Hoy es un día triste. Las torcaces han venido como todas las mañanas a beberse los primeros rayos del sol mañanero a la alta copa del monumental cedro y han tenido que irse. Una cuadrilla de obreros a las órdenes del Ayuntamiento lo estaban descuartizando. A las pocas horas sólo quedaba un tocón huérfano, un muñón desolado.
El camino Cañete siempre me pareció una calle deprimente donde el sol se entristece. Demasiada edificación, demasiada altura en las edificaciones de una calle estrecha. Tristeza de alquitrán y hormigón. Existía, sin embargo, un rincón en la cuesta de subida a la iglesia de la Paz que era como un oasis en el desierto. Dos cedros, un pino, varios arbustos. Se taló el cedro de abajo, se taló el pino y quedó como superviviente un cedro del Atlas recto, sano, hermoso y fuerte como un monumento natural y religioso que cantaba la gloria de Dios. Hoy ha sido abatido y la cuesta ha quedado en medio de una desnudez escalofriante.
Desde mi casa todas las mañanas acompañaba a las torcaces en sus baños de sol matutinos, observaba sus carantoñas de pareja en sus apareamientos primaverales. Veía cómo cada año las urracas, los córvidos más hermosos, adecentaban su viejo nido. Aves de bosque aclimatadas al urbanismo humano.
Eran asiduos los inquietos mosquiteros, las advenedizas tórtolas turcas, los acróbatas carboneros garrapinos, los recios estorninos, los cantarines y bellos jilgueros y verderones.
Venía de vez en cuando el picorrelincho con su voz estridente y algún gavilán silencioso se daba un garbeo para dejarnos atónitos.
Ellos eran también nuestros vecinos. Los últimos vecinos que nos daban la alegría de la madre naturaleza. Ya no los volveremos a ver.
También acudían bajo su sombra y protección los jóvenes del Pedro Mercedes y corrillos de barrio. Espero que sigan viniendo.
Un árbol no es un árbol, es una primavera, es un universo de vida. Un árbol no es sólo un árbol. Y no es poco ser un árbol. Es el verdor en medio del gris. Es un gigante vivo que nos demuestra que bajo el pavimento muerto hay una tierra que sigue viva y alimentando a los seres que nos alegran los días, que genera sabia, hojas y cantos de pájaros. VIDA.
Hoy es un día triste. El gigante verde ha sido abatido. El camino Cañete es desde hoy una calle mucho más deprimente y más desolada.
Hoy es un día triste. Hoy nos hemos alejado todavía más de la madre Tierra. La naturaleza se ha alejado un poco más de nosotros. Las aves y los insectos se están preguntando el porqué. Yo podría entenderlo si me lo explican. Ellos no.
Hoy es un día triste.
Amante de la naturaleza. Agente medioambiental de la CH Júcar