Dejarse guiar por el perfume de un estrecho mercado en una ciudad remota, el último rayo de luz en una playa de una isla tropical o ver los destellos de la aurora boreal en una noche sin nubes. ¿Quién no ha soñado con viajar a estos lugares y olvidarse del tiempo? Sin embargo, no hay viaje más excitante, desafiante y conmovedor que el de descubrirse uno mismo. Y ese es el objetivo de esta revista: presentar nuestra historia, nuestra cultura, nuestro arte y nuestra naturaleza para conocernos mejor.
Porque donde late el corazón de la Península Ibérica se sitúa esta tierra moldeada por el agua, lijada por el viento, cosida por el sol y mimada por el silencio de las estrellas. Tierra donde se ven las sombras de las huellas que dejaron dinosaurios, cocodrilos o los primeros mamíferos en la arena, donde se distinguen los dedos de antepasados dibujando sus miedos y sueños sobre las rocas de una cueva, donde resuena el eco de la llamada del muecín al alba y el bramido del hidalgo de lanza en astillero, donde se escucha el pensamiento del agua de los aljibes, el campesino canto sembrando con sudor los campos y el bufido de la llegada del primer tren. Y no hay sensación más sobrecogedora que ver todos estos acontecimientos latiendo aún vivos en la mirada de las gentes de Cuenca.
Desde los recónditos, salvajes y misteriosos valles de la alta serranía a la calma chicha del mar de la mancha. Del yeso a la marga, de la marga a la caliza. La paz cristalina del Cabriel y los infantiles gritos del Río Cuervo. Una vereda entre pinares, encinares y quejigares embrujada bajo la fragancia de romero y tomillo. Estelas perdidas de osos, linces y lobos. Sangre de los viñedos y oro de los olivares. El vuelo del halcón, el canto de la alondra y las danzas de las avutardas. Aromas de trigo, mimbre y resina. Somos monte y llanura, sol y nieve, piedra y arcilla.
En el ADN de cada uno de nuestras células yacen silenciosamente miles de generaciones. En este material genético corretean celtíberos de largas pieles enamorados del ocaso sobre una colina. Se talla blanca piedra en Valeria para sus termas y en Segóbriga, espejuelo para Roma. Guardamos el alambique, el alajú, el ajedrez, el alfiler y el ojalá. Tenemos grabados siglos y siglos de pastoreo en el costado y de mundanal cotidianeidad en castillos, ermitas y conventos. Hambre y cebolla en casas de adobe tierno. El fiero rumor de las fábricas al amanecer y el amor revoloteando en las fiestas de guardar. Somos la historia condensada en un instante.
¿Y qué decir del arte? Si es su esencia. Si no existe ciudad resuelta con tanta contradicción. Definida y abstracta. Accesible y remota. Confiada y solitaria. Una sencilla complejidad. Su diseño cuestiona cualquier obra maestra del ser humano. Sus viejas casas se camuflan entre las rocas de sus dos hoces y sus calles son laberintos petrificados donde inventarse. Cuenca es una cenefa de interminables colores donde no hay espacio para las proporciones, normas o leyes físicas. La pintura, la poesía y la música se han apropiado de cada uno de sus rincones. Somos pedacitos de su lienzo, de sus versos y de su armonía.
Por todo ello, estas páginas se proponen adentrarse en el patrimonio histórico, cultural y natural de la provincia de Cuenca con la intención de acercarlo a la gente, reivindicando su conservación y visibilizando sus problemas. Porque desterrar “la vida con la historia, tan dulces al recuerdo” de Cernuda sería una desastrosa elección. Esta revista quiere ser el tintero donde se encuentre la tradición, la curiosidad y el progreso. Quiere ser la pluma con la que dibujar unas alas al futuro y que nuestra tierra comience a volar en el alto cielo. Para cuando llegue el momento del recuerdo, ganemos la batalla al olvido y seamos capaces de distinguir esa dulzura.
Este es el primer paso en un camino que recorrerá nuestras calles y nuestros campos, que cruzará los muros invisibles del tiempo y se adentrará en los corazones de sus gentes. Porque conociendo nuestro entorno, tendremos un poco más cerca ese placer desbordante que es conocernos a nosotros mismos. Un viaje a través de los ojos del Júcar. ¿Nos acompañas?
Espacio de encuentro entre miradas donde repensar el futuro de nuestras tierras y territorios.
Un ecosistema innovador de encuentro y pensamiento para un tiempo que requiere propuestas y colaboración.
Preciosa introducción!!!
Hay artículos muy interesantes, me parece una publicación atractiva.
ENHORABUENA por esta excelente iniciativa que deseo sea muy exitosa y de largo periodo. Un saludo. Antonio Escamilla Cid.
Enhorabuena por la iniciativa y por su buena plasmación. Ánimo y adelante. Como diría un cómico, ¡mucha mierda!