Bioterreta es un proyecto multidisciplinar de Custodia del Territorio especializado en el ámbito agrario y en la búsqueda de soluciones contra el abandono de tierras de cultivo, nacido en 2016 en la Comarca de La Vall d´Albaida en la provincia de Valencia.
En sus inicios y a medida que se iba profundizando en el conocimiento del ámbito rural y sus gentes, se determinó que requería de una visión integral y completa en el análisis de esa situación.
Bioterreta debía entenderse y servir como una “herramienta de herramientas” que desde un enfoque holístico buscara mecanismos eficaces para la recuperación de tierras y frenar el abandono tan generalizado. Estas herramientas, además, para dar una solución real, debían vertebrar aspectos socioeconómicos, medioambientales y culturales.
Bioterreta, como sistema de valor compartido se basa en seis herramientas pilares; la custodia agraria, la agroecología, la economía circular, tecnología aplicada, trabajo colaborativo y red de obradores compartidos.
¿Qué hace Bioterreta?
Bioterreta combina todas esas herramientas (custodia agraria, agroecología, economía circular, obradores alimentarios, tecnología aplicada y trabajo colaborativo en Red) con la finalidad de producir alimentos preservando los agrosistemas y su biodiversidad. Además, intervenimos en la protección de árboles monumentales que se hallan en algunas de las fincas custodiadas, ya que, en muchos casos, se desconoce el valor patrimonial de estos ejemplares quedando abandonados o directamente condenados a una tala segura. En 2021 se trabajó en la elaboración del proyecto de puesta en valor del recurso turístico, medioambiental y cultural del área protegida de la Font de la Barsella y los Abrigos Rupestres del Barranc de les Coves, en el municipio de Salem (Valencia) y en 2022 participamos en el Proyecto Soilcare junto al Instituto Tecnológico del Plástico de Valencia (AIMPLAS) en el desarrollo de nuevos productos de plasticultura a partir de restos de podas de mantenimiento de las parcelas custodiadas. Un trabajo importante que llevamos realizando desde el año 2019 es la observación fenológica de las especies diana de nuestra región, que combinado con la supervisión y control vía satélite de las parcelas nos permite observar y confeccionar un calendario climatológico y optimizar los trabajos agrícolas.
Hay que tener en cuenta que la actividad de una entidad de custodia del territorio es compleja y en el ámbito agrario el proceso se complica a mayores. Se trata de un proceso estructurado y ordenado en el que se realiza un intercambio de conocimientos, voluntades y posiciones hasta alcanzar el acuerdo de custodia. Cuando los agricultores y propietarios de las parcelas contactan con nosotros, se les explica las intervenciones se van a realizar y como finalmente quedará su parcela rehabilitada.
Para ello, el manejo y la gestión de las explotaciones, se basa en todo momento en los pilares de la agroecología y siguiendo modelos de la economía circular, persiguiendo una forma eficiente de rentabilizar cada parcela por pequeña que sea.
En cuanto al manejo del suelo y de los cultivos, se implementa un plan de prácticas culturales basado en la sostenibilidad, primando una mayor observación y acompañamiento a los ciclos naturales de los cultivos, frente a las intervenciones sistemáticas propias del modelo convencional. Se focaliza en la gestión del suelo desde un punto de vista regenerativo, teniendo como objetivo potenciar la microbiología y la fertilidad del mismo. Paralelamente, las parcelas se inscriben en el registro de Producción Ecológica para su certificación.
Los productos obtenidos se distribuyen a través de nuestra plataforma de venta en circuito corto de comercialización. Los beneficios se reparten proporcionalmente entre los propietarios de las parcelas en forma de alimentos producidos o se monetizan, como mejor les convenga. Otra parte de esos beneficios se utilizan para el mantenimiento anual de las parcelas, servicios de los trabajadores y de la Asociación. Los cedentes disponen de un acceso a nuestra base de datos donde pueden consultar el desarrollo y evolución de los trabajos hasta la recuperación de sus tierras. La propiedad de las parcelas se mantiene siempre con los cedentes, ya que nuestra entidad gestiona sus recursos y los revaloriza, el hilo conductor de este proyecto es fomentar la economía triple impacto y del bien común.
¿Con qué objetivos?
En sus inicios, el proyecto abordaba principalmente la recuperación de tierras y el trabajo a pie de campo, hasta el momento, Bioterreta ha llegado a 42 acuerdos de custodia con propietarios de fincas sin actividad que han permitido recuperar un total aproximado de 322.000 metros cuadrados de superficie agrícola , sobre todo destinada a fomentar cultivos de olivos, algarrobos y almendros, todos ellos con el sello ecológico.
Actualmente ya no se puede hablar de un solo objetivo, el abandono de tierras se ha ido extendiendo rápidamente y en paralelo se han descubierto otros problemas del ámbito rural. Los municipios ya no disponen apenas de servicios que den apoyo al campo, no existe relevo generacional y se ha observado una brecha en las últimas tres décadas en la que no se ha implementado tecnología aplicada al minifundio y tampoco I+D. Las instalaciones agroalimentarias que auxiliaban y valorizaban los productos cosechados han desaparecido, principalmente por unas políticas de gestión de los municipios a imagen y semejanza de las ciudades. Las cooperativas agrícolas que fueron un ejemplo de buenas prácticas y gestión del territorio han desaparecido o se han convertido en aliados de la industria alimentaria que ha demostrado sistemáticamente el poco interés en preservar la actividad rural. Vemos además cómo los fondos de inversión acaparan las tierras de cultivo, para crear unidades de producción mayores, con varios objetivos claros. El riesgo que comporta la pérdida de soberanía del agricultor y la industrialización de la agricultura generan impactos tanto en la economía local, en la subsistencia de las familias, en la forma en que se alimentan ya las personas, y por supuesto en la sostenibilidad de los ecosistemas naturales. Consideramos que hay poca consciencia de estas consecuencias vistas de manera conjunta. Por tanto, nos encontramos ante un escenario en que podemos afirmar que el modelo rural actual está derruido y que hay que volver a replantear . Es necesario diseñar nuevas estructuras para un “Nuevo Estado Agrario”, las fórmulas del pasado ya no valen, hay que plantearse objetivos más ambiciosos, reales y ejecutables. Desde nuestra Asociación creemos en que el cambio es posible y alentamos al regreso de las buenas prácticas agroecológicas de nuestro territorio y una educación medioambiental y tecnológica como unidad y vinculación al ámbito social.
¿Dónde están llevando su actividad?
El proyecto se ha expandido a cuatro comarcas valencianas, puesto que las tierras reactivadas se ubican en Agres, Salem, Ontinyent, Enguera, Benicolet, Llutxent, la Pobla del Duc, Castelló de Rugat, Montixelvo, el Genovés y Tavernes de la Valldigna , municipios con altos índices de abandono de tierras y sin relevo generacional en el campo.
Actualmente estamos trabajando en dos proyectos de cabecera basados en el trabajo en Red y Colaborativo: el primero es una Red de Parques Agrarios de producción de frutas y verduras que estarán conectados con Red de Obradores Compartidos a lo largo de todo el territorio de las Comarcas Centrales Valencianas. Esta Red a su vez se interconecta con la Xarxa d´Obradors Compartits de Catalunya.
Con este esquema pretendemos demostrar la importancia de ese trabajo colaborativo y de unión, así como la necesidad de que cada municipio de nuestra provincia pueda tener una instalación de procesamiento alimentaria compartida.
Obradores Compartidos, las nuevas cooperativas del siglo XXI.
La economía circular no es un concepto baladí, es una herramienta que adquiere mucho sentido en el ámbito rural pero que no se identifica en la forma de operar del campo por parte de agricultores, cooperativas y otras entidades alimentarias de nuestra región, esto es un error.
Pongamos un ejemplo resumido de mala praxis que deriva en fallo para el campo, el travelling es el siguiente: La industria alimentaria establece estándares de calidad que las cooperativas aceptan pero que van en contra del agricultor al requerirles estricto cumplimiento de sus normas, una de ellas sería el no permitir que una simple deformidad de un fruto se pueda comercializar (destríos), esto supone, a parte del despilfarro alimentario en plena crisis del campo y en pleno aumento de la inflación de productos para el consumidor, un retrabajo para el agricultor, una desvalorización de los productos cosechados y esto, aunado a las políticas agrarias actuales, concluye con el abandono de la actividad agraria y de la tierra. Estamos pues, frente a una situación muy crítica, pero a la vez se generan una serie de oportunidades de hacer las cosas de otro modo y los Obradores Compartidos ofrecen una solución en beneficio de los agricultores, reducir el desperdicio alimentario además de recuperar tierras abandonadas y la producción de alimentos de calidad.
Las tierras sin cultivar y las que están en vías de abandono deben comenzar a verse como mermas de un sistema territorial que no les da uso, a partir de ese momento hay que comenzar a crear sistemas de gestión circular que puedan darles el valor real que tienen como fuente potencial que siempre han sido para alimentar a las personas, desde una ética social y medioambiental”.
Tecnología Aplicada y Gamificación del Campo
Existe un relación directa entre el abandono del campo, relevo generacional y la despoblación rural y esto nos conduce a la falta de tecnología e I+D adaptada a las necesidades del territorio. Numerosos son los emprendimientos de “innovación rural” desde diferentes vertientes , que con gran voluntad y esfuerzo intentan aportar soluciones a todos estos problemas. La realidad es que la gran mayoría de estas iniciativas suelen operar en precario y la duración es corta. En el año 2021 desde Bioterreta se realizaron una serie de ensayos tecnológicos aplicados a las parcelas con mayor dificultad para poder comprobar qué soluciones avanzadas y ergonómicas serían una solución viable a la falta de relevo de jóvenes en el campo; Se realizaron trabajos mediante robots agroforestales controlados vía remota, se alzaron vuelos con drones, se visualizaron parcelas mediante Satélite Sentinel-2 y supervisamos y controlamos campos de producción de verduras a través de IoT (Internet of Things), los resultados fueron exitosos. Estos ensayos nos dieron pistas de hacia dónde pensamos debería ir la nueva agricultura; La Gamificación del campo. Nos viene a la memoria una solución tecnológica del siglo pasado y que popularizó el cultivo de la naranja valenciana en la que se pasó del cavado manual al cavado mecanizado y esto fue gracias a una inventiva, máquinas propulsadas mecánicamente comercilizadas con el nombre de Macaper y Cavasola. Prestemos atención en este último nombre: “cava-sola”, un automatismo que referencia el trabajo autónomo, una mejora ergonómica para el agricultor que revolucionó el campo durante décadas con un tipo de apero (cavadora) que permitía un manejo respetuoso del suelo y de dimensiones adaptadas a la parcela que evitaban la compactación del mismo. Volviendo al presente,en un mundo altamente digitalizado, nos preguntamos: ¿Dónde están los robots agrícolas polivalentes pilotados control remoto y en algunos casos autónomos? ¿Dónde están los drones autopilotados que permiten fertilizar, regar en incluso apagar fuegos en nuestra región? ¿Dónde están las ideas disruptivas tan necesarias en nuestro territorio en el año 2024?
Retos futuros
El proyecto se enfrenta a continuos obstáculos como la falta de mano de obra especializada, la dificultad para encontrar servicios para el manejo de tierras -ya que en muchos casos impera el intrusismo de los no profesionales- o la falta de desarrollo tecnológico y de innovación en herramientas y maquinaria. Llama la atención la incapacidad desde las administraciones y desde las comunidades locales de gestionar el uso compartido de maquinaria, que además requiere de una inversión que la mayoría de los agricultores son incapaces de amortizar, o de planificar la gestión común de los cultivos, en función de la demanda por ejemplo, o de otros aspectos técnicos. Es decir, de crear una red colaborativa desde el primer eslabón de la cadena, a pie de campo.
“La desaparición de instalaciones agroalimentarias en los pueblos es una dificultad más a la hora de valorizar los productos obtenidos así como la ineficiente gestión de los excedentes por parte de cooperativas y pequeñas industrias agrarias”. “Se observa además, una apatía creciente desde las administraciones y todo esto acrecentado por la falta de relevo generacional en el sector, el oficio de agricultor ya no es atractivo para los jóvenes”.
Autores:
Ángela Gimeno Martínez y Jordi López Estornell
BIOTERRETA CUSTODIA AGRARIA