Oriundo de Valdemeca, Moisés Heras García se ha convertido en un símbolo del activismo conquense. Autodefinido como un lugareño retornado, su nombre se reproduce como un eco allá por donde vayas en nuestra Serranía. Etnología, recuperación del patrimonio, lucha contra la despoblación o ecologismo vienen unidos a ese eco. Todo con la humildad que proporciona la perspectiva rural.
Cercano y amigable, nos invita a los Ojos del Júcar a su taller para poder conocerlo, hablar de su activismo en el pasado y, también, del que vendrá en el futuro.
INTRODUCCIÓN
- ¿Quién es Moisés?
Moisés es un lugareño, retornado. Fui parte de la emigración, del éxodo de los años 60. Luego, cuando entendí que mi parte ya estaba cumplida y con otra forma de pensar, retorné de Valencia a Valdemeca, donde llevo 30 años que me han sabido a poco [risas]. Mi mayor trabajo fue convencer a mi mujer, porque yo no entendía el retorno sin ella. Al principio ella lo tomaba negativamente, pero ahora lo valora incluso más que yo.
- ¿Cuál fue el motivo que te hizo volver de Valencia, una ciudad donde tienes todo accesible, a un pueblo de la serranía de Cuenca?
Se puede decir que son dos motivos. Primero, que la ciudad cada vez es menos habitable. Cuando yo llegué aún era agradable, pero, con el tiempo la circulación se fue haciendo más espesa y la relación social menos fluida, menos vecinal. Trabajé en varias fábricas que iban cerrando debido a las crisis, hasta que me instalé por mi cuenta. Pero esto de perder el empleo varias veces me hizo preguntarme: ¿qué futuro tengo aquí? El segundo motivo es que descubro en Valdemeca unos valores que no había descubierto cuando yo vivía de joven aquí y es que la naturaleza te ofrece todo. Es una enciclopedia que solo tienes que leer, interpretar y aprender y disfrutar lo que ofrece.
- ¿Crees que la gente de las ciudades no conoce esa enciclopedia y viven de espaldas a la naturaleza?
No entendemos la vida sin consumir, por ejemplo, sin un coche cada vez mejor. Habría que reeducarse, lo cual es más difícil que la educación, porque uno o una ya tiene una forma de pensar, de vida. La gran mayoría de la ciudad, que sale como un tsunami cuando viene el verano o Semana Santa al campo, al otro día se aburren porque no descubren los valores de aquí y si no hay fiesta están perdidos/as. Por otro lado, están los niños ya que no te puedes ir a un pueblo con niños si no sabes si se va a mantenerse abierto.
ETNOGRAFÍA Y DESPOBLACIÓN
- Al hilo de los valores perdidos…Sabemos que eres un interesado de la etnografía. ¿Qué valores, conocimientos, saberes se están perdiendo, en concreto en la serranía conquense?
Ahora hablan de la economía circular. ¡A buenas horas, mangas verdes! Eso ya estaba antes. Uno preparaba su madera, su yeso, su cal, sus piedras… todo. Con la alimentación igual: antes uno mataba su cerdo, cultivaba sus patatas, molía su trigo en el molino del pueblo. Eso era economía circular. De subsistencia, pero economía circular. Eso ahora intentan hacerlo, pero yo lo veo difícil porque estamos en otro parámetro. Lo que sí veo es que aquí hay cosas que pueden funcionar en un futuro inmediato. La agricultura como era, no; la agricultura ecológica, sí. Por ejemplo, en aromáticas con su ciclo completo incluyendo destilación, la agricultura de frutos rojos o la truficultura. Es decir, dejemos atrás lo que queda atrás por sí solo. Otro ejemplo de algo que ha fracasado es la ganadería intensiva. No han servido un montón de años de ayudas de subvenciones para mejorar raza, ni calidad, ni denominación de origen. La vida tiene que ir por la calidad, y aquí hay cosas de calidad que no están en otro sitio.
- Con el tipo de modelo de producción y consumo que tenemos, utilizando saberes tradicionales podremos hacer un futuro mejor. ¿Cómo crees que contribuye a producir ese cambio el Museo Etnológico de Puentecilla, aquí en Valdemeca? ¿Cómo surgió este museo?
Todo lo que es cultura tradicional o arquitectura tradicional puede contribuir. Los que tienen que enterarse son los gobernantes, que igual tienen buena intención, pero les hace falta comunicarse con la gente. Aquí hay un centro de interpretación con una amplia variedad de vegetación y minerales. Pero ¿y el resto? Tendría que estar completo. Yo me ocupé de recuperar una gran cantidad de útiles que habían servido para formas de vida de aquí. Entonces, cuando se habló de construir el centro de interpretación, yo ofrecí el museo gratis, incluso comprometiéndome como restaurador. Aceptaron y eligieron 400 de las 500 piezas que había. Pero entonces la Administración local, al enterarse, se enfadó, y amenazaron con no dar la parcela si esa colección iba ahí. Así pues, la dirección del Parque Nacional me ofreció dar las piezas a otro centro de interpretación, todavía no abierto, pero en las Majadas. Ahí mi negativa fue total. Porque, ¿quién decide el tema de qué va a ir en el interior del centro de interpretación?
- ¿De qué año estamos hablando?
De hace 18 años. En el proyecto del edificio había una sala destinada al museo etnológico, pero ahí se quedó la cosa. ¡El que quiera que se lo crea! [risas].
- Acerca de la despoblación. ¿Cuál fue tu experiencia cuando volviste de Valencia? ¿Cómo encontraste el pueblo? ¿Cómo ha evolucionado?
Hace 30 años, cuando vine, pintaba bien. Estaba convencido de que se iba a repoblar. Vinimos aquí cinco parejas jóvenes. Entonces tenía perspectivas, pero ahora no pienso igual. Creo que ahora está peor la cosa y es un tema cultural. La España vaciada (o vaciándose), el problema que tiene es el caciquismo. En pueblos pequeños, donde el alcalde lleva cinco legislaturas, eso frena mucho. Si viene gente nueva, pueden ser afines o no, y eso le preocupa. Otro de los motivos es que hay que hacerlo atractivo. Si la gente no tiene imaginación, la administración debe preparar proyectos atractivos y viables, en función del sitio, que puedan ser de apicultura, de agricultura ecológica o de turismo sostenible. Si la administración quisiera, aquí se podría crear empleo. Empleos sostenibles. Por ejemplo, en sanidad para atender a la gente en domicilio, en medio ambiente con proyectos permanentes de arreglo de fuentes, manantiales, que necesitan un mantenimiento anual, trabajo que hacemos en la actualidad con Esparvel. O con mantenimiento de senderos o cabeceras de los ríos. También con agricultura de aromáticas, de truficultura o de frutos rojos. Yo tengo un trabajo con un grupo de 7 jóvenes que van a hacer una plantación de frambuesas, que tendrá producción el año que viene. Ellos se defienden bien con las redes sociales y están buscando mercado. Es algo experimental, pero si funciona es susceptible de pasar de 1 hectárea a 20.
- ¿Crees que una forma de luchar contra la despoblación podría ser unir a nivel supraprovincial la zona de la Celtiberia, al ser la zona más despoblada de Europa occidental?
Cualquier manera es buena. Pero sí es seguro que se tiene que involucrar la administración local, también la administración provincial, central y Europa. Tienen que tomárselo en serio y meterle mano por varios costados. También limitar el mandato de los alcaldes a 4 años. No podemos estar esperando, porque solo con dinero no se soluciona: es un tema cultural. Tiene que haber un proyecto viable, no puede ser la sopa boba, como le daban a los frailes [risas].
ACTIVISMO Y RECUPERACIÓN DEL PATRIMONIO
- Dices que el dinero no da la solución, pero han llegado de Europa muchos fondos. ¿No puede ser que nosotros, la gente, tengamos en esta zona de España un rechazo a nuestra propia tierra? ¿Qué nos pasa?
Yo creo que la base está en la educación. Como he dicho, hay que reeducar. Si la juventud que viene aquí solo está pensando en cazar e irse de fiesta, no vale. Tiene que intuir otras formas. Y es la juventud la que lo puede hacer, no la gente mayor. Pero para eso tiene que intuir otras cosas, y la administración entender e interactuar con la sociedad. Por ejemplo, el movimiento ecologista no vale desde la ciudad para aquí. Yo soy ecologista, pero veo que un problema que han denunciado desde la ciudad no tiene solución desde aquí. Los gobernantes tienen que interactuar con toda la sociedad: al pastor, a la mujer que va a la embotelladora… a todo el mundo.
- Nosotros también venimos de pueblos pequeños y conocemos lo bueno y lo malo. Ahora que hablas del ecologismo, ¿cómo es hacer ecologismo y activismo en un pueblo donde hay gente que sólo miran por su propio interés? Gente que mira la tierra como un producto al que hay que exprimir.
La ecología aquí es aprovechar todo sin aferrar todo. Copiarse de los hormigueros: nunca acabar con todas las termitas, porque las que quedan crían. Por ejemplo, si vas al campo a recoger setas, todos preguntan si se comen. Pero bueno, ¡si hemos venido a aprender! [risas]. La ecología aquí quiere decir que hay que aprovechar sin ahogar. Por ejemplo, Ecologistas en Acción han denunciado a la industria maderera por unas talas en la Halconera, en Montes de Cuenca, que está admitido a trámite. Igual hay algo que yo no sé, pero si me preguntaran a mí, yo diría que estoy de acuerdo con esas talas, porque la repoblación de los años 50-60 de la época del anterior régimen son monocultivos donde no hay nada más que pinos. Ese bosque era tan espeso que es perjudicial para todos. Entonces viene una procesadora que de cada cinco coge tres, y aún queda mucho bosque. El precio a pagar es que entra maquinaria, pero el bosque queda mejor. Esa es una de las cosas que digo que vista desde la ciudad no es lo mismo que vista desde aquí. ¿Cómo es que el ecologista está de acuerdo en cortar pinos? Pues sí, porque ahí hay otras variedades como servales, quercus, juniperus… una selva es rica por la diversidad, no por la cantidad de árboles de una clase sola. ¿Quién va a comer de los pinos? El piquituerto, nadie más.
- A veces da la impresión de que el propio ser humano se está convirtiendo en un monocultivo a la hora de pensar. Esa riqueza que había antes, que aunaba un conjunto de saberes, parece que se está volviendo monocolor.
Eso es por la globalización con los medios de comunicación o la televisión que conducen a eso. Eso vendría a ser como la denominación de origen de corderos: en vez de tener 2000 ovejas y pensar en la subvención, tienes 200 y vendes calidad. Padeces menos y los animales no están torturados. Salen de la cuadra y no saben si son negras o blancas porque están llenas de estiércoles. Esas ovejas tendrán más calidad si disponen de su cama de paja, si los corderos están bien. Yo creo que esa es la salida también: tender a la calidad.
- Así pues, ¿crees que hay futuro en el activismo, en la juventud?
No hay más remedio [risas]. Que no cunda el pánico. Yo no soy pesimista. Estáis vosotros, con lo difícil que es hacer una publicación; está Sergio Abarca en Uña, que ha ayudado en la restauración de la peguera; su hermano en Vega del Codorno. Es decir, espinazo hay.
- Una de tus múltiples facetas es la recuperación del patrimonio natural, así como la habilitación de algunas rutas, como la de la Catedral de Uña. ¿Qué tipo de apoyo habéis recibido de las instituciones?
No tenemos tiempo, los esperamos andando [risas]. Una vez, insistiendo mucho, conseguimos que hicieran un filtro verde para tratar las aguas residuales. Por hacer las cosas bien, solicitamos a la confederación coger plantas de una orilla del río, pero teníamos que pagar un permiso. Y ya teníamos que hacer la plantación y no nos contestaban de ninguna manera. Así que cogimos la planta, la pusimos y listo. La administración es un atasco de burocracia, donde piden cosas que no se puede. Si para limpiar un camino de cuatro zarzas tengo que hacer un seguro de responsabilidad civil… Mira, el sábado que viene vamos un grupo a una fuente que hay en Huerta del Marquesado, en la Hoya del Asno, y hay un trozo de camino antiguo que se lo ha comido la vegetación y lo vamos a despejar. No podemos esperar a que la administración esté dando el permiso. A veces, pedir el permiso te impide que lo hagas.
- ¿Cómo os organizáis para hacer estas cosas? ¿Cómo lo hacéis participativo para que la gente del pueblo pueda involucrarse?
Hay que entender a la gente del pueblo. Por ejemplo, aquí hay un antiguo lavadero ahora echa mucha agua, pero en verano está seco. Al final, había terminado que no echaba nada. Así que algunas mujeres decían que habría que llevar agua al lavadero, y gente que había venido a ver el lavadero, ¡pero no había agua! Entonces, al saber que había un reguero que tenía altura, vi la oportunidad de conectar ambas cosas, así que lo recuperamos. Pero ya ves, la gente demuestra que le preocupa eso, entonces lo demás viene fácil. Que no se vuelvan en contra, que si no…
REVISTA VALLISLONGA Y REPÚBLICA
- Cuéntanos algo de tu revista Vallislonga y danos algún consejo.
Tenemos una asociación de vecinos en la que participa un hombre, maestro, que es el que dirige la revista. Se llama Jaime Rodríguez Laguía y se animó. Vallislonga es un nombre muy antiguo que posiblemente era el de Valdemeca. Hay mucha gente de aquí que escribe: un matrimonio de Castellón; yo escribo de las fuentes, algo de setas; Sergio Abarca de las trufas; hay algo de gastronomía; de despoblación, Luis Zafrilla hizo una portada… Y mira, llevamos ya 3 números.
- ¿Qué les ha parecido a las instituciones esta revista?
Les ha parecido un lobo [risas]. Aquí hay una chica, agente de desarrollo rural, que se ilusiona cuando ve estas cosas. Trató de que imprimieran algunos ejemplares, pero tras varios meses intentándolo, no hubo forma. Así que al final fuimos a nuestro aire. Lo peor no es que no ayudaron: es que retrasaron el trabajo.
- Para cerrar la entrevista: en abril se cumplen 90 años desde la proclamación de la II República. Así que la pregunta es sencilla… ¿monarquía o república?
Yo no era monárquico ni cuando no había rey. Al anterior rey decían que se había ido y la gente decía: no se ha marchado, que lo hemos echado. La monarquía ha crecido en una burbuja y se creen que eso está bien. Pero hay un dicho: cuando se caen las hojas de los árboles es cuando se ven los nidos. Si ahora se está cuestionando a la monarquía, y hay encuestas, y tú me preguntas… Si a la monarquía ahora se le está viendo el plumero es porque hay formaciones políticas que lo están destapando y que están pidiendo cuentas a la Casa Real.
Espacio de encuentro entre miradas donde repensar el futuro de nuestras tierras y territorios.
Un ecosistema innovador de encuentro y pensamiento para un tiempo que requiere propuestas y colaboración.
Te pasa como a Pinocho, que con las mentiras te crece la nariz🤥, un abrazo y ser felices😘
Grande Moisés. Un tipo con mucha cultura y mucho saber. Siempre aprendes con él. Un gustazo leerle!!
una gran persona…