“¡Arre!” era y es la expresión para hacer andar una caballería. Del mismo modo que “¡So!” era y es la expresión para que se detenga. Se aplica el nombre de arria o recua a un conjunto de animales de carga destinado a acarrear o trajinar. Reata es la recua con las bestias atadas entre sí en hilera. La recua en reata se movía con facilidad por desfiladeros y cuestas, ocupaban un ancho mínimo, no se dispersaban y al mismo tiempo tiraban unas de otras.
Los arrieros son, pues, los que trajinan con acémilas, es decir mulas y burros. Y la función intrínseca a este oficio era el transporte de mercancías, uno de los pilares fundamentales de la economía por muy antigua que esta sea. El comercio ya está en la raíz de las culturas humanas. Productos o materiales abundantes en determinado lugar escaseaban en otro donde estaban dispuestos a adquirirlos a buen precio. El transporte se ejercía tanto con carros arrastrados por animales de tiro como a lomos de estos animales. Carreteros y arrieros. Acémilas, camellos, yaks, llamas, etc. según la región del planeta.
Las carretas, aquí tiradas por bueyes, necesitaban una red de caminos. Sabidas son las carencias que en cuanto a vías de comunicación han existido en España hasta el mismo siglo XX y que los viajeros del XIX dejaron escritas tras sufrirlas en carne propia. Si bien a lomos de mulas y asnos no se trasportaba tanto peso ni volumen como en las carretas, ahorraban mucho tiempo respecto a éstas en llegar a destino. Y frecuentemente los arrieros eran imprescindibles por la inexistencia o mal estado de caminos o por las inclemencias del tiempo. El relieve peninsular es muy desigual y está fragmentado por innumerables serranías. Las mulas podían transitar por sendas y a campo traviesa, por terrenos con grandes desniveles y de orografía difícil. Atravesaban sierras abruptas en tiempos invernales con temporales de agua o nieve.
Las acémilas soportaban mejor los calores extremos y podían sustentarse con paja y grano. Los bueyes necesitaban pastar verde todos los dias y beber mayor cantidad de agua.
Es frecuente pensar que el caballo es un animal de más fuerza, agilidad y rendimiento que una mula y que el uso habitual de ésta se debe a su menor coste. No es así. Si leemos los precios de uno y otra en el Catastro de Ensenada nos llevaremos la sorpresa de que una mula valía mucho más dinero que un caballo y que las yeguas de destinaban con más frecuencia a la cría de muletos que a la de potros (1). La resistencia como animal de tiro, labranza y transporte de la mula es superior, de ahí su mayor precio y aprecio. La mula es más rentable económicamente. El caballo queda como animal de paseo o por su mayor velocidad para el ejército en batalla, aunque para el aprovisionamiento y trasporte militar también se usaba preferentemente la mula.
Las mulas podían trasportar una carga entre 90 y 130 kg y los asnos entre 45 y 90. Según la longitud y la dificultad de las rutas se las cargaba con mayor o menor peso.
No existían carreteros en todos los pueblos. Bien es verdad que en la provincia de Cuenca tenemos el que quizás sea uno de los pueblos más arrieros y carreteros de España desde el siglo XVI al XVIII: Almodóvar del Pinar. Arrieros, sin embargo, los había en mayor o en menor número en todas las poblaciones pues realmente no se necesitaba muchos recursos para ejercer el oficio. Era un modo de ocupar el tiempo y activar a los animales que quedaban ociosos tras las anuales labores agrícolas. Un complemento a la economía familiar. Con un simple burro se podía acarrear leña, carbón, cal o yeso, hortalizas y otros géneros propios o ajenos.
Los arrieros disponían de diferentes aparejos y arreos según la mercancía que llevaran. Albarda, serón, aguaderas, angarillas y otros pertrechos en diferentes formatos. Confeccionados normalmente de esparto y partes auxiliares de paja, madera o cuero. Si eran objetos o materiales delicados como cerámica o cristal se depositaban cuidadosamente en angarillas. Las cajas, fardos, sacas y costales se ataban ordenadamente haciendo de contrapeso unos con otros en equilibrada carga.
La provincia de Cuenca, situada a caballo entre Castilla, Aragón y Levante, fue muy destacada en estas actividades. Vía obligada de Valencia a Madrid, del mar levantino al interior castellano y a la corte de España. Una gran extensión agraria y forestal con infinidad de poblaciones rurales y gran número de bueyes, mulas y borricos. En la Serranía la reducida agricultura con pequeños propietarios facilita la existencia de una amplia población de arrieros temporeros. La principal calle de la capital conquense, como todos sabemos, recibe el nombre de Carretería.
Pero realmente los arrieros surgen preferentemente en las poblaciones rurales y aldeas y aunque hubo propietarios carreteros y de cabañiles que se podían considerar burgueses como algunos carreteros y dueños de grandes recuas en Almodóvar del Pinar, la mayoría de la arriería estaba repartido entre pequeños labradores, como complemento a una economía deficitaria. De hecho, no habrá en toda la provincia de Cuenca ni una sola población por pequeña que sea en la que no consten más o menos arrieros, al menos a tiempo parcial.
Fue la arriería y la carretería una actividad logística de interés general tan importante que muy pronto los propios reyes quisieron favorecerla.
El transporte estaba más o menos regularizado en Castilla cuando los Reyes Católicos, a imagen y semejanza de La Mesta, crearon en 1497 la Real Cabaña de Carreteros. En 1629 se incorporan los arrieros con lo que pasa a denominarse Real Cabaña de Carreteros, Trajineros, Cabañiles y sus derramas. Trajineros son los pequeños arrieros que por general hacen trayectos cortos y los cabañiles hacen referencia a los grandes arrieros con recuas de más de 100 mulas que alcanzan destinos lejanos. En España en el siglo XVIII había 31 cabañiles, dos de los más importantes pertenecían a vecinos de Almodóvar del Pinar: Andrés García Molina y Andrés García Gómez con 105 mulas cada uno. El primero era además uno de los mayores carreteros de España pues disponía mediado el siglo XVIII de 24 carretas con 58 bueyes. Trabajando para la Corona llevaban mercurio de Almadén a los puertos de Sevilla o Cádiz de donde traían productos de América a Madrid y acarreaban infinidad de géneros para particulares a muchas otras ciudades del interior y puertos del Mediterráneo. En Almodóvar se formó una clase social acomodada de arrieros y carreteros.
Los carreteros y arrieros de Castilla podían estar organizados en las cuatro Hermandades que componían la Cabaña Real gozando de sus privilegios reales o ir por libres. La Hermandad más extensa englobaba a numerosos pueblos de Burgos-Soria, la más densa y rica la de Almodóvar del Pinar, la de Murcia-Granada que por componerse en gran mayoría de moriscos se vino abajo tras su expulsión en 1609 y, finalmente, la de Navarredonda de Gredos en Ávila.
Ya en 1347 el rey castellano Alfonso XI había eximido a los arrieros de la Comunidad de Yanguas del pago del portazgo y del almojarifazgo (2). Y en 1367 el rey Enrique II de Castilla les exime del pago de portazgo a los arrieros maragatos.
Yanguas se sitúa en el extremo norte de la provincia de Soria lindante con La Rioja. Era muy popular el camino de los yangüeses, que atravesaba la Mancha hacia Andalucía, hasta el punto que Cervantes sitúa en él un episodio notable del Quijote: “Ordenó, pues, la suerte, y el diablo (que no todas veces duerme), que andaban por aquel valle paciendo una manada de hacas galicianas (jacas gallegas) de unos arrieros yangüeses, de los cuales es costumbre sestear con su recua en lugares y sitios de hierba y agua, y aquel donde acertó a hallarse don Quijote era muy a propósito de los yangüeses. A Rocinante le vino en deseo de refocilarse con las señoras hacas…”.
Las consecuencias fueron que tanto el lujurioso rocín como su propietario y Sancho, que acuden en su defensa, quedaron apaleados y medio muertos.
Realmente los carreteros y arrieros tenían la fama de ser mal hablados y de poca paciencia. Así describe nuestro Covarrubias a un carretero: “El que govierna la carreta. Son de ordinario hombres de fuerças, grosseros y bárbaros, y a veces impacientes y mal sufridos, descompuestamente, pues han dado lugar al refrán y común manera de encarecer un hombre descompuesto, que dizen: Fulano jura como un carretero….”
Famosos fueron también los arrieros maragatos. La Maragatería es una comarca de la provincia de León con Astorga como población más importante. Iban de Betanzos a Madrid por el Camino Real gallego. De Galicia traían pescado y llevaban trigo y productos del interior.
El trasladó de la corte a Madrid en el siglo XVI supuso un aumento considerable del tráfico de mercancías para abastecer a una población cada vez más numerosa y exigente. Cuenca como provincia limítrofe se vio inmiscuida como punto de partida o tránsito desde la costa mediterránea.
Las capitales de provincia y aglomeraciones urbanas se surtían de leña y productos agrícolas a través de los arrieros de los pueblos de alrededor. A Cuenca acudían desde Buenache de la Sierra, Palomera, Mariana, Sotos, Fuentes, Villar de Olalla con leña, carbón, cal, yeso, gallinas, conejos, huevos, harina de guijas o garbanzos y se volvían con ultramarinos, tejidos, cacharros domésticos u otras manufacturas.
Pero los arrieros efectuaban también largas distancias a Andalucía, Valencia o Cataluña. Desde Cuenca se trasportaba lana y tejidos, madera, sal de Monteagudo de las Salinas, de Belinchón, de Salinas del Manzano, de Tragacete, carbón vegetal de toda la Serranía, cal y yeso, leñas, trigo y cebada, etc.
El frecuente y nutrido tránsito animaba las vías pecuarias de la trashumancia y los tortuosos caminos de los arrieros. Las recuas de mulas adornadas de jaeces multicolores y campanillas han quedado plasmadas en cuadros y descripciones de los viajeros europeos.
El ferrocarril supuso el primer declive de la arriería y la carretería en los principales núcleos. La aparición de los vehículos a motor adelantado ya el siglo XX les dio la puntilla. Hoy, que son ya historia, se mantienen todavía en el recuerdo de algunos de nuestros mayores.
(1) La mula, mulo o macho es hijo de yegua y burro o de burra y caballo. Es un animal estéril. El hijo de caballo y burra, menos valorado, es el llamado en Cuenca “macho romo” y en otros sitios “burdégano”.
(2) “Portazgo” era el pago por pasar por un determinado punto de un camino y “almojarifazgo” el pago por la entrada o salida de una mercancia del reino o de un puerto a otro dentro del reino.
BIBLIOGRAFIA:
-Catastro de Ensenada.https://pares.mcu.es/Catastro
–Arriería y transporte. Laureano M. Rubio Pérez y Roberto Cubillo de la Puente.
– Los transportes y el estancamiento económico de España (1750-1850), D.Ringrose,
Madrid, Tecnos, 1972.
–El sistema de comunicaciones en España, 1750-1850, S. Madrazo, Madrid, Turner, 1984.
-<<Pastores, carreteros y arrieros>> en El mundo social de Isabel la Católica: la sociedad castellana al final del siglo XV, editado por Miguel Angel Laredo Quesada 219-227. Madrid, Dykinson, 2004.
http://www.cabanarealcarreteros.org/
-Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra. https://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000042946&page=1
-Tesoro de la lengua castellana o española. Sebastián de Covarrubias. 1611. Edición de Martín de Riquer. Ed. Altafulla. Barcelona, 1989.
Amante de la naturaleza. Agente medioambiental de la CH Júcar