90 AÑOS
Corría el año 1931 en España. Eustaquio González, natural de Cuenca capital, no pasaba por su mejor momento. Él, que había trabajado desde niño talando madera en los cercanos Palancares, había sido despedido. Parece que lo de la Gran Depresión había llegado aquí también, y ya no se construía tanto como antes. Pasaba los días vagando, trabajando ocasionalmente en el aserradero, cuando había un pico de demanda, o haciendo alguna chapuza cuando algún vecino suyo necesitaba algún arreglo (siempre había sido un “manitas”). Y, con esas, se las veía para alimentar a su familia, con 2 hijos y 3 hijas.
Paseaba por la ribera del Huécar recordando tiempos más felices, a mediados de la década anterior, cuando la prosperidad llamaba a sus puertas. ¡Hasta había soñado con la posibilidad de que sus hijos pudieran hacer el bachillerato! Como añoraba esa época… que admiración sentía por Primo de Rivera…
Y, sin embargo, ahora estaba nuevamente defraudado. Al final no era más que otro de esos políticos corruptos amigos de Alfonso XIII. ¡Él era el culpable de todo! Un rey que sólo pensaba en él, nunca en su pueblo. El problema había sido él, desde el principio- pensaba Eustaquio.
Y así continuó su paseo hasta el centro de votación. Era domingo, 12 de abril, día elegido para la realización de las elecciones municipales en toda España, y la primavera hacía de nuevo resurgir la vida. Sentía lo mismo al acercarse a la urna. Una sensación de cambio se respiraba. Sentía que, como él, muchos de los presentes estaban votando a la Conjunción Republicano-Socialista. Más tarde se confirmaría su pálpito. Los republicanos ganaban en Cuenca, con 11 concejales, sobre 10 de los monárquicos. También empezaban a llegar noticias de Madrid. Parece que la alianza republicana se imponía en la mayoría de capitales de provincia. Dos días más tarde se proclamaba la Segunda República en todo el territorio español. Soplaban tiempos de cambio.
Así fue cómo, hace ya 90 años, el pueblo decidió democráticamente acabar con la monarquía, forzando al exilio a Alfonso XIII, un rey totalmente desconectado con las transformaciones sociales que sufría el país, más preocupado en atesorar poder y fortuna (bueno, también fue uno de los pioneros en la industria del porno en nuestro país, hay que decirlo todo). Mientras que el movimiento obrero no paraba de crecer, debido a las enormes desigualdades derivadas del proceso industrializador, el gobierno del país, durante su reinado, no paró de reprimir cada reivindicación, así como de anquilosarse en la vieja ensoñación colonial, esta vez con Marruecos.
Fue la primera vez que nuestro país habló con libertad, y eligió eso mismo, libertad para elegir a sus gobernantes. Una república, más allá de lo que los medios de comunicación muestren en sus tertulias, es eso: libertad de elegir.
Poca gente queda viva que pueda hablarnos sobre ese día. Menos aún (si es que hay alguien) que pudiera llegar a votar en aquellas elecciones. Pero la lección ahí quedó. Ahora nos toca aprender de ella.
Algo similar sucede en la actualidad. Es cierto que el rey emérito no apoyó ninguna dictadura sobre su reinado (solamente fue colocado por otra), pero su desconexión con la realidad social de su país es más que evidente. Pero ese, en esencia, no es el problema. El problema es la institución que lo protege, que no permite que pueda ser depuesto, que nos arrebata la libertad de elegir a nuestros gobernantes.
Y la operación actual, que bien pudiera llamarse Salvar al soldado Felipe, sólo engaña al que quiere ser engañado. O al que le interesa que el resto estemos engañados. Más allá de su persona (lo mismo es buen padre, y tiene pinta de educado), su problema es el mismo que el de su padre, y que el de su bisabuelo: no está conectado con la realidad social. Pero no por culpa de él, si no por la de la institución que él ahora personifica. Y por eso, porque personifica una institución.
Es momento de elegir nuestro futuro. Ya hay colectivos trabajando en ello, como los hubo antes de 1931. También los hay en nuestra ciudad: Ciudadanos por la República de Cuenca.
CIUDADANOS POR LA REPÚBLICA DE CUENCA
Con ya quince años de actividad y más de cincuenta miembros, Ciudadanos por la República de Cuenca ha conseguido convertirse en un referente en la materia de Memoria Democrática y en la construcción republicana en la provincia. Estudios, actos conmemorativos, conciertos musicales, visitas guiadas a lugares de memoria de la provincia, coloquios, conferencias, exposiciones, ciclos cinematográficos y labores de difusión como presentaciones de libros han sido el sello de identidad desde sus inicios.
Hablando con Rafa Priego, miembro de esta asociación, nos recuerda los fines de esta: “cultivar y promocionar los valores republicanos, así como recuperar y divulgar la memoria histórica democrática y el reconocimiento moral de los que lucharon contra el fascismo y el nazismo y de las víctimas de la represión franquista”.
Sus actividades son varias, aunque cabe destacar la Fiesta Republicana de abril, con numerosos conciertos, charlas, proyección de documentales y, por supuesto, una concentración en torno al día 14.
También es reseñable la Semana de la Memoria u Otoño Republicano, organizada durante el mes de noviembre, donde se han organizado conferencias, encuentros republicanos o presentaciones de libros relativos a la Memoria. Esta tendencia cultural y académica se afianza al conocer su relación con la UCLM, desarrollando conjuntamente el proyecto de la elaboración de un censo de vestigios de la guerra civil y el franquismo en la provincia de Cuenca.
Y es que, tal y como recalca Rafa, Ciudadanos por la República es una asociación abierta a colaborar con más colectivos o instituciones (como la Gavilla Verde, Ecologistas en Acción, sindicatos, partidos políticos, la Diputación de Cuenca, etc.). “Nos hemos posicionado apoyando movilizaciones a favor de los derechos sociales, laborales o medioambientales, participando en plataformas como la que se opone a la construcción del Almacén Temporal Centralizado, la de Defensa del Tren convencional o la opuesta a la privatización del agua, participando en diversas manifestaciones”, detalla.
Es en esta labor social donde aparecen las numerosas mociones que han sido aprobadas por el Pleno Municipal del Ayuntamiento de Cuenca, pero que están pendientes de ejecución por el actual equipo de gobierno, lo que ha motivado la presentación de una queja en el Defensor del Pueblo en diciembre de 2020 (que a día de hoy está pendiente de resolución) por la inacción del Alcalde y su incumplimiento de la Ley 52/2007 de Memoria Histórica (todavía contamos con placas con simbología fascista por toda nuestra provincia, y con Bienes de Interés Cultural abandonados como los fortines del Cerro del Socorro).
Ciudadanos por la República también ha actuado como parte codemandada en el procedimiento instado por el Obispado de Cuenca impugnando los acuerdos plenarios de retirada de simbología fascista de la fachada lateral de la Catedral, ganando el juicio la asociación frente al Obispado en septiembre de 2017.
Con esto llegamos hasta el día de hoy, con una labor incesante, pero siendo conscientes de que este abril tendrá que ser diferente. “En principio celebraremos una concentración republicana en torno al 14 de abril y el homenaje y ofrenda floral a las víctimas del franquismo en el memorial del cementerio de Cuenca”, comenta Rafa.
¿JAQUE MATE?
Y aquí seguimos, remando incansablemente en una lucha sobre lo que la lógica nos demanda como justo.
Hay algunas personas que se sitúan en la defensa exacerbada de una institución injusta y antidemocrática, probablemente debido a intereses espurios o delirios medievales. Pero hay otras personas, las anteriormente autodenominadas juancarlistas, que hoy mutaron felipistas, a las que hay que convencer, para que no deriven finalmente en leonoristas (¿será que al final serán gentes monárquicas?). Ellos y ellas tienen la llave del futuro republicano.
Y si un partido representa esa ambigüedad en nuestro país, sin duda es el PSOE. Quizás debería recordar su historia, siendo uno de los partidos principales de aquella Conjunción Republicano-Socialista de 1931. Si Pablo Iglesias (el viejo) levantara la cabeza…
Y en esta situación nos encontramos, escándalo tras escándalo y con una sensación de indignación cada vez mayor (como la de Eustaquio González en su día). Pero no debemos detenernos en eso. Al final no dejan de ser las consecuencias lógicas de una institución anacrónica, antidemocrática y sin rendición de cuentas. Hay que erradicarla de raíz.
Aquellos con una posición abiertamente republicana sólo pedimos poder decidir libremente sobre la jefatura del Estado, aunque votar entre monarquía y república sea absurdo desde un punto de vista democrático. ¿Se imaginan votar entre democracia y dictadura? Aun así, por algo hay que empezar.
El jaque al rey está hecho. La pregunta es: ¿será mate?