Regadíos históricos, leyendas de guerrilleros, amables aldeas, fértiles huertas…, todo eso, y mucho más, nos esperan en el extremo de la provincia de Cuenca
Siempre que se hace el listado de un sitio increíble podemos quedarnos con la sensación de que algo importante se nos ha olvidado en el tintero…, o que, quizá, no hemos sabido sintetizar el espectacular patrimonio de una zona determinada.
Este sentimiento nos ha ocurrido con el bonito municipio conquense de Santa Cruz de Moya, pues, cuanto más lo descubríamos, más teníamos la corazonada de lo mucho que nos quedaba por explorar…
Esta localidad conquense está en un extremo, en un borne geográfico en donde todo alrededor parece que lo aprisiona: el rincón de Ademuz, el Maestrazgo, Valencia, Teruel… Y, sin embargo, ahí está, como la famosa aldea gala de Astérix, pero sin la presión de los famosos romanos, sino la de una naturaleza excepcional.
Estamos seguros de que estos cinco motivos para visitarla podrían multiplicarse por diez, pero serán nuestros hipotéticos lectores quienes, si se aventuran a visitarla, los sumen a los que aquí aparecen. ¡Todo un reto!
- Porque pertenece a la Reserva de la Biosfera del Alto Turia
El 19 de junio de 2019 fue declarada la Reserva de la Biosfera del Alto Turia, y la única localidad conquense incluida en ella fue este municipio. Su singularidad la comparte con otras localidades, estas ya de la Comunidad Valenciana, y también incluidas en dicha reserva: Aras de los Olmos, Benagéber, Casa Altas, Casas Bajas, Chelva, Titaguas y Tuéjar.
Hemos de recordar que las Reservas de la Biosfera son zonas de características singulares en donde se fomentan soluciones en lo que a la conciliación de la conservación de la biodiversidad se refiere. El uso sostenible de aquellas por parte del ser humano es el requisito fundamental para otorgar este sello de calidad concedido por la UNESCO, pero dicho marchamo de calidad no puede quedarse en un mero reconocimiento, sino en la voluntad efectiva a cuidarlas y protegerlas.
- Por sus ríos, el Turia y el Arcos
La sinuosa carretera comarcal para llegar a este término conquense ofrece espléndidas panorámicas de las montañas escarpadas y del río serpenteando entre ellas. Es un paisaje montaraz, con una gran masa forestal y notable riqueza botánica y faunística, que cuenta con varias figuras de protección, como la declaración de zona de especial protección para las aves (ZEPA).
El río Turia (también denominado río Guadalaviar) abandona tierras del Rincón de Ademuz y se cuela en la provincia de Cuenca, para luego regresar a tierras valencianas tras su incursión por la provincia conquense. Este magnífico río, tan desconocido para muchos, va ganando aportes de agua en su discurrir y generando una orografía abrupta y fértil cuando roza con sus aguas las tierras de estos lugares.
El río Arcos, cuyo nacimiento turolense en la sierra de Javalambre y su pequeño recorrido no le impiden llegar hasta Santa Cruz de Moya y ceder sus aguas al hermano mayor, el Turia. Aguas limpias, serranas, que nos llevan a conocer los rentos de Orchova, Casa Grande y Cerro Moreno, enclave histórico este de la guerrilla antifranquista hasta la mitad del siglo XX.
Gracias a estos ríos, y a la existencia de numerosos manantiales, ha logrado que lavaderos, molinos, balsas, azudes, abrevaderos, fuentes, acequias… y todo tipo de ingenios hidráulicos, conformen gran parte de la orografía de este territorio, dotándola de una singular belleza y en donde el agua se reafirma de nuevo como la gran protagonista.
- Por sus senderos
El PR-CU 11, denominado Sendero del agua, es todo un lujo, pues nos acerca en un cómodo caminar a las aldeas de la Olmeda y las Rinconadas. Ramblas y barrancos vierten al río, entre huertas y árboles frutales. Quizá sean la primavera y el otoño las mejores épocas para comprobar la inundación de colores que se advierten en esta zona.
Y este es un botón de muestra de su patrimonio natural, pues la página web de la asociación La Gavilla Verde tiene recogidos varios senderos bajo la denominación «Senderos de la memoria», cuyo encomiable objetivo es la recuperación de los caminos tradicionales como portadores de la pretérita cultura rural.
4. Por sus curiosas y bonitas aldeas
«Huid a una aldea y hacedla el centro del universo», nos arengó hace siglos el ensayista Joseph Joubert. Y a buen seguro que los habitantes de las tres aldeas de Santa Cruz de Moya lo podían poner en el dintel de sus puertas. La Olmeda, las Higueruelas y las Rinconadas, son tres pequeños núcleos de población de este término municipal, tan desconocidas por la mayoría de las personas que tendremos la impresión de encontrar estos lugares por pura serendipia…
En la Olmeda podremos disfrutar de su fuente y lavadero, y de una vega rica en huertas, en árboles frutales, como los melocotoneros, los perales y los almendros; en las Higueruelas, situada más al sur, con su pequeña iglesia, su lavadero y sus coquetas casas, donde parece como si, al estar a desmano de todo, en ella el tiempo se ha detenido; y en las Rinconadas, a la que se llega por un pequeño camino rural entre chopos y cuya temperatura es más levantina que serrana.
Y es que en estas tierras todo invita a la contemplación, a un discurrir lento, sin prisas, en el que cualquier camino nos puede llevar a caminar entre una vegetación exuberante o charlar con algún paisano con el que nos crucemos.
5. Por su rico patrimonio y sus alrededores
Antes de llegar a Santa Cruz de Moya, un espectacular puente sobre el río Turia, —y que fue en su momento el más alto de España—, invita a los más curiosos a asomarse a él y contemplar el brazo de agua discurriendo entre altos farallones. Imágenes de vértigo retenidas para siempre en las miradas atentas de quienes buscan otras sensaciones alejadas de los circuitos convencionales.
Y este puente puede convertirse en la puerta de entrada para destapar el caudal de patrimonio que nos espera: trincheras todavía conservadas de la Guerra Civil; el molino de Orchova y el cañón del río Arcos; las Simas (afloramientos de agua con todo tipo de leyendas en su historia) y el pozo Azul, con sus aguas color turquesa; o el valle del arroyo Asturias y la ermita del Espíritu Santo…
Más allá de la enumeración de todo lo que se puede hacer por estas tierras santacruceras, nuestra sincera intención con este breve artículo es la de apelar a la curiosidad de quienes buscan viajes fuera de los folletos y de las rutas tan masivamente visitadas. Ojalá hayamos logrado parte de nuestro objetivo.