Mi refugio

Mi refugio

Cuando más perdida te encuentras, más y más te hundes en el malestar de tu ser, el
bosque te susurra y te arropa, haciéndote sentir esa calma que tanto anhelas. Te dice que
no estás sola, que este, es tu hogar.

Escuchas con alegría el canto de los vencejos que enchinan tu corazón, anunciando la
llegada de la primavera. Esa ansiada primavera que trae la promesa de volver a empezar. Te
devuelve la ilusión y te dice que todo irá mejor.

Esa sensación te devuelve el calor que se había apagado en tu interior. No te sientes sola,
la naturaleza te abraza. No entiendes el por qué ni el cómo, pero cada vez necesitas menos
cosas artificiales y más conectar con lo natural. Te aferras a ella, haciéndote conectar con
lo más profundo de tu ser.

Campos llenos de flores, insectos polinizadores, el sonido de un arroyo entremezclado con
un sinfín de cantos de aves y atardeceres rojos. Cuando más perdida te encuentras entre
sus campos, bosques, lagunas y estepas, más conectada te sientes con ella y contigo
misma.

Diosa Artemisa, testigo de las más cruentas y duras batallas y guerras, seduce hasta el más
oscuro de los hombres. Es fascinante como, a lo largo de la historia, distintas culturas han
venerado y respetado la naturaleza. Ella es el espectáculo más asombroso que puede
fascinar al hombre. Porque todos y cada uno de nosotros siempre volveremos a nuestro
origen, a nuestro hogar, a nuestro refugio, que es, la naturaleza.

Bosque en los Pirineos. Fuente: Laura Martínez Torres

El bosque ruge mecido por el viento callando el incesante bombardeo de tu interior. El
bosque te susurra y te abraza. Te hace sentir en calma. Ya no estás sola. Este es tu hogar.

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