Los dinosaurios del siglo XXI

Los dinosaurios del siglo XXI

El Monte de Utilidad Pública 151 alberga tal infinidad de ecosistemas que lo convierten en toda una fuente natural de biodiversidad, digna de preservar. Desde ecosistemas acuáticos como la Laguna de Uña, el río Júcar y el arroyo El Rincón, escoltados por los ahora dorados y embelesantes álamos y sauces. Subiendo por las escarpadas y abruptas hoces, resquebrajadas por numerosas cuevas de multitud de tamaños y que albergan una flora de lo más singular. Hasta las altas muelas y parameras, expuestas bordemente a los inquebrantables rayos del sol. Este monte conforma un paisaje de sabiduría infinita, en el que nunca dejas de explorar y sorprenderte.

Este inmenso número de ecosistemas es un verdadero tesoro de valor incalculable, poco valorado para algunos y desconocido para muchos. Resulta ser todo un secreto a voces esperando a ser descubierto, pero siempre desde el respeto y el cuidado que se merece. Desde Los Ojos del Júcar y Savia Ecoturismo te ayudaremos a mirar donde otros no ven nada. Redescubriremos todos juntos los rincones de esta comarca, un riquísimo patrimonio natural y cultural que no debe caer en el olvido.

Martín pescador (Alcedo atthis) cazando. Fuente: Luca Casale, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

Las protagonistas de hoy son descendientes de los dinosaurios, capaces de alzarse sobre las hoces y de surcar profundidades en la laguna impensables para nosotros. Algunas eran consideradas antiguas mensajeras. Grandes compañeras del antiguo oficio del cetrero. E incluso otras son, a día de hoy, muy valoradas como piezas clave en la restauración y conservación de ecosistemas. Como podéis apreciar, son de lo más polivalentes. En este artículo os describiremos a uno de los principales atractivos faunísticos de la zona. Unos seres definidos por su capacidad de surcar cielos, pero también capaces de saltar, correr, nadar y bucear. ¿Lo has adivinado ya? Sostenidas por el viento bajo la firme mirada del sol. Revelamos ya el misterio… Hoy venimos a mostraros el colorido y apasionante mundo de las aves.

Para todo aquel apasionado de la ornitología, el MUP 151 es un sitio privilegiado, ya que fragua una diversidad enorme de aves en cualquier época del año. Realizando un viaje entre rocas, de menor a mayor altitud, podemos disfrutar de una descomunal cantidad de aves ligadas a diferentes medios.

Empezamos por aquellas ligadas a la laguna, siendo su pico de mayor pluralidad en los meses de invierno, donde podemos encontrar a las esbeltas garzas que miran su reflejo en el agua, las sombrías fochas marcadas por un escudete blanco, los robustos patos cuchara cuyo pico les da nombre, los campeones al escondite con mejillas color crema los zampullines comunes, las zancudas gallinetas, los oscuros cormoranes que extienden sus esplendorosas alas para secarse con los rayos del sol y un largo etcétera. Además, en los meses de primavera podemos escuchar al escandalero carricero tordal y, para los más pacientes, incluso podrán localizar al cada vez más amenazado aguilucho lagunero, cuidando de sus crías refugiadas entre el carrizo.

Vistas desde la Laguna de Uña hacia el Rincón de Uña. Fuente: Ana de la Hoz.

Asimismo, están las aves asociadas a las riberas instalándose en las zonas de alrededor de los ríos y lagunas, donde se encuentran los chopos, sauces y las orlas de arbustos espinosos. Aquí podemos encontrar al petirrojo europeo y apreciar su precioso color carmesí, escuchar el inconfundible canto del ruiseñor bastardo, ver a los grandes trepadores de árboles como el agateador común o el trepador azul, escuchar el escueto silbido del mito o el tamborileo del pico picapinos, observar a la inquieta y dorada lavandera cascadeña y, para lo más aficionados de las aves, entre las aguas de estos ríos podemos llegar a ver al verdadero superhéroe flash de color azul metálico, el gran martín pescador y, otro complicado compañero, el escurridizo y saltarín mirlo acuático.

Pero esto no termina aquí, seguimos escalando por las intrincadas hoces. Hogar de numerosas aves, podemos encontrar desde los pequeños aviones que imitan puntas de flecha con su forma, hasta los incansables vencejos anunciantes de la llegada del calor con sus silbidos. También podemos encontrar a los resonantes córvidos, como las grajillas, cornejas, chovas piquirrojas y los arrendajos, grandes restauradores de bosques. La roca también sirve de refugio para las admiradas e imponentes aves rapaces, colosales vigilantes entre las altas parameras. Entre la oscuridad de la noche nos observa ante su atenta mirada el búho real. Pero las grandes estrellas de este monte son: el increíblemente veloz y vigoroso halcón peregrino, cuya admiración viene desde el antiguo Egipto, donde era mitificado como el dios Horus; y la más ágil de las águilas ibéricas, pero también terriblemente perseguida, gran voladora e inmensamente bella, el águila perdicera, incesante guardiana de las cuevas en las que habita.

Águila perdicera (Aquila fasciata) echando el vuelo. Fuente: Wildmishra, CC BY 3.0, via Wikimedia Commons.

No podemos olvidar a los que mantienen el monte limpio y libre de enfermedades, los buitres leonados. Forman verdaderas ciudades entre rocas, que ni Gran Vía puede envidiar. Estos hogares entre cárcavas se llaman buitreras, donde permanecen todos en compañía calentando sus alas al sol para echar a volar entre las corrientes de aire y encontrar su ansiada carroña.

Este lugar que conforma el MUP 151 ya ha sido fruto de otros proyectos de conservación. A los pies del escalerón y la raya, encontramos un antigua terminal que se reutilizó y se empleó como primillar por parte del centro de recuperación de fauna y hospital veterinario GREFA (Grupos de Rehabilitación de Fauna Autóctona y su Hábitat). Un primillar es una edificación destinada a la recuperación del cernícalo primilla, una pequeña ave rapaz familia de los halcones. Pero no es ocupada de manera exclusiva por el cernícalo primilla, también puede ser el hogar de lechuzas, mochuelos e incluso chovas piquirrojas. En estas edificaciones se llevan ejemplares jóvenes, todavía como pollitos, para que sean adoptados por otros ejemplares adultos ya en libertad. Una vez allí, dejamos que estos pollitos crezcan con sus compañeros de la misma especie y así se desarrollen adecuadamente y vuelen libres en un futuro. Es una técnica de conservación para recuperar la especie y afianzar de manera segura el establecimiento de la población. 

Secreto desvelado. Parar dentro de nuestras virtuales y ajetreadas vidas cada vez parece más complicado. Y por ello, no nos fijamos en los tesoros que esconde nuestra tierra. No hace falta irse a Costa Rica para ver animales, plantas y paisajes alucinantes. Tenemos la inmensa fortuna de tener una biodiversidad riquísima dentro de los parajes que conforman el MUP 151, y a tan solo media hora de la capital conquense. Hoy te hemos presentado una diversidad de aves infinita, llena de colores y formas, que juegan un papel clave en el mantenimiento de estos ecosistemas. Y es que para poder conservar en el tiempo estos seres, primero tenemos que conocerlos. Solo tienes que aprender a mirar.

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