El garrofero o algarrobo (Ceratonia siliqua)

El garrofero o algarrobo (Ceratonia siliqua)

“Vi un carretero erguido sobre el carro
… El tableteo
hacía más sonora la mañana
en su magno silencio y sólo un cuervo 
o la listada urraca removían,
como un breve latido inesperado
la paz del algarrobo sobre el siena
del pegujal. Se olía fuertemente, 
de pronto a mar…”
Fuentes de la constancia. Juan Gil Albert

 

   El algarrobo es un árbol recio, chaparrudo, fuerte, frutal y mediterráneo. Es árbol de cultivo antiguo. Se plantean dudas sobre si ya estuvo aquí desde siempre o si lo trajeron en tiempos remotos. En caso de que viniera del Mediterráneo oriental, como se suele afirmar, lleva naturalizado desde la antigüedad, formando parte de la vegetación silvestre de las  costas cálidas. 

   Como no soporta las heladas no suele adentrarse mucho en el interior peninsular y en ello se ve acompañado del extraordinario palmito (Chamaerops humilis), la única palmera autóctona de Europa occidental.

   Cavanilles nos habla de los innumerables algarrobos que se helaron en muchos lugares de la provincia de Valencia en 1789. Y lo mismo sucedió en las grandes heladas de 1956, como testifica Font Quer: “…. (los algarrobos habitan) generalmente hasta donde se adentra el palmito, porque el algarrobo es árbol “que quiere ver el mar”. Y con razón, porque el año de 1956 fue fatal para él; las extraordinarias heladas de febrero lo han diezmado sin compasión tanto en Cataluña como en Valencia, y muchos algarrobos no han podido brotar de nuevo”. (1)

Algarrobo con el río Turia y Gestalgar, al fondo. Fuente: Autor

  El garrofero es la única leguminosa ibérica que no tiene las flores en forma de mariposa, como las habas o las judias. De hecho, no tienen ni pétalos. De esa manera no oponen obstáculos al viento que las poliniza. Hay algarrobos machos, hembras y, en algunos casos raros, hermafroditas. Las flores, muy pequeñas, nacen en espigas a lo largo de las ramas viejas, para llevar la contraria a la mayoría de los árboles, a los que les brotan en los extremos de las ramillas. Numerosas florecillas en cada espiga. A veces, en las femeninas, más de 100.

  Cavanilles reprocha a sus paisanos no saber mucho de algarrobos porque eliminaban por improductivo cualquier algarrobo macho que se les ponía por delante y al que con desprecio llamaban “algarrobo judio”. Los algarrobos machos no darán fruto, pero son imprescindibles para la fecundación de los algarrobos hembra. 

  Su floración tardía, en pleno verano, apunta a que sus ancestros quizás nacieran bajo un clima subtropical, como el que hubo antes de las glaciaciones. Es el caso, como ya vimos, de la hiedra. Las abejas lo agradecen, pues por entonces la mayoría de flores melíferas ya se han agostado.“Sólo que la miel del algarrobo no es para paladares finos”, apostilla Font Quer.

Ceratonia siliqua de Otto Wilhelm Thomé (1885)

  Tronco bajo y corpulento como el pilar de un puente. Ramas horizontales tan gruesas como troncos; a algunas tienen que apuntalarlas para que no se abatan contra el suelo. Los agricultores, a los que no les interesa que el garrofero crezca mucho en altura para que alcance la caña con que lo varean, le podan la guía principal.

  Magnífico y esplendoroso en su complexión aérea, por un lado, rústico, por otro, y resistente a los suelos pobres y a las sequias tozudas. Pocos árboles son capaces de prosperar en las cárcavas secas y pedregosas donde el algarrobo atraviesa el subsuelo con el taladro de su gran raíz principal, muy profunda y ramificada, y se extiende decenas de metros alrededor con raíces superficiales como culebras gigantes. Gabriel Miró, el sutil observador del paisaje y del paisanaje levantinos, nos trasmite imágenes intensas: “… y los algarrobos sacando sus garras de raices de la besana, de los barbechos, de las laderas, caminan tercos y fuertes hasta el mar, y entre los peñascales se tienden rendidos calándose sobre los eternos confines azules. Algarrobos de médula encarnada y olorosa, que descuajan sus raíces corpulentas por los barrancos, dejando al aire las sogas y patas de su leña buscándose la vida. Un algarrobo, de abierto, de acuchillado tronco, anticipaba la noche bajo el encaje negro de su fronda misteriosa.”…”

Viejo algarrobo con un majestuoso tronco. Fuente: Autor

  Hojas grandes compuestas de 3 a 5 pares de hojuelas enfrentadas y sin ninguna en la punta. No caen en otoño. Siempre están verdes. Las hojuelas son tiesas y bastante más grandes que las de las carrascas a las que se parecen. Contorno entero y superficie plana frecuentemente ondulada o medio enrollada. Relucientes y de color verde oscuro por el haz, sin brillo y verdeclaras por el envés.

   Si las flores no responden a la pauta familiar, los frutos sí que delatan claramente la familia a la que pertenecen, porque se trata de legumbres como las de las habas y judías, verdes de jóvenes y de color chocolate casi negro cuando maduran. Una vaina que supera a veces el palmo.

   Se pasa un año hasta que el fruto llega a su punto de sazón, de tal manera que coinciden en el árbol los frutos verdes   de la temporada y los maduros del año anterior. En Mallorca lo versifican en una redondilla que suena a trabalenguas:“bon arbre és es garrover / que té garroves tot l´any, / que cuan cullen ses d´enguany / ja té ses de l´any qui ve”. (2)

Legumbres del algarrobo. Fuente: Autor

   El algarrobo siempre se ha plantado por su legumbre forrajera, grande, carnosa y muy nutritiva.  El botánico José Quer lo destaca: “Éste árbol se cultiva copiosamente en muchos terrenos de España, como en la Marina de Cataluña, Valencia, Murcia y Andalucía. Es tanta la cosecha que recogen del fruto, que es la cebada de aquellas Provincias para mantener caballos y mulas de labor, particularmente en Valencia.”

  Las garrofas, como las bellotas, despreciadas habitualmente para consumo humano, fueron un recurso de supervivencia durante las hambrunas. Ya lo decía el agrónomo andalusí Al Awan: “La algarroba se come [solamente], dice Abu-el-Hazen, en tiempos calamitosos”.  En los de Al-Ándalus y en cualquier otro, como en los de nuestra posguerra. El Hijo Pródigo del Evangelio seria el arquetipo del hambriento extremo al que hasta el pienso de los cerdos le está vedado: “Deseaba llenar su estómago de las algarrobas que comían los puercos, y no le era dado”. (Lucas, 15,16)

  Tras la guerra de 1936 no sólo se cocía pan o se tostaban gachas con la harina de garrofa, se elaboraba un chocolate y un café que dejaban mucho que desear.  Y la pulpa desmenuzada se mezclaba con el  escaso tabaco para completar el cigarro.

Viejo algarrobo en un pinar de repoblación. Fuente: Autor

Pero los tiempos cambian. Y, a veces, se aprende del pasado. La tecnología y el conocimiento dietético actuales han sabido sacar riqueza de la pobreza. Con la pulpa de la garrofa se elaboran y comercializan hoy saludables sucedáneos de chocolate y café, licores destilados, harina sin gluten para repostería y alimentación. Y las simientes, que tradicionalmente se desechaban por indigestas, pues tal como entraban en el tracto digestivo del animal así salían, hoy en día se valoran más que el resto del fruto. De ellas se obtiene un excelente espesante natural, el E-410. Lo encontramos en muchos alimentos y golosinas, como en los helados o en los quesos. Y también de las semillas se derivan productos farmacéuticos, como laxantes o dentífricos, productos cosméticos y otros destinados a la industria textil o química.

 Los plantíos de garrofero fueron ampliados por los musulmanes que le dieron nombre. Según Corominas, tanto algarroba como garrofa vienen del árabe “al harruba”, referida a la veza o arveja, Vicia sativa y a la vaina de cualquier legumbre, como la del algarrobo.

  Los joyeros árabes usaban como medida fina de peso las semillas. Se dieron cuenta de que todas eran homogéneas y pesaban lo mismo. Un quilate, una semilla. Cinco semillas secas pesarían 1 gramo. Las usaban en joyería y también en botica para los medicamentos (3).

Nuevo cultivo de algarrobos. Fuente: Autor

  El término municipal de Gestalgar está poblado de algarrobos. Después de unos años de retroceso en los que se arrancaban por improductivos, hoy ha cambiado la tendencia.  El calentamiento global marca un camino de prosperidad a estas plantas que soportan altas temperaturas y grandes sequedades. Su cultivo está aumentando actualmente. Y se está introduciendo en otros países. Si además se le instala riego de apoyo por goteo, como se está haciendo en Gestalgar, los beneficios se multiplican. No sólo se obtiene de él provecho económico. El algarrobo ofrece refugio a la fauna autóctona, lucha contra la erosión en terrenos áridos y degradados, aporta un elemento imprescindible a la idiosincrasia del paisaje levantino.

  Los algarrobos jóvenes son de corteza lisa y limpia. Los viejos llegan a ser obras de arte. Sus troncos corpulentos y tortuosos, a veces como sogas descomunales retorcidas sobre sí mismas, con rendijas, huecos, perforaciones. Troncos esculpidos por la mano caprichosa de los siglos y los vientos. El algarrobo valenciano, querencioso del mar, junto con las sabinas albares de las altas y frías parameras de Soria, Teruel  y Cuenca, quizás sean los árboles ibéricos que ofrecen troncos más espectaculares y variados. Especies propicias para la monumentalidad, enraizadas en los extremos climáticos. En Gestalgar se encuentran por todas partes ejemplares sorprendentes.

Sombra de algarrobo con Gestalgar al fondo. Fuente: Autor

  Hay quien se piensa que el garrofón, ingrediente imprescindible de la paella valenciana, es lo mismo que la garrofa.  Este error no lo comete, desde luego, ningún valenciano. Aunque la etimología sea la misma, el garrofón es una variedad de judía grande, blanca y plana (4).

   El algarrobo salvaje se enfosca entre el espeso matorral de coscojas, jaras y lentiscos, se enrisca y trepa por las torrenteras calcáreas, amenaza con precipitarse al vacío desde una peña de la solana. El algarrobo domesticado y dócil se siente amado por los hombres, y, agradecido,  les regala sus frutos en los campos arados. Y en los patios, jardines y a la puerta de sus casas los acompaña y los acaricia con una de las sombras más excelentes del Mediterráneo.

(1) “El garrofer vol veure la mar”, “el algarrobo quiere ver el mar”es un frase del acerbo popular usada con frecuencia en Cataluña, Valencia y Mallorca  y  que Font Quer recoge de su tierra.

(2) “Buen árbol es el algarrobo / que tiene algarrobas todo el año / que cuando coges las de este año / ya tiene las del año que viene”.

(3) Quilate procede del árabe quirat  que a su vez procede del griego kerátion “cuernecillo” o vaina del algarrobo (Ceratonia siliqua).  Kéras o Céras es cuerno en griego. De ahí procede Ceratonia, el arbol de los frutos como cuernos,  y rinoceronte, el animal que tiene un cuerno por nariz, rhinokéros (Rhino = nariz). El quilate de 0,2 g queda restringido actualmente al comercio de diamantes pues el quilate de oro no responde al peso, sino a la proporción de su pureza. El oro puro es de 24 quilates, el máximo. Si es de 12 quilates sólo la mitad es oro y de 18 tres cuartos serían oro y el resto otros metales.

(4) Un ingrediente imprescindible de la paella valencia son los garrofones. Son las semillas de Phaseolus lunatus una variedad de judía blanca grande y plana. La judía normal es Phaseolus vulgaris. Ambas son hermanas del algarrobo, a pesar de que ellas sean hierbas y éste un árbol frondoso.

Algarrobo con La Andenia al fondo. Fuente: Autor

BIBLIOGRAFÍA:

  • Flora Ibérica. Plantas vasculares de la Península Ibérica e islas  Baleares. Real Jardín Botánico, CSIC. Madrid, 2017.
  • Fuentes de la constancia. Juan Gil Albert.Poesía (Carmina manu trementi ducere) 1961. Cátedra Letras Hispánicas  Madrid 1984.. Poema: Alicante.
  • Años y leguas. Gabriel Miró. BBS Biblioteca Básica Salvat. Salvat Editores S.A. 1982.
  • Flora Española o historia de las plantas que se crían en España. José Quer Martínez. 6 Tomos. Madrid. 1784. Biblioteca Digital RJB CSIC.
  • Los bosques ibéricos. Una interpretación geobotánica. VVAA. Ed. Planeta 1998.
  • El Libro de Agricultura  de Al Awam. Volumen I y II. Junta de Andalucía. El arado y la red. Edición y notas de José Ignacio Cubero Salmerón sobre la traducción de José Bantqueri.
  • Agricultura General de Gabriel Alonso de Herrera. Adicionada por la Real Sociedad Económica Matritense. Imprenta Real Madrid. Tomo I y II 1818,  tomo III y IV 1819.
  • Diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Corominas. Ed. Gredos. Madrid, 1980.
  • La guia de INCAFO de los árboles y arbustos  de la Península  Ibérica. Ginés López González. Madrid, 1982.
  • Plantas medicinales (El Dioscórides renovado). Pio Font Quer. Editorial Labor,S.A. Barcelona, 1985.
  • Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del reino de Valencia.  Antonio José Cavanilles. Imprenta Real. Madrid, tomo I 1795, tomo II 1797.
  • Refranero general ideológico español. Luis Martínez Kleiser. Ed. Hernando. Edición facsímil. Madrid. 1989.
  • https://www.revistaagricultura.com/Noticias/Noticia/8951/el-algarrobo-de-cultivo-tradicional-a-regadio-intensivo
  • Cultivo del algarrobo. Juan Tous Martí. Hojas divulgadoras. Núm. 10/84 HD. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
  • El algarrobo. Juan Tous Martí y Josep M. Franquet Bernis. Onada Edicions. 2024.
  • Sagrada Biblia. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, MCMLXX.

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