La capilla de Fátima, al amparo de la virgen

La capilla de Fátima, al amparo de la virgen

Recuerdo en mi niñez, cogido de la mano de mi abuela, mientras me adentraba en aquella pequeña capilla fascinado por la curiosidad. Al atravesar un humilde patio, un par de escalones conducían a su interior. Allí destacaba un gran mural tras el atrio, que se extendía desde la parte baja de este hasta rozar el propio techo. Pero si había algo que captaba realmente mi atención era el suelo, ese suelo tan característico.

A los ojos de cualquier niño esos colores y formas creaban una perfecta sinfonía con la que la mente jugueteaba como con un puzle. Narraba miles de historias cuyos límites se encontraban en la imaginación. Ese suelo me llevó a preguntarle a mi abuela el porqué. ¡Los niños y su curiosidad por preguntar por todo!

Una sonrisa se dibujó en su rostro, expresando un gran sentimiento y pasión hacia ese barrio, hacia esa capilla a la que dedicó todo su cariño. Decía ella: “Si a algún vecino le sobraban un par de azulejos de casa, ellos los traían para poder hacer el suelo, y así cada uno aportaba su granito de arena para construir esta, nuestra capilla”. De esta manera, mi abuela me reveló que la capilla fue construida por la propia gente del barrio. Para mí era algo asombroso: ese acto de solidaridad y comunidad, en el cual cada uno aportaba lo que buenamente podía, ya fuese material o, incluso, su propio trabajo. Aquel suelo era un pedacito del alma de cada vecino, que hoy en día recorremos y recordamos.

Fruto de la pasión por esta capilla, traigo la historia de una barriada en pleno surgir, allá en el año 1966, en la que empezaba a florecer una pequeña semilla plantada en una de las peregrinaciones de la Virgen de Fátima con motivo del Congreso Mariano en Madrid de 1948. Esta medraría con la llegada de la Santa Misión la Milagrosa el 10 de mayo de 1966, regando espíritus, barrio a barrio, y en especial en este, Tiradores Altos, el cual comenzaría a escribir su propia historia. ¡Y qué historia!

Josefa Lanza, vecina de este barrio, cuenta que, por motivo de la Santa Misión, querían que la Virgen de las Angustias se trasladara a alguna de las siguientes localizaciones de la parte baja de la ciudad: el Cerrillo de San Roque, el Cerrillo de San Agustín y el Cerrillo de Molina. Este último era el más alto y allí la Virgen podría observar toda la ciudad. Dicho y hecho, se encaminó hacía este Cerro de Molina con un gran recibimiento entre los vecinos, creyentes y curiosos.

Don Francisco Bermejo Bustos, párroco del Cristo del Amparo y de la capilla, cuenta que la Virgen fue llevada a una cochera de un criador de pollos, Julio Sevilla, teniendo que adecuar aquel lugar donde daría comienzo la Misión. El espacio libre se fue reduciendo por la cantidad de gente que acudía de diversas localizaciones. Este hecho fue realmente asombroso por su espontaneidad, ya que aquel lugar se encontraba lejos de todas las iglesias de aquel entonces en nuestra ciudad de Cuenca, convirtiéndose en el núcleo misionero. Tal estaba siendo su éxito, que tuvieron que pedir una tienda de campaña al Frente de Juventudes para así ampliar terreno.

Dionisio Pardo, vecino con gran recorrido en este barrio, recuerda aquel momento como “algo grande, siendo la Misión la que trajo esta iglesia, porque entre la gente partícipe vieron una humildad y una fe que hoy en día es difícil de ver”. Sorprendido por el hecho de que “la Virgen de las Angustias, de extramuros, llegase allí, a una cochera, velada por el barrio; era lo más grande que había ocurrido en el barrio [1] ”.

Además, Don Francisco habla en el video realizado para el 50º aniversario de la capilla en el año 2017. Comenta que lo fundamental para la creación de la capilla era la idea de comunidad, siendo la base que los propios vecinos tomasen la iniciativa de construir la iglesia “sin coste alguno para el obispado, que solo dio el Sagrario [1] ”.

“La construcción de esta capilla no surgió como idea de las mentes, sino que nació de los corazones de los fieles.”

Tan espontáneo fue que no se disponía de terreno donde levantarla. Se sabía el solar en el que la querían ubicar, el cual pertenecía a Lorenzo Patiño, a quien con cariño los vecinos recuerdan con fama de roñoso. Sin embargo, él dijo “que cogieran el terreno que necesitasen para la creación de la capilla [1] ”, donando su terreno para la construcción.

El maestro de obra era un vecino del propio barrio llamado Pedro Lanza. Bajo su dirección, todo un barrio arrimó el hombro para que, ladrillo a ladrillo, se forjara esta singular capilla. Desde los más pequeños hasta las mujeres, que tuvieron un papel crucial porque, como dice Dionisio Pardo “por ese entonces no había agua; eran las mujeres la que se encargaban de traer el agua [1] ”. Josefa Lanza, hija de Pedro Lanza, fue una de ellas.

En recuerdo de las personas que tuvieron una actuación esencial en la construcción de esta capilla, se inscribieron sus nombres en la campana.

Con el suelo, como bien me contó mi abuela, Amparo Miranzos, todo el barrio colaboró, trayendo lo que buenamente podían aportar. ¡Qué interesante debió ser adentrarse a las casas del barrio y ver que tenían el mismo suelo que la capilla! Era algo muy llamativo ver esos azulejos idénticos. Con el tiempo, algunos vecinos del barrio han pensado en cambiarlo, pero la iniciativa nunca prosperó: era el reflejo de la comunidad, algo que hace a la capilla única y singular.

Otro gran reto fue la construcción de la techumbre. El material con el que se iba a sustentar fue la madera, la cual fue encargada a Juan Jaén por Don Francisco. Según cuenta su hija, María Luz Jaén, “cuando Don Francisco fue a mi casa a encargarle esta tarea a mi padre, mi padre hacía poquito tiempo que le habían quitado un riñón y no estaba recuperado totalmente, pero dijo: Don Francisco, no le voy a fallar: haré lo que pueda [1] ”.

Por supuesto, madera hecha a medida para la capilla. María Luz recuerda que tales eran las dimensiones de aquellas vigas que su padre se tenía que salir a la calle para trabajar, cuando vivían por aquel entonces en la calle de la moneda. La pregunta salió a relucir: ¿quién las sube a la capilla? Y otra vez más la comunidad habló, y con un par de amigos subieron las desmesuradas vigas para terminar de cubrir la capilla.

En cuanto a la teja, hubo que traerla desmantelando las casillas de los camineros de obras públicas, los cuales habían concedido el correspondiente permiso. Así fue como se formó la cubierta, colocándose en su parte superior la bandera española y la cruz de madera, que desde entonces actúa como pararrayos y símbolo de una fe común [2] .

Según cuentan, con la capilla construida no sabían qué Virgen traer, pero Don Francisco, que sentía veneración por la Virgen de Fátima, dijo: “Vamos a ir a Fátima a por ella”. Esta idea caló, puesto que se cumplían 50 años de las apariciones de la Virgen de Fátima, y se hizo una peregrinación el 13 de mayo de 1967 con tres autocares: noventa personas para ir a comprar la imagen que hoy en día vemos en la capilla [1] .

Don Francisco recuerda que querían llegar con la Virgen sobre las cinco o seis de la tarde, pero llegaron sobre las diez y media, llevándose una gran sorpresa debido a que, a su regreso a Cuenca, la gente aún estaba esperando su llegada. Se puso la Virgen de Fátima en andas y procesionó desde San Antón, siendo acompañada en todo momento hasta su llegada al barrio de los Tiradores Altos. Y ahí permanece hasta nuestros días, observando la historia de esta pequeña pero gran capilla erigida en su honor.

Esta es la ventura de un humilde barrio de nuestra maravillosa ciudad. Esas cuatro paredes susurraban deseosas por contar una gran historia, un pasado de humildad, solidaridad y comunidad.

Regresé para caminar por el suelo de aquella capilla. Lo volví a observar con esa mirada de cuando era niño, jugueteando con las formas y sus colores, buscando juntar las piezas del puzle para así revivir que, otra vez, estemos juntos, caminando de la mano.

Bibliografía

[1] El liberal de Castilla (2019). La capilla de Fátima [documental]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=0Q5PGDiih3o

[2] López Prieto, Jorge (1992) Madre, Edita Hermandad de Ntra. Sra. De Fátima, Cuenca.

Para saber más

RTVE (2014). La Virgen de Fátima en España [documental]. Filmoteca. Disponible en: https://blog.tvalacarta.info/video/rtve/filmoteca/la-virgen-de-fatima-en-espana/

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