En Cuenca, a pesar de verlo como algo ajeno a nosotros, sí existe contaminación. Para luchar contra ello nace la plataforma “Cuenca en Transición”, la cual impulsa acciones concretas en transición hacia una ciudad baja en emisiones y contaminación y alta en solidaridad.
CUENCA GRIS
En Cuenca, siempre que escuchamos la palabra Contaminación, la tratamos como algo foráneo, ajeno, independiente de nosotros. Sabemos lo que es, claro, todos vemos la televisión y leemos el periódico. Nos sabemos de memoria los límites de Madrid Central, y la importancia de que exista una zona de bajas emisiones en las ciudades para mejorar la calidad de nuestro aire y, por tanto, nuestra salud. Seguimos viendo la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga en el propio. Maldito centralismo cultural.
Es probable que haya mucha gente que se sorprenda (más por desinterés que por falta de información), pero en Cuenca (tanto ciudad como provincia) sí existe contaminación, respecto tanto a la calidad del aire como a la del agua o la gestión de residuos.
Y es que, a pesar de que obviamente no puede compararse con una ciudad del tamaño y población de Madrid, la calidad del aire de nuestra ciudad es cuanto menos preocupante.
Atendiendo al informe publicado este año denominado “La calidad del aire en el Estado español durante 2019” [3], realizado por Ecologistas en Acción, observamos datos de contaminación elevada en la estación de medición de Cuenca. Es especialmente alarmante la concentración de partículas en suspensión (PM10) y de ozono troposférico (O3) en la ciudad.
Las primeras de ellas se pueden acumular en el sistema respiratorio, aumentando las afecciones respiratorias y disminuyendo la función pulmonar. A largo plazo, el número de muertes prematuras atribuibles a una contaminación media anual de PM10 por encima de 20 μg/m3 es de 68 fallecimientos por cada 100.000 habitantes. En Cuenca la media es de 25 μg/m3 [3].
Por otro lado, respecto al ozono troposférico, los datos están muy por encima de las recomendaciones de la OMS. En altas y constantes proporciones, el ozono tiene graves consecuencias en la salud, debido a su potente carácter oxidante. Entre otras cosas, reduce la función pulmonar y agrava enfermedades como el asma. Pero, además, es especialmente grave el efecto que tiene este contaminante sobre la vegetación, interviniendo en los procesos fotosintéticos y metabólicos de la planta, reduciendo de manera reseñable la producción [1]. Entre los cultivos más sensibles se pueden citar la patata, el tomate, cítricos, melones, sandías, soja o trigo, cuya productividad, según sitios y años, baja con frecuencia entre un 5 y un 20% por culpa del ozono, causando importantes pérdidas económicas [3].
No podemos ver estos datos y seguir pensando que la contaminación es algo ajeno. La calidad del aire en Cuenca debe ser tratada como un asunto de primordial importancia. Además, recientemente el Consejo de Ministros ha aprobado el proyecto de “Ley de Cambio Climático y Transición Energética” [4], según el cual las ciudades de más de 50.000 habitantes deberán disponer de una “zona de bajas emisiones” antes de 2023. Según el último censo (2019), Cuenca cuenta con 54.690 habitantes.
Pero la contaminación no es sólo un asunto del aire que respiramos. Existen demasiados ejemplos de lugares contaminados por nuestra provincia debido a una deficiente gestión de residuos. El cierre al baño del embalse de La Toba hace dos años debido a la aparición de unas bacterias (enterococos intestinales y Escherichia coli) es un claro ejemplo. Y si no, sólo basta recordar los kilos de basura en la ribera del Júcar en diciembre del pasado año, debido a una importante crecida del río.
Todo ello se agrava ante la inacción de las administraciones y una cultura popular cada vez más distanciada del medio ambiente, con costumbres respecto al uso del coche perjudiciales, o una actitud consumista del comprar y tirar incompatible con los límites ecológicos de nuestro planeta.
Estamos inmersos dentro de un modelo de producción y consumo completamente dependiente de las relaciones con el exterior, lo que implica un transporte innecesario en muchos casos (sobre todo en lo referente al consumo alimentario). Con ello, contribuimos al cambio climático; es decir, al contaminar no sólo perjudicamos a aquellas personas que vivan en nuestra provincia; nuestras acciones tienen implicaciones globales.
CUENCA EN TRANSICIÓN
Por todo lo mencionado más arriba, una serie de colectivos decidieron el pasado junio unir sus fuerzas y hacer algo al respecto. Así, al calor de 5 organizaciones conquenses1, nace la plataforma Cuenca en Transición [2]. En su propio manifiesto, se definen como “una plataforma ciudadana abierta, plural, democrática y de amplia base social, compuesta por todo tipo de colectivos y personas de la ciudad de Cuenca preocupados por la crisis climática y sus efectos sociales, que impulsa acciones concretas en transición hacia una ciudad baja en emisiones y contaminación y alta en solidaridad.”
En este mismo manifiesto, se remarcan una serie de objetivos concretos que persigue la plataforma, englobados en 4 grandes temas: la mejora de la movilidad urbana y la calidad del aire, el correcto manejo de las aguas de nuestros ríos y sus riberas, una adecuada gestión de residuos, y el comienzo de una transición hacia una economía local basada en una producción agroecológica.
Conversando con sus co-portavoces, es más que notable la preocupación dentro de los colectivos por la contaminación de nuestra provincia. Por ello, plantean medidas para reducir el tráfico privado motorizado, disminuyendo así la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la ciudad. Entre otras cosas, plantean fomentar el transporte en bicicleta o aumentar el tamaño de las aceras para facilitar la movilidad de los peatones, dándoles prioridad sobre los coches. También presionar al ayuntamiento para crear una zona de bajas emisiones en Cuenca, tal y como dictamina la “Ley de Cambio Climático y Transición Energética”. Estas medidas no sólo tienen repercusión en lo que a reducción de emisiones se refiere; también mejoran la calidad del espacio público, la salud física y psicológica de los ciudadanos o proporcionan mayor autonomía a niños, mayores y dependientes.
Respecto al manejo de los recursos hídricos, proponen depurar el 100% de las aguas negras de la ciudad, separándolas de las pluviales, así como recuperar las vegas y riberas de nuestro entorno. En cuanto a la gestión de residuos, esta plataforma propone, entre otras cosas, el impulso de un modelo de compostaje comunitario o la implantación de envases de plástico reutilizable para las fiestas de San Mateo. Por otro lado, piden que se establezca una estrategia de soberanía alimentaria, tal y como existe en otras ciudades de España, impulsando la producción y consumo de productos agroecológicos de cercanía e incorporando así estos alimentos en los menús de las escuelas, las residencias de ancianos o los hospitales. También destaca entre sus propuestas el crear huertos urbanos o periurbanos en la ciudad, principalmente en la ribera de los ríos o en los terrenos de ADIF.
Es cierto que se trata de una iniciativa joven, pero no por ello ha pasado desapercibida. En lo poco que lleva de vida, ha realizado algunas acciones relevantes de cara a aumentar su base social y así fortalecer sus reivindicaciones.
El pasado 6 de julio celebraron el Park(ing) Day, un movimiento social nacido en EE.UU. que reivindica para las personas los espacios destinados al automóvil, con la ocupación pacífica de plazas de aparcamiento. Así, un grupo de personas ocupó aquel día durante dos horas el espacio de zona azul en los alrededores del Parque San Julián (adquiriendo los tickets respectivos), un espacio público destinado a los automóviles. Y esto, según reivindican desde la plataforma, es debido a que “hay calles en el centro de Cuenca donde los coches en circulación disponen de 14 m. para 4 carriles y las aceras, de gran caudal de peatones, apenas disponen de 1,4 m.”
Pero si hay una acción que ha llamado la atención a muchos y muchas ciudadanas conquenses ha sido la “Bicicletada” organizada el 11 de julio en la capital conquense, que reunió a decenas de asistentes. Según expresan en su propia página web, los motivos de esta acción fueron la saturación del espacio ocupado por coches (circulando y aparcados), así como una destacada presencia peatonal en aceras ínfimas intransitables (agravado por los requisitos de distancia que implica la pandemia) en el centro comercial-administrativo de la ciudad. Tras hablar con algunos de sus representantes, aseguran que volverán a realizar acciones similares, llegándose a plantear la posibilidad de realizar un bicicletada mensual.
No acaban aquí sus acciones, pues su objetivo final es influenciar al ayuntamiento para que se comprometan de manera clara para abordar los problemas medioambientales de la ciudad. Entre otras cosas, planean organizar charlas para niños y niñas o conferencias con expertos, así como realizar nuevas plantaciones en la ribera del Júcar.
Y esto sólo es el comienzo. En dos meses han conseguido poner sobre la mesa un debate muchas veces olvidado en nuestra ciudad. Esperemos seguir escuchando mucho de esta iniciativa (o no, si ello implica que han conseguido lo que perseguían).
REFLEXIÓN FINAL
Con todo lo dicho, es cada vez más necesario reaccionar ante la pasividad de las administraciones. Por ello, que existan iniciativas como Cuenca en Transición nos debería alegrar, sí, pero también nos debería hacer reflexionar, a cada uno y una de nosotras, respecto a nuestros pensamientos y nuestras acciones.
En Cuenca tenemos un modelo de movilidad muy poco amigable con el entorno. Y esto no se debe sólo a la dejadez al respecto de las instituciones que nos representan. Tampoco se debe a contar con una ciudad en absoluto adaptada a otro modelo que esté basado en el transporte público, la bicicleta y la preferencia del peatón. En esencia, este modelo perjudicial para el medio ambiente es debido a nuestra actitud, a coger el coche para ir a un restaurante a 500 metros de nuestra casa o a ir a comprar en el mismo a las grandes superficies a las afueras de la ciudad en detrimento de las tiendas de nuestros barrios.
Compramos y tiramos, ni acaso reutilizamos; o, en última instancia, ni reciclamos. Estamos inmersos en un modelo de producción y consumo totalmente irracional, ajeno a los límites del planeta, absolutamente dependiente del exterior. Desde estas páginas me permito recordar una de las máximas sobre las que se fundó esta revista: “piensa globalmente, actúa localmente”. Debemos pensar en los problemas globales, entre ellos el cambio climático derivado de este sistema irracional. Y debemos actuar desde nuestra “trinchera”, evaluando el impacto de nuestras acciones y trabajando para mejorar nuestro entorno más inmediato.
Economía, bienestar social y sostenibilidad medioambiental siempre van de la mano. No lo olvidemos.
Bibliografía
[1] CIEMAT (2009): “El ozono troposférico y sus efectos en la vegetación”. Disponible en www.miteco.gob.es/es/calidady-evaluacion-ambiental/temas/atmosfera-y-calidaddel-aire/Ozono_tcm30-188049.pdf.
[2] Cuenca en Transición (2020): “Manifiesto”. Cuenca, España.
[3] Ecologistas en Acción (2020): “La calidad del aire en el Estado español durante 2019”. Madrid, España. Disponible en https://www.ecologistasenaccion.org/146093/
[4] Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (2020): “Proyecto de ley de Cambio Climático y Transición Energética”. Disponible en https://www.miteco.gob.es/es/prensa/ultimas-noticias/el-gobierno-env%C3%ADa-a-las-cortes-el-primer-proyecto-de-ley-de-cambio-clim%C3%A1tico-y-transici%C3%B3n-energ%C3%A9tica-para-alcanzar-la-neutralidad-de-emisiones-a/tcm:30-509229
1 Cuenca en Transición fue fundada por Amigos de los Ríos de Cuenca, Ecologistas en Acción de Cuenca, FAMPA de Cuenca, Fridays for Future Cuenca, Limpiando Cuenca y UrbiCuenca. El colectivo Madres por el Clima ha solicitado su ingreso también.
Desde mi punto de vista como conquense que viviò en la ciudad hasta los 18 y como madrileña adoptiva desde entonces, siempre me he preguntado por qué los conquenses cogían tanto el coche cuando está todo tan cerca. Incluso, yo, viviendo en Madrid, lo cogía menos o nunca para desplazarme por la gran ciudad. Para mi, es un placer, olvidarme del coche y resolver todos los recados en una mañana andando. Estar en 10 minutos al margen del río y salir de la ciudad sin necesidad de coche es un verdadero privilegio que siempre he pensado que los que habitais en Cuenca aprovecháis poco.
Enhorabuena. Excelente artículo. Difundo!