Conservar o restaurar: el Puente de La Melgosa

Conservar o restaurar: el Puente de La Melgosa

El 15 de abril de 2019 veíamos estupefactos y en riguroso directo el incendio de la techumbre de Notre Dame de París. La aguja que coronaba la joya del gótico no resistió el poder de las llamas y se vino abajo con gran parte del tejado de madera. Casi instantáneamente se abrió el debate: ¿cómo afrontar la reconstrucción de las partes afectadas por el fuego? La propuesta más popular –que, finalmente, es la que se llevará a cabo– es recrear el aspecto que tenía la catedral momentos previos al incendio. Esta decisión, a ojos del grueso de la población, sería la más lógica, pues volvería a dotar al edificio de su aspecto “original”. Además, tenemos tanta información visual que la réplica sería prácticamente exacta, incluyendo los materiales. Sin embargo, la aguja derribada no formaba parte del edificio gótico original. Ni mucho menos. Esta fue levantada en la década de 1840 por el arquitecto Viollet-le-Duc con el fin de reemplazar otra aguja que el templo había tenido hasta 1786, cuando se retiró por problemas de estabilidad. El francés no reconstruyó la aguja, sino que diseñó una ex novo en el estilo de su época: el Neogótico. Por lo tanto, ¿no sería falsear la historia del monumento si se construye una réplica exacta de la aguja perdida en 2019? ¿No lo sería también reconstruir los muros de la cara sur del Coliseo de Roma? ¿O recuperar la policromía de las estatuas clásicas? Ni el más arriesgado de los restauradores o arquitectos se plantea estas dos inverosímiles intervenciones. El conocimiento que extraemos del Patrimonio no se basa, únicamente, en lo que se conserva, sino también en lo que se pierde.

Puente de La Melgosa antes de la intervención. Fuente: Marta Olalla Montalbo

Dejemos ahora la Ciudad de la Luz y situémonos en las últimas estribaciones del sur del Sistema Ibérico. Más concretamente a las faldas de la Sierra de los Palancares, en la vega del río Moscas, escasos kilómetros antes de verter sus escasas aguas al Júcar. Pese a la reducida longitud del río al que da nombre el molesto díptero que puebla sus orillas en verano, su ribera cuenta con una dilatada y compleja historia, pues se han hallado ejemplares del primer complejo industrial lítico producido por homínidos, el conocido por los arqueólogos como Modo 1  (Domínguez-Solera, 2019). Desde aquellos primeros habitantes dedicados a la caza y la recolección, se llegó a las primeras sociedades agrícolas preindustriales. La explosión comercial del Imperio Romano necesitó de vías de comunicación y transporte terrestres que surtieran de infinidad de productos la total amplitud de su territorio. Así se encontraron los ingenieros romanos con el humilde río Moscas –cuyo nombre latino desconocemos– sobre el que levantaron un pequeño puente o alcantarilla lo suficientemente amplio para que cruzara sobre su tablero la calzada. Pese a la controversia sobre su antigüedad, pues se ha dudado sobre si era romano o medieval, según los últimos estudios (y a la espera de los análisis de radiocarbono) se ha aceptado que el puente es de fábrica romana. Corrobora esta conclusión el tamaño del puente, que es tan ancho como largo, lo que se hacía para evitar reducir el tamaño de la calzada que cruza el río. Además está construido en seco, casi sin mortero, confiando en mantenerse gracias a la curva catenaria y al empuje de las propias dovelas que componen el arco (Domínguez-Solera; Muñoz, 2019). Suponemos que la dicha alcantarilla ha estado ahí, formando parte del paisaje de la vega, alrededor de dos mil años. Un par de milenios pasan factura a cualquiera, no siendo menos este pequeño vado, el cual ha sufrido el expolio de los pretiles y albardillas, su pavimento original y, aun quedando gran parte de la sillería, esta se encuentra bastante deteriorada. 

Conocemos tan bien la forma original que tenían las alcantarillas romanas –aunque siempre sujetas a leves modificaciones fruto de la excepcionalidad de los accidentes geográficos que determinaban su construcción– que es fácil reconstruirlas sin miedo de fallar en su ejecución. Este fue, a mi juicio, el criterio seguido por la administración pública y la empresa que se llevó el proyecto de restauración del Puente Romano de La Melgosa, incluido en el Inventario de Patrimonio Histórico-Artístico.  

En septiembre de 2020 apareció en varios medios de comunicación local y regional la noticia de la rehabilitación de la estructura con titulares tan brillantes como el siguiente, del prestigioso El Digital CLM: Restauran un puente romano en la región y causan la rechifla general. Acto seguido, el Ayuntamiento de Cuenca paralizó las obras. De repente, las redes sociales explotaron en una algarabía de expertos conservadores y restauradores criticando la obra en general, basándose, únicamente, en su gusto personal.

Puente de La Melgosa durante la intervención. Fuente: Twitter - @CuencaHistoria

Es evidente que el puente, basándonos en los pertinentes estudios arqueológicos y arquitectónicos, necesitaba una intervención. Según el informe, las actuaciones estarían encaminadas a solucionar las patologías observadas, a mejorar la interpretación visual del puente, y a acondicionar sus accesos. Sin embargo, en el documento del proyecto arquitectónico, ya observamos elementos que delatan lo exagerado del proyecto. El arquitecto italiano Camillo Boitio pedía a finales del siglo XIX sinceridad y honestidad a los restauradores, así como humildad y cautela a la hora de intervenir un edificio histórico. Es evidente, como he comentado más arriba, que conocemos la forma de las alcantarillas romanas, pero, ¿es necesario reconstruirla como tal, pese al plausible parecido con la obra original?

La mayoría de los expertos, leyes y organismos oficiales defienden el mismo principio a la hora de conservar entidades edilicias o artísticas: el de la mínima actuación. La Carta de Venecia (1964), en la que se han basado los documentos internacionales posteriores encaminados a establecer directrices a la hora de conservar el Patrimonio, propone que la restauración es una operación que tiene un carácter excepcional. Tiene como fin conservar y revelar los valores estéticos e históricos del monumento y se fundamenta en el respeto a la esencia antigua y a los documentos auténticos. En nuestro país, en el artículo 39 de la Ley de Patrimonio Histórico Español, se dice que las actuaciones sobre bienes inmuebles […] irán encaminadas a su conservación, consolidación y rehabilitación y evitarán los intentos de reconstrucción salvo cuando se utilicen partes originales de los mismos y pueda probarse su autenticidad.

Es evidente que en el caso que nos atañe no se han utilizado los sillares originales para su reconstrucción, aunque se hayan conservado bajo la nueva obra. Pero también queda claro que se ha dotado al puente –si aceptamos que es romano– de una forma cercana a la original. La única posible justificación de semejante restauración es mejorar su interpretación; no obstante, en las mejoras a adoptar según el informe técnico se habla de la instalación de un panel informativo cuyo fin es evitar la reconstrucción y permitir su visualización. En cuanto a los materiales constructivos, teniendo en cuenta que el puente lleva cerca de veinte siglos colgado en seco, es incomprensible la utilización de morteros modernos. Según el mismo informe, se instalaría un bolardo extraíble, así como la instalación de una señal de prohibido el paso. De estas últimas medidas se extrae la conclusión de que la reconstrucción del puente no estaba pensada para dotarlo funcionalmente para ser atravesado por vehículos pesados como llevaba años siendo utilizado. ¿Qué prima, pues, en estos casos?

En definitiva, se ha perdido la oportunidad de conservar un elemento clave en el paisaje de la vega del Moscas en pos de una restauración más o menos acertada de las características originales del propio puente, pero totalmente exagerada desde el punto de vista de la filosofía del Patrimonio y su situación presente.

Para saber más

https://es.unesco.org/courier/2017-julio-septiembre/hay-que-reconstruir-patrimonio-cultural

 

https://elbarroquista.com/2019/04/18/notredame2019/

https://www.eea.csic.es/laac/investigacion-laac/conservacion-y-restauracion-del-patrimonio-historico-arquitectonico-y-arqueologico/

https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1985-12534

https://www.eldigitalcastillalamancha.es/confidencial/445916700/Unos-chapuzas-restauran-un-puente-romano-en-la-region-y-la-lian-gorda.html 

Carta Internacional Sobre la Conservación y la Restauración de Monumentos y Sitios (Carta de Venecia 1964), ICOMOS. 

Domínguez-Solera, S. D. (2019): El Paleolítico Inferior y Medio en la Provincia de Cuenca: balance del proyecto, nuevas fechas absolutas y perspectivas. Cuando empezábamos a ser nosotr@s: Curso sobre el Paleolítico Inferior y Medio a nivel mundial. (Domínguez-Solera, coordinador.) Diputación de Cuenca, Cuenca: 45-76.

Domínguez-Solera, S.D.; Muñoz García, M. (2019): Proyecto Arqueológico: Proyecto de Restauración del Puente Romano de La Melgosa. Ares Aqueología S.L. 

Olalla Montalbo, M. (2019): Proyecto de Ejecución. Restauración del Puente de La Melgosa.

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