Entrevista a Eduardo Soto

Entrevista a Eduardo Soto

Biólogo, comunicador y ecologista

Eduardo Soto, biólogo de formación, ha desarrollado diferentes proyectos en el mundo de la Cultura, los Medios Audiovisuales, el Periodismo, la Publicidad, los Eventos, la Literatura y la Agricultura Ecológica. Entre otras cosas, ha realizado con su productora, Eduardo Soto Producciones, la serie documental Comunidad Energética, así como el documental “El Regalo” o el cortometraje “La fuga radioactiva”.

Además, cultiva una plantación ecológica de saúcos en la Serranía de Cuenca, elaborando productos tan deliciosos como el caviar de saúco, entre otras mermeladas.

Pero ahí no queda todo. Es escritor, alcalde pedáneo de Valdecabras, activista medioambiental o autor de la Guía de las Orquídeas de la provincia de Cuenca, entre otras muchas cosas. Si existe alguna definición para Eduardo, es sin duda la de “un hombre multidisciplinar”.

  • En un mundo cada vez más especializado, Eduardo Soto “toca todos los palos”. Es el ejemplo de la multidisciplina. ¿Qué significa ser multidisciplinar en estos tiempos? ¿Por qué es importante?

Creo que es importante. Incluso los más especializados en cada materia conocen la importancia de que existan mentes abiertas a otros campos del conocimiento. La creatividad no existe si te enfocas en un punto, necesita dispersión. Todo lo que tiene que ver con los avances tiene que ver con la diversidad, con diferentes maneras de imaginar.

Y esto ha dominado mi curriculum, a veces por necesidad. Los que hemos tenido dificultades para encontrar un trabajo fijo, un animal no estabulado como yo tiene que buscarse todos los días la manera de sobrevivir, lo que te hace más despierto a realidades distintas.

Pero te diría más: tengo una curiosidad impertinente. El conocimiento, para mí, es el mayor de los entretenimientos. 

Energía y despoblación

  • Cómo biólogo de formación, te has posicionado en defensa de la tierra y de la vida. La búsqueda de la energía limpia y en contra de los cementerios nucleares ha sido una de tus grandes luchas. ¿Podrías explicar qué significa la crisis energética de hoy en día? 

Empezaría por el cambio climático. Este se produce porque estamos emitiendo CO2 a la atmósfera que antes no estaba allí, que crea un “paraguas” que no permite salir a los rayos infrarrojos, ocasionando el efecto invernadero y, por tanto, el calentamiento global. Es una fiebre que enferma al planeta.

Por otro lado, estamos alcanzando el “peak oil”. Es decir, el petróleo se acaba. Esto produce un efecto en cascada en toda la economía global que, en muchos casos, se está silenciando. Por esto hoy nos sube el precio de la gasolina y del gas, que ocasiona que se incremente la factura de la luz.

Tenemos que pasar de los combustibles fósiles a modos de obtención de la energía limpios, renovables y duraderos.

  • Hay gente que ve en la energía nuclear la solución a este problema. Como activista combatiste duramente contra el ATC de Villar de Cañas. Finalmente, la idea se rechazó totalmente en 2020. ¿Qué hubiera  representado un cementerio nuclear en nuestra tierra?

La energía nuclear es deficitaria. Tampoco es una energía limpia, ya que produce residuos. Por último, es un tipo de energía que conlleva grandes peligros.

No es una energía barata porque precisa una gran inversión en infraestructuras y en la extracción del uranio, que es muy escaso.

Por otro lado, genera unos residuos altamente radiactivos, que no saben qué hacer con ellos. No hay caparazón que pueda sostener la radiactividad de estos residuos. Sigue habiendo peligros; pero es que además, la gestión de estos residuos es muy cara.

Además, estamos hablando de residuos que permanecen de 10.000 a 100.000 años activos. Cuando tú gestionas las basuras de tu pueblo, ya tienes una gran dificultad; pero cuando tienes que gestionar las basuras que van a durar 10.000 años, no sólo tienes una gran dificultad, si no que tienes un presupuesto infinito. Por eso la energía nuclear externaliza la gestión de los residuos al Estado.

El problema de un almacén es que debe de ser seguro durante 10.000 años. No ha existido ninguna civilización que haya durado tanto. Y además, en una región en la que algunas infraestructuras no aguantan ni 10 años…

Las nucleares van a quebrar, su rentabilidad está agotada (hasta los fondos de inversión lo ven así), y nos quedaremos nosotros gestionando sus residuos…

  • En esta lucha surgieron, a través de tu productora Eduardo Soto Producciones, productos como el documental “El regalo” o el cortometraje “La Fuga”. ¿Cómo de necesario ha sido concienciar a la gente a través de la pantalla para acabar finalmente con la ATC?

“La Fuga” la hicimos por eso, para concienciar a la gente sobre la llegada de un peligro real. Consideramos que una película podría servir para ello. Nos dimos cuenta de que la mayoría de la población no tenía ni idea de en qué consistía la ATC.

“El Regalo” fue una iniciativa de Sebastián Martín, la cual yo apoyé. El objetivo era describir todo el proceso en formato documental. El documental se llama así por las promesas que se hicieron al proponer esta instalación en medio de la crisis económica: inversión, empleo, etc.

Creo que logramos desarmar esa idea, y sí la que defendemos: que nuestra tierra tiene mucho potencial para desarrollarse a través de las energías limpias y renovables.

  • La transición ecológica es un proceso que lleva más de 20 años intentando instalar complejos de energías renovables a gran escala en nuestro territorio estatal. Muchas veces en detrimento del paisajismo de nuestros parajes. ALIENTE busca “una transición energética a las renovables que garantice la conservación de la biodiversidad”, es decir, una transición ecológica justa con los territorios. ¿Cómo se puede compaginar la necesaria transición ecológica sin perjudicar el paisaje de nuestro entorno?

En primer lugar, hay que descartar las exageraciones que se están haciendo sobre los macroproyectos de energías renovables, ya que no alcanzan las proporciones para desvirtuar el paisaje. Si se instalaran los 30GW de fotovoltaica necesarios para cumplir con el PNIEC del 2030 solo ocuparían el 0,25% del terreno agroganadero. 

Eso no va a acabar con nuestro campo, aunque es verdad que modifica temporalmente su paisaje. Ahora, después de tanto tiempo, los gobiernos apoyan las renovables que durante tanto tiempo apoyábamos solo los “locos ecologistas”. Nunca antes se ha invertido tanto en investigación de energías renovables y en formas de acumulación y almacenamiento de la energía que produzcan. Creo que hay que mantener ese tren de investigación y confiar en que puede llevarnos a hallazgos muy beneficiosos para los seres humanos y para el medio ambiente.

Ahora bien, ¿cuál es la mejor manera de llegar a las renovables de una manera justa? Haciendo que sea una energía distribuida, huyendo de los oligopolios y de su control en la venta de la energía según sus criterios y precios. Pero esto pasa porque cada uno de nosotros nos instalemos placas solares en nuestras casas. Ahora no hay impuesto al sol, y se recupera la inversión en muy pocos años: ya no hay excusa. La eficiencia de los paneles, así como de las baterías se multiplica año a año.

No paremos la industria. Huyamos de macroproyectos. Apostemos por la distribución de la energía, no por el oligopolio. Que cada uno pueda producir, apostando por la autarquía. Esto es una posibilidad también para los pueblos, que pueden destinar espacios para la implantación de pequeñas plantas de producción de energía limpia.

Hagamos que el gobierno siga apostando por la renovables y relegue y suprima las ayudas a los combustibles fósiles.

Ahora, por ejemplo, se está apostando por las agrovoltáicas, en la que podemos integrar la instalación de paneles solares con diferentes cultivos. Hacen semisombreados, reduciendo la evapotranspiración de las plantas, y proporcionan energía eléctrica. Sigamos este camino.

Otras maneras de producción

  • Otro de los grandes temas es la agroecología. “Soto saúco” elabora mermeladas y otros productos a partir del cultivo ecológico de saúcos (Sambucus nigra) en la Serranía de Cuenca. ¿Qué hace diferente a este producto?

La producción ecológica ha tenido un largo recorrido, comenzando por unos pocos que apostamos por ellas hace muchos años, buscando el apoyo de las administraciones. 

Hoy en día, cada vez hay más consumidores. Esto se debe a varios factores: no contamina al medio ambiente ni reduce la fertilidad de la tierra; proporciona unos productos de mayor calidad, más saludables (sin productos tóxicos); y por último, es una agricultura que apuesta por la cercanía, es decir, que los productos sean consumidos en su tiempo por la gente de la zona donde tú vives.

Estos valores de la agricultura ecológica cobran cada día más fuerza. Son productos con calidad humana, porque al comprar a los agricultores de nuestra tierra, mantenemos a los agricultores de nuestra tierra.

En concreto, respecto al saúco, consideré que es una especie interesante, un arbusto naturalizado a este entorno y que produce unas bayas con alto contenido en Vitamina C y antioxidantes, pero que tristemente es una planta poco conocida y maltratada en nuestras tierras.

He desarrollado una mermelada deliciosa que estoy teniendo dificultades para comercializar. También vendo las flores en fresco, un sirope de flores, y una especie de hidromiel producto de la fermentación del almíbar de la baya. De este licor, obtenemos también un vinagre. Espero que pronto el saúco entre a formar parte de algunos platos de la gastronomía conquense. Ese sería mi sueño de soberanía alimentaria, producido aquí, consumido aquí.

  • Estos productos llegan a varios consumidores trabajando la producción de “kilómetro 0”. ¿Es fácil llevar a cabo esta metodología en una provincia como Cuenca?

No. Cuenca tiene un problema natural: estar en un clima continental, con temperaturas muy extremas. Por tanto, no permite poner huerta todo el año. Sin embargo, es una buena tierra preparada para el cereal, la lenteja, el garbanzo, o la ganadería de alta montaña. Es en estos cultivos en los que debemos apostar, al ser los mejor adaptados. Esto, hablando de la Serranía, claro.

Por tanto, no podemos tener todos los productos que ofrece el mercado durante todo el año. Lo más inteligente es diversificar la actividad para tener la mayor resiliencia posible.

  • Por último, como integrante de la asociación de Agricultura Ecológica de Cuenca. ¿La agroecología puede ser una herramienta para luchar contra la despoblación?

Creo que sí. Pero hay diversificar la actividad para poder integrar los recursos bien a lo largo de un año. Hay que aumentar la actividad agroecológica en el cereal, que está subiendo de precio por culpa del precio de los combustibles. Hay que volver a una agricultura de rotación de cultivos, en la que se apueste por las leguminosas como fijadoras de nitrógeno. Para ello, es importante concienciar a los jóvenes a la vuelta a una dieta basada en los productos que ofrece nuestra tierra, como el consumo de lentejas o garbanzos.

Desconocimiento de la provincia

  • Por último, dentro de tu multidisciplinariedad, como parte de la Asociación de Naturalistas Conquenses, eres un descubridor de nuestra tierra. Entre varios de los descubrimientos desconocidos para la ciudadanía está la “Guía de las orquídeas de la provincia de Cuenca”, un referente a escala nacional en este desconocido grupo. ¿Sigue el patrimonio natural de nuestra provincia sin conocerse? 

Cuando llegué a Valdecabras en 1992 empecé a ver unas florecillas que no conocía de mis estudios botánicos. Pronto comprendí que se trataban de orquídeas. Comencé una investigación, entrando en contacto con Diego Rivera y su mujer, Conchita Obón, que habían realizado la guía de las orquídeas de Albacete. También conocí a Agustín Coronado y los dos hicimos el trabajo de catalogar estas especies durante 6 años.

Así vimos que sólo en la provincia de Cuenca hay tantas especies de orquídeas como en toda Gran Bretaña, por ejemplo. Y esto es un valor al que se le saca poco partido, por desgracia. 

La diversidad de nuestra tierra (si no nos la cargamos antes) puede ser un foco de atracción turística, tanto a público especializado como al público en general. Hay que darle visibilidad. Porque si no conoces algo no lo amas, y si no lo amas no lo conservas.

  • La globalización capitalista y la tecnología informática está creando un patrón de ser humano parecido al de los monocultivos vegetales. Recuperando nuestras raíces, fuiste creador de la serie sobre los refranes para CMMPLAY llamada “Tópicos atípicos”. ¿Qué piensas sobre la pérdida de saberes tradicionales en menos de dos generaciones?

Que ya se ha perdido. Soy muy pesimista en este sentido. Cuando llegué a este pueblo, éramos 200 habitantes, ahora somos 20. Y las personas mayores de los años en que llegué ya no están.

En los años noventa, creamos una iniciativa, “Crónica de Valdecabras”, con la que buscábamos documentar estos saberes. Y nos dimos cuenta de que ya estábamos recogiendo los restos. La gente nos contaba que cosas había hecho, pero ya no las practicaban.

Claro que considero que hay que recuperar estos conocimientos, pero lo veo muy difícil. Por poner un ejemplo, si quisiéramos hablar sobre las prácticas que desarrollaban los pastores, aquí no podríamos hacerlo. Ya no queda nadie.

Para poder recuperarlo, hay que volver a vivir en los pueblos, y con ello cobrarían de nuevo vida estos saberes.

  • También existe una labor política como alcalde pedáneo de Valdecabras, población con apenas 50 habitantes. ¿Cuál es la situación actual de las pedanías de la capital conquense, aparentemente siempre condenadas al ostracismo?

Mala. Yo no he militado hasta la fecha en ningún partido político. Yo fui propuesto para ser alcalde de Valdecabras, con un consenso mayoritario. 

Desde entonces, he trabajado en el diálogo con los vecinos. Para mí, establecer una comunicación estable era fundamental. Hacer una democracia realmente participativa. Considero que ha salido bastante bien, valiéndonos de los móviles para poder informar correctamente a todos los vecinos. 

Gracias a eso, preparamos un plan de mejora del pueblo y lo presentamos al Ayuntamiento de Cuenca en un tiempo muy limitado. En él, abordamos varios problemas acuciantes, como la inexistencia de un bar, que en este tipo de pueblos es un servicio público; también otros problemas de urbanismo que aún tramitados no avanzan. La razón se deberá preguntar al alcalde del municipio.

Pero en general, las pedanías tenemos un gran problema. En realidad, somos pueblos, sin ningún servicio (transporte, educación, sanidad, etc.), pero somos consideradas como barrios. Eso además, conlleva un perjuicio muy grande a la hora de poder solicitar ayudas europeas, por ejemplo.

  • Para concluir, entre tanta actividad multidisciplinar. ¿Cómo se puede cambiar el mundo desde un lugar como la Serranía de Cuenca?

La Serranía de Cuenca tiene unas posibilidades enormes. Yo no vivo aquí por casualidad. Creo que puede ser un sitio privilegiado en las próximas décadas. Me vine aquí a criar a mis hijos en una naturaleza prácticamente virgen, con aguas limpias y un aire bien oxigenado. Tienes una ciudad sin grandes factorías que produzcan una gran contaminación. Con poco que hicieras, se trataría de un espacio completamente sostenible lo que lo convertiría en un polo de atracción de un turismo sostenible que busca precisamente eso los ejemplos y modelos de sostenibilidad, como por ejemplo hacer de la Serranía el primer Parque Natural que se pueda recorrer en bicicleta eléctrica.

Las ciudades revientan por todas sus costuras, por lo que espacios como Cuenca son el futuro. Van a aparecer cambios, claro está, derivados del cambio climático, como la modificación de los cultivos o de las temporadas para sembrar o cosechar. 

Ahora, al mismo tiempo estamos en una provincia en la que no quiere vivir nadie, que no para de perder población. La esperanza está en los jóvenes, en que empecéis a trabajar con una mente abierta, a dialogar y organizaros para desarrollar iniciativas colectivas sostenibles.

 

Ojalá Los Ojos del Júcar le abran los ojos a los jóvenes.

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