Uno camina por la carretera que nos lleva de Cuenca a Tarancón y después de descender Cabrejas, los restos de un torreón circular sobre una loma, al lado de una iglesia recia, nos indica una localidad, no muy grande pero sí muy compacta en caserío. Al fondo, casi a lo lejos y entre neblinas, la imagen de las columnas del trasvase se ha hecho ya demasiado común para el pasajero y no advierte novedad.
¡Es el molino de Alcázar! nos informa el conductor del vehículo. Por cierto, molino, así queda declarado en las manifestaciones que el profesor Julián Alonso ya diera en su estudio molinero.
Ahora, los estudios de Ares Arqueología nos han desvelado cuestiones arquitectónicas y cronológicas muy interesantes que sacarán a la luz para la información de todos los interesados.
Su posible origen
Pero soy historiador y no me convence esa nota. Realmente pudo y debió de ser molino, pero seguro que la duda viene de antaño porque Alcázar tiene vetusto y bello nombre de guerra, por lo menos de épocas turbulentas, quizás de moros y cristianos cuando en la Reconquista así lo hubiera.
Estoy seguro, analizando la cantidad de huella histórica que el término de Alcázar mantiene, que por aquí hubo poblados del Bronce, sobre todo, romanización y en eso de cruce de caminos, con vía al uso, entre las Charcas del Villar y la laguna de las Yeguas, pues esa Vía IB 3 procedente de Segóbriga nos pudo reconducir a Huete, pues en esta zona, el comercio del lapis specularis y otros ricos productos de esparto y minerales fue demasiado importante para no explotarlo. Ahí están sus importantes yacimientos de Arbolete y la Ballestera, donde la huella romana queda perfectamente plasmada.
Edad Media y Moderna
Lo cierto es que este lugar se repuebla en el siglo XIII, después de reconquistar los territorios al dominio musulmán. Pertenece al alfoz de Huete del que dependerá durante mucho tiempo, hasta que en el siglo XVI deja de llamarse Alcázar de Huete para llamarse del Rey, significación segura de su dependencia real costeada por buena cantidad de dinero.
En el Censo Real de Castilla del siglo XV cuenta con 310 vecinos, de los cuales 302 son pecheros, 5 son hidalgos y los 3 restantes, clérigos.
En 1569, el 11 de septiembre se presentó el Visitador del Obispado de Cuenca y afirmó que había viviendo unos 300 vecinos. Afirmaba que la iglesia era de mampostería en sus paredes y que la capilla delantera es antigua y “no está en proporción de lo que se ha hecho de nuevo y además aún no está encalada ni tiene tribuna”.
Tiene tres naves y el techo es de madera, tiene buena torre, dos altares, el retblo pequeño y emprestado. La advocación es a Santo Domingo y hay cinco calices de plata, custodia, crismeras, cruz, relicario e incensario de plata. Hay dos ternos blancos y han encargado hacer unas casullas que conviene se parezcan a las que ya tienen.
Hay dos Beneficios curados, uno del licenciado Guijarro, natural de Casrrascosa del Campo y el otro, el licenciado Muñoz natural de Villaescusa, aunque ambos residen en Alcázar del Rey. Valen trescientos ducados, En la localidad hay tres clérigos que son Juan Sanchez, Gregorio Martínez Sánchez y Gregorio Martínez.
En 1587 este lugar, junto a su despoblado Arbolete cuenta con iglesia parroquial y pila bautismal para las dos poblaciones dependiendo de la mayordomía de Huete y con una feligresía de 350 vecinos.
Que su nombre proviene de una torre o pequeña fortaleza, seguro, situada a mitad de camino de los dos grandes núcleos históricos: Huete y Uclés. A eso, en tiempos medievales le llamarán Medianedo. Luego, territorio bien regado con agua en abundancia, así atestiguado por la fuente de Prado del Ojo o por los numerosos pozos y fuentes del lugar poblado, Pozo del Concejo, charcas del término jurisdiccional y pequeñas acequias que ya usaban en el XVII los ganados trashumantes por la Vereda de ganados a Soria, atravesando el Quejigar, Sierra Mesada y Coto Carnicero, ricos y buenos pastos. Todo esto fue del marqués de Ariza y así lo explotó, al igual que su Casa de Paredes y todo el amplio término que le configura. Luego diera el molino con su paraje a Juan Tom porque así figura, pero todo ocupó parte de su amplio título de nobleza y, ahora, es la reseña del lugar cuando se llega.
Lo cierto es que su bastión lo marca su iglesia, vetusta, en tiempos con traza de fortaleza por su inmensa figura. Dedicada a Santo Domingo de Silos y en tiempos, rodeada de ermitas, la de la virgen del Carmen y la de la Virgen de la Portería como reales y las que en el libro de Visitas se citaran como San Sebastián, la Magdalena, San Juan, Niño Jesús, Santa Ana y Concepción, todas ellas ya desparecidas.
Pero la iglesia –de corte renacentista con importante portada de sillería, arco de medio punto, contrafuertes y buen tejado- es demasiado sólida en arquitectura, tanto, que le hace ser referente principal. Su torre almenada le define su carácter defensivo que diera parte de su bonito nombre. Sus portadas, sus bóvedas, sus contrafuertes, sus ventanales y sus naves.
Época Contemporánea
En el Catastro del marqués de la Ensenada, en el año 1752, Alcázar del Rey tiene su mayor hacendado en don Juan Antonio García. Su censo pertenece al partido de Huete y que cuenta con 33 vecinos pecheros, 42 jornaleros que también pechan y 2 viudas. Total, unos 8º vecinos. Cuenta con 7 eclesiásticos, es villa de Realengo y ha pertenecido siempre a la provincia y diócesis de Cuenca.
En esta localidad se tiene una gran devoción al Cristo de la Salud –según nos dice Braulio Huerta-, “su imagen, según la tradición, fue hallada por un obrero en el término de Paredes en el año de 1721 –según los documentos de la parroquial, habiendo concedido indulgencias el papa Inocencio III, desde donde se transportó a la parroquia de Alcázar. Conocido el hecho por los Señores de Paredes, trataron de recuperar la imagen y enviaron una carreta tirada por bueyes, los animales se negaron a caminar de vuelta, por lo que se estimó que el Santi Cristo quería quedarse en ese lugar de Alcázar del Rey. Allí se le veneró hasta el 1936 en que fue desgraciadamente destruido durante el conflicto”.
En el Censo de 1877 cuenta con 823 personas. En 1885 se dice que tiene maestro de escuela de niños y una maestra de niñas, dotados con unos ingresos de 781,25 pesetas anuales. Pertenece al partido judicial de Tarancón. En este mismo año, dice que son 824 habitantes, de los cuales uno ha tenido el cólera morbo, el cual ha fallecido.
En el Censo de 1940 esta población vuelve a aumentar hasta los 913 habitantes, contando los 897 de la villa, los 5 de la casilla Botija, los 5 de la Casilla de los Alcorcoles y los 6 del molino el Molinillo. En 1995 se reducirá a los 268 habitantes.
En el Censo del 2001 son 120 varones y 124 mujeres, de 244 en total.
Tradiciones
Este lugar que en vieja tradición recibiese el curioso nombre del “pueblo de la mielga” es puro en tradiciones pues las ramas de almendros en las ventanas en el domingo de Resurrección, las flores y pétalos en el Corpus Christi, las gachas dulces o puches en los difuntos, la corremerienda en julio y sobre todo sus fiestas más solemnes en agosto con el Cristo de la Salud hacen de fuerza de la costumbre, dejando si cabe, ese Cristo de las Injurias para mantener el espíritu de la historia en los domingos de mayo. Todo un Alcázar adornado del rey entre aguas, pastos, casas de pastores, veredas y su molino.
Entre sus hijos, destaca el ilustre Miguel Gómez Muñoz, nacido en septiembre de 1874 y que llegase a ser Profesor de Lógica y Ontología. Era sobrino del organista de la catedral Don Anastasio Muñoz, y se licenció en Teología habiendo demostrado una gran cualificación y renombre. En 1918 obtuvo el beneficio de don Trifón Beltrán de Marco en la Catedral de Cuenca y vivió en la calle de San Pedro, siendo profesor del Seminario San Julián.
Miguel Romero Saiz
Historiador y académico.
BIBLIOGRAFÍA
ROMERO SAIZ, Miguel. Cuenca, pueblo a pueblo.
MARCOS HUERTA, Braulio. Tierra de la provincia y obispado de Cuenca. Tomo I