. Se trata de fundir la memoria con el ingenio, la naturaleza con la vida, el ser con el estar. 

Figura 3. Imagen de una de las últimas maderadas en la laguna de Uña, tomada a finales de los años 20. Fuente: IGN

Ante esta crítica situación ante la despoblación y la pérdida del patrimonio cultural y paisajístico, numerosos ayuntamientos de la Serranía de Cuenca han ido interviniendo, de forma humilde y heroica, durante las últimas tres décadas, gracias a las ayudas del Grupo de Acción Local Prodese. A través de la gestión de las ayudas Leader, desde el 1992 hasta la actualidad, han luchado conjuntamente en la defensa, mantenimiento y rehabilitación de este patrimonio cultural y natural con el objetivo de frenar el desmoronamiento incipiente de la identidad de estos pueblos y su territorio. 

Como ejemplo, Leopoldo Martínez, alcalde de Huélamo, nos cuenta como las ayudas de Prodese han permitido la rehabilitación de la Ermita del Pilar, la restauración de las antiguas escuelas para crear un centro social de encuentro para los vecinos y vecinas del pueblo y en el futuro cercano, la puesta en valor del histórico transporte fluvial maderero a lo largo del río Júcar. En el caso de la ermita, se realizaron diversas actuaciones paralelas que contaron con la participación de las gentes del pueblo y la pintura de un mural bizantino a cargo de José Segura.

Pero la lista supera los trescientos proyectos a lo largo de los setenta y dos pueblos serranos. Comenzando por la conservación y mejora del medio ambiente, se han solicitado numerosas ayudas para la ordenación de Montes de Utilidad Pública y la señalización de senderos. En el marco histórico y arqueológico, la mayoría de los setenta pueblos han establecido cartas arqueológicas a través de los Fondos Leader y otros, como concretamente Cañete, ha promovido la investigación arqueológica del paraje del Cerro Cabezuelo; o Beamud, que ha desarrollado un Inventario Cultural del municipio y Poyatos, recuperó y rehabilitó el patrimonio histórico-artístico de su municipio.

El mantenimiento, recuperación y rehabilitación del patrimonio histórico rural también ha quedado plasmado en diversos ejemplos como el mencionado de la Ermita Virgen del Pilar en Huélamo; la reparación y reforma de la Ermita de la Fuenmaría en Landete; la rehabilitación de las Fuentes de San Sebastián y la Fuente del Pocico en Fuentes; la restauración y habilitación de las fuentes en el núcleo urbano de Fuertescusa, la reforma de lavadero municipal y recuperación de la fuente de Arguisuelas, la digitalización y sensorización de la mina romana de Cueva del Hierro o la puesta en valor del castillo de Mira. También destaca que entre 1992 y 1993 (Leader I) se financió a particulares la rehabilitación de diez casas de labranza en diferentes municipios.

Con el objetivo de estimular el turismo rural y reconectar la íntima esencia entre el ser humano y la naturaleza se han financiado centros de interpretación, como el Centro de Interpretación Etnográfico de Sotorribas; el Paseo botánico y Museo Etnográfico de San Martín de Boniches; el Centro de Interpretación y Museo Etnográfico al aire libre en Villalba de la Sierra; o el acondicionamiento de cueva y entorno para Museo de la cultura rural y tradicional de Cardenete.

Figura 4. Paseo botánico y Museo Etnográfico de San Martín de Boniches. Fuente: Autor

Y, por último, se han impulsado nuevos espacios de ocio y naturaleza a través de áreas recreativas, como la rehabilitación del antiguo abrevadero para merendero en Mariana o áreas recreativas en diferentes municipios como Cañete, Santa María del Val, Masegosa, Fuertescusa o Lagunaseca, entre otros.  

Con estos ejemplos, se muestra como Prodese ha permitido, a través de estas ayudas europeas de los fondos Leader , la puesta en valor del patrimonio cultural y natural de los pueblos de la Serranía de Cuenca. En el caso de Huélamo, Leopoldo Martínez, con el empeño de seguir trabajando con estas ayudas y con la certeza de su importancia, comenta que estos pueblos pequeños, con escaso personal técnico y de humilde presupuesto, tienen mayores complicaciones a la hora de solicitar estas ayudas. Aun así, en una desesperante situación, esta colaboración entre los grupos de acción local comarcales y las instituciones es la dirección necesaria a la que deben girar nuestros pueblos y sus entornos. 

Figura 5. Rincón de la Serranía de Cuenca. Fuente: Autor

Porque, ¿qué nos quedará cuando no haya ni una sola voz que nos recuerde quien fuimos? ¿Careceremos entonces de identidad? ¿De qué nos servirá la memoria? Y, sin identidad ni memoria, ¿cómo afrontaremos el futuro de nuestros pueblos y nuestra tierra? ¿Se podrá empezar de nuevo o permitiremos que el futuro se llame olvido?

Las hogueras de nuestros pueblos se apagan. En sus llamas residían conocimientos ancestrales que daban sentido a la vida y al entorno. Hoy se convierten en cenizas y por ello, es absolutamente imprescindible la actuación, tal como ha ido realizando Prodese junto a las administraciones locales. Hasta el día de hoy, las leyes y las direcciones que proponen los lejanos despachos son sólo un humo que brota de estas lumbres cenicientas.

A través del ingenio y del esfuerzo diario se debe salvar la memoria de nuestros pueblos. Volver a empezar, como hacen las estaciones, para calentarnos con sus campos, cielos, senderos y estaciones. Reinventar su futuro conservando su pasado. Homenajear a quienes nos cuidaron y nos dejaron estos paisajes y un humano gesto hacia los que vendrán. Hay mucho humo y cenizas acumuladas, pero aún arde el fuego. Poco, pero queda tiempo.

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