La lluvia es cultura

La lluvia es cultura

Este artículo iba a ser por entero diferente, centrándome en el tipo ensayo y la conceptualización de los problemas en referencia a los nuevos paradigmas culturales de este siglo. Muy interesante y denso. Pero entonces, una visita de un viejo amigo músico, una mañana cruzada con sabor a cerveza entre los dientes y una lluvia de verano, me hicieron sentir que expresar los problemas culturales a través de la razón no me iba a satisfacer del todo. De esta forma pasamos de un plumazo de la razón al corazón y de la tercera persona a la primera. 

Cómo será la lluvia mezclada con el calor que despierta dentro de una las más profundas melancolías. Se sabe, y ya se ha vuelto cliché, que la vida del artista no es fácil, es inesperada, volátil, intensa, suave y dura como una tormenta de verano. Lo que quizá se desconoce un poco más es el porqué de la necesidad de que unos ojos como los míos o como los de mis compañeros se obsesionan en observar y transitar semejante camino de espinas. 

Me desnudo ante ustedes: el arte es tan necesario para mis sentidos como la lluvia para la tierra. No puede albergar flores un campo inerte al igual que no puede existir humanidad sin cultura. Sin embargo, nos encontramos insertos en una sociedad que premia el valor de cambio; la competencia y la lógica. Hace mucho tiempo nos convertimos en números que acumulan cifras y nos olvidamos del olor de la tierra mojada. Ahí entramos los artistas. Me gusta relatarme que somos necesarios porque permitimos que la gente no se olvide de sus emociones y de quienes son. 

Pero por si no se habían dado cuenta aún del todo, es una responsabilidad y una carga tremenda. ¿Cómo puede el artista recordar al adulto su niño? Les soy sincera; se consigue exponiendo el universo emocional hacia fuera, para que ustedes lo vean, para que ustedes lo sientan. Con la empatía sienten mi dolor, pena y alegría porque no las oculto cuando interpreto o soy escenario.

Son mi luz y mi oscuridad expuestas, vulnerables, por una necesidad interna que aun no comprendo. Esta sensibilidad no nos permite dejar que el mundo se vuelva cada vez más inerte y frío y por eso desde el corazón creo que nos enzarzamos en este camino de espinas, solo con la fe de que la pradera, la luz y la estrellas estarán al fondo. Es un camino duro y precario porque por desgracia al humano ya no le gusta ser humano y prefiere ser máquina. Quizá por ello, trabajos como el mío se presuponen sencillos y de poco valor, quizá por eso la cultura está en el eslabón último de la economía y la sociedad. Quizá por eso el valor económico sea un lastre, peso, desgracia, en fin, una grave contingencia para nuestro desarrollo personal. 

Pero por favor no me malinterpreten, como todo camino tiene sus debilidades pero no por ello es peor vida. Las experiencias que se viven cuando eres emoción y pasión, cuando sabes que la libertad y la luz que expones permiten a otros ser libres. La sensación de pertenencia, el amor y la intensidad para apreciar los pequeños detalles. Los viajes. Los amaneceres y atardeceres de los días de escena. Las sonrisas y las tristezas de tus compañeros de gremio. Ser humano y no máquina. 

La cultura y el arte no están pasando su mejor momento. Tras esta crisis social y mental parece que la ansiedad, el individualismo y el miedo están reinando los espacios comunes. Por ello, veo necesario más que nunca la labor de mi gremio: que se permita que la música de un guitarrista pueda acompañar su tristeza o alegría mientras admira las casas colgadas de Cuenca o que la danza de una persona le permita querer jugar y volar tras las notas de una melodía. 

Más que nunca necesitamos sentirnos conectados entre nosotros y ahí es donde mi trabajo tiene sentido. Déjennos desnudar nuestras emociones para crear el arte que les permita ser ustedes mismos y les prometo que son espacios íntimos, no es necesario que ustedes se expongan, como artistas les guardamos el secreto de que por un momento han vuelto a ser niños y niñas. 

Les invito a pensar sobre esto que les enuncio, como dije no es necesario que ustedes se expongan, ojos como los míos ya decidieron enzarzarse en este activismo emocional, solo les pido que no olviden la importancia de nuestra labor y que la rieguen de vez en cuando, porque dejar morir la cultura y el arte es convertirse por entero en máquinas. Sin la lluvia mezclada con el calor del verano no existen las raíces de los árboles que nos dan sombra. 

Ilustración realizada por Mikaella Socratous inspirándose en el mensaje del presente texto

Autora: Carla Maeso Mota (@owlandfenix)

Artista: Mikaella Socratous (@Mikaellart_socrartous)

Deja una respuesta