Asociación de Vecinos de La Paz
Un fantasma recorre España: el fantasma del movimiento vecinal. Todas las potencias de la vieja España se han unido en una Santa Alianza para acorralar a ese fantasma: los obispos y el Rey, el Gobierno y los alcaldes, la extrema derecha de Vox y el resto de intolerantes.
El derecho de asociación para defender intereses comunes, reconocido por el artículo 22 de nuestra Constitución, debe ser el tatuaje que acompañe este movimiento. Los vecinos, sobre todo los de aquellos barrios olvidados por las administraciones, deben asociarse para defender sus derechos y proporcionar valor a sus barrios. ¡VECINOS DEL MUNDO, UNÍOS!
Segunda parte de este ciclo de artículos donde trataré de describir algunos de los barrios de nuestra capital, sobre todo aquellos donde el asociacionismo y la unión vecinal han conllevado una mejora significativa de la vida de los que allí habitan. El barrio de San Antón fue el primero; este mes nos centraremos en otro barrio, de características e historia muy diferentes: el barrio de La Paz.
EL BARRIO DE LA PAZ
La mitad del siglo pasado fue una época de muchos cambios, más que políticos, sociodemográficos. Una vez pasada la dura posguerra, y con el régimen franquista asentado internacionalmente debido al papel que cumplía en la Guerra Fría, España crecía económicamente. En los años 50, se comenzaba a recibir turistas y empezaba un proceso industrializador. Esto implicó un fuerte desarrollo de las ciudades respecto a los territorios más ruralizados. La Revolución Verde no ayudó, ya que cada vez eran necesarias menos manos trabajando en el sector primario.
Así comienza el problema de la despoblación rural, que se alarga agónicamente hasta nuestros días. La gente empezó a irse del pueblo a la ciudad. Nuestra provincia no fue ninguna excepción, como puede observarse en el siguiente gráfico:
Así, a pesar de que en los últimos 70 años la provincia de Cuenca ha perdido el 41% de sus habitantes, la capital de la provincia ha sufrido un fuerte incremento (hasta la última década, donde se estabilizó la población). Esto implicó la construcción de nuevos barrios en la ciudad (al igual que sucedía en otras capitales de provincia), como Casablanca, la Fuente del Oro o La Paz.
Este último barrio se construyó y urbanizó en los años 60 sobre el terreno conocido hasta ese momento como las Eras de San Fernando, donde se trillaba la mies recolectada. Fue en el año 1963 cuando la Obra Sindical del Hogar y el Ministerio de la Vivienda deciden adquirir esos terrenos y se comienza la construcción de las primeras doscientas veinticuatro viviendas del barrio, finalizando en mayo de 1966.
Hubo tantas solicitudes para adquirir estas viviendas, que en 1964 se procedió a realizar un sorteo donde se asignaron las familias que las ocuparían. Este fue el motivo por el que el nuevo barrio se bautizó como de La Paz, ya que coincidió con lo que el dictador decidió llamar Veinticinco Años de Paz.
Esto llevó a un barrio de casas sí, pero no de calles. Las viviendas se conectaban con el resto de la ciudad a través de un camino de tierra. A lo largo de los siguientes años se mejoraron los servicios básicos de agua, luz e infraestructuras de acceso. El crecimiento de la ciudad en esa dirección hizo que el barrio pasara de ser un bloque de viviendas separadas del resto de la ciudad a tratarse de un lugar enclavado en el centro urbano.
Sin embargo, desde los años 60 sólo se han llevado a cabo actuaciones puntuales de reparación. Esto ha desembocado que hoy en día las necesidades de intervención sean evidentes. Desde hace años los vecinos del barrio, herederos de aquellos primeros propietarios, se han unido para denunciar ante las administraciones esta negligencia, reivindicando actuaciones para la mejora del barrio: la Asociación de Vecinos de La Paz.
LA ASOCIACIÓN DE VECINOS
Así llegamos hasta hoy, con un barrio de más de 50 años de vida y en torno a 5000 habitantes. Un barrio discriminado y deteriorado hasta este año, donde la acción insistente de esta asociación parece que está dando sus frutos.
Muchos años de protestas y, en general, sin escucha. Quizás en un principio se trataban más de quejas de bar, pero la organización de algunos de los vecinos y vecinas hizo que sus reivindicaciones se escucharan en toda la ciudad. Hasta en el ayuntamiento, que siempre parece que es donde más cuesta.
En el año 2014 se reactiva esta asociación, disuelta en el año 2000, lo que había ocasionado un fuerte abandono del barrio durante más de una década. Pero fue a partir del año 2017 cuando este movimiento empezó a incrementarse, llenándose las fachadas de carteles en las que reclamaban algunas de sus demandas, como la rehabilitación urbanística de algunas zonas, o la creación de un centro social en el propio barrio. “En septiembre de 2017 envié una carta al Defensor del Pueblo. Nos contestó que la admitían a trámite y que habían instado al Ayuntamiento de Cuenca (del PP) para que nos lo arreglasen, que era su obligación. Después de dos avisos más, éste les contestó que se había hecho alguna actuación y que no tenían dinero para grandes obras, que había otros barrios con necesidades y que intentarían atender nuestras peticiones. O sea, ni caso de nuevo”, cuenta Ana Pilar Cañas, secretaria de la asociación.
Este nivel de protesta llegó a su máxima expresión el 5 de mayo del año 2018, donde se concentraron más de 200 personas en la rotonda del instituto Pedro Mercedes bajo el lema Por un barrio digno. Demandaban el arreglo del barrio, desde saneamiento, aceras o las escaleras a la Plaza del Romero, así como la implantación de un área infantil y un centro social, nos detalla Ana Pilar. Denunciaban que varias personas mayores habían sufrido accidentes y caídas al andar por el barrio.
Y así, hasta el año 2019, donde parece que estas reivindicaciones comenzaron a tener respuesta. El Ayuntamiento de Cuenca destinó la partida de ese año del Plan de Obras y Servicios (156.000 euros, 93.000 de los cuales procedentes de la Diputación) al acondicionamiento de calles y espacios públicos del barrio de La Paz, especialmente para renovar la red de distribución de agua y saneamiento. Las actuaciones empezaron en octubre del año pasado con la retirada de los depósitos de combustible en desuso.
Paralelamente, el Ayuntamiento de Cuenca trabaja en un proyecto de rehabilitación con un presupuesto de 730.000 euros. La actuación contempla, entre otras cosas, la nueva pavimentación de las principales calles del barrio con plataforma única y la renovación del tramo de escaleras deterioradas de la Plaza del Romero; además, se recuperará el espacio de los depósitos retirados como zona de juegos infantil y zona verde. “Hace dos semanas vinieron los ingenieros del Ayuntamiento para hacer la siguiente fase del proyecto, que es la pavimentación, las aceras, las escaleras y la zona infantil. Esperemos que se lleve a cabo este verano, pero hasta que no lo veamos no nos lo creemos”, advierte Ana Pilar.
CONCLUSIONES
Parece que la reivindicación legítima de un grupo de vecinos y vecinas (en la actualidad, 126 familias conforman la asociación) está empezando a dar resultado. Que el Ayuntamiento está empezando a cumplir su parte. Primero, porque es su obligación. Y segundo, porque es su deber moral, no sólo con la población que hoy vive en el barrio, sino también con aquella gente trabajadora que tuvo que irse de sus pueblos ante la falta de oportunidades.
La sensación, al explorar la realidad de este barrio, es similar a la que sentí al escribir sobre San Antón. El derecho de asociación ha sido puesto en práctica por estos vecinos y vecinas con un resultado inimaginable, mejorando y dignificando su barrio. Los vecinos de la paz no se rinden. ¡VECINOS DEL MUNDO, UNÍOS!
Para saber más
- Vázquez Varela, C. (2021): “Cuenca: Geografía, despoblación y oportunidades para la Bioeconomía”. Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio. Universidad de Castilla-La Mancha.