Cabalgando por el campo avanzaban dos amigos, el uno “rollizo y colorao”, el otro “cansino y espigao”. Atrás quedaron las huertas de “Jacinto”, “Los Roscaos”, “Los Álvaro” … y, desde el cruce del kilómetro seis, ni una hospitalaria venta apareció. Vastos terrenos a derecha e izquierda del camino encontraban, tras una legua desde la última, bellísima y colgada localidad. De repente, Juancho deshizo el silencio:
- Muchos campesinos por aquí hallo, de los de la Cuba y Clemente serán vasallos.
- Déjate de cubas y vamos hacia delante, que de licores anoche ya tuve bastante.
- Mi señor, Picatoste; noches de desenfreno, hacen mañanas peores que el veneno.
- ¡Vive Dios! Juancho que, con esta embriaguez, me engaña la vista y me falta sensatez.
- Raro me es que no os reviente la testa, si de media arroba de resoli se compuso vuestra última gesta.
- Como me decía padre, ¡no pares de beber Picatoste, cuando la bebida no tenga coste!
- No es por intolerancia, pero le recuerdo que la escasez es virtud, y lo suyo, ansia.
- Inquietud siento en mí, la vejiga me avisa… ¡Paremos! que tengo que evacuar aprisa.
Descabalgó Don Picatoste de su caballo y, se acercó a una higuera cercana, y levantándose lentamente su sayo, de repente, palideció su cara. Un gigante creyó ver en la montaña, ciertamente, de la peor calaña.
- Juancho, ayúdame, me enervo; que yo ya tuve bastante con el de Mota del Cuervo.
- No empiece de nuevo, señor; que la cabeza me dejó como un tambor.
- Huyamos corriendo Juancho Panza, que de estos no hay en La Almarcha.
- Menudo andante caballero, de sus cualidades sólo le queda altanero.
Molinos de Papel, cariñosamente conocido como “El Molino”, es una localidad perteneciente al municipio de Palomera, que cuenta en 2017 con 45 habitantes según el INE.
Aparece en el diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (1845-1850) con la siguiente definición: “Fábrica de papel y caserío, en la provincia, partido judicial y término jurisdiccional de Cuenca”.
El origen de Molinos de Papel resulta de la construcción en 1613 del primer molino, obra del genovés Juan Otonel. Para su asentamiento, se requerían zonas fluviales en las que la pulcritud del agua, su caudal y velocidad fueran muy específicos. Lo cual, unido a la calidad que aportan al proceso las aguas calcáreas hicieron que las cercanías al pueblo de Palomera se convirtieran en un sitio idóneo para tal fin. Una placa de 1997 en Molinos de Papel nos recuerda una frase del economista Eugenio Larruga (1787-1800)“Desde 1613, Molinos de Papel tiene el privilegio de ser considerado el primer centro productor de papel fino que se estableció en España, extendiéndose desde él este tipo de manufactura al resto del país”. Posteriormente, la construcción de más molinos y la llegada de trabajadores para los mismos originaría el pueblo como tal.
Estos molinos fueron duramente rechazados por los alcaldes de la Mesta que alegaban que debían ser eliminados por encontrarse en el paso de los ganados. Viendo el problema que sobrevolaba sobre estas edificaciones, y para evitar que fuera a mayores, en 1638 se aprobó una Real Cédula (del 23 de febrero) que ordenaba a estos díscolos a deponer su actitud. Posteriormente, a los molinos del Huécar y por la Real Cábala del 5 de junio de 1639, se le otorga el derecho exclusivo de comercio de papel en Cuenca y territorios anejos (16 leguas a la redonda) y el derecho a todo el trapo producido en esta área.
En 1642, y para corroborar el apoyo de todos los organismos a la industria del papel, Felipe IV visita esta aldea, hecho recogido en una placa: “El Rey D. Felipe IV, nuestro señor, estuvo en esta casa con sus grandes en 7 de junio de 1642”.
Durante el siglo XVIII parece que la industria papelera de la zona se desarrollaba con bastante éxito, pero fue reduciéndose paulatinamente hasta la desaparición en el siglo XX.
Los materiales que utilizaban para la fabricación del papel de tina son:
- Agua: indispensable, pues fermenta el trapo y diluye la pasta en la tina.
- Trapo y tejidos vegetales, desechos de ropas… Se fermentaban y trituraban para preparar la pasta de papel
- Cola: da consistencia al papel por la presencia de colágeno (fabricada con pezuñas, cueros y huesos)
El proceso llevado a cabo era el siguiente:
Inicialmente se seleccionan los trapos en función del tipo de papel que se desea obtener (papel fino, común y estraza), introduciéndolos en el torno (o diablo), que lo centrifuga para eliminar el material no deseado. Posteriormente, se desguinza para desmenuzar el material y se lleva a fermentar en el pudridor. El triturado mediante morteros o pilas (recipientes de piedra con mazos) origina la pasta de papel. Tras este punto, la pasta se lleva a la tina, en la que el “ponedor”, mediante el molde, da forma a la estructura final del papel. El molde está formado por el marco, los fustes (hacen de tamiz, el agua pasaría por él constituyendo el cernido, y la pasta húmeda quedaría en la superficie como rechazo), la cubierta (hace que la pasta no se desparrame por los laterales) y la filigrana (dibujo distintivo o marca del papelero). Tras ello se intercalan las “protohojas” entre sayales (paños que se colocan entre las hojas de papel húmedas para evitar que se peguen) y se lleva a prensado (facilita la salida de agua). Posteriormente se leva (se separan uno a uno los pliegos) y se seca en el espito (estructura sobre la que se tiende el papel).
Tras esto, se produce el encolado en el mojador y se lleva a un segundo prensado para extraer la cola sobrante. Nuevamente se vuelven a secar los pliegos para volver a prensarlos por tercera vez (y así, darles su aspecto final). Por medio del satinado, los pliegos eran golpeados por el mazo para obtener una superficie lisa y brillante.
En el siglo XIX comienza su declive hasta la completa desaparición de los molinos coincidiendo con el final del siglo. Los pocos obreros que quedaban perdieron sus empleos, pero se quedaron trabajando las huertas y comprando ganado y, poco a poco, acabaron siendo los propietarios de las tierras, haciéndose famosos en Cuenca los productos hortelanos que vendían.
Más allá de su origen, la historia de Molinos de Papel está fuertemente ligada a los señores de la Cuba y Clemente, familia noble afincada en Cuenca en el siglo XIX. Descendente del linaje de los Salonarde y los Aróstegui. José Clemente de Aróstegui, procedente de Villanueva de la Jara, por poner un ejemplo, fue prelado doméstico del papa Benedicto XIV, auditor de la Rota romana y embajador interino de España en la Santa Sede. Debido a la descendencia femenina, esta línea sucesoria se acabaría denominando Cuba.
La familia tuvo un contacto estrecho con la ganadería, siendo una de las mayores productoras de lana a nivel provincial y que, muy inteligentemente, supo enlazar con la industria del papel. En 1786, Joseph Clemente de Aróstegui (capellán mayor y canónigo de la catedral) construyó un molino a orillas del Huécar, que estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo XIX.
El linaje familiar, y con él todas las posesiones ligadas -tierras y edificios de la aldea- llegan hasta doña Gregoria de la Cuba y Clemente. Reconocimiento especial en la historia de Molinos de Papel se le debe a esta mujer que, a pesar de vivir en Cuenca, consiguió dar un impulso notable a su desarrollo con la creación de una fundación benéfica. Dª Gregoria dejó claro a sus albaceas en su testamento que todo su dinero (no tuvo descendientes) se debía utilizar para la creación de dicha fundación cuyos fines eran, entre otros, construir una iglesia, una escuela para los niños de Molinos de Papel, costear carreras importantes para hijos del pueblo, ofrecer donaciones y pensiones caritativas, socorrer a los jornaleros del pueblo, etc.
Por lo que conocemos hoy en día, doña Gregoria fue una dama humanista avanzada a su tiempo, caracterizada por el amor que profesaba a los necesitados. De su altruismo nació la escuela de Molinos de Papel (1903), en la que aún se encuentran los mapas sobre los que los niños aprendían, de una forma muy didáctica, las materias de geografía e historia. El primero muestra el relieve de la Península Ibérica, en el que se estudiaban los ríos y montañas. El segundo es un testigo de historia sagrada que, empezando por el triángulo y ojo de Dios, narraba la misma pasando por Túbal, quien fue, según ésta, el antecesor de los Íberos de Iberia. Lamentablemente, y con independencia del tiempo recorrido, ambos se encuentran en un estado de abandono imperdonable. Entre su labor benéfica, también podemos señalar su apoyo económico a jóvenes artistas y el arrendamiento simbólico de sus posesiones a campesinos humildes.
El panteón de los marqueses de la Cuba y Clemente es una prueba del poder económico de esta familia en el siglo XIX. Fue mandado construir por doña Gregoria para que sirviera de sepulcro familiar. Es un edificio de estilo neogótico, con nueve capillas menores, siendo los pies del altar mayor, el lugar donde descansa el cuerpo de doña Gregoria.
En el panteón encontramos el lienzo de la Virgen del Trapo, patrona de Molinos de Papel. Representa el rostro de la virgen. Según la leyenda, en el siglo XVI, en una partida de trapos destinada a la fabricación de papel, la mesa de esquinzar (encargada de desmenuzar con cuchillas los trapos), que estaba funcionando con absoluta normalidad, de repente, y sin explicación alguna, dejó de funcionar. El artesano, no encontrando explicación alguna a este hecho, y tras corroborar que todo estaba en perfecto estado, encontró un trapo en el cajón de esquinzar.
Al desatascar esta máquina, el papelero se percató de que el trapo que no sufrió daño alguno, contenía el rostro de la Virgen y, viendo en esto un acto divino, se veneró tomando el nombre de “Virgen del trapo”.
Son muy interesantes las cosas que nos contáis sobre nuestra ciudad y provincia, y que mucha gente desconoce.
Por favor, seguir ilustrandonos con todas estas cosas de nuestra ciudad y provincia.
Gracias.
Me gustaría saber qué es esa edificación cilíndrica que hay en lo alto del pueblo de Molinos, un palomar, un depósito.. Muchas gracias.