EL PAISAJE ILUSTRADO. UN RÉQUIEM POR LA CULTURA RURAL

EL PAISAJE ILUSTRADO. UN RÉQUIEM POR LA CULTURA RURAL

En el corazón de la Serranía de Cuenca, camino a Cañete desde Huélamo, el paisaje calma el alma y enmudece los sentidos. Acongoja la desolada soledad de sus prados. Impone el verde ingobernable del boj y el pino. De repente, a la entrada del pueblo de Valdemeca, los ojos se despiertan y se atragantan al observar dos guardias civiles con capa y tricornio junto a la carretera. Pero con extrañeza y cierto surrealismo, al frenar, la pareja de guardias se queda inmóvil, fuera de servicio, contemplando el horizonte.

Figura 1. Pareja de guardias civiles en el “Paisaje ilustrado” de Valdemeca. Fuente: Autor

Una sonrisa de astucia se escapa y el surrealismo se ensancha cuando siguen apareciendo nuevas extrañas figuras, resurgidas de otros tiempos. Por aquí una mula con las alforjas llenas, allá dos hombres levantando un muro de piedra seca, más lejos dos mujeres con el cesto en la cabeza, muchachos y muchachas jugando, tres viejos con boina charlando y hasta una plaza de toros con más de veinte personas subidas en las gradas de madera donde solo falta, por faltar, el toro. ¿Qué ocurre en Valdemeca que se llena tanto hueco con tanta vida?

Figura 2. Hombres charlando en el “Paisaje ilustrado” de Valdemeca. Fuente: Autor

Pero aún queda margen para la sorpresa cuando al cruzar los siguientes pueblos de Huerta del Marquesado y Cañete se vuelven a alterar los sentidos con estas afanosas y despiertas figuras. Mulas acarreando paja, mujeres lavando en el río, un niño apuntando a la lejanía con el gomero, hombre vertiendo los granos de trigo en la torva, un borrico en el abrevadero, una concurrida procesión y, ahora sí, un toro embistiendo a siete hombres.

Figura 3. Pasaje taurino del Encierro en el “Paisaje ilustrado” de Cañete. Fuente: Autor

¿Qué paisaje es este? ¿Qué son estos campos, caminos, casas, objetos y rostros que barnizan nuestros sentidos de temores, pasiones, añoranzas y alegrías? ¿Quién ha dado color  a este desteñido escenario? Valdemeca, Huerta del Marquesado y Cañete sobredimensionan su paisaje. Sus calles y rincones se visten con un misterioso velo entre lo vivo y lo muerto.

Figura 3. La molienda en el “Paisaje ilustrado” de Cañete. Fuente: Autor

Se trata del proyecto “Paisaje Ilustrado” del artista Luis Zafrilla. El proyecto definido en palabras de su autor como “naturaleza artística” toma como médula “la creación de una obra en la que se integren y se sumen al medio natural la memoria de la tierra y la aportación de la obra artística”. Es un acto valiente y necesario para salvaguardar y defender, si acaso es ello posible, la memoria de la tierra.  

Figura 4. Familia y mula abrevando en el “Paisaje ilustrado” de Cañete. Fuente: Autor

Tan minucioso es el detalle artístico en estas obras, que las figuras son personas reales, con nombre y apellidos, que vivieron en estos pueblos. Un acto artístico enraizado en la tierra y que al alzarse se convierte en un homenaje a tantas generaciones que habitaron estos pueblos. El objetivo, como explica Luis,  “es crear un patrimonio cultural y lúdico, una obra original y única de la que no hay precedente en el panorama del arte contemporáneo”.

Uniendo territorio, arte y cultura, es un nuevo y original recurso en esta serrana comarca. Explica Luis que se trata de “una instalación con carácter permanente, al aire libre, de una colección de obras artísticas realizadas en materiales duraderos”. Un fruto escultórico abierto a los ojos de cualquiera. Representa de modo alegre y dicharachero la vasta profundidad del tiempo y la infinita riqueza de la cultura local de estos pueblos.

Figura 5. Las lavanderas en el “Paisaje ilustrado” de Cañete. Fuente: Autor

La colección de obras artísticas se encuentra repartida en estos tres pueblos de la Serranía de Cuenca. En Valdemeca se encuentra un total de veintiocho figuras entre las que encontramos gentes aventando, rulando yeso, construyendo la pared de piedra seca, la romería a San Roque, o aquellos jugando a los bolos, al “estiragarrote” o los tres muchachos, uno agachado y otros dos estirándose, buscando vencedor al “trabajasapos”.

Figura 6. Tres muchachos jugando al Tragasapos en el “Paisaje ilustrado” de Valdemeca. Fuente: Autor

En Huerta del Marquesado un total de nueve figuras entre las que encontramos un hombre acarreando leña; una familia tendiendo ropa y albardando al borrico en el batán; mujeres conversando junto al lavadero; un muchacho tirando con el gomero y hasta representado sucesos históricos concretos como el accidente de avión que, en 1959, acabó con la vida del gimnasta Joaquín Blume.

Figura 7. Representación del accidente aéreo de 1959 en el “Paisaje ilustrado” de Huerta del Marquesado. Fuente: Autor

En Cañete, un total de once figuras entre las que encontramos de nuevo oficios repetidos a diario durante siglos como las mujeres que iban a lavar con la losa al río, un hombre con los frutos de la huerta a la espalda, el molinero y la molinera echando el trigo en la torva del molino o los vecinos que se juntaban junto al pilar donde abrevaban las caballerías. Pero también varias representaciones festivas como la procesión de la Virgen; la ronda de músicos con guitarra y acordeón o los mozos toreando el toro. En total, cuarenta y ocho figuras que llenan de vida la memoria de estos tres pueblos serranos.

Figura 8. La Ronda en el “Paisaje ilustrado” de Cañete. Fuente: Autor

Pero este arte, de apariencia inocente, divertido y natural, es un réquiem para una cultura que se acaba. Una vanguardia ante un mundo que agoniza. Los últimos granos de este reloj de arena. Figuras que brotan de la tierra como agua que llora desde las fuentes; flor que brota desde la yema; canto desde la garganta del ruiseñor o miel colmenera de la abeja. Porque así nace la auténtica cultura del ser humano: de esta tierra caliza de pastizal y monte, de pino y boj, de ciervos y de águilas; de la universal nube, de la rama, del trino y también de la tormenta, del trueno, el mediodía y la escarcha.

El origen del Paisaje Ilustrado nace del propio paisaje interiorizado de Luis Zafrilla. Un paisaje que brota en Valdemeca en el año 1956. Aquella infancia suya que se impregnó de estas figuras, ayer de carne y hueso. En su pueblo natal enraízo también con la pintura, arte al que se ha entregado y unido desde entonces. Luego marchó como tanta parte de su generación a Barcelona. Allí maduró su arte y de un tiempo a esta parte, son numerosas sus exposiciones nacionales e internacionales de obras que realzan el color de la luz y el paisaje y entre las que destacan las colecciones de “Pueblo blanco” e “Isla blanca”.

Figura 9. Niños jugando al aro en el “Paisaje ilustrado” de Cañete. Fuente: Autor

Su salto a la proyección artística permanente en el exterior sucede en 2010. En palabras de Luis es un giro hacia “la utilidad pública y social del arte y que nos ofrece una obra abierta y lúdica, enraizada y unida al paisaje donde se ubica.” Es aquí, en este arrebato contemporáneo en defensa de la memoria y la dignidad, cuando surge la idea del proyecto escultórico “Paisaje ilustrado”. 

Para ello fue providencial la ayuda del Grupo de Acción Local PRODESE y los ayuntamientos de Valdemeca, Huerta del Marquesado y Cañete quien confiaron ante la propuesta de Luis. PRODESE, mediante el programa LEADER, supo conjugar este nuevo ingrediente que añadir a los productos turísticos de la Serranía con la defensa artística única y reivindicativa de la memoria de estos pueblos. Ejecutados en estos tres pueblos entre 2010 y 2015,  todos fueron cofinanciados por las administraciones locales y las ayudas europeas gestionadas por PRODESE.

Mientras tanto, Luis también ha elaborado otras obras artísticas en el exterior en otras localidades como el “Homenaje a la Rumba Catalana” en la calle de la Cera del barrio del Raval de Barcelona; el “Castellet Encantat” en Castellet (Barcelona) o el imponente “Turiasaurus riodevensis” en Riodeva (Teruel).

Figura 8. “Turiasaurus riodevensis” en Riodeva (Teruel). Fuente: https://luiszafrilla.es/el-paisaje-ilustrado

En estos escasos treinta kilómetros que rodean el corazón de la Serranía de Cuenca, entre Valdemeca y Cañete, el pensamiento atestigua que el arte lo inventó la naturaleza. Que vive el arte en la circunferencia exacta de la luna llena, en el agudo ángulo de las ramas del espino donde en primavera colgar el nido, en el bramido del ciervo y en la meliflua melodía del jilguero, en el color de los pétalos del romero, en las onduladas líneas del horizonte, en las simétricas cápsulas del boj, en la textura de la leña… Y así el ser humano y su cultura.

La obra de Luis Zafrilla, manantial de naturaleza, es un homenaje a los hombres y mujeres que crecieron en ella. Hombres y mujeres de carne y hueso que pisaron estas tierras. Hombres y mujeres que aquí nacieron, crecieron y se esfumaron. Que rieron, cantaron, lloraron, sufrieron y se enamoraron. Hombres y mujeres que quizás soñaron otras vidas y otros mundos. Pero que no pudo ser. Sus vidas fueron el trabajo y la cotidiana constancia.

Figura 9. Niños jugando al aro en el “Paisaje ilustrado” de Valdemeca. Fuente: Autor

El paisaje ilustrado es un réquiem a un tiempo que muere y a una tierra que se vacía, pero también una reivindicación al arte como arma cargada de futuro. Una expresión única y contemporánea donde la paleta de colores y formas alimentan el sentimiento; donde los campos, caminos, casas, retratos, objetos, y rostros se llenan de temores, pasiones, añoranzas, alegrías. Aquí el paisaje vuelve a tomar nombres, vivencias, recuerdos, ilusiones y nuevas ideas. Un paisaje que agoniza y ahueca y que, con el arte contemporáneo y reivindicativo de Luis Zafrilla, vive y respira. 

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