Es sabido que la presencia de parques eólicos puede verse asociada con la mortalidad de buitres y otras grandes rapaces, del mismo modo que ocurre con murciélagos y aves migratorias. Sin embargo, las rapaces nocturnas, al no alcanzar normalmente la altura de vuelo en la que existe un potencial riesgo de colisión con las aspas (y al no verse afectadas por el cambio de presión que generan las turbinas), no suelen aparecer en los estudios que se llevan a cabo para controlar el impacto de estas infraestructuras. Entonces, ¿no afecta a búhos, cárabos y lechuzas la presencia de estos medios de producción de energía?
En el periodo 2018-2019 se llevó a cabo un estudio sobre la preferencia en el uso del hábitat a la hora de establecer territorios reproductivos por parte de los cárabos (Strix aluco) en la Zona de Especial Conservación (ZEC) Sierras de Talayuelas y Aliaguilla, en el este de la provincia. Este área fue incluida dentro de la Red Natura 2000 tanto por la importancia y riqueza de sus pinares de rodeno (Pinus pinaster) como por la riqueza de su comunidad de rapaces forestales.
El cárabo en concreto (Figura 1), es la rapaz nocturna más abundante de Europa. Se trata de una rapaz de tamaño medio-grande (unos 40 cm de longitud, 90 cm de envergadura y un peso que oscila desde los 400 g a poco más de 600 g) caracterizada por su marcado carácter territorial y su fidelidad a los territorios que ocupa. Esta especie depende de los árboles para cazar, ya que los usa a modo de posaderos (“perchas”). También los utiliza para criar en huecos disponibles en sus troncos o en nidos abandonados. Basa su dieta en micromamíferos, aunque también puede aprovechar aves, anfibios y reptiles. Es una especie nocturna muy vocal (muy probablemente la habéis podido oír si vivís en un entorno medianamente arbolado) y puede ser un buen modelo de estudio por su ubicuidad y por facilitar así su detectabilidad.
Para el estudio establecimos una red de estaciones de escucha distribuidas a lo largo de la ZEC y a cada una de ellas acudimos en noches sin lluvia y con viento suave (para poder escuchar mejor). Una vez allí y tras esperar a que el ruido por nuestra llegada no indujera cambios en el comportamiento de las especies, escuchábamos para tratar de detectar los individuos que reclamaban el territorio espontáneamente. Como es sabido que muchos no reclaman todas las noches si no se les incita, reproducíamos un canto grabado y esperábamos otra vez. Por último, para saber si la presencia de un depredador más grande (el búho real) suponía un cambio en el comportamiento, utilizábamos otra grabación de esta especie y aguardábamos de nuevo, antes de ir a la siguiente estación y continuar trabajando. El resultado de este esfuerzo se tradujo en que detectamos, al menos, 81 machos de cárabo diferentes en un total de 55 cuadrículas ocupadas durante el invierno tratando de establecer su territorio, pero durante el periodo reproductor encontramos 60 machos territoriales defendiendo con su territorio en 49 cuadrículas ocupadas (Figura 2).
Tras analizar los tipos de vegetación, el tipo de suelo, las relaciones con otras especies y los impactos humanos, pudimos concluir que los cárabos prefieren, a la hora de establecer sus territorios de cría, zonas de vegetación silicícola, heterogéneas y parcheadas, evitando las mayores cotas de altitud y eludiendo las zonas de pastizal natural. No encontramos conflictos de competencia con el búho real (Bubo bubo). Sin embargo, se ha demostrado una relación negativa muy significativa entre el establecimiento y defensa de territorios de la especie y la presencia de aerogeneradores (López-Peinado et al., 2020). Esto quiere decir que prefieren las zonas de bosque rodeno (de hecho, solo 1 territorio se estableció en zona caliza), pero que no sean grandes masas de pinos únicamente, sino que aparezcan claros en el bosque o vegetaciones diferentes. Parece que evitan las áreas más altas, posiblemente debido a las bajas temperaturas de esa zona y la menor disponibilidad de alimento que conllevan. En cuanto a los pastizales naturales, parece que son evitados por la ausencia de perchas que faciliten su estilo de caza. En ningún caso hemos encontrado cárabos territoriales que dejaran de defender su territorio por escuchar el reclamo del búho real, al contrario, algunos ejemplares se aproximaban para expulsar al posible enemigo.
El caso de los parques eólicos merece una pequeña mención especial, ya que no se ha encontrado ningún territorio defendido durante el periodo de cría a menos de dos kilómetros de ningún aerogenerador. Este efecto no se había descrito previamente para rapaces nocturnas, pero existen estudios sobre contaminación acústica y cárabos en el este de Europa que encuentran un patrón similar en las zonas periurbanas como consecuencia del ruido y parece que aquí podríamos tener una situación similar. Al alimentarse sobre presas pequeñas, que hacen poco ruido y que tienen que detectar basándose en su oído, el enmascaramiento acústico que se produce por el funcionamiento de las turbinas debe de estar propiciando que esos territorios sean poco prolíficos para esta especie. Es cierto que los molinos se instalan generalmente en zonas altas, menos productivas y con peores características para facilitar la caza por parte de los cárabos, pero es significativo que pese a encontrar molinos en distintos ambientes, tanto silicícolas como calcáreos, y a diferentes cotas de altitud, no se ha encontrado ningún territorio reclamado durante la cría (en el periodo invernal, en el que los juveniles inexpertos tratan de establecer sus propios territorios, sí hubo algún macho que intentó defender un territorio cerca de los aerogeneradores, pero no alcanzó el éxito en primavera).
Esta investigación llevada a cabo por el Movement Ecology Lab (ICBiBE, UV) se inició como el Trabajo Final de Máster de Andrés López Peinado y gracias a las aportaciones de Arturo Martínez Perona, Álvaro Lis Cantín y, en especial, Pascual López López, culminando en una publicación científica en The Journal of Raptor Research, la revista especializada en investigaciones científicas sobre rapaces más prestigiosa a nivel mundial. A día de hoy, nuestros cárabos son los protagonistas de la lectura de investigadores de todo el mundo y tal vez la información que han aportado sirva para mejorar la gestión y conservación de estas y otras muchas especies de rapaces nocturnas. Desde aquí me gustaría aprovechar para agradecer a la Dirección Provincial de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural de Cuenca, en especial a Nuria Cardo Maeso y Enrique Montero Verde, por su buena disposición para facilitarnos datos de interés y los permisos oportunos para la realización del presente estudio; al agente medioambiental Manuel C. Arco Martos, por su desinteresada colaboración y su aportación sobre el conocimiento de la zona de estudio y las problemáticas de la misma y, finalmente, a Berta Peinado Ramírez y Andrés López Sánchez, mis padres, Técnicos Superiores en la Gestión y Organización de los Recursos Naturales y Paisajísticos, sin los cuales este trabajo no se hubiera podido lograr. Además de otorgarme su apoyo incondicional, han colaborado activamente, con plena dedicación, tanto en el trabajo de campo como en la revisión del texto.
Andrés López Peinado y Pascual López López
Andrés López Peinado (Andres.Lopez-Peinado@uv.es) es un investigador predoctoral contratado por el programa de becas de la Generalitat Valenciana “ACIF. Fondo social Europeo”. Se encuentra integrado en el equipo del Movement Ecology Lab, en el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva (ICBiBE) de la Universidad de Valencia.
Pascual López López es un profesor e investigador del ICBiBE de la Universidad de Valencia, fundador e investigador principal del Movement Ecology Lab.
Para saber más
Andrés López-Peinado, Álvaro Lis, Arturo M. Perona, Pascual López-López (2020). Habitat preferences of the Tawny owl (Strix aluco) in a Special Conservancy Area of eastern Spain. Journal of Raptor Research doi: https://doi.org/10.3356/JRR-20-23
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