Sobre Teresa Marín Eced

Sobre Teresa Marín Eced

El pasado 12 de septiembre se apagó la voz más importante del feminismo histórico en Cuenca: Teresa Marín Eced. Nosotras que la conocimos queremos llenar su nombre de datos humanos, dibujarla como quien fue, a modo de homenaje calentito y sororo: el que a ella le hubiera gustado tener.

Conocí a Teresa a través de su participación en el programa de Radio kolor La Hora Violeta. Durante una temporada del programa accedió a tomarse un café cada semana con Erica Saludes para hablar de ella misma. Se pueden escuchar íntegros a través de la palabra de su protagonista en él.

Teresa, nació en Cañete (Cuenca) en 1933. La participación de su padre en la guerra, como sanitario en las columnas republicanas, marcó su historia. Después de la se pedían a los republicanos que no tuvieran “las manos manchadas de sangre” que se “presenciasen”. El padre de Teresa jamás había empuñado un arma, hizo caso al llamado institucional – era médico y como tal pasó la guerra ejerciendo la medicina en los hospitales de campaña -. Pensó que no tenía nada que temer. Nunca más volvió a su casa. Fue encarcelado, en la cárcel enfermó de tuberculosis enfermedad por la que murió.

Su madre, que no compartía las ideas políticas de su marido, nunca pudo perdonar a su difunto que se dejase llevar por la euforia política, condenando a su familia a ser señalada y humillada en la nueva España gris del Caudillo.

El mismo año que murió su padre también murieron dos de sus hermanos. Un golpe duro  (uno más) para los Marín Eced. Teresa Marín se creció sin padre, con miedo y guardando silencio sobre su historia familiar. Su madre la mandaba a todos los llamados que la dictadura hacía para el público infantil (Falange infantil, la Santa Infancia, Acción Católica…) para que no hubiera dudas de que en esa casa nadie faltaba al régimen, pero sobre todo, para que la niña y sus hermanos comieran. Creció creyendo en el régimen franquista, creyendo que su padre había sido un mal hombre y que su familia merecía lo que les estaba pasando.

Gracias a sus grandes capacidades como estudiante, Teresa pudo conseguir todas las becas de estudios que le resultaban interesantes. Las condiciones a la que la sometían para poder alcanzar esas becas eran duras, nunca consentían un tropiezo, pero sus altas capacidades para el estudio y un expediente académico espectacular le abrieron puertas que estaban cerradas a cal y canto para los hijos de los republicanos. Fue una beca del Sindicato Vertical la que le dio la posibilidad de estudiar Filosofía y Letras en Madrid.

En el ambiente estudiantil de la capital comenzó a oír hablar abiertamente de política y con ello descubrió que su padre había sido un hombre íntegro y con grandes valores humanos. Conoció la otra cara de la política de un país obligado a enmudecer tras la guerra, y se reconcilió con quien era, con sus raíces y con su propia vida. A partir de ahí comienza a construirse la historia de la mujer valiente que ha sido Teresa Marín Eced.

Cursó sus estudios universitarios en Madrid en los años 60. Aprobó la cátedra en 1970 y con ella pudo trabajar como profesora universitaria, teniendo San Sebastián como primer destino. Durante 5 años se enfrentó por primera vez a los estudiantes en País Vasco, un lugar donde se respiraban tensiones extras en los últimos años del franquismo. Ella lo describe como un “ambiente enrarecido” que le dio para aprender mucho sobre sí misma y la que sería su profesión.

Al acabar la cátedra estudiaría a fondo la pedagogía de la República, a estas alturas estaba comprometida con devolver a nuestro país los progresos en cuestiones pedagógicas que había decapitado la dictadura. En 1978 comienza a trabajar en Cuenca para lo que hoy es la UCLM – entonces la escuela formaba parte de la Universidad Autónoma de Madrid -. Durante esos primeros años en Cuenca se atrevió a hacer un curso de educación sexual para alumnos, lo que le dio un nutrido grupo de enemigos y el honor de ser reconocida como una igual entre las élites culturales alternativas del momento. Formar parte de estas élites liberales la llevó a trabajar en los años 80 con personajes de la altura de Gregorio Peces-Barba o Virgilio Zapatero. Llegó incluso a ser propuesta como Vicerrectora de la Universidad, nominación que se revocó por la amenaza de dimisión en masa de sus compañeros más conservadores.

En 1985 defiende su tesis doctoral. Fruto del intenso trabajo de investigación que realizó entre 1978 y 1985 en los archivos del actual CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), sobre la documentación de la llamada Junta para la Ampliación de Estudios. En los primeros años tuvo serios problemas para conseguir los permisos de acceso puesto que habían sido documentación catalogada por el franquismo. En estas investigaciones sacó a la luz a todo el personal docente republicano – más de 4.000 personas pensionadas por la II República – que viajaron a los países más adelantados de Europa a hacer de las aulas españolas un espacio pedagógico abierto. Estos docentes formados en nuevas pedagogías eran la joya de la reforma por la educación activa republicana de la España de 1931.

La tesis de Teresa Marín cambia la historia de la pedagogía española. Fue editada por el CSIC y ha sido la base de las muchísimas investigaciones posteriores sobre la revolución de la enseñanza en la II República.

En 1986, se celebra el centenario de las Escuelas Aguirre. Recibe el ofrecimiento de escribir un libro sobre la figura del filántropo conquense de quien hasta entonces no existía nada escrito. Entre 1986 y 1989, compagina su vida con la escritura de lo que ella llama “su primer hijo”: el libro Lucas Aguirre, un Mecenas de la Educación Popular. Un tomo imprescindible para todo el que quiere conocer la biografía de quien dedicó su fortuna a generar una institución dedicada a las pedagogías gratuitas, progresistas, tolerantes, populares y liberales.  

Gran parte de su trabajo como investigadora está recogido en las publicaciones periódicas especializadas. A través de Dialnet, repositorio científico en abierto, podéis encontrar hasta 62 artículos científicos firmados por Teresa Marín Eced, de los cuales muchos pueden leerse en red.

De entre los 4.000 docentes investigados para su tesis, no fueron pocas las de profesoras (naturales o afincadas) en Castilla-La Mancha. La última parte de su vida laboral la dedicó a investigar sobre ellas. A través de una subvención de fondos europeos para la investigación formó un equipo de trabajo, en el que 20 mujeres pudieron trabajar durante más de 4 años recogiendo datos sobre ellas: las profesoras republicanas de Castilla-La Mancha que, habiéndose formado en Europa para traer la educación más puntera a la aulas españolas, fueron represaliadas por el franquismo.  Gracias a estas investigaciones hoy tenemos en Cuenca calles con nombre de mujeres pedagogas y educadoras, como Mercedes Escribano. También fruto de este trabajo de investigación y del afán de Teresa Marín de devolver al pueblo un conocimiento que nunca se le debió arrebatar, escribió durante dos años una columna semanal en La Tribuna de Cuenca.

La última vez que hablé con Teresa fue en una de las reuniones que las Ateneas hacíamos los jueves en la Biblioteca, justo unos meses antes del confinamiento por COVID19. Me estuvo contando que la habían llamado para participar en una publicación colectiva sobre mujeres poetas de la posguerra española, ella iba a arrojar luz sobre la figura de Acacia Uceta, intelectual de la época muy ligada a Cuenca. Ese día hablamos bastante y le dejé un libro que espero la haya bien acompañado en algún momento en estos últimos tiempos.

La imagen de Escuela de Ateneas en homenaje a Teresa Marín

Las grandes personas nunca mueren, dejan un rastro de valor por el que otras pueden transitar. Varias veces hablamos con Teresa sobre la posibilidad de montar una biblioteca con su librería personal, de seguir desempolvando la memoria de muchas docentes que dormían entre los documentos de archivo que conservaba en la Escuela de Magisterio (siempre creí que contábamos con tiempo). Si este artículo llega a alguien que tenga posibilidad de hacernos esa donación, desde aquí nos ofrecemos para recogerlo y de alguna manera mantener con vida su legado cultural.

Laura Fresneda Moreno. 

Coordinadora y redactora de la revista Escuela de Ateneas

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