La historia de Mota del Cuervo se deshila a través de la lana. Y es que quizás, la obtención y el trabajo de la lana, sea uno de los pocos elementos que unen las primeras referencias históricas con la actualidad. Ya en 1416, se protege legislativamente la Dehesa de Mota que, además de suministrar la leña al pueblo, es protectora de los ganados durante el invierno. Hoy, mantiene uno de los tres lavaderos tradicionales de lana del país. Un hilo de lana une incesantemente estos dos puntos históricos, con el objetivo de proporcionar sentido y significado a este pueblo manchego, aireado y quijotesco.
Del ganado, que brotaba de los pastos y dehesas, se esquilaba la lana cuando los calores primaverales apretaban. Esta sucia maraña de fibras blancas o pardas era la materia prima de un proceso complejo que se transformaba en telas y paños para vestimentas y mantas. Tras ser apartada y clasificada por su longitud, color y calidad, la lana se acondicionaba mediante el desmotado, el lavado y el cardado. De esta forma, se llegaba al corazón del proceso manufacturero textil: la hilatura y la textura. Mientras, que la hilatura transformaba la despeluchada fibra lanera en un hilo resistente e inquebrantable, era la textura quien, elevando el hilo a las alturas, lo convertía en arte. Desde bufandas, telas, mantas, alfombras, hasta minuciosos y pomposos tapices, el telar, con su paciente sabiduría, proporcionaba las características fundamentales al paño. Con el tejido hecho, se llevaba al molino batanero donde, mediante dos fuertes mazos, se apelmazaba para darle su consistencia final.
Las primeras referencias textiles en Mota del Cuervo no aparecen hasta el siglo XVII, antes son sólo relativas a la ganadería lanar. Sin embargo, fueron los siglos precedentes la edad dorada del textil castellano. Fue entonces cuando, Toledo y Cuenca, aprovechando la calidad y protección de la bullente lana merina para desarrollar una industria textil poderosa e influyente. En ellas se agruparon gremios de tejedores, tintoreros, pelaires o bataneros y se legislaron Ordenanzas Generales para proteger sus estructuras y regular sus costes de producción. El resultado fueron paños de mimada calidad y exquisitos colores que hicieron de estas ciudades, corazones castellanos durante los siglos XV y XVI.
Esta industria textil castellana favoreció un comercio, tanto lanero como pañero, que repercutió a todos los puntos geográficos del reino, desde mercados locales hasta lejanos puntos como Flandes o Italia. También a través de los polvorientos caminos entre los que, en mitad, se encontraba, La Mancha. Por ser cruce providencial de diferentes vías de comunicación y pecuarias, sus pueblos que trabajaban de forma doméstica pudo estar bajo el influjo de “los señores del paño”, mercaderes de clase poderosa que intermediaban con artesanos locales para el comercio de lana y productos textiles, y que competían con los gremios textiles urbanos. Y Mota del Cuervo fue ejemplo de ello.
Desde principios del siglo XV, queda documentado a través de las Visitas de la Orden de Santiago, la protección de la Dehesa de Mota, área ubicada en la zona norte del término donde pastaba el ganado y en las Relaciones Topográficas de Felipe II, en 1575, se indica que los ganados de Mota del Cuervo trashuman y pasan el invierno en el “Extremo”, tierras extremeñas y andaluzas. Sin embargo, a pesar de la presencia de ganado lanar y ser un cercano paso trashumante de las cabezas merinas, el término contó siempre con pocos recursos naturales para que pudiera establecerse como industria textil. Por un lado, los pastos fueron perdiendo singularidad e importancia, a favor de la agricultura. Y, por otro lado, la ausencia de corrientes de aguas permanentes, característica de la tierra manchega, impidió que etapas como el lavado, la tintura y la batanadura pudieran establecerse. Ya queda reflejado en 1575, al decir que “en esta villa no hay ríos ni fuentes […] y van a moler en tiempo de estíos a Júcar […] y a Guadiana […] y en tiempo de invierno se van a moler a Jigüela y Záncara, ríos de invierno”1
Pero por ser un cruce de caminos y encuentro de viajeros y mercaderes, la lana y sus derivados productos, tuvieron un papel social fundamental en la sociedad moteña. Mota del Cuervo, influida por el mercado y el comercio de las grandes industrias pañeras urbanas, atesoró la esencia textil artesana y doméstica, de autoabastecimiento, que había acompañado al ser humano durante tantos y tantos siglos. Por ello, hablar de la manufactura textil de Mota del Cuervo es comprender su historia. Es entablar un diálogo con generaciones pasadas que son las que hoy han conformado el pueblo que vemos.
En 1607, dos años después de que se publicara las aventuras de aquel hidalgo manchego que dio fama universal a esta tierra, aparecen las primeras referencias al trabajo textil en Mota del Cuervo. Se trata de un documento donde se describe una familia dedicada al cardado, peinado e hilatura. Décadas después, en 1673, aparece otro documento que trata sobre la tejedora Sabina del Moral, descrita por haber sido acusada de adulterio. Es importante destacar que se menciona el trabajo de la lana, cáñamo y seda como materias primas para el uso textil.
Pero es el siglo XVIII, con el Catastro de la Ensenada, el que refleja la situación textil de Mota del Cuervo, así como su influencia en la economía local. Mientras que la ganadería sigue siendo, en gran parte, trashumante, aparecen diversos oficios consecuencia de la lana, entre ellos veintiocho perailes que realizaban diversos trabajos en la preparación de la lana como desmotar, lavar o cardar; ocho maestros tejedores, que enseñarían y supervisarían el arte de tejer; tres maestros aprensadores, relacionados con el comercio de telas; tres bataneros, quienes llevaban las telas a los batanes, en el cauce de los río, donde se apelmazaba y tomaba consistencia ; y por último doce sastres que se encargaban de diseñar y manufacturar las diferentes prendas de vestir”.2 También había “dos mercaderes de por menor que venden paños, lienzos, sedas y especiería”, además de una feria anual “los tres primeros días de septiembre” donde “se trata y comercia con roas de seda, paños, lienzos, platerías, mulas y algunos otros géneros.”
Entre todo ellos, el dato más representativo, es que, a parte de los ocho maestros tejedores, “casi todos los vecinos de esta villa tanto presbíteros como seculares de cualquier estado que sean tejen en sus casas algunas telas de albornoces para el consumo y vestimento propio y de sus familias y vendiendo cada uno por medio de prensadores aquellas varas que les sobran de dicho consumo.” Era Mota un pueblo donde el telar tejía, día a día y casa a casa, su propia historia.
Figura 5. Ángela Contreras Morales, tejedora de Mota del Cuervo.
En 1826, se sigue manteniendo la “cría de ganado lanar (…), telares de lienzo y tejido menudo de lana; fábrica de albornoces anchos y estrechos” 3 y en 1845, se sigue referenciando “la cría de ganado lanar; (…) y telares de albornoces”.4 De esta información, se extrae que durante los siglos XVIII y XIX se mantiene un hilo textil conductor: los albornoces. Estas telas, impermeables encapuchadas y de nombre árabe, eran prendas destinadas a los viajeros que emprendían rumbos a lo largo de caminos y posadas. Y, es que Mota del Cuervo, siempre ha sido un cruce de destinos.
Pero durante el final del siglo XIX y principios del XX, las fábricas y telares de albornoces derivan hacia un nuevo producto, las mantas. Este textil, seguramente ya presente por su imprescindible necesidad, se convierte en el protagonista en Mota del Cuervo durante su ocaso textil. Las mantas, de carácter duro y resistente, son telas utilizadas para montar las caballerías. En el anuario de 1931 quedan registradas dos fábricas de mantas de lana, propiedades de Victoriano López Rodríguez y Marcelino Cano. En este documento además quedan reflejadas, quizás por última vez, el entramado textil que aún perduraba en Mota pues se menciona las sastrerías de Juan R. Laguía, Joaquín Laguía y Justino Moreno; las tiendas de tejidos de Ignacio Martínez, Eugenio Peñalver y Ladislao Peñalver.
Fue la mitad del siglo XX el lienzo en el que se difuminaron los oficios textiles que habían estado presentes en Mota del Cuervo durante siglos. El tiempo fue destiñendo a los últimos pastores, desgarrando los últimos viajes al río Sahona para lavar la lana; carcomiendo las últimas lanzaderas de las tejedoras… Sin embargo, como agua en el desierto, permanece Mantexman, un proyecto que custodia la propia historia textil de Mota. Surgida en el año 1935 para la fabricación de mantas y, posteriormente, alfombras y moquetas, sigue hoy en día un proceso manufacturero que incluye todas las etapas tradicionales desde el esquileo hasta el hilado, destacando por albergar uno de los tres lavaderos tradicionales de lana de nuestro país. A ello suma un proyecto comercial, de calado internacional, con los productos de lana de completa trazabilidad y naturaleza pura, llamado Wool Dreamers.
Hoy, la historia textil de Mota del Cuervo, bala entre las salpicadas encinas por su olvidada dehesa; se empapa en la triste sequedad de los ríos Záncara y Sahona; se teje pacientemente entre los terrosos tapiales de las viejas casas; y, late imperecedero y vanguardista entre los hilos de lana de Wool Dreamers y atesorando junto a la memoria ganadera y textil de Mota, el blanco ámbar de nuestras remotas raíces.
(1 ) Relaciones Topográficas de Felipe II, 1575.
(2) Catastro de Ensenada. https://pares.mcu.es/Catastro/
(3) Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal. (1826-1829) –
(4) Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1846-1850). Pascual Madoz.
BIBLIOGRAFÍA:
- Relaciones de pueblos del obispado de Cuenca. Julián Zarco Cuevas. Excma Diputación Provincial de Cuenca.1983.(Traslación de la Relaciones Topográficas de Felipe II, 1575.).
- Manuscrito que se conserva en el AHN (Archivo Histórico Nacional) legajo 65238
- Catastro de Ensenada. https://pares.mcu.es/Catastro/
- Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1846-1850). Pascual Madoz. https://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/
Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal. (1826-1829) – Miñano y Bedoya, Sebastián de, 1779-1845
https://historiademota.com/articulo.aspx?ID=40. 135 años de historia. Libros de visitas de la Orden de Santiago. Enrique Lillo Alarcón.
EL PROYECTO «MEMORIA DE LA LANA» ESTÁ DESARROLLADO POR VESTAL ETNOGRAFÍA Y FINANCIADO POR EL AYUNTAMIENTO DE MOTA DEL CUERVO Y LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE CUENCA.
Vestal es una consultoría que apuesta por el fomento del turismo cultural en el medio rural.
Vestal busca recuperar aquellos saberes ancestrales en riesgo de desaparición, así como poner este patrimonio etnográfico al servicio de la población de una manera atractiva, sirviendo de cimiento para el turismo cultural y la repoblación rural.