Darek Kaluza, Sanitario del hospital Virgen de la Luz
“Nunca jamás pensé que fuera a llegar al punto de contagiar el mundo entero, y creo que poca gente lo sabía.”
Anestesiólogo-intensivista, padre y escalador. Darek kaluza nos muestra su perspectiva sobre la pandemia y el futuro desarrollo de la misma.
Era de los primeros días después de la cuarentena, probablemente el primero que nos atábamos a la cuerda después de meses sin escalar. El muro estaba sumido en un clima de reencuentro y alegría. Debido a la restricción de movilidad, en él solo nos encontrábamos los que vivíamos en Cuenca. Como no, entre nosotros se encontraba Darek, como siempre, con una vía por terminar de equipar. Es incansable.
Precisamente esa mañana había recibido el resultado de la PCR: negativo al fin. Después de haber pasado el coronavirus, significaba que “no quedaba rastro” de éste en su cuerpo. Al día siguiente se reincorporaba a trabajar en el hospital. Nos contaba cómo había sido la situación en el trabajo, la gran saturación de enfermos que sufrieron… Casi no tuvo tiempo para estar con su familia, mucho menos para entrenar y escalar en casa. Pero allí estaba otra vez, dispuesto a recuperar la forma física y disfrutando de un respiro tras la descongestión de los centros de salud.
Meses más tarde, en mitad de la segunda ola, nos encontramos, como suele ser habitual, en la hoz. Esta vez no ha sido para escalar, puesto que la lluvia nos lo impide, sino para que nos cuente un poco la situación actual de la pandemia y su opinión al respecto.
Pero, antes de nada, deberíamos conocer un poco más a Darek.
Darek Kaluza nació en Polonia, allí estudió medicina, especializándose como médico anestesiólogo-intensivista, rama que en España existe como dos especializaciones diferentes. A lo largo de su vida ha residido en diferentes lugares, pero desde los últimos cuatro años se encuentra afincado en Cuenca, trabajando en el hospital Virgen de la Luz.
Una de sus grandes pasiones es la escalada, siendo este el principal motivo por el que ha decidido vivir aquí.
“Vivo aquí por el sitio, por la cantidad de roca que tiene y porque es uno de los mejores sitios para la escalada en el mundo entero. Siempre quise vivir en un sitio con tanta roca, con muchas posibilidades para equipar, para escalar o lo que sea, por lo que conseguí trabajo aquí en el hospital Virgen de la Luz y aquí he acabado”.
En enero no se le ocurrió, cuando escuchábamos rumores sobre un virus en China, que alcanzaría la magnitud que tiene actualmente la pandemia.
“Nunca pensé que esto llegaría a la situación actual. Se veía y se oía igual de un virus similar al Ébola, al MERS o al SARS, por lo que la existencia de este virus estaba en nuestra mente, al igual que las imágenes de los asiáticos con las mascarillas, pero nunca jamás pensé que fuera a llegar a este punto de contagiar el mundo entero, y creo que poca gente lo sabía. Yo no me imaginaba una cosa tan fuerte, te lo digo en serio”
Una vez que empezaron a crecer vertiginosamente los casos en España, el sistema sanitario estuvo al borde del colapso. En el hospital, de un día para otro, cambiaron todas las cirugías programadas, suspendieron casi toda la actividad en los quirófanos y se dedicaron a atender exclusivamente las urgencias, “como si de medicina de guerra se tratara”.
“Tuvimos que cambiar todo en los quirófanos, los tuvimos que convertir en UCIs pequeñas. De cada quirófano sacamos la mesa de quirófano y pudimos meter dos camas de críticos. Al final en un hospital de 12 camas de críticos, con los quirófanos, las camas de urgencias y unas cuantas camas de planta, conseguimos 36 camas de críticos, por lo que triplicamos el número de camas en Cuenca en el momento más duro.”
No había más camas, no había suficientes respiradores. Hicieron todo lo que pudieron.
Al final del confinamiento, cuando ya la situación sanitaria estaba mejorando, Darek dio positivo en coronavirus. Ni él mismo sabe cómo se pudo contagiar con todas las medidas de seguridad que tomaban. Por suerte para él y su familia, todos lo pasaron con síntomas leves.
Seis meses después, tras un verano, reencuentros familiares, reuniones de amigos, la vuelta al trabajo, universidades y colegios… nos hayamos sumidos en una segunda ola. Un repunte caracterizado por un gran número de positivos, pero un porcentaje menor de casos críticos. Hay que tener en cuenta que los conocimientos que se tienen ahora acerca del virus, y como consecuencia, de su tratamiento, son mucho mayores en comparación con el inicio de la pandemia, cuando el virus se combatía con medicamentos experimentales creados para otras enfermedades. A esto se suman métodos de detección más rápidos y protocolos de actuación más precavidos.
En Cuenca, pese a que a fecha de esta entrevista1 sea de los municipios con más casos por cada cien mil habitantes, la situación parece estar mucho mejor que en marzo.
“Cuenca es una provincia poco poblada, y por eso, igual estadísticamente hay muchos casos positivos, pero luego a números reales es distinto, hay muchos factores que influyen en la saturación de los hospitales. En Cuenca no hay industria, no hay una gran afluencia de personas (pese a que económicamente dependa bastante del turismo) como puede haber en Madrid, Valencia o Barcelona.
En Cuenca ahora relativamente estamos bien, mucho mejor que antes, pero claro, cada sitio tiene una situación distinta, esta no se corresponde con la de otras provincias”.
Las predicciones de Darek son un duro golpe de realidad que contrasta con el optimismo de las noticias sobre nuevas vacunas y que llegan a insinuar una posible vuelta a la normalidad tras las navidades.
No cree que vaya a haber nada remotamente parecido a la “antigua normalidad” hasta finales de 2022. El volumen de población es tan grande que, por muy pronto que esté la vacuna, no se podrá administrar a la mayoría de los ciudadanos de forma inmediata.
“Vamos a llegar a un punto en el que tenemos que empezar a vacunar a la población, pero nunca jamás en la historia de la humanidad nos hemos enfrentado a un problema como el que es vacunar a tanta gente. Solo en España ya hay 47 millones de habitantes, y por lo menos hay que vacunar un 60 o 65% de población, 25 millones de habitantes. Además, la vacuna se aplica en dos tomas, por lo que tenemos que multiplicar la anterior cifra por dos. Eso son 50 millones de inyecciones. Es una locura.”
Además, se debe contar con las dificultades que pueden acarrear el transporte y almacenamiento de tal cantidad de vacunas. Estas son muy frágiles: algunas han de ser conservadas a temperaturas inferiores a -70ºC desde su producción a su utilización, por lo que se requerirán nuevas infraestructuras para su almacenaje.
Otra consecuencia de esta vacunación desigual entre países es que limitará mucho la movilidad internacional. Los países tendrán diferentes porcentajes de población inmune, por lo que hasta que no se alcancen cifras similares no podrá haber gran afluencia de personas. Esto podría llegar a presenciarse en el ámbito nacional entre Comunidades Autónomas.
Tras la entrevista, en conversación informal, Darek mostró su preocupación por un nuevo problema, el gran desconocido: todas las operaciones y tratamientos ajenos al coronavirus que se están posponiendo y cancelando. Esto dejará una enorme huella en la salud de los afectados, e incluso pondrá en peligro sus vidas. Estas personas son víctimas indirectas de la crisis sanitaria del coronavirus.
Se hace necesaria una mayor inversión en sanidad pública. Los propios trabajadores aseguran que “no es mala, pero podría ser mucho mejor”. Es preciso gestionar de forma inteligente los recursos económicos que se le conceden y, de este modo, evitar el despilfarro y las inversiones innecesarias por el mero afán político. No siempre más es mejor, sino que mejor es mejor.
Entrevista realizada por Alfonso Martínez
1 La entrevista fue realizada el 15 de noviembre de 2020.
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