Teresa Valeriano: “El festival de San Clemente es un trabajo de hormiguitas de todo el pueblo” Actriz, dramaturga y directora escénica, Teresa Valeriano es también la directora del Festival de Teatro Regional Francisco Nieva de San Clemente (Cuenca).
La vida de Teresa Valeriano transita de este a oeste, de Villanueva de la Jara a San Clemente, haciendo parada y fonda en Casasimarro, donde se afincó y donde dirige “Al amor de la lumbre producciones”, seleccionada este año para el Festival de Almagro con su trabajo ‘Oliva de Teresa Valeriano’, dirigido por Pepa Pedroche, y para el festival internacional de teatro amateur Estivades que se celebra cada tres años desde 1988 en la ciudad belga de Marche-en-Famenne con su texto ‘Cuerpos en Burbujas’, es además la creadora y directora del Festival de Teatro Regional Francisco Nieva en San Clemente, un modelo de festival participativo donde toda la población manchega es protagonista, “el festival surgió de la necesidad e implicar al pueblo en las actividades culturales. Con ocho mil habitantes es uno de los pueblos con más tradición cultural de la provincia de Cuenca con varios museos y un auditorio con una interesante programación, pero era necesario un evento anual que aglutinase “las pequeñas burbujitas que cada uno iba haciendo en su colectivo, porque aunque había muchas iniciativas culturales que vivían aisladas unas de otras. Como en San Clemente hay muchas asociaciones de teatro propuse al ayuntamiento hacer un festival que implicase a la mayor parte colectivos del pueblo y del tejido asociativo”.
Teresa Valeriano participó este pasado mes de septiembre en el encuentro organizado en Tragacete por la Fundación Los Maestros que llevó por título “Innovación Cultural frente al Reto Demográfico”, donde presentó el festival. “Gracias a los duendes o a las hadas del teatro, el ayuntamiento de aquel momento me apoyó y me dio libertad creativa, algo que de lo que estoy profundamente agradecida, y que ha servido para que el festival vuele libre y pueda crecer desde los cinco días iniciales hasta las diez jornadas ininterrumpidas de programación de la última edición, con una fase de concurso durante el primer fin de semana, con jurado profesional, y una gala de clausura donde se entregan los premios. Esa sería la parte más institucional, pero nuestro festival lo hacen las personas y está pensado para que la gente también pueda representar su trabajo y participar en todas los preparativos del festival, desde el centro de personas con discapacidad que ayudan pintando los estandartes, a las asociación de mujeres del pueblo, que los cosen para que todo el pueblo ayude a decorar los espacios, hasta quienes ayudan a poner sillas o controlar los accesos a los espacios.”
San Clemente, pueblo renacentista, que avanzada la primavera transforma muchos de sus monumentales espacios en escenarios de dramas y comedias, “en el festival hemos conseguido que se abra patrimonio privado que nunca se había podido visitar. Casonas y claustros de conventos que nunca se habían abierto al público, lo cual es un atractivo más para la población local, pero también para los visitantes, que pueden asistir a una representación en un maravilloso patio porticado del siglo XVI que normalmente no se puede visitar. Ha sido también increíble cómo se han volcado algunos propietarios con el festival y abren sus puertas de par en par cuando les propongo realizar un recital o una performance en estos espacios. Obviamente, siempre somos respetuosos con el patrimonio, sus costumbres y las creencias de cada uno, sólo así se puede dar continuidad a espacios tan bellos como el convento de clausura de las Clarisas, tratando con mimo lo que allí se representa y adecuándose al horario de la comunidad”, explica apasionadamente Teresa Valeriano, que va transformando en cada palabra su gesto y piel de actriz.
En sus palabras se mezcla lo cartesiano de la gestora que debe sacar adelante un festival y la pasión de la creadora escénica, “es emocionante poder imaginar nuevos diálogos entre diversas artes y obtener la respuesta del público, como por ejemplo el recital poético del Siglo de Oro que hicimos en la sede de la Fundación Antonio Pérez de San Clemente. Tuvimos que hacer tres pases para que todo el mundo pudiera disfrutar de la experiencia. Es increíble cuando después te paran por la calle y te dicen, “Ay, Teresa, a mi no me gustaba la poesía y pensaba que era un rollo eso de escuchar poesía, pero me ha gustado tanto que avísame por favor cuando hagáis algo de poesía”.
Fernando Nieva, da nombre al festival de San Clemente, “decidimos poner al festival el nombre de Francisco Nieva porque queríamos que el festival rindiera homenaje a uno de los grandes dramaturgos españoles del último siglo y que además tiene raíces profundamente manchegas”. Un festival que cada año tiene un leitmotiv que sirve como eje temático anual, “este año la temática elegida fue el Siglo de Oro y ha sido increíble ver cómo las niñas y los niños han hecho sus cuellos cervantinos con una cartulina en el colegio antes del festival y cuando llegó se los pusieron y participaron en el pasacalles. Nunca soñé que esto pudiese pasar”.
Visitar San Clemente durante los diez días de programación del festival, que incluyen dos fines de semana, es descubrir un pueblo volcado en un proyecto colectivo que sienten como suyo, “Nuestro festival sale adelante gracias al trabajo de hormiguitas de todo el pueblo. Todo el mundo tiene una labor en el festival y durante todo el año te van preguntando por la calle, “Teresa, ¿y este año que hacemos?, porque el año pasado hicimos una lectura dramatizada y este año podríamos organizar una lectura”. Es emocionante saber que se sienten los verdaderos protagonistas”.
“El festival es gratuito durante toda la semana y sólamente hay un abono para el fin de semana, que es cuando vienen compañías de fuera. El resto de actividades están realizadas por la gente de San Clemente, lo cual crea una especie de hermandad en torno al festival, porque hay espacio en la programación para el colegio, los centros de personas con discapacidad, todas las asociaciones culturales del pueblo o el club de lectura. Todos los colectivos son importantes para el festival.”
Reconoce que aunque “los manchegos tenemos fama de ser algo asperos en el primer contacto, el festival ha debido tocar una fibra sensible de la gente. Ha sido una suerte encontrar esa conexión emocional con lo que querían o lo que necesitaban del teatro. Ahora participan y lo consideran parte suya. Mi experiencia es que la gente está deseando hacer cosas juntas, mirarse a los ojos, sentirse protagonistas, y el teatro es ideal para eso”. El próximo año tenemos una cita en San Clemente.