- Semblanza
Por aquí hay mausoleo tardo-romano, dicen los libros y canta la huella.
Albendea es territorio alcarreño y de los buenos. Se encuentra al lado del Escabas, ese río ancestral que tanta historia ha corrido y que se retuerce con belleza y al Guadiela, el otro río, más moruno, molino de las Juntas donde se cruzan, luego el puente sereno, en cuya ribera derecha a contracorriente está ese paraje de Cueva Tomás, al lado de chorreras, cantuesos, pinos y juncos dorando al sol. Allí, hemos hecho meriendas de camaradería académica, conviviendo en el entorno de una naturaleza ensimismada y al pie de esa misteriosa cueva que ocupasen en tiempos pasados, fugitivos y ermitaños, aupados en su bondadosa calidad ambiental.
Por eso aún recuerdo aquel hecho que algunos vecinos citan, cuando Manuel Briones Cárdena, vecino de este lugar, comprase barca para transitar en el lugar que forma la presa del molino del Maestre y crease negocio.
Lo cierto es que Albendea es lugar ya de tiempos lejanos. Fue, sin duda, la época romana donde asentase historia no sin antes, valorar su Cerro del Castillo para recomponer eso de tierra de celtíberos o de pueblos prerromanos de la Edad de Hierro, elevado como centinela de un pequeño meandro del propio caudal..
Pero cuando el Escabas, después de juntar sus aguas con el Trabaque, que viene desde el sur, y un poco antes de juntarse también con el citado Guadiela, entra en la tierra de Albendea el agua se convierte en ese color verdoso romano, limando de cerca la hermosa ermita de la Virgen de Llanes, la más antigua de Cuenca, seguro, y se recrea.
Allí, camuflado en esa antigua ermita, el Mausoleo romano de Llanes, el último tránsito hacia el Hades –tal como diría Guisado- “como una puerta al embarcadero de la laguna Estigia, este bello mausoleo tardo-romano parece soportar el paso de milenios sobre sus paredes mientras aguarda el regreso de Caronte a la cripta de esta joya de la arqueología alcarreña conquense”
En su origen, un monumento funerario edificado en el siglo IV, vinculado a una suntuosa villa romana cuyos restos se hayan a escasos metros, inmerso en un paisaje excelente que guarda entre sus secretos ese sincretismo de los materiales utilizados, como la piedra tobácea perfectamente equilibrada, en cuya forma trilobulada, serviría y sería utilizado como cabecera de una posterior iglesia de época moderna, ahora arruinada. Sus ábsides, cubiertos por bóvedas de fondo de horno finalizan en alzado de arcos de medio punto a modo de arco triunfal que le da la elegancia de su entrada al edificio. Maravilloso monumento, recientemente declarado como Bien de interés Cultural por la Junta de Comunidades y que tan gozoso hiciera al que fuera su alcalde de entonces, Jesús García y, cómo no, a su verdadero artífice Juan Carlos Guisado, su arqueólogo. Ahora, su actual alcalde Luis Pérez lucha por recuperar tránsito y desarrollo en su monte Ardal.
2. Historia
La diosa Isis con su vestido blanco, tuvo bien a nombrar alba in Dea a este lugar –dice una leyenda peculiar- de ahí que tomase ese bonito nombre de Albendea para conjugar pasado romano con presente arqueológico de futuro.
En el siglo XIII aparece –según la tradición oral- por primera vez en documento escrito el nombre de Albendea como lugar de Castilla. Será en un documento del Archivo Diocesano donde figura la cantidad que los vecinos pagaron al cantero que talló la piedra de la fachada del mediodía de la portada románica de su iglesia dedicada a Nuestra Señora de la Asunción. Allí, su ábside románica delata su época de construcción, definiendo en sí misma lo que este lugar fuese en tiempos medievales.
En el siglo XVI alcanzará el titulo de Villa, según un documento acreditado de Carlos I y su madre doña Juana I de Castilla, otorgando a este lugar de Albendea los privilegios de villazgo, tales como la impartición de justicia, no pagar diezmos al arciprestazgo de Huete y a cambio de ello, el pueblo tuvo que abonar la cantidad de 900.000 maravedíes para que fueran empleados en armar galeras contra Túnez “Y Nos mandamos dar esta nuestra carta escrita en pergamino de cuero sellada de nuestro sello de plomo pendiente de hilos de seda a color y librada de algunos de nuestro Consejo. Dada en la villa de Valladolid a veinte del mes de noviembre del año del nacimiento de nuestro Salvador de mil e quinientos y treinta y siete años. Yo el Rey”.
Durante la guerra de Sucesión al trono de España, las tropas austracistas del archiduque Carlos pasaron por aquí, requisaron víveres, se llevaron ganado y alistaron a jóvenes en sus filas. Pasados cinco años, alguno de ellos regresaría al lugar.
Más tarde, en el Catastro del Marqués de la Ensenada, en el 1752, aparecen escritas las respuestas a varias preguntas del mismo, concretamente donde dan a la villa la situación de dependencia real.
Durante las guerras carlistas, las facciones de varios cabecillas partidarios de Carlos María Isidro por aquí pasaron, escondiéndose en sus montes y generando actividades facciosas en los lugares limítrofes. El brigadier Cucala mantuvo a raya estos pueblos y se enfrento al general Palacios en numerosos hechos aislados, mientras Cuenca fue conquistada.
3. El Musoleo de Llanes
Según las fuentes de patrimonio, el Mausoleo fue construido para servir de enterramiento en época romana. Este edificio ha pasado por diferentes usos hasta nuestros días. Una vez perdida la función de sepultura, en época visigoda se realizó un baptisterio en su cripta con el fin de realizar ceremonias de bautismo. Se desconoce qué utilización pudo tener durante la dominación musulmana de la zona. Posteriormente, una vez colonizada la región por Alfonso VI y sobre todo, a partir de la consolidación realizada por Alfonso VIII debió de utilizarse como lugar de cultor en torno al cual existió una pequeña necrópolis, como atestiguan las estelas sepulcrales encontradas. En tiempos de Reyes Católicos, utilizando el mausoleo como cabecera de una pequeña iglesia de la que apenas quedan restos de sus paramentos. Más tarde arruinada la nave de la iglesia, subsistía el recuerdo de su uso con la denominación de “ermita de la Virgen de la Vega”. Actualmente se le conoce como el Mausoleo de Llanes, siendo en realidad un monumento funerario –ahora restaurado- del siglo IV de nuestra era vinculado a una suntuosa villa romana de la que formaría parte y cuyos restos se hallan a un centenar de metros del panteón.
Tiene forma trilobulada y su cuerpo principal está flanqueado por tres ábsides o exedras semicirculares de parecidas dimensiones, aunque no exactas. Los ábsides están cubiertos por bóvedas de fondo de horno y en el interior, finalizan en alzado de arcos de medio punto a semejanza de un arco triunfal que diera entrada al edificio.
4. Fiestas y tradiciones
Sus honradas gentes, hospitalarias y generosas, están volcadas a sus fiestas patronales, dos como tales, en junio a San Antonio de Padua y en septiembre, a la Virgen de la Vega, haciendo celebraciones religiosas y bailes como clave de tradiciones. Al hilo, ese recuerdo que ahora se revitaliza en el Camino jacobeo de la Lana, cruzando peregrinaje hacia Santiago que partiendo de Villaconejos, cruza Albendea para llegar a Salmerón con descanso posterior en la alcarreña Atienza.