“Todos conocen la situación geográfica de Cuenca, pero no todos se hacen cargo en este tiempo de su estado político”. Esta frase, recogida del “Manifiesto a la España por la Ciudad de Cuenca”, escrito el 16 de agosto del año 1808 en plena Guerra de la Independencia, bien podría servir para definir el momento actual que está atravesando la provincia, una nueva encrucijada donde se va a decidir nuevamente el futuro de estas tierras; si el poder tratar a los demás territorios de España, a las demás provincias en una igualdad de derechos y obligaciones; o si los habitantes de la misma tendrán que bajar sus cabezas y ver como el futuro de esta provincia pasa por convertirse en un territorio de segunda clase, sometido a los dictámenes que le marquen desde ciudades como Toledo o Madrid, sin capacidad de decisión y quedando nuevamente y por muchos años supeditado su futuro a las premisas que le ordenen desde despachos muy alejados de este territorio.
Hace unos meses escribía para esta misma revista un artículo titulado “Mundo rural. ¿El patio trasero de las ciudades?”. En el mismo explicaba cómo desde ciertos sectores se está llevando a cabo lo que se podría denominar un neocolonialismo que, desde una gran parte de la ideología del capitalismo actual aboga por un crecimiento a dos velocidades en nuestro país, con una serie de territorios prósperos que serán los que impongan su criterio y otros, supeditados a los anteriores, que servirán para mantener a los primeros aunque esa servidumbre termine por hacer colapsar industrial y poblacionalmente a los segundos.
Este proceso, que ha llevado a una descompensación territorial entre provincias, está produciendo un detrimento progresivo de una parte de las mismas, entre ellas la conquense, convirtiéndolas en territorios de segunda categoría y abocándolas, en comparación con las provincias pujantes, a convertirse en esos patios traseros de las grandes urbes. Así, mientras que por un lado, el mundo rural se ofrece como un producto dedicado al esparcimiento y desahogo para los fines de semana y vacaciones a los habitantes de las urbes, a su vez también se pretende que el uso de estos territorios sea destinado a convertirse en zonas donde acumular y esconder los deshechos que producen las provincias más punteras, además de servir de centros de producción de productos cuya instalación generaría un fuerte rechazo en provincias altamente pobladas.
A modo de ejemplo, en aquel artículo hacía un símil entre dichos patios traseros de los que pretenden disponer las macro-urbes para seguir creciendo y el actual modelo económico/social que se está intentando imponer sobre el territorio de la provincia de Cuenca. Un proceso en el que parece que esta provincia puede cumplir muy bien con ese patrón de territorio de segundo nivel al que nos están abocando y cuya misión parece ser tan solo la de servir para el lucro y el progreso de otras zonas de nuestro país: Macro-pantanos destinados a enriquecer, gracias a sus aguas, lejanas tierras sin que a cambio los municipios cedentes obtengan ningún beneficio por las mismas; el proyecto de instalar en la localidad de Villar de Cañas un cementerio de residuos nucleares que aún no puede darse completamente por paralizado; la puesta en marcha del mayor macro-vertedero industrial privado de España, destinado a recoger la basura de ciudades como Madrid o Barcelona; el incremento que se está viendo en el mundo rural de mega-parques eólicos y solares que empiezan a generar un fuerte rechazo en distintas provincias y que servirán para mantener energéticamente zonas industriales en otras provincias o también, la entrega desmedida de licencias administrativas para abrir macro-granjas industriales dedicadas a la crianza y el engorde de ganado que contaminan los acuíferos. Proyectos todos estos que, salvo en su construcción, en vez de generar empleos y riqueza en las zonas donde se asientan, tan solo sirven para despoblar dichos territorios mientras que el servicio que prestan solo ayuda al desarrollo de otras provincias.
Este proceso, que cuenta con el aval de quienes llevan dirigiendo los destinos de nuestro país muchas décadas, ha hecho que a la sombra de quienes hasta ahora han gobernado en el país, contando con la coartada que se les otorga desde las urnas cada cuatro años y que posteriormente les deja las manos libres para actuar como mejor crean conveniente durante dicha legislatura, pudieran considerar a esta provincia, al igual que ha ocurrido en otras, tan solo como herramientas necesarias para conseguir el gobierno de España.
Por su parte, los representantes que eran elegidos en la circunscripción provincial, en vez de defender el territorio donde habían sido elegidos, al igual que si fuesen directores de una filial que debiesen obediencia al presidente de una gran compañía, en vez de trabajar por este territorio, solo han servido para acatar lo que se les ordenaba desde sus respectivos partidos donde sus jefes, señores sentados en sillones que se encuentran ubicados muy lejos de las realidades estructurales de estas provincias, generalmente dirigen sus acciones a donde se puedan rentabilizar más los votos, utilizando estos territorios como una moneda de cambio que podía dejarse caer con tal de seguir en el poder mientras se derivaba dinero para infraestructuras a otras provincias.
De hecho, basta analizar mínimamente los datos para ver que esto sigue siendo así. Aunque desde la palestra, ahora todos los partidos políticos se hayan lanzado como si fuese una nueva moda, a decir que desde sus distintas posturas son ellos los que defienden la llamada España Vaciada, hay que decir que fuera de las palabras son los hechos los que marcan lo que se está haciendo y lo que no por la misma.
El último y más claro ejemplo del abandono al que se está sometiendo a la provincia de Cuenca, lo podemos ver este año en la decisión del cierre tomada sobre la línea Aranjuez-Cuenca-Utiel frente al trato que está recibiendo la línea ferroviaria que atraviesa la provincia de Teruel y de la que cabría preguntarse si de no haber aparecido un partido como “Teruel Existe” habría recibido los fondos que está recibiendo en estos momentos (y que conste que no reprocho nada a los turolenses, más bien les alabo el gusto por saber defender su provincia).
Y es que lo que se ve, es que aunque desde las instituciones europeas se haya declarado el año 2021 como el Año Europeo del Ferrocarril, promoviendo de esta manera el que los estados miembros trabajasen para que en todos los países y en sus distintas regiones, entre ellas nuestra provincia, se pueda disponer de un ferrocarril moderno, eficiente, vertebrador, social y ecológico; el Gobierno de España ha optado, como siempre han hecho los partidos políticos cuando han gobernado, por realizar lo que se podría denominar un reparto de cromos según su interés en vez de dirigir sus esfuerzos a repartir los fondos anuales de forma equitativa entre las distintas provincias que formamos este país.
Resulta curioso como desde el Estado y en connivencia con los mandatarios locales se cierra una línea que, bien cuidada y conservada, no abandonada su infraestructura al deterioro del paso de los años sin ningún tipo de cuidados, bien podría servir para el transporte de viajeros y mercancías, tal y como se pedía en la primera década del siglo XXI desde la Cámara de Valencia.
Volviendo a aquella carta escrita en el mes de agosto de 1808, los mandatarios que dirigían por aquel entonces los destinos de Cuenca excusaban la inacción de la provincia en su defensa durante el inicio de la contienda, diciendo que ellos habían hecho todo lo posible para salvaguardar este territorio de la desgracia y ayudar a la nación. Parece que nuestros actuales gobernantes bien podrían terminar con las mismas palabras que acababa aquella carta por como parecen aceptar los agravios comparativos que se están realizando en esta provincia con respecto a otras de nuestro alrededor.
“Tales son los sacrificios con que ha señalado Cuenca los timbres que la caracterizan de noble y leal…”
Jorge Garrosa Mayordomo