“MEDICACIÓN NO RECOMENDADA DURANTE EL EMBARAZO”: Reflexiones sobre la brecha de género en el ámbito de la salud

“MEDICACIÓN NO RECOMENDADA DURANTE EL EMBARAZO”: Reflexiones sobre la brecha de género en el ámbito de la salud

Las brechas de género en salud se refieren a las inequidades presentes a nivel físico, psicológico y social que pueden ser atribuidas a la desigualdad de género. Y es que, resulta un hecho innegable que los roles de géneros crean desigualdades en distintos ámbitos de la sociedad, y la salud se convierte en un espacio condicionado y condicionante al respecto.

Este artículo toma como base el estudio “Género y Pobreza: Determinantes sociales de la salud y el acceso a servicios sociosanitarios de las mujeres” (2020) de E.A.P.N. (red europea de lucha contra la pobreza y la exclusión social en el estado español), donde distinguen diferencias biológicas y diferencias relacionadas con la desigualdad de género. Sin embargo, no se pueden comprender ambos bloques por separado si no que se relacionan continuamente entre sí potenciando a su vez la necesidad de comprender como estas diferencias afectan a las mujeres en su día a día.

Mujer recibiendo tratamiento. Fuente: freepik

Pongamos algunas cartas sobre la mesa, que nos sirvan de ejemplo de cómo el hecho de ser mujer afecta a los distintos ámbitos de nuestra salud y al abordaje que se hace de ella:

  • A lo largo de la historia, las mujeres han enfrentado desafíos únicos y persistentes que afectan su bienestar físico y mental, y es que el desarrollo de las investigaciones en salud se ha vertebrado bajo la sombra de un enfoque patriarcal y reduccionista, en el que las diferentes enfermedades se han comprendido a través del análisis del cuerpo masculino, de forma que no fue hasta los años 90 del siglo pasado cuando en nuestro país las mujeres comenzaron a ser sujetos de las investigaciones.

Así, las enfermedades consideradas de “alta prevalencia femenina” (como es la endometriosis, que afecta al 10% de las mujeres provocándoles fuertes episodios de dolor) han quedado relegadas a un segundo plano, siendo incluso silenciadas, ya que la ciencia ha basado el abordaje de la salud femenina en la mayoría de ocasiones en aspectos achacados únicamente a la función reproductora. Este hecho ha llevado a una falta de comprensión de las necesidades y los riesgos específicos de las mujeres en términos de salud, lo que se ha traducido en diagnósticos inexactos, tratamientos ineficaces y una falta de opciones de atención adaptadas a las mujeres.

  • Las desigualdades socioeconómicas y de género también desempeñan un papel importante en la salud de las mujeres. Las mujeres tienen más probabilidades de vivir en condiciones de pobreza y enfrentar dificultades económicas, lo que limita su acceso a servicios de salud de calidad, vivienda adecuada y nutrición Estas disparidades socioeconómicas, combinadas con la brecha de género, provocan una mayor vulnerabilidad de las mujeres a enfermedades y una calidad de vida deficiente. Parte de estas desigualdades viene motivada por el hecho de que las mujeres son las que asumen los roles de cuidado en el ámbito familiar, siendo estos un trabajo invisible, infravalorado y con falta de apoyo, lo que conlleva en ocasiones una sobrecarga que puede derivar en la aparición de enfermedades de índole físico y psicológico.
  • Perseguir el éxito personal y social, la búsqueda del cuerpo ideal, el abuso de consumo de productos relacionados con la apariencia… son algunos de los hábitos conductuales femeninos que conllevan la disminución de determinantes de la salud como son la alimentación, la actividad física o el bienestar emocional.
  • La brecha de género también se refleja en el ámbito de la salud reproductiva y los derechos sexuales de las Las mujeres a menudo enfrentan desigualdades en el acceso a anticonceptivos, educación sexual y servicios de atención al aborto seguro. Las políticas restrictivas, los estigmas sociales y la falta de información adecuada contribuyen a que las mujeres no puedan tomar decisiones informadas sobre su salud reproductiva, lo que puede tener consecuencias negativas para su bienestar físico y mental.
  • La violencia de género es la consecuencia del patriarcado que más impacto provoca en la salud de las mujeres. Aquellas que experimentan violencia física, sexual o emocional enfrentan un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental, como depresión, ansiedad y trastornos de estrés postraumático. Además, las barreras para denunciar la violencia y acceder a servicios de apoyo adecuados perpetúan aún más estos riesgos.
  • En el ámbito de la salud mental también es necesario establecer diferencias significativas entre ambos géneros, estando la mujer rodeada de estereotipos que marcan tanto el diagnóstico como el tratamiento aplicado. Las mujeres han estado históricamente calladas frente a situaciones de sumisión y frustración, y la medicina ha pasado de catalogar cualquier manifestación cargada de algún tipo de violencia como “expresiones histéricas” a realizar de forma automática diagnósticos de depresión o ansiedad con la consiguiente sobremedicación de estos trastornos (el 12% de las mujeres consume medicamentos antidepresivos frente al 4% de los hombres). Esto, acompañado de la falta de acceso a un sistema público de cuidado de la salud mental, agrava las situaciones que viven las mujeres y las consecuencias de estas en su salud.

Estos son algunos de los aspectos en los que la brecha de género ejerce un impacto significativo en la salud de las mujeres. Datos del CSIC (2019) muestran como las mujeres viven de media 6 años más que los hombres, pero su esperanza de vida con salud es menor, es decir, las mujeres viven más, aunque con peor salud, más trastornos crónicos y con una tasa superior de riesgo de pobreza en la vejez.

Paciente en hospital. Fuente: freepik

Para abordar esta problemática, es esencial promover la igualdad de género en todas las áreas de la sociedad, garantizar el acceso equitativo a la atención médica y fomentar la investigación y la atención médica sensibles al género, procurando la formación específica necesaria para ello. Es un gran reto, pero si queremos mantener un sistema sanitario público y universal tiene que ser necesariamente equitativo a escala territorial, social y, obviamente, de género. Sólo a través de estos esfuerzos conjuntos podremos lograr un mundo en el que las mujeres gocen de una salud óptima y equitativa.

Leticia Contreras Martínez

Trabajadora Social. ALCER Cuenca

Referencias:

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