Historia de un caso único de nuestra tierra

Historia de un caso único de nuestra tierra

Una aproximación histórica al patrimonio cultural de Quintanar del Rey

En esta tierra domina el cielo. Son las nubes y el gran manto azul el que se impone sobre el suelo arcilloso. Una llanura extensa donde se eternizan los atardeceres. Un mosaico de viñas, olivos, almendros que el río Valdemembra atraviesa mientras busca aterrizar en la cercana ribera del Júcar. 

Pero ha sido en la tierra donde este pueblo ha querido alcanzar los cielos. Un pueblo que con un escaso término de 76 km2 cuenta con una densidad de población de 99 hab./km2. Si comparamos con su municipio limítrofe de Villanueva de la Jara observamos que, con el doble de superficie de término, 156 km2, su densidad de población es 14 hab./km2. ¿Cómo es posible un hecho así? Y es que, Quintanar del Rey, escribiendo la historia con la pluma del trabajo y el presente, ha emprendido uno de los procesos para invertir la balanza de nuestro territorio.

Figura 1. Quintanar del Rey con su ancho cielo. Foto: Autor

Lo que en un tiempo remoto pudieron ser grandes bosques de encina, hoy es tierra de piel ocre tatuada con cultivos. Lo que un día fueron bellotas y agallas se fueron transformando en vino, aceite y azafrán. Sólo el cercano Cerro de los Cubos con sus restos de la Edad de Bronce cuenta épocas remotas. Y es que a falta de más pruebas su historia nace con el nombre de Quintanar del Marquesado de Villena bajo el halo y poderío del municipio aledaño de Villanueva de la Jara. 

Eran tiempos revueltos para el reino de Castilla, la cual estaba fraccionada en marquesados y señoríos. Villanueva de la Jara pertenecía al Marquesado de Villena y Señorío de Alarcón.  En el marco de la Guerra de Sucesión Castellana en la que lucharon por el trono de Castilla, Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, su Marqués y Señor, Diego López Pacheco, apoyó a esta última. Su derrota, en 1476, propició la independencia y declaración de Villa a Villanueva de la Jara. 

Junto a ella se integraban pequeñas aldeas aledañas como Tarazona de la Mancha, Casasimarro, Villagarcía del Llano, Madrigueras, Villalgordo de Júcar y, desde entonces, el Quintanar. Por tanto, sus primeras referencias están asociadas a ese turbio momento que fue la antesala a la unificación de Castilla, su unión con Aragón y a la llegada a América. Nacía así un pequeño pueblo castellano de alma jareña sobre campos de Alarcón.

Figura 2. Fachada tradicional de Quintanar del Rey. Foto: Autor

Pero, ¿qué era entonces Quintanar? Valga la paradoja, pero precisamente eso. Y es que con la independencia de Villanueva de la Jara, Quintanar no era más que una pequeña aldea que había surgido de un grupo de quinterías o “quintarejos”. Estas casas eran de humilde estructura y estarían ocupadas por jareños que trabajaban en estos campos. La vida y el trabajo estaban hechos por los mismos ingredientes. 

Con el auge de poder de Villanueva de la Jara durante el siglo XVI, la aldea de Quintanar, creció en población y espíritu hasta que en el año 1561, bajo el reinado de Felipe II, consigue su propia independencia a través de una Carta Privilegio, el título de Villa y su nuevo nombre, Quintanar del Rey. Referenciada en las Relaciones Topográficas de Felipe II de 1575, cuenta entonces ya con una población de dos mil habitantes. Su historia no acaba más que comenzar.

Figura 3. Ermita de San Pedro. Foto: Autor

Desde entonces, Quintanar del Rey no ha cesado de crecer. Durante los siglos XVI y XVIII levanta su singular patrimonio histórico del que destacan su Iglesia dedicada a su patrón San Marcos Evangelista y sus ermitas, de las cuales, se conservan en buen estado la de San Pedro, Santa Lucía, San Antón, la Inmaculada Concepción y San Isidro. Ha desaparecido completamente la mencionada históricamente como Santa Ana, donde  en su solar se encontraron vestigios de la antigua ermita y de una antigua necrópolis datada en el siglo XV. También aparecen varias casas blasonadas a lo largo del municipio como el buen ejemplo de la calle Príncipe.

Pero todo este avance económico y arquitectónico fue fruto del trabajo de esa tierra de barro que rodea el municipio.  Es tierra del Edén para la vid y generosa para el olivo. De la savia de estas dos especies se desarrollaron algunos de los mejores y más competentes vinos y aceites de la comarca.  A mediados del siglo XIX, se datan un molino harinero, siete de aceite y cuatro tahonas, molinos de harina movidos mediante animales de tiro.

Aunque nunca fueron motivo de éxito y abundancia, la tierra también daba para la ganadería. Aparecen cuatro coladas ligadas a los viajes trashumantes entre las tierras del norte y el sur. También, en los labajos o depresiones del terreno donde se acumula estacionalmente el agua, encontramos abrevaderos como el ejemplo del Labajo Pascualón.

Y siempre inmutable, el cauce del río Valdemembra y sus huertas donde judías, melones, sandías y otras tantas verduras y hortalizas daban sustento al pueblo de Quintanar del Rey.

Figura 4. Viñedos con Quintanar del Rey al fondo. Foto: Autor

La llegada del siglo XX trajo a Quintanar del Rey en contraste con el resto de municipios de la provincia de Cuenca, su gran ascenso y su más fructífero período histórico. La producción vitícola ha mantenido el peso económico del municipio y a lo largo del siglo XX la ha consolidado. La esencia que nace de la flor de las viñas ha creado la esencia de este municipio de bodegas y cooperativas de alta calidad. Un ejemplo es la Cooperativa San Isidro que, formada por casi mil socios, se ha convertido tras más de cincuenta años en una de las productoras referentes de vinos tintos de nuestro país. También se apuesta por la elaboración de vinos ecológicos como el ejemplo de la empresa Vitis Natura. 

Las antiguas cuevas de los vecinos y vecinas no fueron sólo destinadas a la producción de vino. También fueron nidos para otro alimento de gran importancia socioeconómica en la comarca: el champiñón y otros hongos comestibles. Estos seres precisaban de paja, humedad y oscuridad para desarrollarse. Su éxito se tradujo en que en 1990 se instalara en Quintanar del Rey, la sede del Centro de Investigación, Experimentación y Servicios del Champiñón, a través del que se fomenta trabajos de investigación e innovación. 

En la actualidad, el sector de la construcción sustenta el peso económico del municipio. Vecinos y vecinas de Quintanar se desplazaban por todos los puntos del país para trabajar en la construcción, especialmente en Murcia y la costa levantina. Recuerda, una vecina quintanareña, aún la imagen de ver marchar a las familias con el carro lleno, un cordero atado y una bandera bordada de coraje.  

Su éxito en los sectores de la industria y la construcción se ha traducido en que, a pesar de ser un término pequeño, muchas de las parcelas y tierras de los pueblos de alrededor son propiedad de quintanareños. Y como dato representativo, su imparable ascenso demográfico.

Figura 5. Fachada tradicional de Quintanar del Rey. Foto: Autor

El pasado de Quintanar es breve y estrecho, su presente es largo y ancho. Aquellas quinterías enjalbegadas de cal con techos de cañas y atocha que acogieron el hambre, hoy se han traducido en numerosos edificios, negocios y cierta prosperidad. Aquel tiempo bajo el yugo de Alarcón, del Marquesado de Villena y posteriormente de Villanueva de la Jara se ha esfumado. 

Hoy, Quintanar del Rey es el tercer municipio con mayor población de la provincia de Cuenca con casi ocho mil habitantes, es cabeza económica de la comarca y sus habitantes, propietarios de las tierras de los pueblos de alrededor, incluido Villanueva de la Jara.

Este pueblo con escaso término y con una historia breve y marcada por su dependencia a otros municipios, ha invertido la balanza y su propia historia gracias al emprendimiento y el trabajo de sus gentes. Quintanar del Rey, a las puertas de la Mancha, es un gigante sin molinos, un caso único de nuestra tierra.

El proyecto “Entre quinterías y las aguas del río Valdemembra” está promovido por el Ayuntamiento de Quintanar del Rey y financiado por la Diputación Provincial de Cuenca

Tiene como objeto la documentación, digitalización y puesta en valor innovadora del patrimonio cultural intangible asociado a las casas de campo o quinterías y al curso del río Valdemembra en el término de Quintanar del Rey.

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