Una agricultura del hambre: Las luchas de las jornaleras de los frutos rojos en Huelva

Una agricultura del hambre: Las luchas de las jornaleras de los frutos rojos en Huelva

Paisajes de pueblos blancos y dehesas, historias de luchas campesinas y versos de poetas comprometidos con la realidad social agraria construyen el imaginario del pueblo andaluz.

Invernaderos en Huelva. Fuente: Jornaleras de Huelva en Lucha

Sin embargo Andalucía, territorio-frontera del mediterráneo, es hoy una pieza clave de la agroindustria globalizada. En la provincia de Huelva, junto al singular ecosistema del Parque Natural de Doñana, se extienden mares de plástico, extensiones infinitas de invernaderos utilizados para la producción de frutos rojos. En este entorno inhóspito, no tienen ya cabida el enebro, la sabina o el cardo. Ni el lince, el conejo o el ciervo, autóctonos habitantes de este enclave. En su ausencia, encontramos variedades de fresas y arándanos creadas en laboratorios estadounidenses. Frutos firmes pero precoces que se sustentan sobre varillas de alambres formando túneles homogéneos. Si nos acercamos a observar sus hojas estarán limpias, impolutas. Han sido rociadas con un tipo de sustancia que mata cualquier atisbo de vida. Algo tóxico, del latín toxicus, “veneno”. Se expande por el aire. ¿Se puede respirar? La respuesta a esta pregunta la tendrán las miles de jornaleras que trabajan cada año bajo estos túneles recogiendo los cotizados frutos. Aunque reina el silencio, si prestamos atención podremos distinguir algunas voces.

Invernaderos en Huelva. Fuente: Jornaleras de Huelva en Lucha

Como la de Lola, jornalera de Puerto Serrano, que se queja del dolor de espalda y de los picores en las manos. Junto a ella está Myriam, que vive en Escacena del Campo. Cada día, después del trabajo la espera su hija, Triana, de 4 años. Ganar un dinero, para darle un futuro a la niña, es el motivo por el que se levanta cada mañana y soporta los comentarios del manijero que le obliga a trabajar cada vez más rápido, con más intensidad. A veces llora, es la rabia contenida. Jadilla está a su lado, y aunque comparten dolores, no hablan. Jadilla no conoce el idioma. Viene de Marruecos. Llegó en barco, junto con cientos de mujeres más. Dicen que las buscaban jóvenes y con niños a cargo. Ella no tiene hijos, pero si tiene una madre enferma que quedó al cuidado de su hermana. Firmó un contrato de tres meses con cláusula de retorno. Este punto es muy importante, se lo dejaron claro en la oficina. Volver, Huelva no es su sitio. En la misma finca está su prima, Fátima, pero apenas la ve. Están en módulos separados. Hay 20, de 50 m², siete compañeras en cada uno¹.

En este contexto la condición salvaje, ese estado que ha permitido perpetuar la vida en la Tierra durante miles de años y que se define por la interdependencia entre los seres, la armonización de los ritmos vitales y naturales, la aceptación de los ciclos de vida y muerte y la libertad de acción, es mutilada. En la agroindustria onubense, las dinámicas impuestas por la globalización y el sistema capitalista, tratan de determinar las condiciones exactas del suelo, de la temperatura, de la humedad, de las horas de sol necesarias para que se dé el cultivo específico que se desea. Un sistema que además de buscar el control del medio natural, trata de subordinar física, social y culturalmente a las personas que forman parte de él. Estas violencias, que se reflejan especialmente en los testimonios de las jornaleras, están construidas a través de mecanismos de opresión que son interseccionales a las relaciones de género, raza y clase.

Invernaderos en Huelva. Fuente: Jornaleras de Huelva en Lucha

Los costes ecológicos, culturales, sociales y sanitarios derivados de este paradigma no son tenidos en cuenta en el cómputo económico global, invisibilizándose en un sistema que sólo se interesa por aquello que tiene valor monetario. Como resultado, una industria agroalimentaria que a pesar de su alta productividad produce hambre de tiempo, de derechos, de territorio, de comunidad.

A pesar de que el contexto laboral busca fomentar la competitividad y el aislamiento, las jornaleras de los frutos rojos son cada vez más activas en sus reivindicaciones. Estas luchas locales nacen desde problemáticas históricas – la desposesión del pueblo andaluz de sus tierras y la colonización del pueblo marroquí – para construir redes de organización, colaboración y apoyo mutuo. Esto demuestra que solo la energía generada por la fuerza de los pueblos unidos permitirá destruir los mecanismos de opresión instaurados por el capitalismo y la globalización y revitalizar modelos de trabajo, de cuidados, de producción y de consumo sostenibles para la vida.

Invernaderos en Huelva. Fuente: Jornaleras de Huelva en Lucha

¹ Todos los nombres que aparecen en el artículo son ficticios para preservar el anonimato. Los testimonios se recopilaron durante el trabajo de campo realizado en la campaña del año 2023 en el marco de la investigación: “La luz con el tiempo dentro: tiempos, trabajos y salud en las experiencias de las jornaleras de los frutos rojos en Huelva”, disponible en: https://idus.us.es/handle/11441/155384

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