Puede parecer que no había mujeres artistas en Cuenca si solo nos fijamos en los que está fijado en la web y en la prensa de la historia del Museo de Arte Abstracto de Cuenca. Cuando se habla de su gestación, se recuerda solo a Zóbel y a su grupo de amigos pintores que instalaron sus estudios en la parte alta de la ciudad. Si miramos su colección inicial del 66, con la que se inauguró el museo, vemos el nombre de 30 artistas hombres y ninguna mujer.
Más tarde, en sucesivas ampliaciones se han incorporado obras de algunas mujeres: Susana Solano, Soledad Sevilla, Eva Lootz y alguna más, sin que su aumento llegue a apreciarse mucho.
Sin embargo, por aquellos años, hubo en Cuenca mujeres artistas sobresalientes que empezaron su obra vanguardista en esta ciudad, como la conquense Paz Muro Charfolé, que obtuvo la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2020. Un reconocimiento tardío, como ocurre con muchas artistas mujeres; Louise Bourgeois, coetánea de afamados pintores como Miró o Picasso, no tuvo una retrospectiva en el MOMA hasta los años noventa, cerca ya de los ochenta años, y debe su fama al reconocimiento y reivindicaciones de la crítica feminista de los últimos años. Lo mismo ocurre con Frida Khalo, oscurecida su obra por la fama de su marido Diego Rivera, y tantas otras mujeres famosas.
Con este galardón, el Gobierno, a propuesta del ministro de Cultura, distingue a las personas y entidades que hayan destacado en el campo de la creación artística y cultural durante ese año, o bien hayan prestado notorios servicios en el fomento, desarrollo o difusión del arte y la cultura o en la conservación del patrimonio artístico.
Paz Muro nació en Cuenca, en la década de 1930 en el seno de una familia liberal y culta, de ascendencia francesa. Rasgo familiar que le permitió recibir una educación más libre y ajena a los estereotipos de género que subsistían en el ambiente provinciano conquense de los años de postguerra. En una entrevista que le hicieron en 2011 las historiadoras de arte Isabel Tejeda y Lola Hinojosa, para la revista Artigrama, señalan la importancia que Cuenca tuvo en la formación artística de Paz: ‘La ciudad de Cuenca le influyó sobremanera en su vocación artísticas. A través de las excursiones que organizaba su madre, conoció las minas y accidentes geológicos conquenses que, según ella, fueron también decisivos. Confiesa: “[Decidí ser artista] por las rocas, por esa cosa mineral. Para mí el campo era un cuadro fuerte y vivo, los minerales especialmente. Con mi madre íbamos a una mina que descubrió mi padre y que estaba cerrada. Íbamos también a un pueblo desconocidísimo, Boniches, que era como el Cañón del Colorado en pequeño, rojo, rojo” (Tejeda e Hinojosa, 2011).
Durante la década los años cincuenta y sesenta formó parte del grupo de artistas de la “vanguardia abstracta en Cuenca” junto a Nacho Criado o Eusebio Sempere. Tenía formación pictórica y realizó varias obras, pero se centró en la fotografía, la poesía visual y el arte performativo.
En la década siguiente, años 70, comenzó a realizar obras del land art o arte de la tierra, género artístico muy nuevo entonces y que le acarreó algunos problemas. Una de estas acciones consistió en acotar una porción de terrenos de un particular y rociar los árboles que había en ella con una pintura acrílica. La llamó Propuesta de transformación de la realidad a partir de un fenómeno natural. El propietario la denunció a la policía. La descripción que hay de esta obra en el Centro de Arte Reina Sofía, al que llegó en 2009, realizada por Lola Hinojosa, es la siguiente: “Esta obra estuvo formada originalmente por varias películas en Super 8, un conjunto de diapositivas, cuatro cuadernos desplegables con fotografías y una detallada explicación de la propuesta de trabajo y modos de consecución. La acción consistió en rociar con pintura plástica las plantas de una finca en Cuenca, mediante una gama cromática imposible de encontrar de forma natural en dicha franja de territorio. A diferencia de la mayoría de las obras de la artista, poco preocupada por el registro de sus performances, en esta ocasión, todo el material tenía como objetivo formar parte de una obra final, lo cual marca una diferencia con el carácter de radicalidad efímera, predominante en sus trabajos posteriores”.
Durante varias temporadas vivió en Marruecos, Reino Unido o Italia explorando sus trabajos en la revista Flash Art, a través de los cuales se da a conocer en el ámbito artístico internacional.
Su crítica también se vincula al desmantelamiento de los estereotipos femeninos a través de la parodia. Su pieza paradigmática en este sentido es la intervención que realiza en 1974 en la revista Nueva Lente, titulada “Textos de Fotos-Fotos de Textos: William Shakespeare-Paz Muro, Paz Muro-William Shakespeare”. Se trata de la primera de una serie de trabajos que giran en torno al travestismo de la artista en William Shakespeare. Adoptando la apariencia del dramaturgo británico, confronta la idea de genio masculino con la tradicional imagen de la mujer objeto y musa del genio.
La crítica de arte Concha Mayordomo, en su web sobre mujeres artistas, recuerda que, en 1975, con motivo de la primera exposición de artistas mujeres que se hacía en nuestro país el 8 de marzo, Paz presentó su obra Influencia cultural y nada más que cultural, de la mujer en las artes arquitectónicas, visuales y otras, en colaboración con Pablo Pérez Mínguez, una serie de fotografías a las esculturas madrileñas con figuras femeninas. La obra denuncia el uso que el patriarcado hace del cuerpo de la mujer. Las figuras femeninas no son de mujeres reales, sino imágenes estilizadas del cuerpo de la mujer que el artista utiliza como alegorías: la libertad, la patria, la virtud, etc. En los ochenta siguió con temas feministas y de denuncia social para la revista Nueva Lente y en 1983 participó en la Feria Internacional de ARCO con sus obras Las preciosas y Molino Rojo. Otras obras anteriores son “Proyecto imposible de localización” y “Análisis de las señales de prohibición situadas en el territorio nacional”.
Su obra, poco conocida en España, formó parte de la exposición “Genealogías Feministas en el Arte español 1960-1970”, que tuvo lugar en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, MUSAC, en 2012. En años sucesivos, también el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía le ha dedicado varias exposiciones.
A comienzos de la década de los setenta, también en Cuenca conoció a artistas de su generación como Eusebio Sempere o Nacho Criado, con quien llegó a colaborar en alguna obra, y con Luis Martínez Muro que realizaban un arte de acción y de participación.
La naturaleza efímera de estas piezas y el hecho de que la artista no registrara sus Acciones o performances son la causa de que apenas se conserven obras físicas suyas en los museos. Si bien han podido llegar hasta nosotros algunas de ellas. Por ejemplo: Libro Blanco, geometría de la paz (1972) Libro realizado durante el happening y quemado al final, que puede verse en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
En 1982, año de la primera Feria de Arte, participó con la performance “Desposorios de Paz Muro con el Arte Contemporáneo”, vestida de novia con séquito, en la que los artistas y asistentes de la feria pintan sobre su velo y su traje blanco.
En el 2012 el MUSAC de León organizó la exposición “Genealogías Feministas en el Arte Español 1960 -2010” en un claro reconocimiento a las artistas españolas que durante décadas fueron invisibilizadas. En la muestra pudo verse la pieza de Paz Muro “William Shakespeare / Corín Tellado” de 1974 que trata sobre la escasa visibilidad de la mujer artista a lo largo de la historia. La obra de Muro se centra en temáticas de género y crítica social de los estereotipos creados en torno a la feminidad. Su época de mayor visibilidad fue la década de los años 70.
En la entrevista citada, realizada en abril de 2011, dice: “Yo era desde luego antifranquista, pero no militaba. No militaba en nada, ni en el movimiento feminista. Cuando llevé obra a Estados Unidos, todavía estaba vivo Franco. Y cuando trabajé sobre mujeres, también estaba vivo”. Sin embargo, reconoce la importancia que tuvo para ella la instalación en Cuenca del Museo de Arte Abstracto, creado por Fernando Zóbel para albergar su extraordinaria colección de arte abstracto español, que fue un acicate para el ambiente cultural de la ciudad. A partir de entonces comenzaron a instalarse allí algunos de los pintores más importantes de esa generación: Manolo Millares, Gerardo Rueda, Antonio Lorenzo, Eusebio Sempere y José Guerrero, etc.
Paz Muro siempre se sintió interesada por el conocimiento científico y matemático, lo que le condujo a asistir a finales de la década a varios seminarios del Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid. En 1968, con la llegada del primer ordenador a la universidad, se creó un programa de investigación científico-artística en el que participaron varios artistas: músicos, arquitectos e ingenieros para experimentar en sus respectivas especialidades con la incorporación de la informática a sus procesos creativos.
No fue sino muchos años después de la realización de sus obras cuando estas han sido reconocidas como arte. En 2012, dos piezas de Paz Muro entraron a formar parte de la colección del Museo Reina Sofia. Las tituladas «La prohibición agradece» y «Libro blanco geometría de la paz», realizadas durante el curso escolar que va de 1972 a 1973.
En el epígrafe Materia, de la ficha de ambas obras pone: “Fotografía en blanco y negro, texto mecanografiado, papel y libro quemado”. En el de Técnica: “Instalación formada por un libro quemado, veinte fotografías en blanco y negro, un folio mecanografiado con dibujos, una invitación desplegable, una tarjeta, cinco diapositivas y una invitación intervenida”. “La prohibición agradece”, realizada en el Colegio Mayor Santa Mónica en Madrid, consiste en unas fotografías que tenían en común algo: señales y carteles en que se prohibía jugar en los parques, fumar, prohibido el paso en zona militar o en cotos privados, prohibido bañarse en fuentes públicas o manantiales, etc. El título que de la exposición de fotos en las paredes fue el de “Proyecto imposible de localización y análisis de las señales de prohibición situadas en el territorio nacional” para denunciar la falta de libertad en que España vivía bajo la dictadura de Franco.
La performance continuaba con una marcha del público hasta el auditorio del mismo colegio, sonde se invitaba a los asistentes a participar en la creación del llamado “Libro blanco geometría de la Paz”, como alternativa al Libro Blanco con el reglamento o conjunto de normas por el que se regía dicho Colegio universitario. Para que la gente se animara a expresar sus deseos, denuncias o críticas, se aseguraba que una vez terminado y leído en voz alta por los asistentes, se quemaría públicamente en el mismo acto para evitar represalias de las autoridades. La consecuencia fue la expulsión de Paz de aquel internado en aquel mismo año.
Bibliografía de referencia
- https://www.museoreinasofia.es/buscar?bundle=obra&compuesta=33383
- Tejeda Martín, Isabel e Hinojosa Martínez, Lola. 2011. Artigrama, núm. 26, pp. 781-794. ISSN: 0213-1498. Disponible en: https://www.unizar.es/artigrama/pdf/26/3varia/13.pdf
- https://conchamayordomo.com/2018/07/04/paz-muro/