LA CAMPANA INDUSTRIAL DE NUESTRO PAÍS
La transformación histórica que supuso la revolución industrial durante los siglos XIX y XX en España es incontestable. A pesar de llegar con demora en relación a otros países del norte de Europa, estos cambios en las estructuras productivas y sociales supusieron la modernización de un país anclado en prácticas ganaderas y agrícolas procedentes de algún punto entre el neolítico y el medievo.
Supusieron, también, un cambio territorial. Las fábricas, manufacturas, empresas y otros formatos industriales fueron paulatinamente desplegándose en la costa, principalmente Cataluña y País Vasco, y en Madrid. Ello comenzó a dibujar una campana donde la costa era su borde dorado y Madrid su sonoro badajo. Las zonas rurales del centro peninsular y en especial, el territorio rural de las Castillas, Aragón y Extremadura quedaron en la parte interna y oscura de la campana. Extensas áreas que fueron decoradas por la revolución industrial con la negra incertidumbre. Una vía de modernización que fue apagando sus inmemoriales sonidos, dejando sólo el eco incesante de la costa y Madrid.
Esta campana que representa el fuerte desequilibrio territorial de nuestro país ha llegado hasta nuestros días y nunca como hoy, repiquetea con tanta crudeza. La escasa población es el reflejo de un modelo de desarrollo industrial y económico que dejó el silencio como lienzo y la ausencia como oportunidad a estas zonas rurales como es la Serranía de Cuenca. Pero, ¿a qué suena este repiqueteo?
LA INDUSTRIA EN EL MUNDO RURAL: LA SERRANÍA DE CUENCA
Un día la madera, la resina y la lana hicieron de Cuenca y su Serranía un punto importante industrial. Hoy, entre estos valles y montes, no queda nada y sólo llega el rumor del badajo madrileño, la pared levantina de la campana y el eco que dejan entre ellas. Territorio montaraz, a pesar de su cercanía a ciudades como Madrid y Valencia, se considera un lugar inhóspito y de apariencia salvaje.
Uno de sus motivos es la escasa densidad de población que aglutina, apenas 2,87 habitantes por km2. Entre una masa forestal oceánica de 5.800 hA aparecen 72 municipios que son hogar de las 16 mil personas que aquí viven. Estos números reflejan que en estos bosques de pinares, encinas y quejigos no hubo lugar para aquello que fue y es sinónimo de progreso y futuro: la industria. Esa agua de mayo para el avance y la modernidad no tuvo tierra donde caer entre estos montes que son la cuna del agua peninsular.
Los datos muestran que, en 2007, existían 65 empresas dedicadas a la industria con un total de 919 trabajadores. En España había entonces 244.359 empresas dedicadas a la industria y en Castilla La Mancha, 13.453. Esto suponía entonces, que las serpenteantes carreteras de esta comarca llevaban a aportar el 0,026 % de la industria del país y el 0,48 % de la región. La producción, fabricación y desarrollo industrial aquí no ha sumado. Su ausencia ha sido sinónimo de una población escasa y envejecida debido a la ausencia laboral y oportunidades. El problema es que a veces esta ausencia ya no es que haya sumado, sino que ha restado, ya que muchos de sus trabajos son servicios básicos para la ciudadanía y la sociedad. Es decir, son derechos para el propio día a día de sus habitantes.
De un tiempo a esta parte, con la ayuda de financiación europea y la gestión de los Grupos de Acción Local, Prodese en el caso de la Serranía, saltan al ruedo valientes, quizás temerarias pero ojalá exitosas, iniciativas industriales que aun sabiendo las grandes dificultades apuestan por el territorio, por un futuro incierto pero soñador como beta en la piedra para reactivar su economía.
UN EJEMPLO DE ESPERANZA: LA ITV DE SALVACAÑETE
Uno de los ejemplos sucede en Salvacañete, en la Serranía Baja de Cuenca. Aquí, el 20 de diciembre de 2021 se inauguró una ITV que hoy cuenta con siete empleados. Uno de esos ejemplos que aporta un servicio básico a una sociedad donde el coche cumple un papel fundamental…y más aún en estas aisladas comarcas. Esta inspección técnica y periódica garantiza un derecho imprescindible para que los vehículos de la comarca cumplan las normas de seguridad y emisiones contaminantes.
Y es sobre este paraguas de necesidades básicas, por la que su promotor y propietario Jesús Sáiz Herráiz nos cuenta que comenzó este proyecto: “lo primero por dar un servicio a una zona totalmente desfavorecida como es la Serranía Baja de Cuenca y lo segundo por cumplir con los requisitos que había por distancia, ubicación y vehículos”.
Para comprobar el menester de un proyecto de este tipo sólo hay que atenerse a la demanda y al radio de municipios que presta servicio. Relata Jesús que en su primer año (2022) realizaron un total de 8400 inspecciones, la mayoría turismos, todoterrenos y vehículos pesados, y en este año 2023 se está subiendo en un 50 % más y que viene gente “desde Carboneras y Cardenete hasta Teruel, incluyendo también gran afluencia del valenciano Rincón de Ademuz. Muchos vienen aquí antes que ir a Utiel”. Números que contrastan con los 16 mil habitantes que habitan en toda la Serranía de Cuenca.
Entre los datos que arroja Jesús, uno que choca y representa la comarca es la media de edad de los conductores que realizan la inspección técnica. Nos cuenta que “en general es gente adulta que supera los 40 años.” Esto ahonda en otro de los graves problemas de la Serranía, una población envejecida y una población joven que no encuentra su hueco en estos montes y vegas.
Para sufragar el total de 711.894 € euros que supuso la inversión de su instalación fue determinante el grupo de acción local Prodese a través del programa Leader. Estas ayudas, que en el caso de la ITV resultaron de un total de 200.000 euros, el máximo de la cuantía, fueron y son “fundamentales y bienvenidas para que pueda haber proyectos en estas zonas” nos comenta Jesús.
A pesar de ello, sus palabras muestran la dificultad de abrir un negocio en este océano baldío que dibuja la campana de nuestro país. “Esto no es sencillo. Hay que tener ganas de apostar por una zona totalmente desfavorecida para dar trabajo a gente que no quiere irse de aquí y dar servicio a la gente que sino tiene que desplazarse 100 kilómetros para pasar una ITV que es obligatoria”. Y concluye con rotundez que “en una provincia como Cuenca, tan desfavorecida en todos los sentidos, se podría hacer algo más”
EL DESARROLLO INDUSTRIAL: TIEMPO DE EMPRENDER Y COMPRENDER
En todo este complejo proceso es esencial y necesaria la figura de los Grupos de Acción Local como intermediarios en el proceso de asesoramiento y financiación. En el caso de la Serranía de Cuenca, Prodese, entre las diferentes ayudas que gestiona, una de las principales y con mayor fuerza es, y ha sido, el Programa Leader. Desde su funcionamiento en 1992 han sido 858 los proyectos apoyados con la ayuda en toda esta comarca.
Gracias a este programa europeo, otras iniciativas han conseguido lanzar y desarrollar sus proyectos en la Serranía de Cuenca. Es el ejemplo de Contrachapados Cano Díaz en Talayuelas que se sirvieron para instalar una cargadora telescópica; el taller electrónico de automoción de Carlos Garro en Santa Cruz de Moya o la ampliación de la carpintería metálica de Jose Antonio Ruiz en Ribatajadilla.
Sin embargo, parece insuficiente. Gotas de agua en un inmenso océano estéril de industria. Quizás uno de los problemas sea el desconocimiento de estas ayudas y la labor de gestión que desarrollan los Grupos de Acción Local. Aún así estos pequeños ejemplos muestran una tendencia hacia una nueva actitud de emprendimiento en las zonas rurales como la Serranía de Cuenca.
LA CAMPANA REPIQUETEA… ¿BODA O DUELO?
Hasta el día de hoy, la campana del modelo industrial y económico en España sigue repiqueteando entre la costa y Madrid. Sin embargo, estos valientes ejemplos que desarrollan servicios básicos a la población suponen una posibilidad única y esperanzadora para la economía y futuro de esta comarca afectada intensamente por su escasa y envejecida población.
Una oportunidad histórica que debe estar a la altura de las circunstancias. Las frecuentes instalaciones de macrogranjas y los acechantes parques eólicos y fotovoltaicos podría ser cómplice del desmantelamiento de actividades ganaderas y agrícolas fundamentales en este territorio. Una puntilla que agilizaría la larga agonía de estos pequeños municipios. Por ello, se necesita fomentar el tejido industrial de la Serranía de Cuenca y de las zonas rurales de una forma uniforme, jovial, innovadora y eficiente energéticamente. Sólo se puede apostar por un modelo industrial que sea sostenible, descentralizado e independiente.
La campana que construyó la revolución industrial y tejió un desequilibrio territorial está comenzando a sonar y a repiquetear entres estas sierras y campos de oscura incertidumbre. ¿Son toques de boda? ¿o son golpes de duelo? De momento aún no sabemos qué quiere tocar…
Este reportaje forma parte del proyecto “30 años de Leader”, financiado por el Grupo de Acción Local Prodese.
Vestal es una consultoría que apuesta por el fomento del turismo cultural en el medio rural.
Vestal busca recuperar aquellos saberes ancestrales en riesgo de desaparición, así como poner este patrimonio etnográfico al servicio de la población de una manera atractiva, sirviendo de cimiento para el turismo cultural y la repoblación rural.