El aire deshilachado que olvidó su rueca.
El agua enferma sin un abrazo.
El maldito volver a volver,
querer sin saber, beber sin vivir.
Luces de penumbra con los mismos sueños
encerrados en una pequeña ventana.
Sentir el sofocante delirio del alma
que busca incansable alguna pena.
Seguir cantando.
Sólo el sol cansado, arrugado
pero pertinente, vuelve a calmar
el tempestuoso mar
de nuestra condena.