Imagen de cabecera: Puente de San Pablo. Rafael Monleón y Torres
Pues bien, citando algunos paradigmas equivocados y no por ello dejándolos en el olvido, vemos como el origen de la ciudad de Cuenca siempre fue objetivo y deseo de análisis por muchos historiadores de tiempos pasados como Miguel Cortés López, atribuyendo su fundación a los griegos arcades (Olcadia-Alcarria); o el canónigo Trifón Muñoz y Soliva [1], quien adelanta la misma a la labor de los fenicios cuando nos relata con tremenda convicción como “fue un grupo de thobelios -descendientes del dios Thubal- los que se introducirían por la sierra de Negrete y Moya y llegando a este lugar donde confluyen Júcar y Huécar, la poblaron con algunas familias, poniendo el nombre de Kar, término que Cortés y López titula como cuenca, lebrillo o palangana y cuya procedencia pudiera ser de origen caldeo.”
Será, como cité anteriormente, Martín Rizo [2] el que nos lleve hacia la leyenda más mítica cuando atribuye que “España, la última región de Europa, rodeada toda de mar, excepto la parte oriental que está unida a Francia y que llamóse toda Yberia, de Ybero que fue rey, hijo de Tubal -que a su vez era hijo de Noé-, y que después le sucedió en el dominio, y de quien Hebro, río famoso, recibió también el nombre según la demarcación de los antiguos cosmógrafos. El sitio donde fue fundada Cuenca es en los confines de la Celtiberia llamada así por Lucano y que primero fue llamada Sucro por su río Xucar que riega sus márgenes, y de esta opinión era Plinio, Valerio Máximo, Estrabón y Tito Livio; hay algunos que quieren darle mayor antigüedad a Cuenca diciendo que la fundó Hércules, igual que hizo con Urgel y Tarragona y que la llamaron primero Concava, cuyo nombre se deriva de la lengua latina que se dice Cocava que es lo mismo que Concha por estar esta ciudad en forma de una concha invertida y así lo dice Sillio Itálico. Y esto es lo que he podido averiguar de la fundación antigua de Cuenca porque el padre Juan de Mariana es de la opinión de que Cuenca la fundaron los moros y así lo confirma Sebastián de Covarrubias cuando dice que ni el Imperio Romano ni la Historia Gótica hablan de esta ciudad de Cuenca.”
Curiosísima es la apreciación del Obispo Mateo Reinal en el año 1248 cuando nos dice que, “hay algunos que la llaman Anitorgis, pero no existe documento alguno y que otros, Sucro, más los antiguos geógrafos colocan este pueblo en la desembocadura del Júcar y que otros la colocan en medio y la llaman Concava o Cauca, pero Horacio y Silio Itálico, en su libro III nos dicen que no es ni Cauca ni Concava y sí es Concana. Sin embargo Ptolomeo la coloca a esta ciudad en el territorio cántabro y llama Cauca a la de los vacceos, por tanto, para sostener que Cuenca es la antigua Concana habría que ir a Flavio Dextro quien en el 132 de la era cristiana dice que existe una ciudad celtibérica llamada Concana del toletani episcopi.”
Sin embargo, el historiador Pedro Pruneda deja bien claro que nada de esto tiene sentido, pues la ciudad de Cuenca no aparece en documentos anteriores a la dominación musulmana, ni siquiera en época romana y menos en aquella en la que fenicios por la península ibérica llegasen a comerciar. Por el momento, los historiadores actuales y los arqueólogos expertos también se siguen reafirmando en ello y lo harán, mientras la huella fiel no exprese otro contenido.
Pruneda [2] nos dice que “El castillo sarraceno de Cuenca es el primer objeto que distintamente vislumbramos al través de las nieblas del siglo IX. Desde los primeros años de la dominación agarena van desapareciendo las poblaciones celtíberas y romanas, y levantándose en su lugar fuertes y pequeñas villas alrededor de un castillo: Conca, Alarcón, Uclés, Webda, Santiberia y Zorita. Ya en 784 dio Alarcón seguro e ignorado asilo a Muhamad-el-Fehri, prófugo y derrotado por el jefe de la dinastía de los Omeyas, el grande Abderramán.”
Sobre el origen, posible, misterioso o futurista, siempre ha sido preocupación de todos los investigadores sobre la historia de Cuenca, trabajos publicados y difundidos en revistas científicas o divulgativas en la mayor parte de las veces. Estudios como “Noticias Conquenses” de don José Torres Mena [7] nos habla de curiosas informaciones y aspectos singulares, tales como cuando nos expresa que “con el inmediato e impropio título de Historia de Cuenca apareció en las columnas de la acreditada revista madrileña Museo de las Familias, correspondiente al mes de agosto de 1845, un pasillo histórico, compuesto por don Julián Saiz Milanés, amigo, paisano y condiscípulo de don Trifón Muñoz y Soliva. La tal historia, narrada en cinco planas escasas del periódico ilustrado y exornada con una pequeña litografía que dice representar la vita de Cuenca tomada desde la cuesta de Uclés, llenó de enojo a Muñoz y Soliva porque aguardando una obra completa, como era de esperar, dice, del talento, perseverancia y medios de su autor, vióse todavía defraudado con un sucinto epítome de la Historia de Martín Rizo, alterado con arbitrarias inexactitudes y truncaciones del texto“.
Igualmente, otro trabajo del que se pueden extraer noticias y algunas puntualizaciones sería el de “Noticias de todos los Ilmos., Señores Obispos de la Diócesis de Cuenca” [8], del citado Muñoz y Soliva, donde van apareciendo numerosas y singulares noticias de cada uno de los diferentes señores Obispos que la Diócesis de Cuenca tuvo.
Pero todo está ahí y todo queda en el entredicho. De Cuenca, como ciudad fortificada o como ciudad de poblamiento, es difícil aventurar el momento exacto de su existencia como tal. Cierto es, que los nuevos hallazgos arqueológicos nos hacen presagiar que el entorno lacustre de las Hoces, tanto la del Júcar como la del Huécar, mantiene los condicionantes idóneos para haber tenido poblamiento nómada con dedicación a la recolección y algunas grabaciones rupestres en promontorios del territorio; pero más cierto es todavía que debemos aventurarnos al siglo X como el momento fiel en el que esta ciudad ya está poblada y edificada en lo alto del farallón rocoso que actualmente ocupa. Época califal de Al-Ándalus.
Todos los historiadores coinciden y, aunque sin poder descartar cualquier novedad científica que pudiera aparecer, la ciudad de Cuenca, en función del más antiguo resto arquitectónico conservado y que es el lienzo interno de la torre principal del castillo, lo más verosímil parece remontar el origen preciso de este lugar al citado siglo X – o tal vez, en las postrimerías del siglo IX-.
El cronista Al-Razí1 nos dice que “Este distrito reúne todas las ventajas, porque posee excelentes terrenos de ganadería y de pastos y tierra para cereales. Comprende laderas de montañas con espacios llanos y fértiles donde se encuentran hermosas vegas plantadas de árboles, sobre todo, nogales y avellanos de mucha altura. Hoy son bellas poblaciones.”
Cronistas árabes nos hablan del Islam andalusíy de muchas vicisitudes ocurridas en sus territorios de la Meseta. Por ejemplo, el escritor Ajbar Machmua informa que “junto a Santaver, en la alquería de las fuentes, fue asesinado en el 777 el maestro de escuela Shaqya Abd al-Wahid que, desde este distrito, encendería la rebelión de los bereberes contra el emir Abderramán I en el año 768.”
Muchos escritos nos hablan de la belleza de la ciudad de Cuenca, que los árabes llamaban Conka, Konca o Qunka, y también sus vicisitudes por la propia familia de los Benni Zennum, sobre todo cuando en el 888 provocan la ocupación esporádica de Toledo y que según Torres Balbás sucedería así: “…lo hará con la ayuda de un agitador toledano llamado Lope ben Tarbisha y con un ejército de 20.000 bereberes de esta cora de Santaver. Sus tres hijos se le parecerán mucho en su físico e intenciones, siendo el mayor Yhaya, el más pérfido y cruel de su raza; tal vez, el segundo Aben Hayyan, instalado en Walmu (Huélamo), sea un tipo complejo y contradictorio, valiente y temerario, sanguinario y magnánimo, respetado y temido, astuto, en fin, que obraba a su gusto, según sus conveniencias.”
Igualmente nos hablan de la ciudad de Huélamo [8], diciendo que es “una población provista de una fortaleza en la marca de Al-Ándalus. Es la capital del círculo de Santaberiya o Santaver. Su construcción, que es moderna, fue obra del arquitecto árabe al-Fath B. Musa B. Dinnún y es aquí donde se sublevó con éxito contra la autoridad central en el 775-777, adoptando en seguida Uclés como la capital y residencia de todo el territorio sublevado.”
Por tanto, será al final del milenio cristiano, en virtud de la nueva reorganización amirida administrativo-militar, cuando se ordene la construcción de una impresionante fortaleza militar en el mismo corazón de la Kura de Santaveria, provocando de inmediato el nacimiento con nombre propio de al Madinat Kunka o Quvenqa [2], en el carismático año mil, en cuyo al-qasar, el gobernador de la citada Marca Media, Wadih instalará principescamente a sus esposas y lo mejor de sus preciados tesoros.
1 Isa ibn Ahmad al-Razi fue un historiador y escritor árabe, cronista del califa al-Hakam II en la segunda mitad del siglo X. Hijo de Ahmad ibn Muhammad al-Razi, también historiador, finalizó en Córdoba después del año 977 la composición de la obra más famosa que comenzase su propio padre.
Bibliografía
[1] Muñoz y Soliva, Trifón: Historia de la muy noble y leal ciudad de Cuenca y del territorio de la provincia y su obispado. Reed
[2] Martín Rizo, Pablo.; Historia de Cuenca. El Albir. Madrid, 1978 (fascimil)
[3] Almonacid Clavería, José Antonio.; “Cuenca: sus monedas hispano-árabes 416-506H (1025-1113 d.C.)” Encuentro. Comunicación IV-96 época. diciembre, 1996
[4] Jiménez Monteserín, Miguel.; La ciudad de la luz y del arte. Excmo. Ato. Cuenca, 2001
[5] Al-Razí; Historia de los reyes de Al-Ándalus.
[6] Torres Balbás, Leopoldo.; “Al-Ándalus”, v. XXV y Boletín de la Real Academia de la Historia. v. CXLVI. Madrid, 1960
[7] Almonacid Clavería, José Antonio.; “La Kura de Santaver: estructura político-administrativa”. I Congreso de Castilla La Mancha, tomo V. Ciudad Real, 1988. Revista Cuenca 30, 1987.
[8] Torres Mena, José.; Noticias conquenses. Madrid, 1878