El día ocho de enero de este año, en medio del temporal de nieve “Filomena”, se cerraba la línea del ferrocarril tradicional que une la comunidad de Madrid con la de Valencia atravesando nuestra provincia y cruzando por el mismo corazón de la ciudad de Cuenca.
Desea el que suscribe que a la publicación de este artículo en abril, dicha línea ya se encuentre nuevamente abierta, aunque mucho me temo que el daño producido a todos los pueblos por donde pasa este tren va a tener difícil arreglo ya que la degradación que se ha producido en esta infraestructura ha alcanzado niveles muy preocupantes y este golpe puede ser la puntilla que parece, desde ciertos ámbitos, se espera para el cierre definitivo de la misma.
Y es que hay que decir que la historia de la progresiva destrucción del servicio que ofrecía esta línea de tren convencional a nuestra provincia viene de lejos. Primeramente, cuando quitaron el Talgo y el Ter, dejando de llegar a las ciudades de Madrid y Valencia, por lo que los viajeros que iban o venían desde dichas ciudades, se vieron obligados a realizar transbordos en las estaciones de Aranjuez o Utiel respectivamente. Más tarde se redujo la frecuencia del paso de los trenes, a lo que hay que sumar la falta de mantenimiento y el abandono de la línea, lo que ocasionó el deterioro de la misma hasta dificultar el tránsito por las vías, obligando a la reducción de velocidad y a periodos de interrupción del servicio para no correr riesgos.

Pareciera que los responsables de ADIF estén, poco a poco, llevando a la muerte a esta línea. Se abandona su cuidado, se deteriora la calidad del servicio y de esta manera se logra que baje el número de viajeros, lo que a su vez sirve de excusa nuevamente a los responsables de dicha empresa para seguir reduciendo el servicio.
Dicha situación, que podría parecer un problema que solo atañe a una de las infraestructuras existentes en nuestra provincia en realidad es, si ampliamos nuestra mirada al conjunto de los sucesos que están acaeciendo en la misma, uno más de los golpes a los que asistimos los conquenses y que van acentuando la despoblación que sufre este territorio.
Poco a poco, a la par que se eliminan servicios, vemos como desaparece la escasa industria existente. Cuenca es una de las cuatro provincias de nuestro país donde actualmente ya hay menos del 50% de la gente que, habiendo nacido aquí, sigue viviendo dentro de su territorio. Este dato, aportado por el INE y referente al año 2019, se suma a que ya tenemos comarcas enteras por debajo de los dos habitantes por kilómetro cuadrado, mientras que la capital de nuestra provincia sigue, año tras año, perdiendo habitantes. Una problemática que está obligando a la población oriunda de nuestra provincia a emigrar hacia regiones más dinámicas y con mejores oportunidades para ganarse la vida.

Mientras tanto, y aunque desde todos los partidos políticos se sigue hablando de salvar la España Vaciada, parece que la realidad es otra. Que en el fondo se sigue pensando en estos territorios solo como zonas de paso y tal vez, como vertedero o trastienda para ser usados en beneficio de las grandes urbes.
En el libro “Vidas a la intemperie” de Marc Badal, este escritor nos habla de, y cito textualmente, un “etnocidio con rostro amable” que se practica sobre el mundo rural. Hay además una frase que convendría estudiar por lo llamativo de la misma: “El campo es la distancia a atravesar. Lo que se ve de soslayo a través de la ventanilla para mantener la ficción de que existen ciudades distintas”.
Y es que, aunque parezca absurdo, no parece haber otra explicación para las políticas que se vienen implementando sobre estas tierras si nos atenemos a la apuesta que se hace, por ejemplo, en el tema del AVE Madrid/Valencia en detrimento de nuestra línea de tren convencional. ¿Alguno se imagina que debido a la borrasca Filomena, la línea del AVE permaneciese más de dos meses cerrada?

Otro claro ejemplo de este mirar de soslayo, es el de que la mayor inversión que se ha logrado para nuestra provincia en los últimos Presupuestos Generales del Estado del 2021, consista en una partida de 25 millones de euros para la construcción de un tercer carril en la A-3, entre las poblaciones de Atalaya del Cañavate y Tarancón, un proyecto que solo va a beneficiar a los residentes de las comunidades valenciana y madrileña, que así podrán atravesar más rápidamente nuestra provincia.
Unos presupuestos en los que hay que decirlo, Cuenca Ahora consiguió por primera vez y a través de la Coordinadora de la España Vaciada (EVA) y la formación Teruel Existe, incluir para su debate varias propuestas que consideramos necesarias para nuestro futuro como provincia.
Entre otras cosas, logramos que se incluyeran como enmiendas a estos presupuestos, el que se iniciasen los estudios y trámites que fuesen necesarios para implementar planes de regadío en el Valle de Altomira, ya que mientras observamos cómo se siguen desviando ingentes cantidades de agua desde nuestra provincia a otras regiones de España, vemos cómo esta comarca, donde la agricultura es un motor económico de primer orden, sufre la falta de promoción por parte de las administraciones para pasar de ser un sector mantenido por la PAC y envejecido, a uno dinámico y viable al que daría lugar su transformación a regadío.
También propusimos para el embalse de Alarcón, la construcción de azudes (presas en la cola del embalse) ya que entendemos que los mismos serían otra gran baza para poder revertir la despoblación que afecta a esta comarca. Disponer de esa infraestructura para un uso turístico crearía en los pueblos de su alrededor un nicho de negocio no explotado convenientemente en la actualidad dadas las fluctuaciones de la lámina de agua del pantano, pudiéndose crear gracias a la estabilización de la misma, un polo de atracción turística para familias y deportes náuticos.

Por último, también incluimos la propuesta de que la futura ubicación del Centro de Estudios Penitenciarios tomase como referencia Cuenca, dotando de esta manera a nuestra ciudad de una apuesta formativa firme y de investigación que le daría a nuestra provincia una clara proyección internacional y que serviría además de revulsivo económico para este territorio.
Por desgracia, al final y con los presupuestos ya aprobados, vimos como de todas estas propuestas, la única que pudo salir adelante fue una partida para el estudio de la vía que, esperamos algún día, una Teruel con Cuenca, desestimándose el resto de demandas que realizó Cuenca Ahora por los diputados de una gran parte del hemiciclo que debían votar cuáles eran las que salían adelante.
Hay que decirlo sin ambages, nuestra provincia sigue perdiendo trenes, uno tras otro, sin que a ningún partido político parezca realmente importarle. Desde los años 70 hemos visto cómo en distintas oleadas nuestra población se ha ido marchando, nuestros pueblos están envejecidos, tenemos comarcas donde la media de edad de la población ronda ya los 60 años.
Todo esto significa que, si no se le pone remedio, estaremos viviendo ya la cuenta atrás para una última gran despoblación, provocada eso sí esta vez, no por la emigración sino por el aceleramiento del saldo vegetativo negativo que sufrirá nuestra provincia o lo que es lo mismo, por el incremento exponencial de las muertes sobre los nacimientos.
Este futuro debe de ser evitado y es por eso que, desde Cuenca Ahora, pondremos todo nuestro afán en dar la vuelta a este terrible panorama.
Jorge Garrosa Mayordomo
Miembro de Cuenca Ahora