En los últimos meses, hemos sido testigos de una creciente ola de solidaridad con el pueblo palestino, impulsada en gran medida por jóvenes activistas, movimientos sociales y agrupaciones políticas. Esta nueva generación, que ha crecido en un mundo globalizado y conectado, ha tomado las riendas de la lucha, revitalizando el apoyo a Palestina, una lucha que lleva más de 75 años enfrentando la ocupación.

Sin embargo, este apoyo no ha afectado en el trato de los estados occidentales con la entidad sionista de Israel. Al contrario, las autoridades han respondido con represión. En Berlín, un congreso sobre Palestina fue interrumpido por la policía; mientras que en universidades de Estados Unidos y Europa, acampadas y manifestaciones estudiantiles han sido desarticuladas o han sufrido violencia fascista. Estos actos de represión no han hecho más que fortalecer la determinación de las y los jóvenes activistas, quienes continúan alzando sus voces a pesar de los obstáculos. Además de generar un debate público sobre la libertad de expresión y el derecho a la protesta.
La inacción de muchos Estados y su aparente defensa del genocidio han sido duramente criticadas por activistas y organizaciones de derechos humanos. La solidaridad internacional, especialmente entre las y los jóvenes, se ha convertido en un faro de esperanza para el pueblo palestino, demostrando que la lucha por la justicia y la libertad no conoce fronteras.
Esta nueva ola de solidaridad, liderada por jóvenes comprometidas/os y valientes, promete seguir creciendo y desafiando las injusticias, enviando un mensaje claro: la lucha por Palestina es una lucha por los derechos humanos, por la libertad de los pueblos oprimidos y de su dignidad.
Denunciamos la doble moral del gobierno del PSOE/SUMAR y de la Unión Europea, seguimos esperando unas sanciones que no tardaron en aplicar sobre la Federación Rusa, por su intervención en una guerra que los medios querían hacer suya, cuando fue la OTAN la que promovió el golpe de estado fascista en 2013, conocido como Euromaidán, que desencadenó en la Guerra del Donbass. Alrededor de 40.000 asesinatos (miles de los cuales son niñas y niños) no parecen ser suficientes para aplicar sanciones económicas, aplicar embargo de armas o cerrar las embajadas sionistas.
La entidad sionista de Israel ha argumentado que las críticas apoyan a Hamás o son antisemitas. Incluso con el uso indiscriminado de armas contra civiles, países como España, con Gobiernos supuestamente “tan de izquierdas” que con la boca pequeña se solidarizan con Palestina, han continuado con la compra-venta de material militar con Israel. Según datos de la Secretaría de Estado de Comercio (DataComex), España ha sido, con 1,1 millones de euros, el quinto país de la Unión Europea que más material de la categoría 93 (armas y municiones) ha exportado a Israel desde el pasado octubre.
En este artículo, también queríamos denunciar un caso concreto de represión hacia una compañera en Sant Vicent del Raspeig (Alacant), en un acto de solidaridad internacionalista, la joven fue multada por realizar una pintada en el muro de un instituto en apoyo al pueblo palestino.

Este incidente solo es otro ejemplo que refleja el alcance represivo, no solo de los actos de solidaridad con el pueblo palestino, sino también de la “Ley Mordaza” en el Estado español, la cual pretende dinamitar tanto las luchas obreras como la libertad de expresión siempre que vaya contra el ideario capitalista e imperialista de occidente y sus intereses económicos y expansionistas.
La situación en Palestina sigue siendo desesperada. Desde hace décadas, el pueblo palestino ha sufrido una ocupación militar, desplazamiento forzado, y una constante violación de sus derechos humanos. La clase obrera internacional ha denunciado repetidamente el genocidio del Estado sionista, incluyendo bombardeos indiscriminados, bloqueo de suministros esenciales y una opresión sistemática que afecta a todos los aspectos de la vida palestina. La lucha por su libertad y dignidad continúa siendo uno de los mayores desafíos de derechos humanos de nuestro tiempo.
En este contexto, la pintada de la estudiante no es un simple acto de vandalismo, sino una forma de resistencia y denuncia. Para la clase trabajadora, las posibilidades de hacer oír su voz son limitadas. La pintada se convierte así en un medio accesible y potente para manifestar solidaridad y exponer injusticias, pues un muro puede convertirse en el periódico del pueblo cuando en los medios te silencian.
Esta “Ley de Seguridad Ciudadana”, ha sido criticada desde su implementación en 2015 por su capacidad represiva, entre otros, por los partidos de los supuestos “Gobiernos más progresistas de la historia”. Unos partidos socialdemócratas al servicio del capital y de la guerra, que siguen en el Gobierno, traicionando de nuevo a la clase obrera con una ley que criticaban acérrimamente y prometían derogar, y que sigue vigente, quedando una vez más en evidencia tras su “cacareada electoral”. Cacareada como cuando afirman apoyar al pueblo palestino y sus derechos mientras el buque de guerra “Juan Carlos” defiende los intereses sionistas en las costas mediterráneas.
Es crucial que se proteja el derecho a expresar solidaridad y a denunciar las injusticias. La multa por la pintada no es solo una sanción económica, sino un intento de silenciar una voz que se alza en defensa de los derechos humanos. La lucha por Palestina y por la libertad de expresión están intrínsecamente ligadas; pues la censura y la manipulación por parte de los medios occidentales no hacen más que intentar acallar la voz de los pueblos y de las obreras y obreros oprimidos, justificando uno de los mayores genocidios de la historia. La lucha Palestina también es la lucha por la verdad, por la justicia y por la dignidad.

Nuestro deber con el pueblo palestino y su resistencia, es la organización y la lucha internacionalista apoyando a su resistencia y denunciando los actos genocidas que desde el siglo pasado sigue sufriendo Palestina. La solidaridad con Palestina es un derecho humano que debe ser protegido y respetado, y no castigado, por lo que podrán ponernos todas las mordazas que quieran, que siempre nos la quitaremos para alzar la voz, como ese heroico pueblo palestino que no se doblega ante el genocida Estado sionista y los intereses del imperialismo.