Camino de puertos secos. La trashumancia en Mota del Cuervo

Camino de puertos secos. La trashumancia en Mota del Cuervo

Enclavada en el profundo corazón de la península ibérica, la llanura de la Mancha parece ser excluida del mar, con cadenas montañosas que la rodean y separan. Sin embargo, esta comarca se muestra rebelde, como anhelando otras épocas en las que el océano bañaba sus tierras. Dispersas a lo largo de la planicie, encontramos numerosas lagunas salinas que imitan las costas del levante. Pero, por si fuera poco, también encontramos puertos. Secos, cierto es, pero puertos al fin y al cabo.

Repartidos a lo largo de todo el país, existían los Puertos Reales o Puertos Secos, situados en zonas de paso obligado del ganado, donde se cobraba a los trashumantes destino a la invernada el impuesto real de Servicio y Montazgo. Apenas una jornada separaba Mota del Cuervo del más importante puerto de la región, el Puerto Real de Socuéllamos, ya en la actual provincia de Ciudad Real.

Iglesia de la Asunción de Socuéllamos en 1909. Imagen cedida por Miguel Ponce de León a la web http://lahistorianuncapara.blogspot.com

Este impuesto de Servicio y Montazgo sólo se cobraba al ir a los pastos de invierno al sur, no cobrándose en la vuelta a sus tierras durante la primavera. En vigor desde la creación de la Mesta (aún con otras denominaciones), fue suprimido en 1749 a cambio de un recargo en la exportación de lanas. No obstante, se mantuvieron otros impuestos hasta las reformas liberales del siglo XIX.

Los lugares de cobro, o Puertos Secos, se situaban en zonas de confluencia de varias vías pecuarias de relevancia. Es el caso de Socuéllamos, en el que confluían los ganados de las sierras de Cuenca y Moya, por la Cañada Real Conquense de Los Chorros; los ganados manchegos que se dirigían a Murcia; o las cabañas provenientes de las zonas de Soria, Beteta y Molina de Aragón dirección Campo de Montiel, Alcudia, Jaén o Córdoba. Es el puerto más transitado por los trashumantes conquenses. Como curiosidad, se produjo un apeo de la Cañada Real de Los Chorros, que comenzó desde la Mota del Cuervo hasta los contaderos de Socuéllamos, poniendo multas y confiscaciòn de bienes a los labradores que se habían invadido el ancho oficial de la cañada.

Relevancia especial cobran, en el caso de Mota del Cuervo, las últimas cabañas ganaderas mencionadas, provenientes de Beteta, Molina de Aragón o, incluso, Soria, al cruzar el término de norte a sur por el Cordel de los Serranos (denominada popularmente como la Vereda de los Serranos). Además, debido a la distancia a Socuéllamos, es posible que fuera durante la jornada anterior al pago del impuesto. Por supuesto, también hay registros de ganaderos que provenían directamente de Mota del Cuervo, como en el año 1708 donde figuran Manuel López Nieto, con 749 cabezas de ganado (un hato) o Miguel Sánchez Mote, con otro hato de 916 cabezas lanares. 

Cordel de los Serranos, en el municipio de Mota del Cuervo. Fuente: Vestal Etnografía S.L.

Es un siglo en el que el ganado merino está sentenciado a muerte, habiendo sido sustituido en estas tierras por la oveja manchega, con una producción láctea mucho mayor. Además, el ganado mular cobra importancia, destacando la trashumancia de yeguadas en estas tierras. A mediados del siglo XVIII, encontramos 46 mulas y 5.061 ovejas trashumantes en el municipio de Mota del Cuervo, siendo cantidades similares las mostradas para el ganado estante. Es de especial relevancia fijarnos en el siglo XVIII, pues a partir de este punto comienza la decadencia de la trashumancia, llegando hasta nuestros días.

En la Mancha se hace una trashumancia de corto alcance, iniciándola una vez que ha comenzado el invierno. Muchos de ellos, de la zona de Mota, se dirigían a Alcaraz o a tierras de Extremadura como Hinojosa del Valle, bajo la influencia de la Orden de Santiago, como Mota del Cuervo. Otros tantos se dirigían a Murcia, siendo San Clemente el municipio que más destaca en la zona respecto a la presencia ganadera, también trashumante.

Estos parajes manchegos destacan por ser zonas de paso, no de origen o destino. Como ejemplo, deberíamos observar los ganados provenientes de Beteta o Molina, que sumaban más de 30.000 cabezas, muchas de las cuales harían su paso por Mota del Cuervo a través del mencionado Cordel de los Serranos. Este cordel forma parte de la Cañada Real de Jábaga (cambia de nombre a partir de Villamayor de Santiago), ramificación de la Cañada Real de Rodrigo Ardaz a la altura de Jábaga, siguiendo aproximadamente la actual A-40. Cerca de Rozalén del Monte, junto a Segóbriga, se sumarían a esta cañada las Cañadas Reales de Beteta y de Molina de Aragón, incrementando notablemente la cabaña en esta vía.

Laguna de Manjavacas, junto a la Colada del Camino entre Monreal del Llano y Pedro Muñoz. Fuente: Vestal Etnografía S.L.

Sin embargo, a pesar de ser la única inventariada, han existido más vías pecuarias que recorrían las tierras de Mota del Cuervo. Entrando por el este y finalizando en el propio casco urbano, estaba la Colada del Camino entre Belmonte y Mota del Cuervo, la cual discurría por la actual carretera N-420. Además, por el sur cruzaba la Colada del Camino entre Monreal del Llano y Pedro Muñoz, por el actual Camino de Pedro Muñoz, pasando por el Santuario de Nuestra Señora de Manjavacas, al norte de la laguna.

Pero una extinta, completamente olvidada, clama por ser descubierta. En algunas referencias se menciona el paso de una vía de mayor importancia, una Cañada Real, con 75 metros de anchura, que cruzaría Mota de Cuervo desde el noroeste al sureste, cruzando el propio pueblo. Se trata de la Cañada Real de la Mancha al Reino de Murcia, también denominada como Vereda Real de los Murcianos. Proveniente desde la provincia de Toledo, entra en Cuenca por Mota del Cuervo, siguiendo la actual N-301. En el cercano pueblo de El Provencio está inventariada esta cañada, lo que reafirma la existencia de la misma y su paso por lugares como Las Pedroñeras, El Pedernoso o Mota del Cuervo.

Vías pecuarias de Mota del Cuervo. La Cañada Real figura en verde, el Cordel de los Serranos en rojo y las dos coladas identificadas en azul. Fuente: Vestal Etnografía S.L.

Por tanto, nos encontramos con una cañada (de unos 75 metros de anchura), un cordel (de 37,5 metros de anchura) y dos coladas (de anchura variable), de las cuales sólo está inventariado el cordel. ¿Por qué el resto no lo están? Si no están inventariadas, ¿tienen la misma protección?

La verdad es que no, si no están registradas no existen de cara a la administración y, por tanto, no se le aplica la Ley 3/1995, de 23 de marzo, de Vías Pecuarias, así como tampoco su análoga castellano-manchega. Todo se debe a un conflicto de intereses, a lo que más nos interesa. Por todas ellas, destacando el caso de la Cañada Real de la Mancha al Reino de Murcia, cruzan carreteras.

Históricamente, tiene mucha lógica. Las cañadas, cordeles, veredas o coladas no sólo eran usadas por el ganado, también se utilizaban como caminos carreteros o de herradura, aprovechando la infraestructura construida, bien desbrozada por los rumiantes. Se trataban de usos compatibles.

Con la decadencia de la trashumancia y, en general, del ganado en extensivo, muchos de estos caminos perdieron su razón de ser. El desarrollismo propio del siglo XX, con su marcada practicidad, aprovechó esta situación: se comenzaron a asfaltar estos caminos. El problema comienza con la incompatibilidad de este uso. 

La ley sí recoge ciertos usos compatibles o complementarios, como “el desplazamiento de maquinaria agrícola, la plantación de cortavientos, el paseo, la práctica del senderismo, la cabalgada y otras formas de desplazamiento deportivo sobre vehículos no motorizados siempre que respeten la prioridad del tránsito ganadero”. El paso de coches impide todas estas prácticas.

Pero estas vías no sólo sufren ese problema. Un breve paseo por el Cordel de los Serranos nos muestra la clara ocupación de superficie agrícola en este paso. Esta práctica no es nueva, ya que las relaciones entre agricultores locales y los pastores mesteños fueron muy tensas desde el siglo XVI, con numerosos pleitos al respecto. 

La razón de todo ello es la falta de población que demande la protección de estos espacios públicos, el desprecio por los suelos de uso común. Evidentemente, nuestras necesidades han cambiado, siendo crucial el desarrollo de infraestructuras de comunicación efectivas que dinamicen nuestro territorio, pero no debemos enfocarnos en los problemas coyunturales, inmediatos, siendo necesaria una planificación a largo plazo. La apuesta por espacios públicos de ocio y esparcimiento es fundamental. Por ello, se pueden solicitar modificaciones en el trazado original, hoy ocupado por una carretera, quizás usando los propios márgenes de la misma, posibilidad que se recoge en la ley regional de vías pecuarias. Corredores verdes que sirvan como enlace para personas y animales entre las diferentes poblaciones, en una comarca como la Mancha donde el cultivo ya ha arrinconado el paso de la fauna salvaje.

El proyecto “La memoria de la lana en Mota del Cuervo” ha sido desarrollado por Vestal Etnografía, y financiado por la Diputación Provincial de Cuenca y el Ayuntamiento de Mota del Cuervo.

Deja una respuesta