Qué orgullo

Qué orgullo

2018. Tengo 28 años y me reconozco, por primera vez, como bisexual.

 

No sé qué implica, no sé qué significa exactamente. Pienso que es tarde, que no se puede salir del armario a las puertas de la treintena.

Tengo miedo y ganas. No sé de qué, pero tengo muchas ganas de lo que intuyo se viene. Llamo a mi madre:

– Mamá, la chica de la que hablamos, ¿te acuerdas?…  pues no es mi amiga, es mi pareja.

– Vale, cariño, deja que termine de ver la película y ahora me lo cuentas bien.

Ojalá todas las salidas del armario fueran así, pero no todo el mundo tiene esta suerte. Quizá las ganas vienen de ahí, de un ambiente abierto y confortable.

 

Qué orgullo.

Tengo 28 años y no sé en qué consiste ser bisexual. El primer contacto con la bifobia es, justamente, la ausencia de conocimiento. El borrado, la invisibilización. ¿Cómo podía ser que mi orientación sexual se me antojara territorio vacío?

Nuestro deseo es difícil de entender porque no se dirige hacia ningún punto, no hay una otredad concreta hacia la que apuntar. En palabras de Elisa Coll en “Resistencia Bisexual: mapas para una disidencia habitable” (2021) (1): “si nuestro deseo no tiene forma de línea recta (no tiene forma de línea, vaya, porque la línea solo puede apuntar a un lugar), entonces tal vez no tiene sentido seguir intentando que nuestro deseo se entienda en términos de dirección. Tal vez tenemos que cargarnos la línea”.

¿Cómo sentirse cómode en un no-lugar? ¿Cómo podemos habitar lo que se considera territorio de tránsito? ¿Qué pasa cuando el espacio que ocupamos se considera inestable?

Imagen 1: Les bisexuales existimos. Autora: Laura Sánchez Rodríguez (@laulevenphotography)

1969. Sylvia Rivera y Marsha Johnson, dos iconos de los disturbios de Stonewall que conmemoramos cada 28 de junio por la lucha LGTBIQ+, eran personas racializadas y trans. También eran bisexuales, pero no debió parecer transcendente.

Qué rabia y qué orgullo. 

La bisexualidad es posición política e identidad disidente. Nos han querido silenciar e invisibilizar tanto desde fuera como desde dentro del colectivo LGTBIQ+. Cuando nos llaman “bolleras” por tener una pareja mujer, o nos acusan de privilegio cuando tenemos una pareja hombre. Cuando no se nos nombra. Cuando no se nos invita. Cuando tenemos que justificar una y otra vez por qué no somos intrusas, por qué es válido nuestro discurso.

No somos cuota, porque este es nuestro sitio. La primera línea y el foco. No vamos a pedir permiso para hablar.

2021. Camino por las calles de Madrid junto a amigas que son familia. Varios hombres nos increpan por ir de la mano con nuestras parejas, nos agreden verbalmente y se burlan. Para ellos somos desviadas, no es natural; pero no hay nada más natural que ser.

Miramos a un lado y al otro y ahí estamos, somos red. Nos armarnos de valor y respondemos a cada comentario, a veces con miedo, a veces con rabia.

Cuánto hemos aprendido juntas.

Qué orgullo.

El mensaje social nos inculca introyectos como que somos afortunadas porque tenemos el doble de posibilidades de encontrar pareja. Que somos una moda, vicio o inmaduras. Que somos amenaza constante. Que debemos dar las gracias cuando alguien quiere “arriesgarse” a tener una relación con nosotras. Que somos heterocuriosas. Que somos unas traidoras.

Nos lo han contado, y nos lo hemos creído.

La realidad es que somos el colectivo con más probabilidad de sufrir violencia sexual y violencia de género:

·         La mitad de les adolescentes no quieren tener una pareja bisexual (COGAM sobre la prevalencia de prejuicios contra los adolescentes LGTB, 2023 (2).

·         El 46% de las mujeres bisexuales han sido violadas y el 75% han sufrido algún tipo de violencia sexual (The National Intimate Partner and Sexual Violence Survey, Estados Unidos, 2010(3).

·         Las personas trans y no binarias bisexuales presentan la tasa más alta de contacto sexual no consentido con fuerza física (Invisible Majority Report, Estados Unidos, 2016(4).

A privilegio no luce, honestamente.

2022. Mi relación con el activismo bi se expande y amplía. Escucho el discurso de mis compañeres y me reconozco en él. Sus vivencias son muy parecidas a las mías y cada relato lo siento propio. Me llama la atención la garra, la fuerza y la facilidad para mostrar vulnerabilidad. Es un espacio seguro.

Queremos ocupar el lugar que nos pertenece a la vez que el cuidado se pone en el centro. 

Queremos dinamitar la norma mientras celebramos que existimos.

Qué orgullo.

Se viene temporada difícil y oscura, la derecha (para mí no hay diferencia entre la que se autodenomina democrática y la “ultra”) está a la vuelta de la esquina, tirando nuestros derechos en una papelera pintada en una lona en el centro de Madrid, amenazando nuestras realidades y las pocas leyes que nos protegen.

Ya no se esconden ni disimulan, anhelan que vivamos nuestra sexualidad con miedo y estigma. Ya no necesitan una cuenta anónima en twitter, ni tienen que esconder la cabeza ante un movimiento que moviliza a cientos de miles de personas. Ahora, mientras la violencia contra el colectivo LGTBIQ+ está disparada, proclaman sus discursos con la cabeza alta, nos desprecian y muestran la mayor de las hostilidades.

Ante este avance, nos tendrán combativas.

Imagen 2: Saca tu pluma bi. Autora: Laura Sánchez Rodríguez (@laulevenphotography)

2023. 28 de junio. Estoy rodeada de compañeras. Nos escucho gritar y marchamos con la cabeza bien alta. Nos sentimos refugio. Nuestro no-lugar cada vez es más habitable.

Somos cuando nos nombramos, cuando tu compañera te hace de espejo y te ves reflejada.

La sensación de pertenecer. De SER. Reconocerse bi.

Qué orgullo.

 

Referencias bibliográficas:

[1] Coll, Elisa. (2021). Resistencia Bisexual: mapas para una disidencia habitable. Editorial Melusina.

[2] Informe LGTBfobia en las aulas 2021-22. Disponible en: https://cogam.es/informe-lgtbifobia-en-las-aulas-2021-22/

[3] The National Intimate Partner and Sexual Violence Survey 2010 Findings on Victimization by Sexual Orientation.
Disponible en: 
https://anrows.intersearch.com.au/anrowsjspui/bitstream/1/19619/1/nisvs_sofindings.pdf

[4] INVISIBLE MAJORITY: THE DISPARITIES FACING BISEXUAL PEOPLE AND HOW TO REMEDY THEM. Disponible en: https://www.lgbtmap.org/policy-and-issue-analysis/invisible-majority

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