LAS CONQUENSES ILUSTRES XIV: Teresa Marín Eced, intelectual, feminista y de izquierdas

LAS CONQUENSES ILUSTRES XIV: Teresa Marín Eced, intelectual, feminista y de izquierdas

No hace tanto tiempo que murió, Teresa es nuestra contemporánea. Sin embargo, en su juventud, ser feminista y de izquierdas, en Cuenca, era todo un desafío. A ella le debemos las conquenses algunos de los pasos que se han dado en esta ciudad en el camino hacia  la igualdad de género. Gracias a ella tenemos algunas calles con nombre de mujer. A ella y a dos mujeres del ayuntamiento, Marta Segarra y Consuelo García, que, subordinando sus diferencias políticas e intereses de sus respectivos partidos, se pusieron de acuerdo, aceptaron la propuesta de Teresa de feminizar el callejero conquense y lo consiguieron.    

Imagen 1: Teresa Marín en los estudios SER Cuenca. Fuente: Cadena SER

Teresa nació en Cañete en 1933 y murió hace dos años, en septiembre del 2021, en Cuenca. Aquí vivió casi toda su vida, desde que sacó su plaza de profesora, primero en el Colegio Universitario y más tarde en la Universidad de Castilla La Mancha, donde coincidió con Gregorio Peces Barba, profesor de Derecho Constitucional, Virgilio Zapatero y otros intelectuales, figuras clave de la política española del momento. De esta época recuerda la vigilancia policial que sufrió por haber dado un curso sobre Educación Sexual. No solo era progresista en la selección de la materia a impartir, además, sus clases eran más participativas y modernas que las de otros profesores. También resultaba más cercana a los alumnos, por los que la policía la interrogaba cuando había una huelga, o cuando el busto del general Moscardó que había en el edificio de Falange apareció teñido de pintura roja.

La fama de mujer de izquierdas le venía de su padre, médico represaliado por el franquismo, que después de salir de la cárcel se vio apartado de su puesto de médico forense y de atención primaria, que había ganado por oposición, y solo se le dejaba ejercer como interino por los pueblos. De ahí que la familia se desplazara constantemente de un lugar a otro: Huélamo, Las Majadas, Almodóvar del Pinar, etc.

En una entrevista, cuenta que los años en la cárcel y en el campo de concentración de Santa María de Huerta, en Soria, le provocaron al padre una tuberculosis que lo llevó a la tumba muy joven. Su madre, en cambio, “era una señorita de familia bien de Cuenca”, con ideas contrarias a las del padre, cuenta en la misma entrevista. “Mi padre era el señor malo que se había equivocado. El mismo año de su muerte se murieron dos hermanos míos, de tuberculosis igual que mi padre. Mi madre no quería que lo mencionáramos y lo fui olvidando… Pasamos hambre en mi casa” (Escuela de Ateneas, 2021).

Vivieron en la pobreza, pero pudo estudiar gracias a sucesivas becas que le permitieron hacerse maestra y, trabajando, seguir estudiando hasta conseguir su cátedra en la universidad. Oposiciones en las que sacó el número dos. En una entrevista en la que le preguntan por sus profesores, recuerda a dos de ellos, Morán y Luis Brull, los maestros que hicieron las gestiones para pedirle una beca y que siguiera estudiando a la muerte de su padre.

También recuerda su paso por la escuela de Cañaveras, en su infancia. Llegó sabiendo leer, porque aprendió de los letreros de las calles. De oírlos pronunciar. un día comprobó que reconocía las letras. Lo cuenta en el programa del periodista Paco Auñón, en la Cadena Ser, con motivo del premio que recibió el 8 de marzo, Día de la Mujer, del 2017. También confesó que siempre le gustó leer, que desde muy pequeña leía cuentos y comics, y hasta libros prohibidos que tenía una amiga de Cañaveras en la cámara de su casa. Esta afición por la lectura continuó de adulta. Ya jubilada, perteneció a dos clubs de lectura, en uno de ellos como profesora para enseñar a leer a inmigrantes, en un convenio de la biblioteca pública y Cáritas. Siempre fue muy solidaria. Este altruismo suyo y su búsqueda de la justicia la llevaron a pertenecer a una orden religiosa durante diez años. Y también, según ella, fue la motivación que la llevó más tarde a dedicarse a la enseñanza y participar en movimientos sociales. 

En los años setenta hizo las carreras de Filosofía y Letras y Pedagogía en Madrid. En 1975, nada más terminar sus estudios, ocupó la plaza que quedó vacante en Cuenca, de profesora de Pedagogía y Filosofía, en la Escuela de Magisterio. Después pasaría cinco años en Italia, formándose con un famoso pedagogo y otro tiempo en Suiza, con una beca, en contacto con los movimientos más progresistas en Educación.

Gregorio Peces Barba, que luego fue presidente del Congreso de los Diputados, la propuso para vicerrectora de la Universidad Autónoma. Pero la dirección de la Escuela de Magisterio de Cuenca amenazó con dimitir, recuerda con cierta amargura. Todo el equipo conquense de la dirección de la Escuela eran hombres muy conservadores y la directora era ella.

En Cuenca colaboró con grupos feministas de la ciudad como el espacio La hora violeta y Escuela de Ateneas, de donde he sacado la mayor parte de esta información. Se puede escuchar una breve autobiografía suya en esta web creada por Laura Fresneda. Además, pueden leerse sus artículos, la mayoría de acceso abierto en Dialnet, imprescindibles para conocer el movimiento de renovación pedagógica en tiempos de la República y posteriores.

Su ideario pedagógico está influido por “la ideología de oprimido” de Pablo Freire: “no se trata de suplantar o quitarte a ti para ponerme yo, lo que sería un cambio de signo de dominación”. A esa ideología, le suma su feminismo: “Hay que recuperar para todos los valores femeninos, una vida colectiva nueva, una nueva cultura que ya decía Virginia Woolf” (Escuela de Ateneas, 2021).

Imagen 2: Teresa Marín, la Atenea conquense. Fuente: Escuela de Ateneas

De su artículo Mujeres viajeras exploradoras de cultura, cito: “hasta 1910 y después de larga batalla de adelantos y retrocesos, las mujeres españolas pudieron hacer estudios universitarios con pleno derecho. Fue a raíz de esos años cuando un grupo de profesionales, formadas ya en altos estudios, empezaron a viajar como exploradoras de la cultura europea. Acudieron a las mejores universidades, centros de educación, bibliotecas, archivos y museos de Europa y, además, viajaron solas, sin maridos, sin amantes y sin padres y, con frecuencia, en grupo” (Marín Eced, 2011).

En este y otros artículos analiza los que califica como feminismo incipiente de estas mujeres que, en sus viajes a Europa, gracias a aquellas becas de la Junta de Ampliación de Estudios, conocen lo que estaba ocurriendo en el mundo y podían comparar los avances de los derechos de las mujeres de inglesas, francesas y alemanas con el atraso que tenían las españolas.

Vieron lo importante que era la educación de los niños para cambiar la sociedad, y la necesidad de que las mujeres accedieran a carreras superiores y ocuparan puestos de responsabilidad para ser protagonistas de la historia.

Teresa recupera la memoria de estas mujeres de Castilla La Mancha, que renovaron la enseñanza en nuestro país, y difundirá en sus clases de la Facultad en Cuenca lo que ellas aprendieron de lo que vieron fuera y adaptaron a su regreso en sus puestos de trabajo. Entre otras cosas, crearon jardines de infancia, ampliaron las aulas y las decoraron con fines didácticos, copiaron y crearon nuevos materiales para sus enseñanzas, inauguraron las colonias escolares, las excursiones de grupo, etc. En definitiva, las características de la escuela nueva que ya había triunfado en Europa y que en España no se logró implantar del todo por el estallido de la guerra, y el posterior retroceso de la postguerra con la prohibición de la Junta de Ampliación de Estudios y persecución de todo el que hubiera estado relacionado con ella. Algunas de estas metodologías todavía resultaban novedosas, cincuenta años después, en las Escuelas de Magisterio, bajo la presencia obligada de la Sección Femenina.

Las investigaciones en la educación de este periodo histórico coinciden en afirmar que su libro La pedagogía europea importada por los becados de la Junta de Ampliación de Estudios (1907- 1937), publicado por la UCLM, supuso un antes y un después en la historia de la educación en España.

La vida de Teresa, como la de las mujeres que ella ha recuperado para la historia, no ha recibido el reconocimiento que se merece, a pesar del ya citado, el del ayuntamiento de Cuenca en 2017, por el Día de la Mujer, y otro, también con motivo de esa celebración, el 8 de marzo de 2006, por la Junta de Gobierno de CLM. Sin embargo, no hay en Cuenca una calle que lleve su nombre. Creo que se lo merece, aunque solo fuera por el esfuerzo que hizo para que el callejero conquense fuera menos injusto con las mujeres, al aceptar los nombres que ella propuso.

Sería interesante contar con una biografía, conocer los obstáculos que una mujer de su época tuvo que salvar para llegar a la universidad, ocupar los más altos puestos académicos y gozar de un gran prestigio intelectual.

Bibliografía

  • Marín Eced, M.T. (1988). Influencias europeas en la formación “profesional” de los docentes españoles durante la II República española. Revista de Educación 285, págs. 93-110.
  • Marín Eced, M.T. (2011) Viajeras exploradoras de cultura. Disponible en Dialnet-ViajerasexploradorasDeCultura-3901031.pdf
  • Marín Eced, M.T. (1987) La pedagogía europea importada por los becados de la Junta de Ampliación de Estudios (1907- 1937), UCLM.
  • Fresneda, L. (2021) Teresa Marín Eced, la gran Atenea conquense. escueladeateneas.com.
  • Auñón, P. (2017) Teresa Marín Eced, una vida dedicada a rescatar la labor de otras mujeres. Hoy por Hoy. Cadena Ser Cuenca.

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