El papel de las campañas y carteles en torno al 25 N: ¿qué mensaje nos está llegando?

El papel de las campañas y carteles en torno al 25 N: ¿qué mensaje nos está llegando?

Hoy conmemoramos un nuevo 25N (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres) y la cifra de víctimas no solo no parece tener fin, sino que aumenta cada año.

Según los datos de ONU Mujeres, sabemos que el 30% de las mujeres del mundo mayores de 15 años han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de hombres, y que la violencia de género (VG) es una de las principales causas de muerte en el mundo entre las mujeres de 15 a 44 años.[1] Los últimos datos de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género Española confirman que, en lo que llevamos de año, han sido asesinadas ya 41 mujeres; la última una joven de 15 años hoy mismo en Orihuela. La cifra de asesinadas no deja de aumentar desde 2003, fecha en la que se empezaron a recoger datos oficiales.

Diferentes expertas en el tema (sociólogas, psicólogas, abogadas, periodistas, pedagogas, y lingüistas también) coinciden en que entre las medidas urgentes a tomar están la formación feminista de los niños y niñas desde la educación infantil hasta la universidad, la dotación económica para las leyes de garantía integral de la libertad sexual y contra la violencia de género, y la revisión de los mitos sobre la violencia ejercida contra las mujeres que se extienden a la población a través de los medios de comunicación y las diferentes instituciones del Estado.

España es uno de los países más avanzados del mundo en el tratamiento de la VG y existen ya numerosos decálogos para informar sobre este problema en los medios de comunicación, pero aún queda mucho trabajo por hacer. Entre las recomendaciones expertas[1] encontramos, por ejemplo: (i) Utilizar términos específicos y explícitos para referirse al problema como “violencia de género”, “violencia machista”, “violencia sexista” y “violencia masculina contra las mujeres”, por este orden, y nunca expresiones generales como “violencia doméstica”, “violencia de pareja” o “violencia familiar”, eufemismos que solo contribuyen a invisibilizar a la  parte causante o agente (hombres) y a la parte sufriente o víctimas (mujeres). Recordemos, sin irnos muy lejos, que los Ayuntamientos de Quintanar de la Orden y Torrijos en Toledo se negaron a introducir las palabras ‘contra las mujeres’ en sus carteles para el 25N en 2023.[2] (ii) Poner el foco de la noticia en el ‘quién’, el agresor, y el ‘porqué’, y no en la víctima ni su entorno; y (iii) Revisar los mitos que se están transmitiendo y que perpetúan creencias contrarias a la realidad, como que la culpa es de ellas (por salir solas, vestidas de determinada forma, borrachas, etc.) o  que los agresores o violadores son monstruos (hombres enfermos, de familias desestructuradas, antisociales) y no hombres normales y cercanos. Esto último es tan frecuente que lo estamos viendo estas semanas en las que se usa como referencia a Errejón tras las denuncias por violencia machista, o al marido y violadores de Gisélle Pellicot en Francia. Pero no, como ya sabemos y como tan bien resume Anais Bernal en su artículo “Cómo cazar a un monstruo que no es monstruo” , se trata de hombres perfectamente sanos y de nuestro entorno más cercano, no de seres alienados o aislados del sistema.

Dentro de un proyecto de investigación realizado entre varias especialistas de la Universidad Autónoma de Madrid, y para comprobar si los carteles creados para el 25N por diferentes instituciones siguen estas recomendaciones o, por el contrario, construyen mensajes que perpetúan el machismo, hemos analizado qué términos se están utilizando, a quiénes van dirigidos los pósteres y quiénes son sus actores principales o protagonistas. En definitiva, queremos saber qué mitos o marcos sociales y cognitivos se están transmitiendo sobre la violencia de género (Muelas y Romano 2023; Romano y Muelas en prensa).

En primer lugar, en los 100 carteles analizados (todos publicados en 2022 y 2023) vimos una estrecha relación entre las expresiones verbales utilizadas para referirse a la VG y la ideología de las diferentes instituciones que los han creado u ordenado crear. Es decir, a pesar de que el Pacto de Estado Contra la Violencia de Género implica una obligación institucional a realizar actividades en esta línea, vemos que el grado de compromiso varía de forma evidente en los diferentes ayuntamientos, partidos políticos, asociaciones, etc. Hay, pues, una clara intencionalidad detrás de la elección de los términos que, bien sirven para visibilizar el problema de una forma clara y directa o bien para intentar invisibilizarlo o mitigarlo. Así, hemos encontrado una gran variedad de expresiones utilizadas: la mayoría va en consonancia con las recomendaciones de las expertas y opta por utilizar exactamente las palabras «Contra la Violencia contra/hacia la Mujer» (o «las mujeres»), «Contra la Violencia de Género» y «Contra la(s) Violencia(s) Machista(s)», en este orden, expresando de forma explícita quiénes son las víctimas de esta violencia, en el primer caso, y quiénes los perpetradores, en el segundo. Sin embargo, aún encontramos ejemplos como los de Quintanar y Torrijos, en los que o no se incluye ninguna referencia (solamente la fecha, 25N) o simplemente aparecen las palabras «Contra la Violencia», sin especificar qué tipo de violencia, quién la sufre, quién la provoca, etc.; una clara estrategia con la que se consigue invisibilizar tanto a las víctimas como a los agresores.

En un segundo análisis observamos que en la mayoría de los carteles la protagonista es una mujer maltratada (o mujeres víctimas de VG). El siguiente actor social más representado es la sociedad, a la que se le insta a tomar un papel activo de lucha y solidaridad, seguido por las mujeres que muestran una red de apoyo y sororidad hacia las mujeres maltratadas y, por último, solo encontramos dos carteles en los que el protagonista es un hombre (o varios), desempeñando un rol de apoyo a las mujeres y de rechazo hacia los agresores. Como ejemplo, en el póster elaborado por las Diputaciones de Andalucía en 2022 podemos ver cómo un grupo heterogéneo de gente se aproxima unida a un paso de cebra para cruzarlo; una imagen que se complementa y adquiere el sentido global (y metafórico) junto con el mensaje «Da el paso». Así, vemos cómo el receptor y a su vez actor social protagonista de la acción contra la VG es la sociedad, que aparece representada, tanto verbal como pictóricamente, unida y llamada a realizar la misma acción: dar el paso contra la VG.

Imagen 1: Cartel Diputaciones de Andalucía, 2022. Fuente: Diputación de Córdoba

También hemos visto que los agresores aparecen representados solamente en un 40% de los pósteres y nunca en solitario, es decir, siempre aparecen en compañía de otros actores, las mujeres maltratadas fundamentalmente. De este grupo, casi todos se corresponden a los agresores propiamente dichos y solamente dos se refieren a una sociedad que mira para otro lado y no interviene. Sirva de ejemplo el cartel de la Universidad de Valladolid de 2023 en el que se ve una mujer en el centro, con el cuerpo encogido, pasivo, derrotada y en posición defensiva. Encima de ella, en negro y con los ojos sanguinolentos, con las manos amenazantes, está al agresor, en una actitud de poder, atemorizante y monstruosa (vemos de nuevo esa referencia, metafórica y pictórica en este caso, al agresor como monstruo, en contra de las recomendaciones a las que hemos aludido).

Imagen 2: Cartel de la UVA, 2023. Fuente: Universidad de Valladolid

Finalmente, y con el fin de comprobar si algunos mitos o marcos sobre la violencia de género siguen existiendo, estudiamos las principales metáforas que sirven para conceptualizar lo que es la violencia de género y cómo actuar contra ella. En la gran mayoría, vemos que aparece un marco optimista que transmite el mensaje de que se puede acabar con la violencia de género mediante la solidaridad, la concienciación, la lucha, la huida y la protección de las víctimas. Sin embargo, aún un 30% de los carteles que estudiamos muestra la violencia de género como algo altamente peligroso. Más específicamente, encontramos la VG representada como algún tipo de control o confinamiento (aparecen jaulas de pájaros, laberintos, candados, peceras), fenómenos naturales peligrosos (en forma de lluvia y mareas) objetos peligrosos (diferentes armas y rifles) o como animales amenazantes (lobos, serpientes y, de nuevo, monstruos). Es decir, que, aunque la mayoría de los marcos conceptuales preferidos en los carteles que nos llegan nos transmiten un mensaje de empoderamiento, lucha y resistencia, sigue habiendo una alta representación y protagonismo del peligro y la amenaza que supone la violencia de género.

En resumen, nuestro análisis muestra que, en término generales, las instituciones siguen las recomendaciones de feministas y expertas en feminismo sobre cómo comunicar la violencia de género y como concienciar a la sociedad. Aun así, también concluimos que queda mucho por hacer. Aunque pocas, aún quedan instituciones que no están dispuestas a seguir las directrices del Pacto de Estado Contra la Violencia de Género e intentan invisibilizar el problema a través de expresiones verbales genéricas o incluso inexistentes en las que la violencia se puede atribuir a cualquier género tanto como perpetuador como receptor. En cuanto a en quién se está poniendo en el foco de los carteles, siguen siendo las víctimas, las mujeres maltratadas en su mayoría; aunque cada vez más en combinación con otros actores como la sociedad en general y los hombres en concreto. La inclusión de estos últimos es especialmente relevante, pues es necesario que los hombres luchen junto a las mujeres y que muestren abiertamente su rechazo a los agresores y cualquier comportamiento machista. Con todo, creemos que el mensaje no solo de apoyo sino de unidad y acción impasible contra la VG tiene que ser reforzado. También es importante evitar una representación de los peligros de la violencia de género siempre centrada en las víctimas, y mover el foco hacia los agresores, y este es uno de los grandes mitos por erradicar: que la vergüenza y el miedo cambien también de bando en la comunicación y que sean ellos los señalados, no nosotras, no las víctimas. Y, sobre todo, hay que evitar a toda costa presentar a los maltratadores como monstruos: “Los violadores no son monstruos, son hombres”, hombres normales de cualquier nivel económico, social y educativo, de cualquier raza y edad, hombres como nuestros padres, hermanos, vecinos y amigos. Hombres sanos, hijos del patriarcado. El modelo a seguir, en nuestra opinión, es el de “resignificar” el 25 como el Día Internacional contra los hombres maltratadores, como ya ha propuesto Pilar López Díez, y elaborar carteles como el mensaje que ya propuso Amnistía Internacional para el 25N de 2019.

Imagen 3: Cartel propuesto por Amnistía Internacional. Fuente: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/reportajes/quiza-tu-eres-el-problema/

Artículo escrito en conjunto. Autoras: Manuela Romano Mozo y María Muelas Gil

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