No podíamos comenzar esta sección sin hacer una mención especial a nuestro amigo Luis Fernández, redoblante de Dulzaineros de Cuenca y de tantos grupos que solicitaron su siempre dispuesta colaboración y que, tristemente, nos dejó a causa del coronavirus. Vaya en su recuerdo estas líneas y la gratitud de tantos que tuvimos la suerte de conocerle. Hasta siempre amigo.
La provincia de Cuenca es una de las más grandes de España, concretamente la quinta, con 238 municipios que la colocan en la décima posición. Pero quiso el destino que este artículo, y nuestro reconocimiento, fuera dedicado para una persona nacida en la céntrica plaza del 2 de mayo de Madrid, Javier Vacas Santorum.
Javier comenzó a estudiar el folclore y las tradiciones en la Sección Femenina a los doce años, la cual era una organización creada en 1934 que dictaminaba cómo debía comportarse una mujer, expectativas de la misma, disciplina que debía guardar, etc. Con el paso de los años, se incluyeron hombres que Javier, a modo de chascarrillo los denomina “La sección masculina de la sección femenina”.
En esta agrupación, nuestro personaje basaba su baile en dos estilos: Paleto (los bailes típicos del pueblo) y Goyesco (los bailes tradicionales de alta cuna que, todo indica que eran copias estilizadas del baile Paleto).
Javier conoció a su esposa Teresa Burgos en Madrid. Original de Villares del Saz y, como tantos alrededor de Javier, pronto se vio envuelta en este mundo. Ambos, agotados del modo de vida de Madrid, decidieron emigrar a tierras más tranquilas y llegaron a Cuenca.
En sus palabras, “Cuenca era una tierra virgen que estaba por explorar, descubrir y estudiar” en el mundo tradicional, “con una ingente riqueza por albergar tres comarcas muy dispares”.
Al llegar a nuestra ciudad, se involucró con Inés, su hija, en el grupo “Virgen de la Luz”, que tomó el relevo tradicional conquense de la ya extinta Sección Femenina, donde coincidió con Enrique Buendía, junto a quién, posteriormente, le uniría una vida de proyectos en el grupo Voces y Esparto.
El grupo Virgen de la Luz, aunque realizó una gran labor para el mantenimiento de la cultura provincial, se veía insuficiente para estos dos amigos que creían que la tradición había que recopilarla, escribirla, mantenerla y enseñarla. La ambición por el estudio de las tradiciones, y el poco interés por parte de ciertos sectores, desembocó en la fundación en 1992 de la “Asociación Cultural Olcades” en la que se encuentra el grupo Voces y Esparto.
En este punto, la labor de Enrique Buendía fue esencial. Podríamos decir que tiene el mejor y más extenso archivo de nuestras costumbres. Es difícil visitar un pueblo y no encontrarle con su cámara de fotos y grabadora documentando todas las fiestas de la provincia. Por lo que, material para despegar, había de sobra.

El modus operandi era el siguiente. Inicialmente se elegía el tema a interpretar, tras lo que Enrique, en el tema musical, procedía a grabar todas las melodías de los instrumentos con su bandurria, que eran entregadas a los músicos para su estudio. Por otra parte, Javier se encargaba de dirigir y ensayar la sección de baile, haciendo que los engranajes giraran al compás. Tiempo después, Javier también tomaría funciones de dirección de la sección de voces e instrumentos.
Recuerda en este punto la gran afluencia de gente que había en el grupo, especialmente joven, que veían una vía de escape en Voces y Esparto: “Niños de 12 años con su bandurria, laúd y bailes que sacaban la actuación adelante, para, posteriormente, tener que estar pendiente de si comían o no”, comenta entre risas, “que todavía me ven por la calle y me llaman Padre”. Veranos de 30-40 actuaciones, señala, en las que todos los integrantes estaban completamente involucrados.
Querían evitar la monotonía del resto de grupos folclóricos, en la que se sitúan los músicos en hilera, todos en pie, en la parte de atrás del escenario; y el grupo de baile en primer plano, todos vestidos de la misma manera, con los mismos peinados y en actitud de concierto (todo lo contrario a lo que se estaba representando). Es por ello que la idea que llevaron a la práctica fue la representación de la fiesta real de un pueblo.
El escenario es la plaza del pueblo, en la que se encontraban dos mesas al fondo a modo de taberna (donde se encuentran los músicos). La tabernera, que también cumplía funciones de danzante, daba de beber y comer a los sedientos intérpretes. Por otra parte, se hacía distinción en función del traje que cada uno tuviera asignado sobre dónde situarse, y cómo comportarse. Los campesinos humildes se encontraban en las mantas con el botijo, mientras que los adinerados estaban en la taberna. Por otra parte, los niños, se dedicaban a jugar a la comba, u otros juegos tradicionales. Mientras, una pareja paseaba por donde les placía… al fin y al cabo, es la plaza del pueblo.
De repente la música empezaba a sonar, y la gente dejaba lo que estuviera haciendo para acudir al centro de la plaza a comenzar la danza.
Resulta curioso ver la evolución en los diferentes roles que desempeñó Javier en el grupo, inicialmente como danzante, pero con una chaqueta muy liviana, ya que posteriormente pasó a la sección de musical siendo también cantante, guitarrista (en las coplas de ciego) así como dulzainero.
Posteriormente, crearon el grupo Miriñaque, otro pilar de la asociación cuyo propósito era recopilar, documentar y reproducir los ropajes antiguos que se iban encontrando en los pueblos. La labor de este grupo, que en otras regiones ha sido minusvalorada, ha conseguido la conservación de un gran archivo de prendas típicas de las diferentes regiones. Asimismo, también velaban por caracterizar el momento histórico, evitando la presencia de objetos extraños como relojes modernos, piercings, disimular la presencia de tatuajes… y así involucrar y contextualizar al espectador.
Como labor de difusión, más tarde crearon “Las escuelas”, donde enseñaban y promulgaban las tres disciplinas básicas del grupo: bailes, instrumentos y dulzainas.
Por otra parte, diseñaron los eventos de “La muestra de folclore” y “La noche de ronda”. La muestra tenía la finalidad de enseñar a los paisanos el trabajo del grupo durante el año. La noche de Ronda iba encaminada a ir rondando por las calles a las mozas durante el mes de mayo, con músicas tradicionales de este mes. Dos festivales en los que, además de participar, invitaban a la ciudad a grupos folclóricos de nuestra provincia, y de toda España.
Fernando Martínez Carrión, amigo de Javier, tocaba la dulzaina en “Dulzaineros de Cuenca”, sección integrada dentro del taller de teatro “Lebota”. Javier quedó prendado de la sonoridad de aquel instrumento (hasta ese momento desconocido para él) de tal manera que Fernando sintió la obligación de formarle, y con ello, modeló a uno de los mejores intérpretes de la provincia. Posteriormente, Javier junto a Luis Fernández, Teresa Burgos y Pablo Roldán se integrarían como grupo en la “Asociación Cultural Olcades” como “Dulzaineros del Voces y Esparto”.
Los inicios de este grupo se desarrollaron de una manera muy casual, ya que el grupo Voces y Esparto, antes de las actuaciones, se vestía con su indumentaria en algún local cercano al escenario de la actuación, de tal manera que los dulzaineros aprovechaban “la procesión” de ida al lugar de actuación para interpretar pasacalles y amenizar a las gentes. El sonido de sus dulzainas pronto se haría famoso, siendo los pueblos quienes solicitaran actuaciones de dulzainas únicamente, momento en el que los cuatro fundaron el nuevo grupo de “Dulzaineros de Cuenca” (una vez que el de Lebota desapareció, y bajo su consentimiento) en el año 1995.
Desde entonces comenzó una labor intensa de recuperación de danzas, pasacalles, paloteos, jotas y demás canciones tradicionales. Cientos de pueblos recorridos y un sinfín de historias.
Anualmente, con el esfuerzo organizativo de Javier, que ejerce como maestro de ceremonias, el grupo “Dulzaineros de Cuenca” realiza un “Encuentro de dulzaineros, gaiteros, piteros y redoblantes” cuya finalidad no es solo la promoción de nuestras músicas, sino el reconocimiento de nuestros abuelos dulzaineros. A este acto acuden invitados varios grupos de Cuenca y Castilla–La Mancha que, comenzando desde la Plaza Mayor, siguen con sus músicas un recorrido establecido. Por otra parte, Javier realiza una incansable labor de investigación para encontrar dulzaineros y redoblantes ancianos de nuestra provincia, que han dedicado su vida a ir por los pueblos amenizando las fiestas y que, en algunos casos, por su vejez, no ejercen o no lo hacen tanto como les gustaría. A todos ellos se les rinde homenaje, reciben un obsequio y el reconocimiento de todos aquellos que se suman a esta cita.
En 2006 recibieron honores aquellos dulzaineros mayores de 60 años y se les gratificó con un pin de oro de una dulzaina.
Cuando a Javier le notifican la muerte de un dulzainero, Dulzaineros de Cuenca les honra con una placa-homenaje en la casa de la cultura de su pueblo, por ejemplo, al pitero Claudino de El Herrumblar.

Actualmente, entre sus múltiples actuaciones por nuestra geografía, destaca su presencia como dulzainero en las fiestas del “Santo Niño” de Valera, las de “Moros y cristianos” de Valverde del Júcar.
En cuanto al futuro del mundo de la tradición. Como él indica, “el problema es que los ancianos que podrían recordarlas ya están muy mayores, y las músicas, bailes y letras se les han olvidado”, por otra parte, lo ya recopilado se está volviendo a perder ya que “muchos grupos se encuentran en la corriente de desvirtuar lo encontrado, haciendo versiones de temas tradicionales que poco o nada tienen que ver con lo que se encontró. Modificando armonías, partes de la melodía, inventando múltiples voces…”. Recuerda, por ejemplo, un grupo de dulzaineros muy amigo, que en una de las reuniones le dijeron: “Javier, nuestra música ha cambiado y ahora tocamos música de charanga. Ya no tocamos música tradicional, porque no vende”.
Por otra parte, cree que la gente joven no tiene el interés de antaño por el mantenimiento de las tradiciones. Se puede ver alguna excepción, pero es la norma general. “Para recuperar la tradición, inicialmente hay que estudiar, aprender, indagar… y no veo que los jóvenes de ahora tengan esa inquietud. Entre otras cosas porque la sociedad está demasiado embebida en las nuevas tecnologías y en la cultura de “que me den todo solucionado y en este momento”.
Y por eso, ahora más que nunca, nuestra provincia necesita gente comprometida con nuestras raíces, para conservar el río de nuestra tradición, engrosando sus aguas y que, como Javier, deje su huella en nuestras raíces como un “Arroyo del Huécar”.
Me hace mucha ilusión ver que el trabajo de los animadores (almas, al fin y al cabo) de la cultura de una población tan encantadora y llena de belleza, a la vez tan emblemática y de ensueño, y de tantos recuerdos para mí, recoge por fin el trabajo de las personas que se han dedicado a “sembrarla” de cultura. Claro que, en este caso se trata más bien de “cosechar” lo que nos dejaron nuestros antepasados, como bien dice la canción de presentación del grupo. La siembra tuvo unos resultados en distintos momentos de la historia de estos personajes, y más concretamente en la historia de Javier Vacas, y su “chepa”, Enrique Buendia. Inseparables durante mucho tiempo, hoy separados por los mismos motivos por los que se unieron. Y continuando cada uno con su labor por separado, están haciendo lo posible y no posible por estar ahí, recogiendo y ofreciendo. Mis muchas gracias por nombrarme, ya que todos tenemos un hueco en este discurso. Mi aportación tuvo sus límites. Se acabó y ya. Dejé una huella, como la dejaron los Dinosaurios (no tan grande, claro). Lo cual, aunque es de agradecer para algunos, para mí es un recuerdo imborrable. Se han hecho muchas cosas en este grupo VOCES Y ESPARTO, como también se hicieron en su día con los DULZAINEROS DE CUENCA.
Pero como dice el anuncio de la Mutua, “¿Y ahora qué?”. Supongo que en el devenir de los ciclos de la vida, el grupo volverá a resurgir con gente renovada, y los dulzaineros tendrán que hacer (en este caso Javier) lo que hice en su momento, dar paso a otros.
No quiero seguir metiendo rollos, que sabemos que son eso “rollos” , “papiros” historicos.
Quiero dar la bienvenida a esta web que significa un principio histórico. Y por supuesto, agradecer mi mención. Pero si re todo, que se le haya h echo honor a quien tanto se lo ha currado por una provincia que le adoptó: JAVIER VACAS (sin dejar atrás a su mujer y su hija que mucho le ayudaron).
Y ahora toca dar el paso siguiente: ENRIQUE BUENDIA (o no?)
Quiero dar las gracias a la revista Los ojos del Júcar por haber dedicado un número, a mi vida dedicada a las tradiciones de la provincia de Cuenca.
Soy madrileño y fui adoptado por la ciudad de Cuenca y cautivado por sus encantos y por sus muchas tradiciones pendientes de descubrir.
Estoy orgulloso de haber dedicado parte de mi vida con mi amigo Enrique Buendia a procurar que las tradiciones de esta gran provincia no se perdieran.
También nunca olvidaré a mi amigo Fernando por haberme metido y enseñado en este maravilloso mundo de la dulzaina por el que tanto estoy haciendo y disfrutando.
Solo espero que el tiempo me permita salir de este inmenso bache en el que me encuentro sumido por la perdida de mi gran amigo y redoblante Luis Fernandez del que tan hondo recuerdo guardo después de más de treinta años de convivencia.
Muchas gracias.
Javier Vacas.