Imagen de cabecera: Ejemplo 1 de ramo leonés. Fuente: Wikipedia
El ramo leonés es un artilugio ornamental religioso muy extendido en la época Navideña. Lo encontramos en las provincias de León, Ávila, Palencia, Cantabria, Zamora y Salamanca.
El origen de este curioso artilugio, como es costumbre en este ámbito, no está esclarecido. Parece ser que sus raíces provienen de ritos paganos prerromanos. La cultura celta es el origen de muchas de las tradiciones que conservamos hoy en día, y el ramo leonés no es una excepción.
En Europa, y especialmente en España, resulta curioso observar lo fuerte que están ligadas las tradiciones que se conservan actualmente con los ritos celtas. Sobre todo, teniendo en cuenta el esfuerzo del cristianismo que, en el momento de la cristianización realizó para, o bien eliminar, o bien reconvertir los ritos paganos precristianos. Ello, inicialmente podría llevar a pensar que, de no ser por esta labor, muchos ritos habrían llegado hasta nuestros días; en cambio, al igual que muchos de ellos desaparecieron, la redefinición de otros y su potenciación ha sido clave para que una gran cantidad llegue hasta nuestros días.
Resulta también reseñable que las áreas rurales hayan preservado mejor estas costumbres debido al menor impacto de la influencia externa, y la menor rapidez en el arraigo de nuevas corrientes en la sociedad.
Con respecto al tema que nos atañe, parece ser que este artilugio proviene de ritos celtas cuyo objetivo perseguía rogar a los dioses para aumentar la fecundidad de la mujer, y posteriormente encontrar una próspera fertilidad en los meses venideros de primavera. Por la simbología encontrada, parece que se trataba de una ofrenda al dios solar que, con su intercesión, reduciría las frías noches de invierno, dando lugar a tiempos de luz y calor, tiempos más propicios para la vida. Es por ello que se llevaba a cabo, como tantos otros en Europa, alrededor del solsticio de invierno, noche mágica por tratarse de la más larga del año. Por este hecho, parece ser que el origen del ramo leonés y del árbol de Navidad es común (al igual que el concepto mundial de “Árbol de la vida”).
La mejor muestra de vida durante la época invernal son las ramas de los árboles perennifolios, cuyo permanente verdor desafía a la muerte. Inicialmente, en los ritos se utilizaban estas ramas para las ofrendas, de ahí el término de ramo leonés, que posteriormente y consecuencia de la evolución humana, fue tomando enjundia y complejidad. Inicialmente se comenzó a decorar con tejidos y comida, los que, llegado el momento, serían parte central del mismo, para posteriormente convertirse en un ramo artificial que sustenta los adornos.
Con la entrada del cristianismo, y el comienzo de su camino de adaptación de las culturas a su doctrina, provocaría que este rito se extinguiera en gran parte de la península, quedando en algunos lugares ritos de lo que podrían considerarse descendientes comunes de este símbolo. No obstante, y en la comarca de lo que muy posteriormente se establecería el Reino de León, tomaría carácter religioso.
El concepto de ramo leonés transmutó a prosperidad, quedando ligado a las fiestas de las localidades, y se expondría para celebración de las mismas. Encontramos vestigios de ello en muchos pueblos en los que el ramo homenajea a los quintos, a los Santos, a la Virgen, al Niño, a la Semana Santa, e incluso a los mayos.
Un ejemplo sería el que encontramos en Laguna de Negrillos, dedicado a la Virgen del Arrabal, y que procesiona junto a ella y sus danzantes a finales del mes de abril. Es uno de los más grandes, contando con una altura cercana a los 3 metros y, dividida en tres alturas triangulares, decorado con rosquillas y vestido con telas y cintas. Durante la procesión a la ermita, lo portan los mozos a modo de pendón y, para sobreponerse al viento que actúa frontalmente, cuenta con dos cuerdas sujetadas por dos muchachos perpendicularmente al ramo.
Y, como bien sabemos en esta sección, no hay fiesta en nuestra geografía que no tenga sus correspondientes cantes y bailes. En esta ocasión, dedicados al ramo que, en unas ocasiones eran cantados por las mozas y en otras por el dulzainero y redoblante; y bailados por los mozos. En cuanto a las letras, variaban en función de la localidad, pero casi siempre haciendo alusión a la misma… e incluso en el mismo lugar podía variar de año en año, componiendo la letra la familia que, en esa añada, se encargaba de su avío.
Pero sin duda, el más extendido y presente en la actualidad, es el ramo de Navidad (inequívocamente, descendiente directo del ramo del solsticio de invierno pagano que, por la naturaleza de la época, tomó su testigo). Se ha documentado en muchos pueblos el ritual de la procesión del ramo, justo antes de la Misa del Gallo en la noche de Navidad, a la iglesia. La finalidad es la misma que escuchamos en tantos y tantos mayos conquenses: pedir licencia (en este caso al cura) … para cantarle al ramo. Una vez conseguido su beneplácito, en el atrio de la iglesia se lleva a cabo esta solicitud, tras la que se dejaba descansar el artilugio toda la Navidad en la iglesia. Es lo que en las provincias del antiguo Reino de León se conoce como pastorada, cuyo objetivo es la representación del anuncio del Ángel a los pastores del nacimiento del mesías.
Este tipo de ramo, a modo general cuenta en su extremo superior con una estructura triangular sobre la que se asientan velas a diferentes alturas (normalmente 12, simbolizando los meses del año, pero encontramos otros que varían de 1 a 15), que es soportado por un listón vertical, y sustentado con una peana. En cualquier caso, encontramos diferentes formas, como de semicircular (típico de la comarca de Omaña), cuadrada, cilíndrica, cúbica… y de diferentes tamaños en función de dónde se tenga pensado su colocación. Los mayores a un metro se sitúan en el suelo, mientras los más pequeños se destinan a sobremesa. Como mencionamos anteriormente, el ramo se suele vestir con cintas, velas, encajes, papel, comida (rosquillas, frutas y dulces) y, a modo nostálgico, encontramos algún motivo vegetal. Finalmente, en la base, se suele depositar una cesta con castañas y nueces como ofrenda.
Durante el siglo XX y, como con el resto de tradiciones, el uso del ramo leonés sufrió una gran decadencia (fundamentada por el éxodo rural) que, por poco, consigue convertirlo en un símbolo anecdótico.
En los últimos años, el empeño de una gran masa social por la recuperación de este artilugio, con el incansable respaldo de asociaciones, ha provocado el gran resurgir de esta costumbre olvidada. Una envidiable muestra de defensa de las tradiciones que, en los tiempos que corren, cada vez es más complicado encontrar. Comercios, hostelería, y ámbito privado, luchando en la misma dirección para conservar sus raíces. Es común, en Navidad, encontrar por doquier en la ciudad de León este bello vestigio de la historia. Si bien, no con las connotaciones pretéritas, pero al menos con el respeto social que merece.
Ramos Curiosos:
- Ramo de Laguna de Negrillos: es el ramo procesional más grande de la provincia de León (3 metros).
- Ramo de la plaza Cortes leonesas: es el más grande, y cuenta con unos 8 metros de altura.
- Ramo del Museo de las Alhajas de la Bañeza: El más antiguo que se conserva actualmente. Data del año 1882.