El Hospital Militar de Valdeganga de Cuenca

El Hospital Militar de Valdeganga de Cuenca

“Tres hospitales se crearon en la provincia: Uclés, Valdeganga y Cañete. Los dos primeros recibían heridos del frente de Madrid. […]La memoria colectiva los recuerda como los hospitales de los anarquistas” con estas palabras de Fuencisla Álvarez Delgado iniciamos.

Valdeganga era un balneario de segunda clase desde la década de los 10 del siglo pasado que abría sus puertas desde mediados de mayo hasta septiembre, con médico residente asignado. En tiempos en los que la química no había avanzado aún, el contenido de las aguas termales se usaba para tratamientos médicos que se recetaban a los pacientes. Así, los balnearios eran parte de la red de sanidad más que lugares de solaz, en este caso en un paraje de gran hermosura junto al río Júcar.

Allí también fracasa el golpe de estado del 18 de julio y las secciones de la Federación Española de Trabajadores de la Tierra (FETT) de UGT de Valdeganga y Parras de las Vegas controlan la situación. Esta zona también recibiría las visitas de las volantes o móviles de milicianos, en este caso desde Ventas y muy posiblemente del Ateneo Libertario de Retiro, en Madrid; con su apoyo Juan Ramón Laparra Martínez, alcalde constitucional de Valdeganga y fundador de la casa del pueblo, confisca el 18-8-1936 el Balneario, propiedad del derechista Luis de la Fuente Patiño, y la finca de Buena Vista y Labor que se partirán al 50% con la FETT UGT de Parra de las Vegas. Entonces se forma la Colectividad, confiscando también el Molino de la Veguilla, las huertas de El Hortelano, las fincas de los herederos de Fabriciano Ortega, de Venancio Gascueña, del marqués de Valmediano y de Francisco de León. Recuerden que se confiscaron los bienes de los golpistas. Es en este colectivizado contexto (Laparra no fue un ladrón como cuenta la propaganda franquista sino un socialista colectivizador), que es sin duda el momento más revolucionario de la historia de nuestra provincia, cuando empieza su andadura el Hospital Militar de Valdeganga, Sector Tarancón.

Colectividad Valdeganga de Cuenca, junio julio 1937. Alternês, Serge y Wainman, Alec, (2017). Almas Vivas. Milenio

Poco sabemos de sus comienzos, solo que la lógica transformó cualquier edificio que ya tuviera uso sanitario en Hospital Militar, en medio del caos y el desplome del estado que el golpe trajo consigo. En el caso de Uclés, como contaremos en nuestro próximo fanzine sobre su Hospital Militar, hemos documentado la existencia de un hospital confederal anterior a noviembre de 1936, cuando el Consell de Sanitat de Guerra (organismo dependiente de la Conselleria de Defensa del Govern de la Generalitat de Catalunya) organiza el Sector de Evacuación Tarancón, que financiará hasta marzo de 1937, asignando médicos y sanitarios venidos de Cataluña a Valdeganga, como nos cuenta Carles Hervàs i Puyal. Sí sabemos que el comité de Valdeganga, con Laparra a la cabeza, colaboró con el hospital, y que muchachas de los pueblos vecinos trabajaron toda la guerra allí en la limpieza, lavado de la ropa de cama… El impacto sobre ellas del contacto con gentes distintas llegadas de cerca y lejos debió ser notable. Muchas recibirían formación en enfermería, como era la costumbre de los Internacionales para aumentar el personal de asistentes facultativos y enfermeras. Luego ya vendría el tío Paco, nunca mejor dicho, con las rebajas para las mujeres…

A partir de abril de 1937 este hospital pasará también a estar bajo patronazgo británico y será usado como hospital de convalecencia de las Brigadas Internacionales. Así encontramos a los Internacionales en Valdeganga durante casi un año, ya que se evacuó todo su personal a finales de marzo de 1938.  Es peculiar, suponemos que sería cuestión de propaganda, como los británicos no mencionan en sus fuentes la prexistencia de un hospital y como cuentan que lo empezaron ellos de cero, algo que es cierto tan solo en la Merced de Huete.

Hospital Inglés Clínica Militar nº 5 Valdeganga de Cuenca. Alternês, Serge y Wainman, Alec, (2017). Almas Vivas. Milenio

Se imaginan esta vega del Júcar plagada de extranjeros paseando junto al río, conduciendo de aquí para allá… Mildred Rackley colaboró en la administración de este hospital en sus inicios, no sabemos quién era entonces el administrador español; tras ella Richard Rees y Walter Crispi administraron el hospital, nos cuenta Linda Palfreeman. También encontramos a la inglesa Naan Green asignada a la administración del Hospital. Difícil lo tuvieron los médicos y sanitarios emboscados durante todo este tiempo, rodeados de leales a la república. También trabajó allí la enfermera canadiense Florence Pike y la estadounidense Mary Rader, que viene asignada desde EEUU al hospital británico de Valdeganga en la séptima unidad médica estadounidense en julio de 1937. Lilian Kenton, inglesa, era la masajista y fisioterapeuta, algo de gran importancia para la recuperación de los heridos, en especial aquellos que habían quedado discapacitados. El hospital contaba con rebaños de ovejas y cabras para su uso, especialmente lechero. Es probable que fueran los ganados de la colectividad incautados un año antes.

Hospital Inglés Clínica Militar nº 5 Valdeganga de Cuenca. Alternês, Serge y Wainman, Alec, (2017). Almas Vivas. Milenio

En mayo, junio y julio de 1937 Alec Wainman, conductor de ambulancia, interprete y auxiliar administrativo de la Unidad Médica Británica, está en Valdeganga. Le gustaba hacer fotos con una perspectiva muy humana, de la gente con la que llegaba a confraternizar y llevarse bien. Alec nos deja una serie de fotografías magníficas de Valdeganga, más allá del hospital, de las mujeres, los niños, del pueblo. Y de los trabajadores de la colectividad, entonces sí dueños de las tierras que trabajaban para que todos puedan vivir y salir de una pobreza centenaria y para mantener la situación de guerra que el golpe había generado.

Siega de la Colectividad Valdeganga de Cuenca, junio julio 1937. Alternês, Serge y Wainman, Alec, (2017). Almas Vivas. Milenio

A la postre, parece que todo se entremezclaba más de lo que los organigramas dan a entender, como ya contamos en nuestro libro Tarancón Rojo. De hecho, es en ese mismo mes cuando el hospital pasa a llamarse Clínica Militar nº 5 de la VIII Agrupación de Hospitales.

Cuando marchan los Internacionales es nombrado administrador el ugetista madrileño Félix Torija Pajares. Por esas fechas y por orden del comandante de Intendencia y del teniente coronel Rodriguez Zuazo, se incautan 42 cabras en Tribaldos, Almendros y Villarrubio, para tener siempre leche en el hospital para la recuperación de los pacientes. Algo ha cambiado desde la partida de los Internacionales…

Torija tendrá la difícil tarea de gestionar un hospital cada más lleno de rebeldes emboscados; Laparra se sumaría a esta tarea cuando es llamado por su quinta y se le asigna de soldado a la Clínica Militar nº 5 en el verano del 38, probablemente no es casualidad este nombramiento. Igualmente, aparece Eugenio Carralero Carretero, cenetista del Ateneo libertario de Retiro y destinado anteriormente en el Tren Militar, que se encargaría de conducir y mantener el camión de servicio del hospital.

El teniente practicante José Frías Zarzuela, practicante titular de Saelices, y el teniente Médico Eulogio Valbuena Hernández, son buen ejemplo de emboscadura, que a pesar de los comisarios y de las acciones del SIM (Servicio de Inteligencia Militar, contraespionaje republicano) protegían a falangistas emboscados como es el caso de Santiago Rupérez de Cuenca o Daniel García de la Ossa de Tarancón.

El 29-3-1939, día en que el Ejército de Ocupación entra en Cuenca, Laparra, Carralero y Torija intentan irse en el camión de servicio del hospital, pero son detenidos antes de llegar a la carretera de Valencia. Es entonces cuando los emboscados se hacen cargo del hospital dónde no entrarían las tropas de ocupación hasta primeros de abril. Son ellos los que se aplican en tomar el control y detener, como sucedió en Uclés, a los leales de Valdeganga y Parras de las Vegas. Empiezan las torturas y abusos diarios, los rapados, y peor que rapados, a las mujeres… El hospital mantiene a todo su personal, salvo a los detenidos, hasta mediados de abril, y sigue en funcionamiento hasta mediados de Julio de 1939, cuando las tropas de ocupación, que mantuvieron su presencia en todos y cada uno de nuestros pueblos desde inicios de abril, son retiradas.

Consejo de Guerra contra Juan Ramón Laparra y Félix Torija

¿Qué fue de los españoles que colaboraron con los hospitales o fueron destinados a ellos?  Juan Ramón Laparra Martínez es condenado a 30 años de cárcel por Adhesión a la Rebelión, leal juzgado por rebelde. En 1948 estando en libertad condicional es detenido de nuevo por colaboración con la Guerrilla Antifranquista. Félix Torija Pajares es condenado a seis meses de cárcel que cumple íntegros, claro que solo computaban a partir de que era firme su ingreso en prisión. Eugenio Carralero Carretero es fusilado en las tapias del Cementerio del Este, Madrid, el 9-8-1940. El practicante rebelde José Frías Zarzuela, a pesar de los servicios prestados acaba pasando por las cárceles de Tarancón y dos meses en el Campo de Concentración para oficiales del ejército republicano en Medinaceli, Soria; algo que seguramente nunca olvidaría. Se sobresee su caso y en julio ya estaba en libertad.

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