Escritora y traductora, Angustias desempeñó un cargo político en el Gobierno de la República, por lo que tuvo que exiliarse al finalizar la guerra civil. Su labor literaria ha sido más reconocida en Argentina que en España, aunque figure en la nómina de escritoras republicanas en el exilio en algunos diccionarios. Si bien, no siempre escribía con su nombre, sino que se valía de seudónimos. Por ejemplo, con el de Angustias Garcés escribe sus obras Napoleón y Carlomagno, entre otras, y las versiones noveladas de La dama boba y Fuenteovejuna, de Lope de Vega, bajo la firma de A.G. Usón.

Hasta abril del 2024, cuando un sobrino suyo argentino publicó su autobiografía, la prensa española no ha hablado nunca de ella como escritora y traductora, solo algunos medios de comunicación han hecho alusión indirecta a su figura al hablar de la triste infancia de niño abandonado de su hijo, el escritor y humorista conquense José Luis Coll.
Desgraciadamente, en la actualidad, entre los jóvenes de su ciudad es una perfecta desconocida, y los mayores que la recuerdan ignoran por completo su trabajo intelectual en el exilio y su valiosa contribución para el feminismo. En un tiempo y un lugar en el que era tan difícil para una mujer realizarse y ejercer sus derechos, ella compaginó estudios y trabajo con su compromiso político. No sin dificultades, avanzó profesionalmente haciendo su carrera de Filosofía y Letras, después de haber hecho la de Magisterio, y participó activamente en el cambio de la sociedad conquense, reivindicando cuotas de protagonismo cultural y político para la mujer, con el coste emocional que debió de suponer ejercerlo sin contar con la comprensión de su entorno.
Pero, a partir de la publicación de esa autobiografía en 2024, titulada Años para NO olvidar, su figura recobra interés en nuestro país, si bien las reseñas que aparecen en la prensa suelen ponerla en relación con la biografía de su hijo.

Angustias se casó muy joven con el catalán Mario Coll, del partido republicano de Lerroux, que, según cuenta, la sacó del ambiente provinciano para acercarla al mundo de la cultura, y con quien tuvo dos hijos, Mario y José Luis. Al quedarse viuda, a los cinco años de matrimonio, volvió a Cuenca a casa de sus padres y se puso a trabajar de maestra, primero como interina en el pueblo conquense de Fuente de Pedro Naharro y después en Carrascosa del Campo, mientras que sus hijos permanecieron con los abuelos a la espera de que le dieran una plaza en la capital. Fue en Carrascosa donde se hizo comunista al ver la miseria y la desigualdad entre ricos y pobres, las injusticias y el caciquismo imperante.
Mientras ejercía de maestra en Carrascosa, hizo la carrera de Filosofía y Letras en la universidad de Madrid, viajando con su amiga Pilar Carrasco, profesora de Geografía e Historia en Cuenca, que volvía a Madrid, cada viernes, en un coche conducido por su chófer, y pasaba por este pueblo conquense. Desde Madrid, cada sábado volvía a Cuenca, pasaba el domingo con sus hijos y el lunes volvía al trabajo.
Al proclamarse la República desempeñó un cargo de consejera en el Ministerio de Instrucción Pública, y cuando cayó este gobierno, con la victoria de Franco, emprendió el camino del exilio. Como escribe su hijo en el conmovedor libro en que recuerda su infancia conquense, titulado El hermano bastardo de Dios, “tuvo que irse al otro lado del mundo, para que no la mandaran al otro barrio.”
En las elecciones de 1936, en las que ganaría el Frente Popular, dio mítines por los pueblos de Cuenca más cercanos a Madrid. No vino a la capital de provincia porque sus padres le rogaron que no lo hiciera. Ya era un escándalo para su familia católica ver carteles en la ciudad en los que aparecía su nombre, anunciando su intervención como representante de Socorro Rojo, junto a María Teresa León y Alberti, en nombre del Partido Comunista, y González Moros, en nombre de los Sindicatos.
Los avatares de su huida de la zona nacional, en la que le pilló la sublevación militar de visita en casa de una amiga, antigua compañera de trabajo, son de novela. Consiguió salir de Segovia con la ayuda de un político franquista, con la falsa promesa de reunirse con él en Irún. Pudo salir a Francia y volver a la zona republicana, a Cuenca, donde estaban sus hijos, y después a Cataluña, donde se casó con un comandante de las Brigadas Internacionales, Salomón Helbert.
Durante la guerra se ocupó de las colonias infantiles que daban cobijo a los hijos de los combatientes. Después pasó a Francia, a pie, y con la ayuda de Pablo Neruda se embarcó hacia Buenos Aires, donde vivió hasta los años setenta que pudo regresar a España.
También el periplo de su huida a Francia y luego a América tiene mucho de aventura. El embarazo de su hija Teresa le impidió coger un primer barco el Winnipeg, que iba a ser el último que llevaría exiliados a América del Sur, en el que había sido muy difícil conseguir una plaza. Finalmente, después del parto en una maternidad francesa, con la ayuda del escritor chileno, embajador de Chile en París, pudo embarcarse en otro barco hacia aquel país, con la niña recién nacida. Tras superar varias dificultades, pudo quedarse con la niña en Buenos Aires, donde el barco hizo escala, gracias a las gestiones de un tío suyo, Juan Ángel García, natural de Osa de la Vega. Este hermano de su padre era sacerdote de la catedral de Santiago del Estero y estaba muy bien relacionado con los gobernantes argentinos.
Entre las amistades de Angustias, de las que habla en su autobiografía, hay personajes famosos como el escultor Gargallo, la escritora Constanza de la Mora, esposa del general Hidalgo de Cisneros que fue jefe de la aviación republicana, la dirigente comunista Matilde Landa, la filósofa María Zambrano, la fotógrafa Tina Modotti, el poeta Miguel Hernández, Dolores Ibarruri, la Pasionaria, los escritores Rafael Alberti y María Teresa León, Juan Chabás y su pareja, la escritora francesa Simone Thery, etc. No menos interesante es su relación con otros republicanos que huyen de Franco, con los que se cruza en su camino, como un periodista portugués que le adivina el futuro o un grupo de treinta mujeres catalanas espiritistas, con las que coincide en un hotel en Le Lauzet- Ubaye, pueblo francés frontero con Italia.
En medio de las penurias de su accidentada huida hacia el exilio, le llega dinero de parte de una amiga a través del escritor francés Luis Aragón y, otras veces, recibe ayuda de la Asociación de Intelectuales franceses, en calidad de miembro de la Sociedad de Intelectuales de España.
En Buenos Aires, las traducciones y la escritura fueron su medio de vida. Entre los años 1944 y 1958, escribió siete biografías y algunas novelas, entre ellas la titulada Nelson y adaptó para el público infantil obras clásicas de la literatura universal para las editoriales argentinas más importantes. Tradujo obras del francés, como la prologada por el famoso escritor pacifista Romain Rolland, Así se forjó el acero, del ruso Nikolai Ostrovski. En cuanto a sus biografías, destaca la de la zarina Catalina la Grande y otras famosas mujeres de la historia, como Sor Juana Inés de la Cruz o Santa Teresa.
Después de cuarenta años de exilio en Argentina, donde vivió con su marido y sus dos hijos, Teresa y Carlos, a la muerte de Franco, regresó a España. El gobierno le reconoció su plaza de maestra y ejerció durante tres años antes de jubilarse. Moriría en Madrid el 6 de enero del 2006.
BIBLIOGRAFÍA
- Barrachina, Esther y Judith Moris Campos. “García Usón, Angustias”, en Manuel Aznar Soler y José-Ramón López García (dirs.), Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939, Sevilla: Renacimiento, vol. II: 441–442, 2016.
- Coll, José Luis. El hermano bastardo de Dios. Círculo de Lectores, 1987
- El exilio republicano español y la literatura infantil. https://www.ninosderusia.org/wp-content/uploads/2020/03/1939-Exilio-republicano-espanol-catalogo.pdf
- García Usón, Angustias, Años para NO olvidar. Madrid, Qurtuba editores, 2024