Desde tiempos del Cid Campeador, ríos de tinta se han escrito sobre un personaje de la historia controvertido, material de leyendas y romances de raíces históricas que constituyen un claro ejemplo de la compleja idiosincrasia de la España de finales del s. XI y principios del XII. Un personaje al que Cuenca ha querido homenajear, otorgando su nombre a una de las calles.
Zaida, mora Zayda o Çayda fue una princesa musulmana de gran belleza, cultivada en las artes y pariente del rey de Sevilla Al-Mu‘tamid, el llamado “rey poeta”. Aunque las crónicas españolas coinciden en que era hija del monarca, otras fuentes como el historiador Lévi-Provençal la señalan como nuera de éste, relacionándola con su segundo hijo Abbād al-Ma’mūn, gobernador de Córdoba, con quien se habría casado. Corrían tiempos de traiciones, frágiles alianzas y relaciones de ambigüedad entre Al-Ándalus y los pujantes reinos cristianos. Los matrimonios de conveniencia estaban a la orden del día, y Al-Mu‘tamid había prometido su hija al rey castellano Alfonso VI de León cuando ésta apenas contaba con 12 años. Evidentemente, esta unión no era vista con buenos ojos por la Iglesia católica, por lo que la Orden de Cluny disuadió al monarca para que sólo se casara con princesas cristianas. Era un amor prohibido, incluso para un rey.
Tras la conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI, el rey moro sevillano siente en la aproximación de las tropas castellanas una amenaza para su reino. Por este motivo decide pedir ayuda a una tribu fundamentalista en pleno auge del norte de África: los almorávides. Un error del que se acabaría arrepintiendo.
Encabezados por el tercer sultán Yusuf ibn Tashufin, estos bereberes desembarcaron en la península hasta en cinco ocasiones con el firme propósito de frenar el avance de los reyes cristianos, concediendo varias victorias militares a los reinos musulmanes. En su tercera venida, los almorávides decidieron, sin embargo, destronar a los últimos reyes de taifas, pues veían en los palacios andalusíes una relajación en las tradiciones musulmanas y un abandono de la religión a favor del lujo y la fastuosidad. Y lo que era más grave aún, muchos reyes pagaban tributos o parias a los reinos cristianos, algo inaceptable. Amenazado ahora por sus antiguos aliados, Al-Mu‘tamid pidió ayuda a Alfonso VI, pero ya era demasiado tarde.
En marzo de 1091, como parte de la conquista del Reino de Sevilla, la ciudad de Córdoba es asaltada y el gobernante y esposo de la princesa, Abbād al-Ma’mūn, decapitado, lo que obliga a Zaida a pedir ayuda y protección al otrora enemigo de su mentor, el Rey Alfonso VI, que en ese momento tenía su corte en Toledo.
A sus 51 años, el monarca castellano-leonés, apodado “El bravo”, conoció por fin a la princesa Zaida, de 28, y quedó prendado de su belleza, estableciendo con ella una relación de concubinato. Según el obispo Jiménez de la Rada, Zaida aportó los territorios y castillos de su suegro como compensación de protección, los cuales pasarían a formar parte de los dominios del rey castellano: Alarcos, Caracuel, Mora, Consuegra, Ojeda, Uclés, Amasatrigo, Huete y Cuenca.
“Et auie estonces aquel rey Abenabeth una fija doncella grand et muy fermosa et de muy buenas costumbres, et amauala el mucho; et por meioria della et uenirle meior casamiento y, diol Cuenca et todas las otras villas et castiellos que auemos contados, et otorgelos por suyos con buenas cartas et bien firmes”.
En esos tiempos Alfonso estaba casado en segundas nupcias con Constanza de Borgoña, tras otras tres relaciones que fracasaron en engendrar un heredero. Fruto de sus encuentros secretos en el castillo de La Adrada, Alfonso y Zaida concibieron un hijo, Sancho Alfónsez, entre 1091-1095, único hijo varón que tuvo el monarca. Para legitimar la unión y los derechos al trono del infante, Zaida hubo de convertirse al cristianismo con el nombre de Isabel, y contrajo finalmente matrimonio con el rey en 1100, tras la muerte de la reina Constanza (1093). Se acallaban así las voces más conservadoras que no veían con buenos ojos la unión entre un cristiano y una musulmana. Esta versión romántica, aunque aderezada por la poesía y literatura épico-heroica castellana de los siglos posteriores, es la que defiende la Crónica General de Alfonso X el Sabio, donde se narra la transformación de Zaida de concubina a reina legítima. Según los cronistas de la época, por aquellos tiempos la corte de Alfonso VI parecía más una corte musulmana, pues los cristianos vestían a la usanza mora y hasta los clérigos y literatos hablaban más fluidamente el árabe que el latín. En un texto encontrado en la catedral de Astorga fechado el 14 abril de 1097, el rey Alfonso otorga unos fueros, donde puede leerse: …cum uxore mea Elisabet et filio nostro Sancio. Se trata del único documento donde figura el nombre de ambos como progenitores. Pero la felicidad del matrimonio duró poco, pues se cree que Zaida falleció dando a luz a su tercera hija, Sancha, en el año 1101. Alfonso quiso que su amada reposara en el lugar destinado para él mismo, sus otras esposas y sus descendientes, en el monasterio de San Benito de Sahagún.
El pequeño Sancho, de piel aceitunada, fruto de la mezcla entre dos razas, fue enviado con su ayo, Don García de Cabra y otros nobles guerreros, a romper el cerco que los almorávides habían tendido sobre Uclés, cuando apenas había aprendido a montar a caballo. El 29 de mayo de 1108 las tropas castellanas se vieron sorprendidas por el numeroso contingente de almorávides que les vinieron encima aquel funesto día, sufriendo una aplastante derrota. La edición de Menéndez Pidal de la Primera Crónica General recoge de manera épica el episodio:
“Et los cristianos non se ayudaron bien, et fueron uençudos malo el su peccado et la su maldad. Et alli do estaua el mayor poder con ell inffante don Sancho et con el conde don Garcia, alli corrió el mayor poder et la muchedumbre de los moros, et fue ferido de muerte el cauallo dell inffante. Et dixo estonces ell inffant al conde: « padre, ferido es el mio cauallo». Et dixol el conde: «fijo, estad quedo, si non ferran a uos los moros». Et cayo luego a tierra el cauallo con ell inffant. Et quando uio el conde que morrie ell inffant, descendió del cauallo et cubrió all inffante con ell escudo, deffendiendol quanto mas et meior podie con la espada. Et el conde como era muy buen cauallero deffendie all inffante de la una parte crubiendol con ell escudo et de la otra parte deffendiendol con la espada, matando en los moros quanto el podie; mas la muchedumbre dellos et el poder era tan grand que lo non pudo el soffrir, et cortáronle el pie con la espada. Et pues que non pudo tener, dexosse caer sobrel ninno por que muriesse el ante que el ninno. Despues que la otra caualleria de los cristianos que y eran uieron que morrien si mas y estidiessen, fuxieron”.
A pesar de la estrepitosa derrota, siete condes entre los que se encontraban García Ordoñez o Don Martino consiguieron romper el cerco musulmán con la caballería y huir con el infante y un pequeño séquito del campo de batalla. Los almorávides persiguieron a la noble caballería hasta ser alcanzados en un lugar cercano, donde se les dio muerte. Dicho lugar fue llamado por los cristianos Siete Condes (o Sicuendes), nombre que los cronistas musulmanes cambiaron por el de Siete Puercos.
Las noticias de la muerte de su hijo y heredero Sancho, sumieron a Alfonso VI en una profunda depresión de la que ya no se recuperaría, falleciendo un año después un 1 de julio de 1109, en la ciudad de Toledo. El trono leonés pasaría entonces a manos de su hija Urraca, fruto de su unión con Constanza de Borgoña. Pero esto, es otra historia…
PARA SABER MÁS
Eslava Galán, J (2018). Historia de España contada para escépticos. Editorial Planeta.
Domínguez Solera, S. D. (2015). 1177: el último episodio de La Conquista de Cuenca, Rev. IDEC Patrimonio I.
Gambra Guitierrez, A. (s.f.). Zayda. Real Academia de la Historia. Disponible en: www.http://dbe.rah.es/biografias/6316/zayda
Panadero Delgado, C (2019). Zaida, reina de Castilla y León. Cihar. Centro Intercultural Hispano-Árabe.
Excelente e interesante artículo, buena idea saber la historia de los nombres de las calles de la ciudad.
Excelente artículo, bien documentado. Felicidades
Excelente me gusto saber sus costumbres