Entrevista a Cipriano Valiente Gómez, director del Museo Regional de los Gancheros y la Madera de Puente de Vadillos.
Enclavados en la alta sierra, escuchando los rumores del río, una interminable masa verde de pinos se pierde en el horizonte ¿Qué ha representado la madera en Cuenca?
La madera, junto con sus oficios, ha sido prácticamente la única revolución industrial que ha habido en Cuenca. No había otros recursos en una economía de subsistencia como la de Cuenca.
Más específicamente, nos encontramos en el Museo Regional de los Gancheros y la Madera de Puente de Vadillos. Este oficio, popularizado con la novela de José Luis Sampedro, todavía arroja muchos interrogantes. ¿Quiénes eran los gancheros?
Los gancheros eran personas normales y corrientes de estos pueblos y de zonas cercanas, como Las Majadas, Tragacete o Huélamo, con muy bajo poder adquisitivo. En este oficio encontraban su nicho de desarrollo, pues era un trabajo que en general nadie quería. Y no sólo generaron un oficio, sino que también una estirpe y un orgullo, transmitiendo el conocimiento de generación en generación.
Pasan de ser unos desheredados de la tierra a tener un contenido. Para ellos era muy importante la labor que realizaban.
En la sierra de Cuenca, conformando las dos grandes cuencas hidrográficas, nacen dos grandes ríos: el Júcar y el Tajo. Los gancheros con sus maderadas bajaban ríos como el Júcar y el Cabriel de la primera cuenca; y el Tajo, Guadiela y Escabas de la segunda. Sus rumbos eran completamente distintos, ¿cuáles eran los destinos de estas maderadas? ¿Existían diferencias entre ellas?
El transporte fluvial se da porque hay un producto muy valioso en la sierra de Cuenca, el pino laricio; y porque hay una necesidad constructiva en el centro y la zona de levante. En la zona del interior de España tiene un factor de construcción civil, mientras que en el Mediterráneo tiene un marcado carácter naval.
Hablar de los gancheros y maderadas en la provincia de Cuenca nos retrotrae a muchas imágenes de principios del siglo XX. Sin embargo, centrándonos en el río Júcar, ¿desde cuándo tenemos constancia de esta práctica?
Hay constancia desde el siglo IX. Los árabes ya incorporan unas leyes para la madera que iba por el Júcar y sus afluentes. Esto se comprueba a través de una serie de pleitos donde se afirma que el río es una corriente para todos, que todo el mundo tiene derecho a utilizarla, independientemente de quien se haya asentado primero.
En la cultura oral escuchamos que “Marzo con sus marzadas se lleva sus maderadas”. ¿Qué nos dice este refrán?
Después del invierno de mucha nieve se producen los grandes deshielos. En marzo ya estaba la madera encambrada en la sierra y empezaban sus labores los gancheros. Desencambrar madera era un proceso complicado, dado el frío y la humedad que había.
Cuando llegaba el grueso de los gancheros ya había allí una avanzadilla que había ido colocando las maderas en el río para facilitar el comienzo del transporte.
Para comprender el proceso maderero, antes que en el río, comienza en el monte. Los hacheros jugaban un papel fundamental, ¿en qué consistía su trabajo?
Los hacheros más diestros estaban en la comarca del Júcar. De hecho, hasta bien entrado el siglo XX, seguía habiendo gancheros en esta zona. De ahí, pasa al segundo grupo, los que arrastran la madera hasta los puntos de embalse o cambras, donde pasa el invierno secándose. Aún así, lo ideal era dejar un año secando los troncos.
Las grandes maderadas podían llegar a reunir hasta 1000 gancheros. ¿Cómo se organizaban? ¿Había diferentes roles y tareas?
Las maderadas se organizan prácticamente como un ejército. Si no, era imposible conseguir su objetivo. La persona jerárquicamente más alta era el maestro de río: es la persona más cualificada en cuanto a conocimientos, siendo el responsable frente al empresario, la administración y los diferentes propietarios de molinos o presas que tuvieran que pasar.
Después, había tres grandes grupos: delantera, centro y zaga. La delantera iba preparando el río para que los demás troncos no se engancharan, haciendo grandes presas o embudos para facilitar el curso del resto. Los del medio pasaban toda la maderada, pudiendo dirigir unos 50.000 troncos. Por último, el grupo de cierre o zaga, que tenía la misma o más pericia que la delantera, desmontando los adobos y demás construcciones que había construido el grupo de vanguardia.
Las maderadas no sólo empleaban a los profesionales responsables de guiar los troncos. También era necesario cubrir sus necesidades de alojamiento, manutención y comunicación con las familias. ¿Quiénes eran los responsables de ello?
Desde que salía de su casa hasta que volvía, sólo tenía un contacto con su familia: el ropero. El ropero, cada quince días iba al punto donde estuvieran trabajando, llevándoles ropa limpia, noticias y algunos objetos y recogiendo la ropa sucia o dinero para la familia.
Los ríos, en sus inicios serranos, son sinuosos y están llenos de obstáculos. Por ello, era fundamental el trabajo de las cuadrillas de delantera. El río Júcar tiene un tramo especialmente peliagudo, entre Uña y Villalba de la Sierra. ¿Cómo se las apañaban estos gancheros para sortear estas dificultades?
Era muy complejo. Hay una anécdota entre los maderistas: uno de ellos intentó llenar el Pozo del Sombrero hasta que se llenara, pero no lo consiguió. La clave era trabar una cantidad importante en la parte de abajo para que no se introdujeran el resto de troncos.
El final de las maderadas era en los desembarcaderos. Uno de los más destacados era el Desembarcadero del Sargal en Cuenca. ¿Qué importancia tenía Cuenca en el transporte de madera y su distribución?
Cuenca siempre ha sido una ciudad muy importante respecto a la madera. Sin embargo, a pesar de tener tantos recursos, Cuenca no ha sabido aprovecharlos, teniendo que venir gente de fuera (la mayoría de los maderistas) a explotarlos.
De hecho, la palabra ganchero es una voz propia de Cuenca, para dejar clara la importancia de esta provincia respecto a la industria maderera. Igual que en España hay otras formas de transporte, en la zona centro es Cuenca quien impulsó estas técnicas de transporte.
Tras el desembarcadero, se llevaba a cabo el transporte terrestre y el proceso industrial de la madera. La madera se trataba en aserradores ¿Dónde se situaban y qué importancia tenían?
El aserradero se encargaba de la primera transformación. Hacían vigas, tablones, etc. Mucha de esta madera se dedicaba a la construcción, aunque también a la carpintería.
Hay una anécdota. Cuando se hizo El Escorial, hubo un monje que dijo que no había que desdeñar la madera de Cuenca, pues su valor es similar al del Cedro del Líbano.
El tren llega a Cuenca a finales del siglo XIX. ¿Cómo modificó este evento el transporte de maderas?
Cambió radicalmente el transporte de maderas, pues ya no se solía continuar hasta el Mediterráneo.
En los periódicos de la época se reclamaba la llegada de más trenes para recoger la gran cantidad de mercancía que se producía. Algo similar a lo que ocurre ahora, aunque con otro objetivo y filosofía.
Con los camiones llegó al fin de las maderadas. De lo que en su día supuso una de las actividades principales de la provincia, ya sólo queda el recuerdo. ¿Cuándo y por qué acabó esta práctica?
La última gran maderada fue en el año 1936. Los gancheros hicieron la maderada del Júcar, hasta Cuenca capital, y de ahí se incorporaron al Tajo. En ese año estalla la Guerra Civil. Y unos años antes, se había aprobado el Convenio para los gancheros, donde entre otras cosas se reguló el trabajo infantil o se obligó a pagar horas extras.
Al empezar el conflicto, hicieron una huelga para que les subieran el salario. Cobraban dos pesetas, mientras que en las milicias eran dos duros lo que se solía pagar. Por ello, muchos de ellos acabaron en las milicias.
Así fue la última gran maderada. Después ha habido repuntes, haciendo tramos concretos donde el camión no podía llegar.
¿Cómo crees que afecta a la sociedad olvidar estos oficios tradicionales que han ligado al ser humano a la naturaleza?
Mucho patrimonio histórico tangible e intangible se quedó en las escombreras del siglo XX. Se han perdido muchas expresiones orales que ya es muy difícil obtener, pues nadie ha recogido esos posos que quedaban. Mucha cultura se ha perdido.
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