Ha dicho el Sr. Sánchez Guerra que el régimen parlamentario no ha fracasado en España.

Será menester creer al viejo parlamentario siquiera por hacerle honor a su palabra, aunque la realidad diga lo contrario. Porque, ¿si no es el sistema parlamentario lo que ha fracasado a qué se debe que no haya dado resultados algunos?

Nosotros, un tanto ayunos en materias de derecho político, no podemos desmentir al Sr. Sánchez Guerra, que es hoy uno de los principales ornamentos de nuestro parlamento.

Y es que en España no fracasa nunca nadie.

En menos de un siglo, perdimos nuestro inmenso poderío colonial; la Hacienda es un desbarajuste enorme; no tenemos Ejército ni Marina; las industrias y el comercio no prosperan; la agricultura languidece; los problemas sociales se agudizan cada vez más; el Congreso y el Senado no son más que un hervidero de pasiones; el pueblo come poco y caro… y, sin embargo, aquí nadie ha fracasado.

Bueno, por nuestra parte, que se apunte un tanto el Sr. Sánchez Guerra en este juego que se traen nuestros políticos de mantener en pura ficción la vida pública.

Por lo que se refiere al Parlamento, puede ser que lleve razón el Sr. Sánchez Guerra y que no haya fracasado. Ya dijo hace tiempo un insigne maestro y gran parlamentario que para conocer las bondades del sistema implantado en España por las bonachonas Cortes de Cádiz el año 1812, había que esperar un siglo para conocer sus defectos, otro siglo para remediarlos, y otro para empezar a conocer sus resultados.

Ya ha transcurrido el primer siglo; ahora, a esperar otros doscientos años más y entonces sabremos si ha fracasado o no el sistema parlamentario.