El vocablo Paridera y sus sinónimos

El vocablo Paridera y sus sinónimos

Decir que el castellano es un idioma rico puede sonar a redundante y por tanto innecesario. Demostrar esa afirmación supone investigar entre jergas lugareñas así como diccionarios. Tal es el propósito que lleva esta colaboración, al intentar redescubrir y poner al día un listado de “sinónimos” que tengan que ver con construcciones ganaderas tradicionales.

Empecemos por tinada, también tinado, refiriéndose al lugar en el que se guarda ganado. Viene del latín “tignum” : viga o madero, lo que indica que se trata de una construcción con un techo pesado (teja cerámica posiblemente) sostenido por vigas o tirantes de madera. Deturpaciones de tinada son tiná o taína. El diccionario sin embargo acepta dos entradas próximas: tena (que no tená) y tenada.

En otro orden de cosas puede hablarse de redil, que viene del latín “rete”: red. Se refiere a una construcción provisional (de circunstancia) bien para pasar una sola noche, bien para una temporada corta mientras el pasto dure en una zona concreta de las inmediaciones. En tal caso el pastor añadirá día a día materia vegetal para tejer o hacer trama. La misma idea de usar mientras la pernocta estival da pie a nuevas palabras: cerco, cerca, cercado, corral o corralón (en gallego “curro”). Corral tiene etimología incierta y parece derivar del latín “currus”: carro y poco tiene que ver con recinto cerrado. También podría venir del latín vulgar “currale”: circo para carreras o lugar para guardar carros.

De unos tiempos a esta parte se ha vuelto a la palabra telera para designar a una especie de laterales móviles y metálicos que una vez ensamblados forman una línea poligonal de cercado. Antiguamente telera era algo semejante a estacada o empalizada que se fija al suelo provisionalmente. Actualmente las teleras se completan con pastores eléctricos, que dan descargas cuando se roza.

A veces lo que comienza siendo circunstancial acaba en definitivo y de ahí el empleo de material lítico sin argamasa hasta una cierta altura que se remata en lo alto en aportes vegetales. Surge así la acepción bardal, de barda: palo o rama. En la Manchuela se usa garbera cuando esa materia vegetal se trata de sarmientos en gavillas. En Castilla garbera o bálago designa a la cina de haces de mies que serán trillados o bien conformarán la techumbre de una construcción rústica para refugio o aperos.

Majada tiene que ver con ese redil anterior. La palabra deriva del latín “maculata” : malla o trama de una red. “Hacer majada” (por deturpación majá) se refiere a pernoctar, pasar una noche, hacer un alto en la trashumancia. Para ello se improvisaría una cerca vegetal aprovechando incluso las concavidades naturales que ofrece el terreno. En tal sentido se habla de ceñajo (o cenajo) cuando se aprovecha un abrigo natural en una ladera más o menos escarpada. Un torco o depresión de paredes más o menos escarpadas vale para guardar el ganado.

Como contraposición a la provisionalidad se habla de estabilidad, de establecerse y de ahí la palabra establo (del latín “stabulum”) aceptada incluso como colmena o residencia “estable” para abejas. También zahúrda cuando se trata del cerdo (sau + hurda: cercado). La persona que se hace cargo del establo se le conoce como “establero”.

La acción da lugar también a palabras como cobijo (de cobijar). Añadiendo el sufijo “ero” se consiguen nuevos matices: dormidero, descansadero, apartadero o paridera. Todas ellas se suman también a refugio pecuario más o menos preparado. También abrevadero, contadero (o conteadero) y azagadero (o agazadero) son términos relacionados con la ganadería que han acabado en la toponimia. Por cierto azagadero es un sitio estrecho en el que los animales son obligados a quedar a la zaga para facilitar las labores de conteo.

Así mismo el sufijo “iza” o “izo” da lugar a un interesante vocabulario, especificando incluso el tipo de animal que va a encerrarse. Aparecen así términos como caballeriza, vaqueriza o cabreriza. También genéricos como cobertizo, corraliza o incluso establerizo forman parte de la sinonimia de la palabra tinada.

No obstante ninguno de los términos hasta ahora empleados serviría para designar ese recinto propio de los Callejones en el que se aprovechan los fondos de saco o concavidades naturales y simplemente hay que tapiar el lado abierto con una pared de mampostería basta y seca o bien con bardas. El idioma gallego nos ofrece una buena pista en la palabra “acurramento” de “curro”: cercado. En tal caso tendríamos la equivalentes castellanas encerradero o cerramiento, porque simplemente se ha tratado de cerrar algo natural ya existente y aprovecharlo para tinada.

Si se generalizase o extendiese a cualquier construcción rústica que añade elementos antrópicos de austera estética. Surge el antiguo concepto de cohabitación o convivencia hombre-animal que ya se arrastra desde los albores neolíticos. Nacen palabras como cabaña, masada o aprisco. Este último deriva del latín “appressicare”: apretar; en tal caso un aprisco sería un sitio estrecho donde se aprieta el ganado. La primera de ellas tiene campo semántico propio con acepciones de construcción. Así cabañal se emplea para vía pecuaria y cobertizo de madera y “escobas”. Esa “escobas” se refiere a hojas de palmera y de ahí una posible pista de palabra proveniente del sur y sureste de la península. Cabañil y cabañero además de construcción se refiere a la persona que cuida el rebaño o la recua de animales de carga.

El sufijo “il” aporta nuevos sinónimos: potril, chotil, toril, cosil… Todos ellos además determinan el tipo de ganado: potros, cabritos, toros… Aunque los dos últimos tienen que ver más con el arte de la tauromaquia cabe decir que la calle que rodea la Iglesia de Valdecabras por su cara norte se denomina El Cosil (derivado de oso); según parece en ella se encerraba a los novillos que iban a ser lidiados en los siguientes días.

Según María Moliner el término cabaña podría venir del latino antiguo “cabanna” y podría tener como sinónimos a tugurio o lupanar, un lugar maloliente y propio de vivienda animal. Curiosamente esas palabras han acabado designando al lugar de prostitución para el que nunca fueron concebidas.

Sin embargo en buena parte de la Serranía la palabra barraca cobra un significado único del diccionario y absolutamente distinto al general. Así barraca o barracón solamente en esta parte de la geografía española se emplea como sinónimo de tinada. El mismo diccionario latino recoge “casae stramentis tectae”, es decir, barraca recubierta de paja, restringiendo el significado a vivienda humano-animal. Probablemente en aquella geografía de la ocupación hispana el cronista romano hallaría “bárbara” a la construcción circular con techo de bálago propias de la mitad norte, degradando, despreciando y vulgarizando a los célticos. No debería comprender la idiosincrasia de aquellos indígenas que incluía al animal doméstico (cabra, oveja o caballo) como un miembro más de la familia por pleno derecho.

Demostrada la riqueza lingüística del castellano cabe sólo decir que es difícil encontrar sinonimias puras. Matices sutiles o profundos alejan términos que sólo a la ligera pueden aceptarse como del mismo campo semántico.

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