Hay puntos donde se encuentran los caminos. Donde dos líneas al cruzarse dibujan un cruz. Cruces donde se unen oficios, destinos y rumbos de tan variopintos personajes como comerciantes, viajeros, campesinos, pastores… Uno de estos puntos es el pueblo conquense de Almodóvar del Pinar.
Y no sólo porque este pueblo sirve como bisagra económica y comercial histórica entre los campos manchegos y levantinos, donde cereales, almendros y viñas comienzan a abrirse paso, y las ondulantes sierras, donde el pino ejerce su poderío dotando de grandes bosques y recursos como la resina; sino porque fue también encuentro de cruces levantadas por influyentes sotanas que gobernaron estas tierras castellanas. Este cruce de cruces sucede en la vega del río Valdemembra, ligero caudal, históricamente conocido como “seco”, que es afluente del Júcar y que con su lejano aroma de membrillos se adentra en tierras manchegas. En este valle del Valdemembra, arropado por terrenos pedregosos y de poca producción agrícola, surgió Almodóvar.
Su origen se envuelve en un halo de misterio. Voces señalan que se halla escondido en el Almodovarejo o “Almarejo” donde cercano al río Valdemembra aparecen restos de construcciones con cimientos, tejas y muros. Aunque no existen estudios ni pruebas arqueológicas para demostrarlo, en 2005, a tres kilómetros de este lugar se destaparon, con las obras del AVE, cincuenta tumbas tardorromanas o visigodo en el paraje conocido como Los Colmenares. Esta es la primera opción. La segunda y más probable es que ya existiera una población alrededor del Cerro de los Cubos o del Castillejo, pequeño cerro donde se aferra el pueblo y encuentran los restos del castillo árabe y donde, además, han aparecido restos de un castro celtibérico y objetos de época romana. O, ¿quizás convivieron ambos al mismo tiempo?
Pero su historia más fehaciente y fidedigna comienza con su propio nombre. Almodóvar es un canto árabe, “al-mudawwar”, que nos lleva a las tierras de los tiempos de Al-Andalus. Y, aunque lo más posible es que en esta época ya estuviera asentado en su localización actual, no es hasta el siglo XV cuando un documento físico atestigua la existencia de la actual Almodóvar del Pinar. Ya con la Península en manos cristianas y con una población apenas de 89 vecinos, es considerado como Villa y se le concede la Dehesa Boyal. En 1453, bajo los derechos señoriales de Martín de Alarcón, fue cedido a Rodrigo Manrique, Condestable de Castilla. En esta fluctuante época, Almodóvar se va convirtiendo paulatinamente en un paso fundamental entre la Sierra y la Mancha, entre el sur levantino y el interior castellano y va desarrollando en sus entrañas una fuerte economía gracias al monte, el comercio y la ganadería.
Los siglos XV y XVI coinciden con el gran apogeo ganadero y textil de la ciudad de Cuenca y su provincia. ¿Cuántos ganados no atravesaron las veredas de Almodóvar en busca de pastos más prósperos? ¿Cuántos comerciantes del reino no transitaron los caminos de Almodóvar con aquellas preciadas lanas y delicados paños? Pero si es Almodóvar protagonista de esta época dorada es porque aquí nació Don Juan del Pozo. Este clérigo, Canónigo de Cuenca, fue el que ordenó la construcción del Convento y el Puente de San Pablo y legó a la historia el origen de la imagen por antonomasia de la ciudad de Cuenca.
Luego llegará la crisis que sepultará la ganadería, la industria textil y, como consecuencia, la economía. Sin embargo y paradójicamente, mientras la capital y los pueblos se iban sumiendo en un estado de letargo socioeconómico, Almodóvar inicia su época de grandeza, alcanzando su esplendor en el siglo XVIII. Considerada como Villa Grande, ejerce como punto de referencia por dos motivos: el colegio de los Escolapios y el gremio de los carreteros.
El Colegio Pobre de los Escolapios, o Escuela Pía, fue fundado en 1724 por Juan Lucas del Pozo. Instruyendo a la juventud en gramática latina, retórica y primeras letras se convirtió en un punto de referencia de Cuenca. En 1768 se incluyó una cátedra de filosofía y de teología moral. Denominado como Colegio de Almodóvar, y situado en la Ermita de la Virgen de las Nieves, llegó a reunir 168 alumnos internos en su máximo esplendor. Sin embargo, las guerras napoleónicas y carlistas del siglo XIX sumado a la débil situación del país descalabraron su fama y menguaron su actividad hasta que el curso de 1856-57 puso fin a más de siglo y medio de actividad didáctica. Tras su cierre quedó agregado al Seminario de Cuenca.
Si el cultivo del alma y de la sabiduría hicieron a Almodóvar alzarse en las alturas y conquistar las etéreas tierras del pensamiento divino, fue la conquista en los polvorientos y embarrados caminos mundanales la que le dieron fama en todo el reino. Las ruedas de las carretas de Almodóvar, integradas en la Cabaña Real de Carreteros, transitaron por todo el reino uniendo Castilla con Aragón y con tierras manchegas. Estas, tiradas por bueyes, se ocupaban del transporte de incontables recursos: desde maderas y carbones a granos, azúcar, azafrán o víveres para las tropas. La carretería fue la principal industria y comercio de Almodóvar, considerándose el municipio con mayor número de carreteros por vecino y recibiendo el nombre del “pueblo de las carretas”.
Pero si Almodóvar fue tierra de carreteros no sólo sirvió su estratégico punto para el transporte. Los pastos de su término propiciaron uno de los mayores ganados de estos recios y laboriosos animales que encabezaron la economía de Almodóvar y modelaron su propia sociedad. También fueron causa de disputas y conflictos como los documentados con Barchín del Hoyo y la Dehesa de Navodres a lo largo de los siglos XVII y XVIII. No solo fueron bueyes los que pezuñeaban los campos de Almodóvar, la ganadería trashumante ovina también recorría dos veces al año la Cañada Real, llamada “vereda” por las gentes de Almodóvar, que bifurcándose desde Navarramiro unía las zonas serranas con el levante.
En mitad de esta Cañada, como un viejo campo elíseo se abren unos fértiles prados con sombras de huertas y retorcidas higueras. Es la Fuente de los Santos. Utilizada como abrevadero por el ganado trashumante, de aquí dicen que sale una de las más frescas y sabrosas aguas. Pudieron ser estas aguas que vienen del interior de la tierra y brotan como manjar divino las que proporcionaron que fuera su entorno un lugar de devoción ya que aquí es donde se encuentra la mencionada y, hoy hundida, Ermita de San Bartolomé.
Y hablando de fuentes no podemos olvidar la Fuente de Alarcón o del “Abarcón” que suministraba agua al pueblo o la Fuente de la Villa Armero o “Viña del Armero” utilizada como lavadero municipal y donde cuenta “la tradición piadosa” que se apareció la imagen de la Virgen de las Nieves, Patrona de Almodóvar. A ella, se le construyó una ermita ya constatada en 1494 y a las que se le suman la de San Vicente Ferrer de mitad del siglo XVIII, San Bartolomé junto a la Fuente de los Santos, San Cristóbal y San Miguel. Todas bajo la imponente mirada de la estrella arquitectónica y devota de Almodóvar: la iglesia de la Asunción del siglo XVI.
Gracias al Colegio de los Escolapios y la Carretería, Almodóvar incrementó su población, cuatrocientos vecinos en 1783, y se convirtió en un paso esencial para el transporte. Una puerta que unió el Levante valenciano y la Mancha albaceteña con la Sierra conquense. Sin embargo, el siglo XIX trajo la desaparición de la industria carretera y el fin de la Escuela Pía. Con ello, un gran descenso demográfico, en 1860 cuenta con 188 vecinos, que con la agonía de la ganadería y la carretería comenzó a fomentar la agricultura. Sin embargo y con fortuna, en estas fechas, se iniciaron las construcciones de las principales carreteras actuales: la carretera de Cuenca a Minglanilla, actual CM-211, y la que une con la estación de La Roda cruzando por Motilla del Palancar, actual CM-220. Estas dos vías de comunicación, siguen siendo el paso ineludible para conectar Cuenca con Albacete o Valencia. Cabe destacar que a lo largo de esta carretera aparecen dos infraestructuras, hoy ruinosas, llamadas Casillas de Peon Caminero que, construidas a mitad del siglo XIX, albergaban a los encargados de cuidar, mantener y vigilar las vías de comunicación importantes.
Pero aún guarda Almodóvar un último tesoro: una especie de ámbar fundido en las almas de sus gentes. Este ámbar procede de las grandes extensiones de pino rodeno que aparecen en su término y que marca el paisaje de Almodóvar: la resina. La resina, tras la desaparición del comercio carretero, ha sido el recurso que ha sustentado su sociedad y economía. Las labores de extracción de la resina se llevaban a cabo principalmente en el paraje llamado la Dehesa de Abajo, actual Monte de Utilidad Pública y perteneciente al Ayuntamiento Municipal. En la primera mitad del siglo XX se llegó a instalar una fábrica de resina en el municipio y se llegaron a realizar experimentos científicos sobre los nuevos usos de la resina. Y es que tal la importancia de este ámbar procedente de las entrañas de los pinos que prestó su apellido a Almodóvar del Pinar.
A pesar de su patrimonio y su riqueza de recursos naturales, la segunda mitad del siglo XX trajo el declive del municipio. Lejana queda la época esplendorosa de tantos carreteros y de la Escuela de los Escolapios. También los dorados años de la resina cuando Almodóvar contaba con su propia fábrica. Hoy, Almodóvar del Pinar, como tantos otros pueblos de la provincia de Cuenca sufre un proceso de extrema despoblación en las últimas décadas, como ejemplo desde 1960 la población ha descendido desde 1085 a 383 personas censadas.
El viajero que deambule de tierras manchegas o levantinas hacia Cuenca o viceversa, sigue pasando por Almodóvar. Este pueblo eclesiástico y carretero aún enseña desde la carretera sus ermitas, sus extensos pinares y sus caminos como venas surgentes de la tierra. Esta tierra de cruces sobre ermitas, cruces de caminos, cruces marcadas en los pinos cada vez se encuentra más desamparado y envejecido. Cada día son menos quienes blasfeman ante sus cruces y ante ellas ruegan que para sus campos llueva en primavera… Como tantos pueblos de nuestra tierra, este cruce de la vida con la historia de aroma manchego y alma serrana se silencia.
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