El comunismo en Cuenca

El comunismo en Cuenca

Para explicar el origen del Comunismo en Cuenca es necesario hacer referencia a la prensa obrera de la localidad de los años veinte. En 1918 nacería Vida Obrera, órgano  de la sociedad obrera “La Aurora”, dependiente del PSOE, que pasaría a llamarse La Lucha y se editó hasta enero de 1929. En su redacción convivieron personas como Juan Jiménez de Aguilar, Felipe de la Rica, Desiderio Dulce, Rodolfo Llopis y Crédulo M. Escobar.

Tras la proclamación de la República, el Partido Comunista constituyó algunas federaciones territoriales, como la de Extremadura, Andalucía o Castilla La Nueva, tratando de impulsar la organización provincial. Cada uno tuvo un desarrollo distinto. Las repercusiones de la Revolución del 34 favorecieron al partido, que vio incrementarse sus filas.

La introducción en Cuenca fue muy lenta. Carente de líderes y cabezas visibles, su actividad pública, escasa durante los años republicanos, se dio en conjunción con los socialistas. En la capital, el Partido Comunista se creó de forma oficial en mayo de 1936, pero en otros pueblos de la provincia esta fecha se remonta a los primeros días de agosto de 1934. En Tarancón se fundó una de las primeras células que pasaría a integrarse en la organización en 1936. Fundada por ocho simpatizantes.

En la ciudad de Cuenca, un pequeño grupo se creó en 1935, pero, ante su inconsistencia, la preparación de la campaña electoral de mayo corrió a cargo de la célula de Tarancón, que se desplazó también por otros pueblos de La Mancha y de la Sierra.

Uno de sus pocos mítines, independiente de otros partidos, se celebró en 1936, en Priego, convocado por el Partido Comunista, sus juventudes y la Agrupación de Mujeres Antifascistas. En él se denunció el estado y los problemas de la provincia.

En junio de 1936, existían veinte Radios en la provincia, comandados por un Comité compuesto por tres miembros. La gestión de su poderío aún quedaba lejos, en 1938; ahora, lo único que se estaba formalizando eran sus bases.

A nivel nacional el P.C comenzó desconfiando de la política del Frente Popular. Durante la Guerra Civil, sin embargo, fue necesario declarar su fidelidad absoluta. El primer y único órgano de expresión que tuvo en Cuenca, fue el semanario Cuenca Roja, cuya imprenta se hallaba en la calle Doctor Chirino, nº 6, en la primera página de su primer número, impreso en febrero de 1937 se puede constatar viraje hacia el republicanismo. En se afirmaba que los comunistas se esforzarán por estrechar los lazos que les unen a todos y cada uno de los partidos y organizaciones sindicales que están representados en el gobierno de la victoria.

Cuenca Roja órgano de expresión del Partido Comunista de España en Cuenca. Imagen proporcionada por el autor

A partir del verano de 1936, sus filas se fueron incrementando considerablemente, las nuevas filiaciones respondieron más a cierto oportunismo político que a una afinidad ideológica.

Las siguientes cifras de composición social del Partido (para el 1 de marzo de 1937) proceden de fuentes comunistas y, ante ello, hay que observar ciertos reparos. Aun así, es lo único con lo que contamos. Además, teniendo en cuenta que se trataba de información destinada al control interno del Partido y no a fines propagandísticos, creemos que las que barajan pueden estar cerca de las reales. En Cuenca habría 10.000 afiliados. De los cuales, 1.000 serían obreros; obreros agrícolas y propietarios, 5.000; campesinos, 3.400; intelectuales, 200; afiliados de clases medias, 400; y 500 mujeres. De todos ellos, 2.000 estarían movilizados.

Lo que colocaría al PC de Cuenca como una de las formaciones políticas con más afiliados en la provincia.

Sello del radio comunista de Villaconejos de Trabaque (Cuenca). Fuente: López Villaverde, A. L. y Sánchez Sánchez, I., Honra, agua y pan. Un sueño comunista de Cipriano López Crespo (1934-1938), Cuenca, Uclm, 2004

Respecto a las relaciones con otros partidos, con los socialistas, se caminó casi siempre a la par, incluso con asambleas conjuntas. En 1938 se celebraron dos reuniones junto a la Agrupación Socialista para propugnar la creación de un Partido Único. Se aprobó, a propuesta de éstos, la creación de asambleas fusionadas en Cuenca, San Clemente y Tarancón. Los socialistas bascularon siempre en su apoyo a comunistas y anarquistas, a conveniencia respaldaron a menudo las medidas emprendidas por el Gobernador comunista, Jesús Monzón.

Los grupos juveniles como las Juventudes Socialistas Unificadas, en vías de organización en los primeros días de octubre de 1936, se desarrollaban con menor fuerza.

En la izquierda habrá dos concepciones sobre la guerra: hacer la revolución o ganar la guerra. Los sucesos de mayo de 1937 en Cataluña sirvieron para formalizar ataques entre comunistas y anarquistas en Cuenca. Ambos grupos tachaban al otro de contrarrevolucionario, lo que no dejaba de confundir a la población.

En agosto de 1937 el Comité del Frente Popular redactó una queja dirigida al Gobierno donde se denunciaba la actuación de la Columna Del Rosal y la de los propios anarquistas. El texto venía firmado por todos los grupos menos, obviamente CNT-FAI. Ello venía a señalar, en primer lugar, el distanciamiento político entre el bloque de republicanos, socialistas y comunistas con los anarquistas. Y, en segundo término, la inclinación del poder que pasaba de éstos a los socialistas-comunistas. El excesivo protagonismo de CNT-FAI dejaba paso, pues, a la creciente evolución del PC.

El papel del comunista Jesús Monzón, que desde Alicante había llegado a Cuenca con el cargo de Gobernador Civil, impulsó todas las obras del partido gracias al gabinete asesor del que se rodeó y pasó al apoyo económico del Comité Central. Monzón trató de limitar la influencia de los anarquistas, algo a lo que sus antecesores apenas se habían atrevido. Creó una poderosa infraestructura y potenció la propaganda en toda la ciudad: se colocaron carteles en muros y fachadas, se editaron folletos y periódicos, se crearon células y asociaciones afines, la actividad del Socorro Rojo vivió un fuerte impulso, se intensificaron los actos públicos y la presencia de brigadas comunistas, donde se procuraba hacer alarde de organización y poder. La primera brigada del Ejército perfectamente uniformada que desfiló por Cuenca fue mayoritariamente comunista y lo hizo a los sones de una Joven Guardia hasta entonces inédita en nuestra provincia. Perfectamente pertrechados, la impresión de organización que se quiso ofrecer a la ciudadanía surtió efecto.

Durante el periodo en el que el comunista Jesús Monzón estuvo de Gobernador Civil en Cuenca, desde 1938 hasta 1939, comenzaron a parecer en la capital las temibles “Checas”. El término “Checa” proviene de la primera policía secreta soviética. Las “Checas” eran cuarteles de milicias, cárceles o salas de interrogatorios de la policía secreta del SIM (Servicio de Investigación Militar) organizada por Indalecio Prieto, que nació para resolver los casos de derrotismo y espionaje, localizando a los elementos de la “quinta columna” y a los infiltrados en los mandos del Ejército Popular para neutralizarlos. Utilizaban la coacción, los malos tratos y el miedo psicológico en sus interrogatorios. Este organismo que estuvo controlado por los comunistas, actuaba con plena autonomía de los servicios de seguridad del Gobierno y de la justicia ordinaria. Las “Checas” desaparecieron días antes de terminar la Guerra Civil Española.

 Las tres grandes bases del PC en Cuenca serían Cuenca, Tarancón y San Clemente. Las afiliaciones comunistas crecían fruto de su buena relación con la UGT.

En resumen, en el transcurso de 1937 y sobre todo, de 1938, el poder anarquista fue controlado en mayor medida por socialistas y comunistas, que implantaron un orden en la provincia, que estabilizó a Cuenca como ciudad de retaguardia. Entre la prioridad de ganar la guerra o provocar la revolución saldría ganando, a la postre, el Partido Comunista, ya que se encaramó en los puestos políticos y militares más relevantes y pugnó por la hegemonía en Cuenca como lo hizo en cada una de las provincias de la España republicana. El deseo de construir una maquina estatal, como única vía para la victoria, le llevaba a exigir la destrucción de los comités revolucionarios, que eran los que venían asumiendo los poderes desde la sublevación. El Partido Comunista defendía esta última pretensión alegando que los comités estaban formados por los miembros más radicales de los sindicatos, lo cual solía ser cierto, y debía dejar paso a los órganos de la Administración central para un mayor control de la economía de la retaguardia.

Bibliografía

  • Álvarez Delgado; A. López Villaverde.  Un enclave cenetista en una ciudad levítica, en Germinal, revista de Estudios Libertarios (1 de abril,2006).
  • Cañete. Los detalles de la checa de la Guerra Civil que hay en la Calle San Juan. Voces de Cuenca. (9 de noviembre, 2014).
  • López Villaverde. Cuenca durante la II República: elecciones, partidos y vida política, 1931-1936.Diputación de Cuenca, Cuenca,1997
  • López Villaverde. Honra, Agua y pan: Un sueño comunista de Cipriano López Crespo (1934-1938). Ed: U. C. L. M. Cuenca, 2004.
  • López Villaverde; I. Sánchez Sánchez. Historia y Evolución de la prensa conquense. (1811-1939) ,  Ed: U. C. L . M. Cuenca,  1998.
  • Rodríguez Patiño. La Guerra Civil en Cuenca (1936-1939) Del 18 de julio a la columna del Rosal. UCM, 2003.
  • La Lucha, Cuenca, año 2 , número 7 ( 19 de enero , 1919)
  • Cuenca Roja, Cuenca, año 1, número 1 (26 de marzo,1937)

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